jueves, 29 de septiembre de 2016

Exposición de Pintura: Settecento. Obras Maestras de la Pintura Italiana en los Staatliche Museen zu Berlin (2016)

Yo pensaba que todas las exposiciones de CaixaForum circulaban por todas las sedes, pero parece ser que no. Esto es lo que pasa con Settecento. Sólo va a estar en Zaragoza, al parecer para celebrar el segundo aniversario de esta sede. Me parece bien y lo siento por el resto de las sedes porque merece la pena.

CaixaForum Zaragoza
La exposición está dividida en cuatro secciones Visiones de Italia, Intimidad, Historias y La imagen religiosa. A mí la que más me ha interesado ha sido las vedute, las vistas de Italia. En general, el siglo XVIII fue un paréntesis de tranquilidad y prosperidad económica, roto después por las guerras napoleónicas, que favoreció los intercambios comerciales. Por ello, muchos ingleses y alemanes se trasladaron a vivir a Italia y quedaron cautivados por ella. Se empezó a considerar una obligación viajar a Italia para completar la educación de la gente de buena posición, especialmente de los jóvenes. De regreso a casa, después de varios meses o incluso años, les quedaba como consuelo comprar recuerdos para no olvidar todo aquello que habían vivido.


Las vedute y los caprichos se producían para consumo de estos viajeros de educación cosmopolita; las más conocidas son las venecianas. Las vedute eran vistas urbanas, reproducidas con todo el detalle posible gracias a la cámara oscura. El cielo y las arquitecturas se volvían protagonistas absolutos, envueltos en las brumas propias de maravillosos amaneceres y atardeceres. Los caprichos, sin embargo, eran paisajes inventados, principalmente de ruinas que aprovechaban las referencias a la antigüedad clásica.

Santa María de la Salute. Canaletto
Por supuesto, en la exposición hay cuadros de Canaletto pero también de otros vedutistas, entre los que yo destacaría a Francesco Guardi. Sigue el mismo estilo de Canaletto, el detalle minucioso en la arquitectura pero también los cielos y el agua son mucho más ricos en pincelada. Se detiene en los reflejos del agua y en las pequeñas olas y estelas que dejan las góndolas y otras barcas. La diferencia es muy clara si se compara su cuadro Vista de la Giudecca con Santa María de la Salute de Canaletto. Y también en El ascenso del globo, donde el protagonista absoluto es el cielo tormentoso y el viento que agita la ropa de los espectadores, vistos todos de espaldas.

Vista de la Giudecca. Guardi
El ascenso en globo. Guardi
En la siguiente sección, se presentan algunos retratos y escenas íntimas, familiares. Es un barroco más naturalista, sin artificio. Pero es en Historias, donde merece la pena detenerse. Se trata de narraciones bíblicas o mitológicas, donde la composición del cuadro, su color y textura están al servicio de la narración. Así ocurre con Betsabé en el baño de Ricci. Betsabé era la esposa de un general del rey David y el rey David estaba deseoso de que este general muriese en la batalla para poder disfrutar de su esposa. Como eso no pasaba, no tuvo reparos en ser adúltero y dejarla embarazada. En el cuadro Betsabé se está preparando para encontrarse con David. Sus criadas le acercan las joyas que el rey le ha regalado y preparan sus vestidos, mientras el emisario no duda en echar un vistazo a la mercancía. Entre los colores suaves destacan el blanco del lienzo con el que van a cubrir a Betsabé y el amarillo dorado del vestido de una de sus criadas, una túnica azul, casi en el centro del cuadro y el manto rojo oscurecido de otra de las criadas.

Betsabé en el baño. Ricci
Curiosamente, esta combinación de colores se repite en Las bodas de Cupido y Psique de Batoni. Venus en su carroza viste un manto azul, Psique lleva el manto amarillo dorado y entre las dos el blanco de las nubes y el rojo del manto del personaje que lleva la antorcha. Y como detalle gracioso el carro de venus es tirado por dos palomas.

