jueves, 27 de noviembre de 2014

Obituario: Cayetana, duquesa de Alba (2014)

Lo peor que tienen todos estos personajes tan excepcionales (y digo excepcionales en el sentido más neutro de la palabra) no son ellos mismos, ni el anacronismo que representan. Lo peor de lo peor de lo peor de todo son los seguidores que tienen. ¡Qué hartazgo de gente pelota!

Dejando aparte el sentimiento solidario por la muerte de un ser humano, cualquier momento es bueno para someter a cierta crítica la actitud de algunos. Ahora que ya solo queda de ella polvo, ni sus fervientes seguidores, ni sus acérrimos detractores dirán nada malo de ella. Pero yo sí, porque no se trata tanto de criticar a una persona como de criticar a un personaje y sobre todo a seguidores tan poco exigentes. Cayetana ha sido Grande de España. Sí, una Gran defraudadora (legalmente) de impuestos. 

Poseedora de numerosos palacios, obras de arte, documentos de la historia de España, no pasará a la posteridad por haber tenido la generosidad de ponerlos a disposición del resto de españoles. Al contrario, se esforzó por ponernos trabas aunque, gracias a nuestra generosidad, gracias a los políticos que legislaron para evitarle pagar impuestos, la duquesa haya podido mantener tanto palacio en su patrimonio. Creo que nunca se podrá comprobar, pero estas familias tan augustas, de tan rancio abolengo, ni siquiera tienen que molestarse en llevarse el dinero a Suiza, porque en España su patrimonio ya está exento de pagar impuestos. Llevarse el dinero a Suiza, eso sólo lo tienen que hacer los advenedizos nuevos ricos

Gracias a nuestra generosidad, ha podido cederse a sí misma, a su fundación, su colección de arte, en lugar de ponerla a disposición del Museo del Prado (que es donde debería estar). Limitando así el derecho del resto de españoles (esos flamencos a los que tanto quería y los que no somos flamencos) a disfrutar de obras únicas aunque sea unos minutos.

Gracias a la generosidad de los europeos (entre ellos también españoles, flamencos y no flamencos) ha recibido considerables subvenciones económicas para cultivos agrícolas. Por fin, accedió a poner en explotación miles de kilómetros de buenas tierras que, durante años y años, mantuvo sin cultivar, mientras que los jornaleros no podían acceder a su propiedad.

Pero lo único que sus seguidores dicen de ella es que era muy sencilla y muy sevillana, muy libre y muy buena gente, muy bética y muy cariñosa. ¡Qué jartura de gente! Si le hubiésemos reclamado los impuestos… ¿cuántos puestos de trabajo, hospitales, colegios, etc., podrían haberse creado?

Lo que se dice de la duquesa es que fue una mujer libre, castiza, campechana y muy unida al pueblo. Lo que no se dice es que a nosotros nos da igual, que no comemos con carantoñas. Si tenemos en cuenta la vida privilegiada y ventajosa que tuvo desde su nacimiento, su simpatía y sencillez no debería sernos socialmente suficiente. No pasará a la Historia de España, aunque haya sido Grande; sólo y, de momento, seguirá siendo protagonista de la pequeña historia de las revistas del corazón. Una lástima para la Casa de Alba.

Hasta ahora ha habido dieciocho duques y duquesas de Alba y a la mayoría de ellos no les conocemos. Excepto el Gran Duque de Alba (para algunos sanguinario, para otros héroe), si miramos la Wikipedia, el resto destacan por haber sido coleccionistas de arte y mecenas, que traducido quiere decir que no han hecho nada con su vida y que han vivido de rentas y que su familia dio un pelotazo tan grande en el siglo XVI que la onda expansiva todavía dura. Si nos fijamos en la vida de las dos duquesas titulares ni siquiera se las recuerda por eso. Lo más relevante en su currículum ha sido su peculiar vida amorosa.

Teniendo en cuenta que, esta familia, lleva 400 años alimentando su cerebro con las mejores proteínas que se podían conseguir, que cuando estaban enfermos podían acceder a los mejores médicos y medicinas de la época, que han podido estudiar donde han querido, durante el tiempo que han querido y sin limitación de dinero, no me parece un buen currículum. Deberíamos exigirles que diesen, por lo menos a partir del siglo XX, un par de premios nobeles en cada generación.

