martes, 12 de marzo de 2013

Novela: Ce que le jour doit à la nuit (Lo que el día debe a la noche)


Sinopsis.-
Younes/Jonás, anciano argelino, repasa su vida. Desde la infancia en un entorno rural, áspero y poco gratificante, a su vida en la ciudad. Primero, en la periferia mísera de los inmigrantes llegados del campo devastado y después, adoptado por su tío, en una zona aburguesada y colonial. La vida le irá llevando alternativamente hacia cada uno de los dos bandos. 

El autor.- 
Yasmina Khadra es un pseudónimo. El autor lo eligió para pasar totalmente desapercibido en su vida normal y tener así libertad absoluta para poder escribir, sin censura y sin autocensura. Además, es un nombre de mujer que en árabe significa “jazmín verde”; es el segundo nombre de su esposa. En realidad su nombre es Mohammed Moulessehoul; fue comandante del ejército argelino y actualmente vive en Francia dedicado a la literatura. Otras obras suyas son El atentado y la Trilogía de Argel

Mi opinión.-
De Yasmina Khadra había leído la Trilogía de Argel, compuesta por Morituri, El otoño de las quimeras y Doble blanco, que responde al canon de novela negra clásica, y me había gustado mucho. En este libro, sin embargo, no he acabado de sintonizar con el autor. A pesar de que, desde luego, mantiene la calidad literaria, un lenguaje poético y de constante evocación y nostalgia, no me ha llegado a emocionar.

La historia del protagonista se desarrolla desde los años 30 a 60 del siglo XX: desde la miseria de un entorno rural antes rico, hasta los arrabales habitados por inmigrantes que buscan sobrevivir; desde el colonialismo “feliz”, a la rebelión y la guerra contra la metrópoli. Todo de una forma muy sutil (a veces excesivamente ligera) porque a pesar de vivir períodos históricos tan intensos, el protagonista nunca toma partido. 

El personaje central, Younes/Jonás, me ha resultado absolutamente antipático por su pasividad. Puede ser que, al tratarse de los recuerdos de un anciano, el autor haya optado por la ensoñación del pasado, pero para mí existe tal desapasionamiento que da la sensación de que Younes/Jonás, no ha vivido su vida y que tampoco se arrepiente de ello. 

De una manera totalmente lineal, nos va contando cómo los demás son los encargados de situarle en un sitio o en otro. Siempre, los otros: su padre, su tío, sus amigos, sus posibles novias, son quienes deciden por él. Su padre, abrumado por la miseria y la desesperanza, le deja en manos de su tío y abandona al resto de la familia (esposa e hija sordomuda); su tío, le educa en un ambiente liberal, culto y tolerante y le proporciona una vida cómoda, asimilada a la de los jóvenes occidentales descendientes de colonos; sus amigos de origen europeo, le consideran uno de ellos; los sirvientes de éstos, le recuerdan su origen musulmán. 

Él nunca se define y podríamos pensar que es porque quiere pertenecer a ambos mundos y mantener al mismo tiempo, como complementarias, sus dos identidades. Pero no, su falta de definición es apatía o indiferencia, pasividad o cobardía; dejarse llevar por la corriente que en el momento es mayoritaria y sin tomar nunca las riendas de su vida.

Dice el autor en una entrevista que ha querido escribir una epopeya de la Argelia del siglo XX, con sus contradicciones y su violencia; con todas sus influencias, norteafricana y occidental (no sólo francesa, también española). De toda esa diversidad que durante un tiempo al menos, aparentemente, supo convivir y ser fértil; pero que también ocultaba corrientes de miseria, pobreza y desesperación que terminaron por estallar. Sin embargo, no ha sido muy detallista a la hora de describir estos estallidos. Pasa por el ambiente de violencia previo a la guerra, sin juzgar ni la agresividad del régimen colonial, ni la agresiva respuesta de los que llegan a ser extranjeros en su propia tierra. 

Respecto a la historia de amor, pues es bastante evidente y trillada. Émilie es una joven de origen francés, hija de una viuda rica, con unos ojos profundos y de una intensidad cercana a la tristeza, a la que todos desean enamorar; ella tiene claro que su elegido es Jonás, pero… Es una historia de amor frustrada por un motivo que puede resultar un poco trivial. Al final yo sigo pensando que es la propia pasividad del protagonista la que malogra la historia de amor.

Younes/Jonás tiene la suerte de haber nacido hombre y guapo, las dos únicas razones por las que su padre le da en adopción; son ventajas que le suponen una vida diferente y mejor que la de su hermana menor sordomuda. Pero él no ha sabido valorar la suerte que ha tenido en la vida. 