Las bodas de Cupido y Psique. Batoni
En la exposición han dejado espacio para presentar dos cuadros de pequeño formato de Angelica Kauffmann, una pintora austriaca que también está representada en el Museo del Prado. Fue famosa en su época y bastante reconocida; una mujer muy culta que hablaba en inglés y vivía en Italia y por tanto acabó siendo “retratista oficial” de los británicos expatriados allí. Estos dos cuadros representan a Cefiso y su amante cortando las alas de Cupido. No sé por qué lo hacen, pero creo que en las Metamorfosis de Ovidio está la clave.

Cefiso e Idalia. Kauffmann
Para el final quedan las imágenes religiosas y sobre todo el Martirio de Santa Águeda de Tiépolo que resulta sobrecogedor, donde se repiten los tres colores: azul, rojo y amarillo dorado. 


Settecento. Obras maestras de la Pintura Italiana de los Staatliche Museen zu Berlin.
CaixaForum Zaragoza
Avda. Anselmo Clavé 4
Del 3 de junio al 13 de noviembre 

lunes, 26 de septiembre de 2016

Cuento: Parson's Pleasure de Roald Dahl (1960)

El autor.-
Fue un escritor de cuentos británico de origen noruego. Famoso por sus cuentos para niños. También escribió en prensa y mantuvo una fuerte polémica por sus opiniones contrarias al estado de Israel, a veces con cierto sesgo antisemita. Intervino en la II Guerra Mundial y también fue espía británico con Ian Fleming (sí, el de Bond, James Bond). Cuando murió en 1990 fue enterrado entre chocolatinas tras un funeral vikingo. Otras obras suyas: Charlie y la fábrica de chocolate, Mathilda, Relatos de lo inesperado. También escribió guiones para cine, Chitty Chitty Bang Bang o Sólo se vive dos veces. 

Mi opinión.-
Un cuento sencillo y divertido y que pone de manifiesto algunos de los tics de los ingleses. La picaresca, el esperpento, el sarcasmo y el abuso. El protagonista es un anticuario, Cyril Boggis, un listillo que recorre la campiña inglesa buscando gangas y al que, al final, le sale el tiro por la culata. Y es que, después de inventarse una Sociedad para la Conservación de Muebles Raros y vestirse de clérigo para inspirar confianza, el final no podía dejar de ser un disparate. Lleva años abusando de los incautos lugareños que le venden por cuatro perrillas o cuatro peniques lo que él después revende en Londres a buenas libras, hasta que los últimos incautos que encuentra se comportan como mucho más palurdos de lo que parecían. Muy british, ¿no?

Imaginas al pobre Boggis cuando vuelve a la casa de los catetos en busca de su ganga y se encuentra con aquello, right under his nose, y los lugareños riéndose y sacando la lengua a través de los huecos de los dientes que les faltan. ¡Pobre Boggis! Él que se creía tan listo y elegante by heavens!. He leído el cuento en su inglés original y con audio y es una delicia. Además de enterarme que pícaro en inglés se dice mischievous, también me he quedado con un montoncillo de vocabulario sobre muebles que, enseguida, olvidaré lamentablemente.



La historia está relacionada con una cómoda Chippendale de caoba (mahogany en inglés; suena bonito); es la cuarta que fabricó el ebanista del mismo nombre, pero Boggis pretendía rebautizarla como la Cómoda Boggis, of course. Chippendale en el siglo XVIII creó un estilo inspirado en el rococó. Sus muebles tenían patas curvas o acanaladas y también utilizó profusamente las rejillas.



Ha habido adaptaciones de televisión de este cuento en 1965 y en 1980. Esta última interpretada por John Gielgud. Divertido y excéntrico. 

Parson's Pleasure 
Roald Dahl

Pons Idiomas 

jueves, 22 de septiembre de 2016

Exposición Escultura: Solidez y Belleza. Miguel Blay (2016)

Miguel Blay dijo en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que “… cuando la solidez y la belleza se hallan extremadamente unidas, es cuando se logra el resultado que se busca: crear una verdadera obra de arte reposada y estable”. Fue un escultor muy reconocido del que ahora se conmemora el 150 aniversario de su nacimiento y del que se siguen exhibiendo importantes esculturas en ciudades españolas e iberoamericanas. Por esto el Prado ha organizado esta pequeña exposición dedicada principalmente a esculturas, dibujos y también medallas, que constituyen ejemplos de las tendencias de su época que él cultivó. Realismo, Modernismo y Simbolismo, principalmente.