Cayetana QEPD, ¡qué lástima!, con todos sus privilegios y sus ventajas económicas, sólo se dedicó a vivir (y muy bien) la vida, a casarse y a tener muchos hijos. Recibió una educación esmerada y hablaba varios idiomas, que le sirvieron para recibir en sus fincas a Jacqueline Kennedy y otras celebrities e intentar enseñarles a torear y a mover el culo a ritmo de sevillanas. Otras mujeres de origen más humilde y con menos posibilidades, hicieron intelectualmente mucho más, por ellas mismas y por el resto.

Las seguidoras de la duquesa dicen que nos hizo más libres con su libertad. No tienen en cuenta que las mujeres poderosas siempre se han follado a quien han querido, aunque eso sí mucho más discretamente. Era su estrategia para escapar de matrimonios de conveniencia y también para renovar esos genes que, debido a la tendencia a la endogamia en su clase social, acababan siendo tan rancios.

Sí que me interesa ahora resaltar las razones por las cuales NO será recordada la duquesa, porque no creo que hiciera nada de esto:
  • A pesar de su amor por el flamenco, no será recordada por dotar cátedras de flamencología en las universidades.
  • A pesar de sus estudios, no será recordada por premiar con becas a las hijas de sus jornaleros.
  • Tampoco por los hospitales de los que fue benefactora.
  • Ni por los institutos de investigación que patrocinaba, contra el cáncer, la leucemia o las enfermedades raras.
¡Qué poco exigentes somos con los ricos, guapos y famosos! Con estos referentes de triunfo social de charanga y pandereta, no me extraña que los politicastros, con escasa formación intelectual y menos escrúpulos, dirijan todos los esfuerzos de su vida pública a compartir partidas de caza y putas con los señores de rancio abolengo. 

Que Cayetana descanse en paz y ¡que sus seguidores lameculos se callen de una puta vez!

jueves, 20 de noviembre de 2014

Cine: Sabrina de Billy Wilder (1954)

Sabrina, un cuento de hadas. Sabrina es Cenicienta, sólo que no necesita carroza para ir al baile, porque vive en la misma casa donde se celebra. Sabrina es la hija, todavía adolescente, del chófer y lleva toda su vida perdidamente enamorada de David Larrabee, niño rico, ligón, fanfarrón y un poco insoportable, pero hijo de los Larrabee que poseen todas las empresas que se puedan tener. Para curar sus penas de amor, Sabrina se va a París y vuelve hecha toda una mujer "charmante". Cuando todo parece encajar en una nueva vida, se cumple su sueño, acude al baile y allí … pierde un novio y encuentra otro. Y además, no sale perdiendo en el cambio.

Es Comedia Romántica, con mayúsculas. Otro clásico de Billy Wilder, rodada en 1954, con una jovencísima Audrey Hepburn y dos galanes, Humphrey Bogart y William Holden, un poco entrados en años y que, aunque sean excelentes actores, a veces producen un poco de grima. Y es que es algo que le pasó a Audrey Hepburn en varias películas, que tenía unos galanes que podrían haber sido tranquilamente sus abuelos. En Una cara con ángel su oponente era nada menos que Fred Astaire cuando tenía ya 58 años y Audrey apenas 28. En la época no debía parecer extraña esa diferencia de edad, hoy sin embargo yo creo que no sería “aceptada” por los espectadores y sobre todo por las espectadoras. Tampoco por algunos actores, recuerdo que Johnny Depp en Piratas del Caribe, se encontraba molesto por tener que cortejar a Keira Knigthley porque era muy joven para él. Las cosas cambian, despacio pero cambian.

No es la mejor película de Billy Wilder, ni la comedia más loca y divertida, pero aprovecha para lanzar alguna puya a la diferencia entre clases sociales que resulta magistral. También es la más glamurosa y eso en parte se debe al vestuario. Esta película fue candidata a varios oscars pero sólo ganó el de vestuario y no me extraña, porque yo mataría por alguno de los modelos que luce Sabrina, especialmente el del baile. La diseñadora fue Edith Head que hoy sigue siendo la mujer que más oscars ha ganado, en total 8. He leído por ahí que Givenchy intervino en el diseño pero no aparece en los créditos. No sé. 