¿Querría el autor escribir una novela sobre el triste destino de una niña sordomuda y pobre abandonada por su padre en la Argelia de los años 30? Creo que no. 


Ce que le jour doit à la nuit
Ed. Julliard. Pocket

lunes, 4 de marzo de 2013

Novela: La vida es un tango


Sinopsis.- 
En los años 90, en un barrio marginal de Santa Clara, ciudad de Cuba, Leo Martín se enfrenta a la resolución de un caso de contrabando de gafas de mujer.

El autor.- 
Lorenzo Lunar también nació en Santa Clara como su protagonista. Es escritor, crítico literario y cantante de boleros, no sé si aficionado o profesional. También regenta una librería de viejo, La Piedra Lunar. Otras de sus novelas son: Échame a mí la culpa y Que en vez de infierno encuentres gloria (II Premio Novelpol, I Premio Brigada 21 y mención especial del Jurado del Premio Internacional Dashiell Hammet).

Mi opinión.- 
Esta es la primera novela negra que leo ambientada en un país caribeño y comunista, en Cuba. Antes de empezar a leerla, pensé que el hecho de que fuese un país comunista le daría algunos toques diferentes; al terminarla no estoy tan segura.

En lo que respecta al personaje principal se corresponde perfectamente con el héroe de novela negra: desesperanzado, solitario, honesto, con un punto cínico y problemas de relación con las mujeres. Leo Martín ha nacido y crecido en una barriada marginal de Santa Clara, donde sigue viviendo y donde ejerce su profesión de policía. Ha estado casado, tiene algunas novias y exnovias y una hija pequeña a la que apenas ve.

La novela está escrita en primera persona y desde la inmediatez del presente, Leo nos hace partícipes de su vida, enlazando con algunas situaciones del pasado que siguen teniendo repercusión. Abre espacio así para la nostalgia. Leo va andando por las calles del barrio, saludando a unos vecinos, amenazando a otros y de todo ello somos testigos como si estuviéramos dentro de la escena; conocemos a los delincuentes por su mote y sabemos sus historias por lo que Leo nos dice, nos cuenta. En realidad no estamos leyendo la novela, Leo nos la está contando o incluso cantando. Nos invita a pasear por ese barrio monstruoso, donde los hombres pueden elegir entre ser delincuentes o ser policías y donde las mujeres no tienen elección. Siendo niñas o en su primera adolescencia su padre, padrastro o cualquier otro varón cercano, las empuja a ser putas. Putas del barrio, supervivientes, o jineteras en la capital, cobrando en dólares y siendo el orgullo de sus familias.

Es curioso que durante toda la novela las mujeres sólo aparezcan como putas o madres y a veces las dos cosas. No hay mujeres policías, ni funcionarias, ni mujeres delincuentes o traficantes de droga. Y por eso no sorprende que la única relación que establezcan con los hombres sea genital, no sexual ni mucho menos amorosa, sólo genital. 

La madre de Leo le trata como a un niño: le lava la ropa, le hace la comida, le da consejos y hasta le prepara el baño; parece que ni el comunismo puede con esas madres edípicas que consideran a sus hijos eternos Peter Pan.

La exmujer de Leo le ha sobrepasado ampliamente en estudios y en ambición y le ha sustituido por otro macho mejor posicionado en la escala de poder. 

Las novias y exnovias de Leo no son lo que él querría. La hija de Leo, niña todavía, pasa más tiempo con su padrastro que con él.

Esa es la vida que Leo nos cuenta y nos llora. Todo eso y el tráfico de drogas, el contrabando, el exilio clandestino, la prostitución, el desencanto, los abusos, las corruptelas, la escasez, la pobreza. El tejido habitual de una novela negra en el mundo capitalista. Y en el comunista también.

Respecto al estilo narrativo, es muy destacable la musicalidad del texto. Las repeticiones insistentes de frases cortas durante todo el texto le dan cadencia y ritmo. Pero es todavía más, es el estribillo de la fatalidad; como si la vida fuese una canción, no en vano el autor es un apasionado de los boleros y además en la novela la vida es un tango. Sórdido tango arrabalero, de la marginalidad y del desencanto, pero con el calor, la luz y los olores del Caribe. Os recomiendo que la leáis; es un universo de personajes en lucha por la supervivencia.

“Son la tres de la tarde y Mayita pasa frente a mí.
Mayita, con sus ojos verdes y su pelo rubio. Metida en esa lycra que parece que va a reventar la tela.
Mayita, con su olor a perfume de violetas y a champú de fresas y a jabón de melocotón. Mayita que es un mango maduro.”




La vida es un tango 
Lorenzo Lunar
Ed. Alumuzara