Los primeros fríos (1892). Jardín Botánico de Buenos Aires

Los primeros fríos. En bronce y con las figuras vestidas
Completó su formación en París gracias a una beca y aunque se puede notar la influencia de Rodin en sus trabajos, a mí Blay me parece más sutil. También estudió en Roma y allí su escultura daría un giro hacia el realismo social. Muestra de esta tendencia es la escultura que más me ha gustado de toda la exposición: “Niña dormida”. Forma parte de otra escultura mayor, “Los primeros fríos” de 1892 que fue muy premiada y que tiene varias versiones, en mármol, en bronce, con las figuras vestidas y desnudas. No he podido ver la escultura completa pero según las fotos son dos figuras sentadas, ateridas por el frío, en su versión definitiva desnudas, un anciano y una niña. El anciano visiblemente preocupado sirve de refugio a la niña dormida. Las anatomías están marcadas con mucho detalle y se aprecia el contraste entre las pieles de la niña y el anciano.

Niña dormida. Museo del Prado


El fragmento que se puede ver en esta exposición es de las esculpidas en mármol con la niña desnuda y el detalle del trabajo se puede apreciar en las costillas marcadas y, a pesar de la impresión de frío y abandono, también en su rostro que transmite dulzura y esperanza. Parece que estuviera soñando con un mundo mejor, más justo y alegre, aunque el apoyo para soñar ese mundo sea un anciano desolado. La manera en que la niña recoge sus pies para protegerlos del frío no es más que otra manera de jugar. Es una escultura preciosa y conmovedora.

Al ideal. Museo del Prado


Otra escultura importante es “Al ideal” de 1896, un grupo escultórico que mediante la representación de dos mujeres, adulta y adolescente, trata de plasmar la búsqueda espiritual. La adolescente con cara de asombro, enfrentándose a la vida o enfrentándose a algo que la deslumbra profundamente y la adulta, que lleva un lirio símbolo de pureza pero también de transición, sirviendo de protección y apoyo. Es más espiritual y un ejemplo de su época simbolista donde no existe en ella nada que pueda relacionarse con la vertiente social de su escultura.

Eclosión. Museo del Prado


Por último, ejemplo de su etapa modernista es la escultura llamada “Eclosión” de 1907, que representa el primer roce íntimo de dos jóvenes y que resulta chocante porque el hombre no está en posición de superioridad, al contrario se muestra sumiso, adorando una belleza que, por fin, puede acariciar.



Todas las piezas de esta exposición pertenecen a la Colección Permanente del Museo del Prado y supongo que están a la vista siempre, pero es interesante que se hayan presentado de esta manera, acompañadas también de un ciclo de conferencias sobre el autor. 


Solidez y Belleza. Miguel Blay en el Museo del Prado
19 abril- 2 octubre 2016
Paseo del Prado s/n
Madrid

lunes, 19 de septiembre de 2016

Cine: Al final del túnel de Rodrigo Grande (2016)

Se le puede reprochar a esta película que tiene un principio engañoso. Aunque en el tráiler ya nos dicen que un atraco está en el centro de la trama, el director pasa bastante tiempo al principio describiendo a los personajes. En el caso de Joaquín, el personaje interpretado por Leonardo Sbaraglia, el director acierta de pleno pero no en el caso de Berta (Clara Lago).  

Joaquín, es un hombre todavía joven que vive recluido en una casa que vivió tiempos mejores, con un gran jardín completamente abandonado y que guarda algunos secretos de su vida pasada. Joaquín va en silla de ruedas, tiene muchas deudas y su única compañía es Casimiro, un perro no precisamente guapo, que se niega a andar también. Parece que los dos viven la misma decadencia y parece también que van a tener el mismo final y muy pronto.