Lo que menos me gusta de la película es Humphrey Bogart. A parte de la diferencia (abrumadora) de edad con la coprotagonista que chirría bastante, es que creo que no tenía ningún talento para la comedia. Su registro estaba en el cine negro, el cinismo y la desesperanza. Ahí, se puede decir que era dios.

No hay que olvidar tampoco al resto de actores que revolotean alrededor de Sabrina, los sirvientes de los Larrabee; su padre, el chófer de la familia, interpretado por John Williams, símbolo de la prudencia, el saber estar y la ternura. Y el resto, la cocinera, el mayordomo, el jardinero, todos ellos son la verdadera familia de la joven.

En 1995, Sidney Pollack rodó un remake, con Harrison Ford, Julia Ormond y Greg Kinnear pero que no está a la altura de la comedia original. Hay que valorar el esfuerzo y la osadía de los actores y el director, pero me quedo con el original de una elegancia y sofisticación incomparables. 


Dirección: Billy Wilder
Intérpretes: Audrey Hepburn, Humphrey Bogart y William Holden.
Guion: Billy Wilder y Ernest Lehmann, sobre una obra de teatro de Samuel A. Taylor
Fotografía: Charles Lang
Música: Friedrich Hollaender 




jueves, 13 de noviembre de 2014

Novela: Las hadas muertas de Jorge Sanz Barajas (2014)

El autor.- 
Jorge Sanz Barajas es Licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Ciencias Políticas. Trabaja como profesor de literatura y colabora también en prensa. Otros libros suyos son La balada del ahorcado y el ensayo biográfico sobre José Bergamín, titulado José Bergamín: la paradoja en la revolución. Coordina el Taller de lectura de novela, Libros para entender el mundo, en Zaragoza. 

Sinopsis.-
Merencio se encuentra crímenes sin querer. Trabaja como traductor de inglés. Es un hombre culto, solitario y raro. Esta vez los crímenes reproducen escenas de cuentos de hadas. Su padre le advierte que las hadas están desapareciendo. Y eso es malo.

Mi opinión.-
Se considera tradicionalmente que la novela negra sirve para poner de manifiesto las corruptelas, los vicios o en general todo lo que está oculto en una sociedad. Y así pasa esta vez también. El autor aprovecha los crímenes para darnos una vuelta por el Barrio de Las Fuentes, en Zaragoza. Un barrio que está envejeciendo, donde cierran los comercios de toda la vida y del que van desapareciendo los inmigrantes que llegaron antes de la crisis y que habían contribuido (sin que nadie se lo haya agradecido) a revitalizar la ciudad. 

En esta ocasión, el marco de la novela negra sirve también para que Merencio pueda despedirse de su padre. El padre es consciente de que empieza a tener ausencias mentales y eso sólo puede significar una cosa, que el hada que vivía bajo su sombrero se ha ido. Y cuando las hadas que viven debajo del sombrero se van, es el momento de morir. Despedirse enfrente de una ventana abierta, por donde se cuela el cierzo, porque en Zaragoza, no tenemos mar para podernos despedir con más gracia. Es una novela melancólica y amarillenta, de atardecer frente a la muerte o de muerte frente al atardecer que tanto da; el caso es dejar hueco para que lo nuevo que tiene que llegar se instale.

Los asesinatos además son la excusa para un divagar literario porque la novela contiene un montón de referencias literarias, de personajes cultos y perdedores. 

Merencio me recuerda un poco al Sherlock de la última serie de televisión de la BBC. Todo lo que necesita lo lleva en su palacio mental. Todo ya ha sido escrito y casi todo ha sido ya leído. Sólo tiene que recordar la frase o el olor o esa pieza que encaja y que le dará la pista definitiva sobre los crímenes. Mientras cualquiera de esas cosas llega, Merencio aprovecha para vivir los últimos momentos de su padre, porque será la última vez que pueda contar con él. 