Pero, Joaquín ha decidido alquilar una de las habitaciones y entra en escena Berta, una joven vital y decidida, acompañada de su hija pequeña, de 4 o 5 años que no habla. Desde el primer momento la niña que no habla y el perro que no anda establecerán una especial conexión. Visto así parecería un drama romántico con su correspondiente dosis de sanación mutua de heridas, pero entonces el guion da el giro esperado.


El atraco entra en las vidas de los personajes para resituarlos y la lástima es que, enseguida, el personaje de Berta interpretado por Clara Lago (que hace muy buen trabajo hablando con acento argentino), pierda toda su fuerza y misterio. Es una pena que el guionista no haya perdido más tiempo en describir este personaje. Desde ese momento, el melodrama deja paso a la película de suspense bien tramada pero con algunos picos de violencia sádica que no acaban de encajar.


Cuando Joaquín descubre el horrible secreto que guarda la niña (y que el espectador se imagina), su intención evidente será iniciar una nueva vida con ambas. Así, empieza a planear quedarse con una parte del botín por aquello de que Quien roba a un ladrón…


A partir de entonces, la atmósfera de la casa se vuelve más densa, asfixiante. Por la existencia del túnel por el que el protagonista debe arrastrarse y por la lluvia y la tormenta que no paran, además de los susurros de los atracadores que hacen que la casa se vuelva más siniestra. Pero también es porque Joaquín decide no confiar en Berta y enfrentarse solo a ese reto y desde ese momento vuelve a ser el hombre resuelto y decidido que una vez debió ser, dejando aparcada su silla de ruedas y su discapacidad.


La última media hora de Al final del túnel satisface todas las expectativas que va creando, excepto por la ligereza del personaje de Berta ya comentada. También cabe destacar la fugaz aparición de Federico Luppi interpretando a un personaje turbio e inquietante y que se cree demasiado listo. El atracador, perturbado y sádico, interpretado por Pablo Echarri, a pesar de su buena actuación no acaba de presentarse como antagonista. Sólo al final Joaquín y él se enfrentarán en una escena excesivamente sangrienta. Película recomendable.


Dirección y Guion: Rodrigo Grande 
Música: Lucio Godoy, Federico Jusid
Fotografía: Félix Monti
Intérpretes: Leonardo Sbaraglia, Clara Lago, Pablo Echarri, Federico Luppi, Javier Godino. 



jueves, 15 de septiembre de 2016

Videoinstalación: Jardín Infinito (2016)


El jardín de las delicias es el protagonista absoluto de la exposición sobre el V centenario del Bosco. Hasta tal punto que, por primera vez en el Museo del Prado, se ha diseñado una videoinstalación exclusivamente para este evento. No se trata de visualizar pasivamente el cuadro sino de introducirse en su narración, de experimentarlo de cerca, de fragmentarlo y de reunir los fragmentos de otra manera. Todo ello acompañado también de sonido.


Para ello se ha habilitado la Sala C de los Jerónimos, de manera que las imágenes viven alrededor de todo el perímetro de la sala y también de un cubo situado en el centro. Un vértigo de colores y de imágenes que, advierten en el folleto informativo puede provocar cierta desorientación. 


De eso se trata, de que las sensaciones nos desborden de una manera diferente a la que estamos acostumbrados. El jardín de las delicias es un cuadro excepcional y con esto quiero decir que debemos entender que se trata de un cuadro o inexplicable o que tiene tantas lecturas como espectadores ha ido teniendo a lo largo de cinco siglos, pero que, además en esta ocasión, te envuelva y te invada, repetitiva y obsesivamente puede producir eso, desorientación.


Yo entré en la sala cuando el infierno empezaba a estallar, en medio del incendio de la ciudad en el panel de la derecha. El infierno musical, rojo, anaranjado y amarillo, pero sobre un fondo negro, muy negro. Esos eran los colores que predominaban. La oscuridad, después, se iba abriendo para dejar paso a los demonios y monstruos que torturan a los pecadores. Puede que, enfrentarse a la sordidez del tercer panel no fuera la mejor manera de empezar el viaje pero, al mismo tiempo, ofrece la oportunidad de valorar más el apacible color verde de los otros dos paneles, la creación y el juicio final.


No se trata de contemplar una pintura alegre y amplificadamente, sino de experimentarla aunque, a veces, lo que veas y oigas te pueda producir terror. Los picos de las aves o las garras de los animales, acompañados de sonidos que no podemos identificar, al verlos en ese tamaño y en movimiento pueden resultar realmente amenazadores, pero también contrastan con la sensación de paz de la creación, con la inocencia de Adán y Eva, él con los pies cruzados como un niño que todavía no sabe andar y ella con la mirada vacía todavía.


Se descubren muchas figuras que en el cuadro pasan desapercibidas, un ejército minúsculo y una fresa gigante que aplasta a un grupo de personas desnudas; un animal que parece un jabalí rosa con los cojones azules y un hombre que intenta coger lo inalcanzable mientras un pájaro le pica el culo, pájaros de dos cabezas, reptiles de tres. En el panel central se representa el paraíso de la lujuria y el pecado, pero es una lujuria muy armónica, muy simétrica, no está sumida en el caos que aparece en el infierno. En la parte de abajo, las figuras se agrupan en triángulos muy equilibrados, deleitándose con frutas, juegos y fino erotismo. 


En el centro hay un desfile, las figuras se mueven en círculo montadas en caballos, unicornios camellos y algunos otros animales. Giran sin ningún motivo y sin ninguna preocupación. La parte superior del panel central es la más extraña y simétrica. Hay cinco edificaciones que no se sabe qué son, dos rosas y tres azules, algunas personas y muchos seres fantásticos que vuelan y nadan.



En el panel de La creación es donde están los detalles que más me atraen de este tríptico: la bandada de pájaros de la parte superior izquierda que sube en espiral hacia el cielo y se pierde y las rocas que inspiraron a Dalí. Y sobre todo el unicornio.



Muy interesante la exposición y esta videoinstalación. Espero que para otras macroexposiciones continúe esta iniciativa de experimentar la pintura de otra manera. Además, en el Monasterio del Escorial también continúa la exposición del Bosco V Centenario. No he podido ir a verla pero está hasta el 1 de noviembre. 


Jardín Infinito
Imagen: Álvaro Perdices y Andrés Sanz
Audio: Javier Adán y Santiago Rapallo
Videoinstalación 75 minutos

Museo del Prado 
4 de julio-2 octubre 2016

lunes, 12 de septiembre de 2016

Novela: Don Quijote de la Mancha (segunda parte) de Miguel de Cervantes (1615)

El autor.-
Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616) nació en Alcalá de Henares. Fue soldado, novelista y poeta. Peleó en la Batalla de Lepanto y fue cautivo en Argel. Otras obras suyas: La Galatea, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Novelas Ejemplares. 

Mi opinión.-
Vivir loco para morir cuerdo, ¡qué pena! A esa conclusión llega don Quijote al final de su vida. En sus últimos momentos no sé si es consciente de la cantidad de burlas que ha sufrido durante toda la segunda parte de la novela, pero sí que reconoce que bien como don Quijote o como Alonso Quijano, fue un hombre bueno y trató de hacer justicia cuando le pareció necesario. Pero, llegado el momento final, reniega de su pasada locura por las novelas de caballería y sólo una condición impone a su sobrina, que se case con algún buen hombre no aficionado a estas novelas. Es la renuncia total al ideal de la caballería.



Cervantes publicó esta segunda parte en 1615, un año antes de morir. Tenía ya 70 años y quiero creer que escribió con total libertad sobre la condición humana. Especialmente sobre la crueldad. Como escribía Nabokov en su Curso sobre el Quijote, en la primera parte don Quijote se enfrenta a peligros y a bribones que ponen su integridad física en peligro, pero en la segunda es sometido a todo tipo de burlas y engaños por parte de embelecadores, únicamente para que personajes ociosos y abusivos se diviertan. Los duques que le acogen en su casa, son buen ejemplo de esa clase ociosa que no tiene otra cosa que hacer que burlarse de los demás.