Merencio está rodeado de personajes un poco disparatados y sobre todo socarrones. El humor aragonés no es el del bellotero que salió en la televisión durante los años 1970. Es el humor somarda. Dicen que el somarda se ríe de las situaciones pero no de las personas. Según el Curso de Oregonés para foranos, de Oregón TV, el somarda consigue colarte un marrón y acabas agradeciéndoselo. Por eso, Eugenio es el perro que se mea en la pernera de quien le cae mal a su amo. Así a lo somarda. 



Las hadas muertas
Jorge Sanz Barajas

Sibirana Edicion es

jueves, 6 de noviembre de 2014

Novela: La línea invisible del horizonte de Joaquín Berges (2014)

El autor.-
Joaquín Berges nació en Zaragoza en 1965. Es licenciado en Filología Hispánica. En 2009 publicó su primera novela, El club de los estrellados, elegida como “mejor opera prima en castellano”, en el Festival du Premier Roman de Chambéry (Francia). Otras novelas suyas son: Vive como puedas y Un estado del malestar. 

Sinopsis.-
Javier, un neurólogo de mediana edad, conduce por una carretera del Pirineo aragonés cuando atropella a una jabalina. Durante unos días convive con los habitantes de Sinia, un pueblo construido de nueva planta para realojar a los habitantes del pueblo viejo, anegado por el pantano. Cíclicamente, cuando las aguas bajan, el pueblo viejo y sus secretos vuelven a la superficie.

Mi opinión.-
Esta es la primera novela que leo de Joaquín Berges y creo que, con ella, el autor ha querido dar un giro a su trayectoria. Las anteriores parece que son obras maestras del humor. No es el caso de ésta. Confieso que no ha conseguido emocionarme (a veces, ni siquiera interesarme), aunque está planteada como una novela de curación y de segundas oportunidades, de culpabilidades que afloran cíclicamente, como el pueblo viejo hundido en el pantano.

Javier habla durante toda la novela en primera persona y en presente; describiendo meticulosamente el momento preciso que está viviendo. Esto hace que el lector participe en el mismo momento de la acción del personaje, pero a mí no me ha parecido bastante. En realidad me parece una novela bastante superficial. No sé si se trata de una novela de carretera o un western, o tiene, a partes iguales, algo de los dos géneros: se refiere a su coche como “su montura”; llega al pueblo cuando en el “saloon” se está jugando un campeonato de guiñote; el “sheriff” es un guardia civil que habla en infinitivo; se encuentra con una galería de personajes masculinos pintorescos y una mujer, casi la única, misteriosa y dolorida que le cobija en su casa; además hay un bar de putas, “Las tres sorores”; y se hace una referencia a la caravana de mujeres que se organizó hace 25 años (que imitaba a una realizada en una película del oeste). Pero todo resulta un poco artificioso.

Es un reencuentro también con la naturaleza. Creo que en todos los capítulos de la novela o en la mayor parte de ellos, Javier orina “con fruición” o defeca “al aire libre”. Simbólicamente se alivia de sus empachos existenciales de esta manera que resulta un poco pueril y manida. Los lugareños le invitan a una cacería en la que fracasa porque no sabe disparar y al burdel en el que tampoco folla porque se lía a hablar con una camarera argentina de escote vertiginoso que es psicóloga. O todo resulta un poco superficial o yo no he sabido ver la profundidad.

Sí que me ha gustado el simbolismo del pantano cubriendo todos los pecados y las culpas que, sin embargo, cíclicamente reaparecen para recordar que están ahí y que todavía no han sido expiados. Y que al final de la novela siguen sin serlo. Javier está huyendo de su familia, de su trabajo y de su vida, pero después de 9 días en Sinia, volverá a su casa y tengo la intuición de todo volverá a quedar sumergido, hasta la próxima.

Reconozco que la novela está muy bien escrita, pero en ningún momento he conseguido empatizar con las tribulaciones de este cincuentón andropáusico. Y es que parte de sus problemas están ahí. Yo creo que intuye que su época de macho triunfador empieza a terminar y necesita tiempo para asimilarlo. Se sigue sintiendo atraído por mujeres treintañeras, pero las treintañeras prefieren ahora a hombres más jóvenes.

La línea invisible del horizonte
Joaquín Berges 

Tusquets Editores