Sin embargo, aunque las burlas son evidentes, don Quijote no las distingue. No por falta de inteligencia, sino por falta de maldad. Vive tan ensimismado en su mundo de justicia ideal, penando por la inalcanzable Dulcinea, que es incapaz de detectar la maldad de los burladores. Única y paradójicamente, percibirá la mayor burla de todas, aquélla en la que un escritor (que para Cervantes no merece ese nombre) inventa historias sobre su vida. A mí me parece que el hecho de que un personaje de ficción sufra y se queje de que alguien invente su vida es rizar el rizo, es sobrepasar con creces los límites de la ficción y la escritura.



Don Quijote no es el único objeto de burlas. Sancho Panza, que llega a convertirse en un personajillo bastante odioso, también sufre lo suyo. Los duques le nombran gobernador para reírse de él, pero esto no es lo peor. Sancho también ha intentado burlarse de don Quijote haciéndole creer que Dulcinea ha sido víctima de un conjuro y los duques, alentados por un falso mago Merlín y para librar a Dulcinea del conjuro, exigen que Sancho Panza se dé unos buenos azotes en el trasero y así romper el maleficio. Sancho muestra poca disposición a salvar a la sin par Dulcinea, es cobarde y cicatero, materialista e interesado, “corazón de mantequillas” lo llama don Quijote. A pesar de todo esto, don Quijote no es capaz de dejar a su escudero ni de castigarle para que se enmiende. Todo el camino se mantendrán unidos.



Al final don Quijote abandona el palacio de los duques pero, lamentablemente, no llegará a Zaragoza. Para desmentir al escritor que ha falseado sobre su vida decide continuar su viaje hacia Barcelona. Allí sí encontrará una aventura de verdad. Se encuentra con el bandolero catalán Roque Guinart (basado en un bandolero real), generoso y magnánimo que se hizo bandolero por venganza. Con Roque encuentra la verdadera aventura y don Quijote deberá enfrentarse a su propia cobardía. Esto es lo que le hace volverse cuerdo y dejar de pensar en su idealizada vida de caballero. Enfrentarse con la realidad será su mayor derrota. Reconocer que el mundo no es lo que pensaba y que él mismo no es quién pensaba es su verdadera desilusión. Como nos pasa a todos. Me ha dado pena dejar al caballero así, tan desilusionado.

He leído una edición de Everest con ilustraciones de Vela Zanetti a veces muy amargas, pero muy bonita. 





jueves, 8 de septiembre de 2016

Exposición Pintura: El Bosco. La Exposición del V centenario (2016)

************Prorrogada hasta el 25 de septiembre de 2016***********

La exposición del año, sin ninguna duda, y no me la podía perder. Así que a Madrid me fui a pasar el día y a pasar casi todo el día en el Museo del Prado. Aproveché para volver a ver algo de la Colección Permanente y otras exposiciones temporales que comentaré en otro post, pero el objetivo era la exposición sobre Jheronimus van Aken, el Bosco, conmemorativa del quinto centenario de su muerte. No me decepcionó. Y aunque estas macroexposiciones tienen tanto éxito entre el público, que puede dar miedo ir y encontrarse con una ciudad entera dentro del museo, el día que fui yo se podía visitar con mucha tranquilidad. 


500 años hace que murió el Bosco, un pintor famoso en su tiempo, un artista considerado, a pesar de que sus obras no fuesen fáciles de entender, ni entonces ni ahora. Una fantasía desbordante y su originalidad fueron factores determinantes para su éxito. También Felipe II fue un gran admirador y coleccionó varias de sus obras en el Monasterio de El Escorial que después pasaron al Prado. Actualmente el Museo del Prado tiene seis pinturas del Bosco y varios dibujos, todos se exhiben en esta exposición. Pero lo mejor de estas exposiciones, aunque en principio sean monográficas, es que permiten acercarse a otros pintores menos conocidos.

El mercado de telas en 's-Hertogenbosch
La primera pintura que vi en la sala fue Mercado de telas en ‘s-Hertogenbosch, de pintor anónimo h.1530. Es la plaza del mercado de la ciudad donde vivió el Bosco toda su vida en un día de comercio muy animado. He encontrado unas fotos actuales de la ciudad (que en castellano se llama Bolduque), de su plaza del mercado, casi con los mismos tenderetes, aunque ahora en lugar de telas se vendan otros artículos. Hay cosas que nunca cambian o que cambian muy despacio.

El mercado hoy, aunque con camisetas
Hay dos adoraciones de los magos. La primera de 1475 pertenece al Metropolitan Museum de Nueva York y la segunda es el Tríptico de 1494 del Museo del Prado. Son completamente diferentes pero igualmente preciosas. En la primera la escena parece que se desarrolla en un teatro, incluso unos ángeles sujetan unas telas que ejercen de tejado del edificio medio derruido. La virgen está situada sobre un rico tejido de oro y los magos ofrecen sus regalos al recién nacido. Al fondo se puede ver un paisaje de los característicos del Bosco. 


El Tríptico de la adoración del Prado es una pintura más elaborada, más señorial. Fue encargada por un matrimonio de alta burguesía que aparece retratado en los paneles laterales. Un detalle muy gracioso en el panel de la izquierda es un anciano agachado que parece que está lavando unas telas; es san José trajinando con pañales del niño. Destaca también el detalle con que ha pintado las ofrendas para el niño, el manto de uno de los reyes y especialmente el incienso del rey Baltasar rematado por un Ave Fénix como símbolo de la resurrección de Cristo.




Otra de las pinturas que más me ha gustado ha sido el Tríptico de santa Wilgefortis, aunque no ha estado muy claro nunca de qué santa se trataba. Lo que si estaba claro es que se trataba del martirio de una joven por negarse a cumplir los deseos de su padre. Ahora se cree que es Wilgefortis una joven holandesa de buena familia cuyo padre quería casarla contra sus deseos. Así que Wilgefortis para intentar escapar de ese matrimonio, pidió a Dios que le creciera la barba y en el cuadro se puede apreciar una sutil sombra en su cara, aunque se cree que el Bosco realmente la pintó con barba. Es una crucifixión y a los pies de la cruz hay un hombre desmayado, quizá el padre de Wilgefortis arrepentido, aunque a pesar del dramatismo, la santa mantiene una actitud muy serena. En el panel lateral izquierdo hay una escena de San Antonio Abad, con fondo oscuro y en la parte superior una ciudad incendiada y en el panel derecho, dos personajes quizá los donantes en un paisaje marino.


Comentar todas las obras sería imposible, pero al menos las nombraré: San Cristóbal con el niño, Tríptico de las tentaciones de san Antonio Abad, San Juan Evangelista en Patmos, San Juan Bautista en meditación, Tríptico del carro de heno y, como no,  El jardín de las delicias (que comentaré en otro post).


Otros dos cuadros me llamaron mucho la atención, El concierto en el huevo y El prestidigitador. Ambos atribuidos a un seguidor del Bosco. En el primero de ellos un coro de cantantes y músicos poco agraciados que salen de un huevo roto interpretan una canción mientras una mujer con gesto serio observa fijamente al frente y lleva en la mano lo que parecería una batuta para dirigir el concierto. En la parte baja del cuadro unos animales les acompañan tocando algo parecido a una flauta y un laúd. Y el prestidigitador en realidad es un trilero que distrae a los incautos mientras sus compinches les roban la bolsa.




En la exposición también hay dibujos. El nido del búho es excepcional por el detalle con el que está hecho. No sólo el plumaje y el detalle de la corteza del árbol, sino también la araña tejiendo su tela y el pájaro acechando para comérsela. Impresionante. 


Además la exposición se completa con una videoinstalación que comentaré en otro post. Por supuesto, es sobre El jardín de las delicias. Este video no tiene nada que ver con la videoinstalación que he mencionado antes, pero es una animación sobre El jardín muy interesante, otra forma de verlo.




El Bosco
La exposición del V centenario
31 de mayo al 11 de septiembre
Museo Nacional del Prado