jueves, 28 de noviembre de 2013

Exposición: Nancy se viste de moda.

No. Nancy no fue mi primera muñeca. Me acuerdo muy bien de mi primera muñeca porque todavía la tengo. Se llamaba Corazoncito y era un bebé, la caja de cartón que servía de embalaje era también su cuna. Tenía una gran sonrisa y los ojos pícaros y azules. No sé qué le hice en el pelo, pero es ingobernable desde hace muchos años. 

Pero Nancy sí que fue la última. No recuerdo si fue regalo de cumpleaños o de reyes, pero el caso es que en 1972 llegó a mi casa. La Nancy. Porque es así como se tiene que escribir, con “la”, como las grandes divas. Y es que es más que una muñeca, mucho más. Nunca tuve muchos vestidos para ella, pero los que tenía (todavía tengo) eran "lo más". 

Era sexy, elegante, inteligente, independiente. Creo que es la primera muñeca que tuvo novio. Aunque a mí el tal Lucas, no me gustase mucho. Y desde luego es la primera que llevó pantalones. Nancy tenía, además, vestidos de fiesta y disfraces; todos llevaban sus complementos. Recuerdo un vestido de fiesta con falda larga y blusa con adornos de pasamanería dorada y un echarpe; y también un traje pantalón vaquero con un pañuelo al cuello y que llevaba como complemento unas gafas y ¡claro! a mí me encantaban las gafas, porque entonces yo era miope, muy miope. Las gafas no las conservo, ni las mías ni las suyas. Pero el que más me gustaba era un traje, entonces, muy escandaloso. Un pantalón de campana de talle bajo que dejaba ver su “pecaminoso” ombligo y que iba a juego con algo que después se ha llamado top, pero que entonces era una camiseta corta. ¡Qué sexy estaba la Nancy!

Toda una revolucionaria, esta hippy. Sí es que no podía ser de otra manera, nació en la primavera de 1968 (en medio de las revoluciones menos cruentas del siglo XX). También era bohemia. Y se vestía de pintora. No de brocha gorda, de pintora artista. Después he visto que también era azafata y enfermera; pero no era médica, ni abogada, ni profesora universitaria, ni policía, ni taxista. No tenía mucho donde elegir, pero iba abriendo camino.

¡Eh! ¡Se me olvidaba! Yo era de la Nancy pelirroja.

Modelo de Maya Hansen
En el Museo del Traje de Madrid, hay una exposición de la Nancy. Han aprovechado su 45 cumpleaños para vestirla como lo que ha sido siempre, toda una señora. Los mejores y más conocidos diseñadores han trabajado para ella: Devota&Lomba, Ángel Schlesser, Amaya Arzuaga, Agatha Ruiz de la Prada. Todas las Nancys perfectamente maquilladas y peinadas para la ocasión. Muy serias y muy metidas en su papel de modelos. Una ocasión de lucirse como ésta no se tiene todos los días. 
Modelo de Ion Fiz

La más original, el modelo inspirado en Frida Kahlo, de Maya Hansen. Precioso, lleno de colorido y desafiando a la muerte. ¡Hasta en los lazos de los zapatos lleva calaveras! Vestida de Hannibal Laguna, no puede ser más elegante. Y la más romántica, sin duda, la que lleva el modelo diseñado por Ion Fiz. Además, a sus 45 años, tiene todavía tipazo para lucir las transparencias de Andrés Sardá.

Después de pasar unos años metida en una caja (me arrepiento de ello y  no volveré a hacerlo nunca más), ahora mi Nancy tiene el lugar preferente que nunca debería haber perdido. No está sola. Otras Nancys la acompañan (también estaban con ella en la exposición). Las nuevas Nancys, son un poco más altas que ella, con el pelo más largo, los ojos más grandes y también muy guapas. Pero no son mi Nancy de 1972. Mis nuevas Nancys son rubias, excepto la última en llegar, la Nancy Halloween 2014, el hada del agua, con el pelo negro y mechas azules y unas lentillas que dan miedo y orejas de elfa. Preciosas todas. Mi Nancy de 1972 tiene 3 compañeras nuevas. No sé si llegará alguna más.




Exposición: Nancy se viste de moda
Museo del Traje
Avenida Juan de Herrera, 2, Madrid
Del 27 de septiembre de 2013 al 19 de enero de 2014


jueves, 21 de noviembre de 2013

Novela: La Tribuna de Emilia Pardo Bazán

La autora.-
Emilia, condesa de Pardo Bazán, nació en 1851. Fue educada en un colegio francés; viajó por Europa y podía leer también en inglés. Estuvo muy interesada por la novela naturalista, aunque los especialistas prefieren encuadrarla en el movimiento literario realista. Cuando su marido le exigió que dejase de escribir, ella decidió separarse de su marido. Luchadora por la educación e independencia de las mujeres. Otras novelas suyas son: Los Pazos de Ulloa, La madre naturaleza, Insolación. Escribió también ensayos, libros de viajes, biografías y obra periodística. Murió en 1921.

Sinopsis.-
Amparo es una joven cigarrera que vive en Marineda (La Coruña). Es conocida como la Tribuna por su activismo político en favor de la proclamación de la primera república. Conoce a Baltasar, joven burgués que intenta hacer carrera en el ejército.

Mi opinión.-
Me encontré con esta novela de casualidad y me llamó la atención porque podría ser calificada como una rareza, al tener como protagonistas a las trabajadoras de una fábrica de tabacos. Si ya es difícil que en el siglo XIX, los autores españoles se ocupasen de las condiciones laborales de los trabajadores, más difícil es que tuviesen en cuenta a una joven obrera, destacada por su activismo político.

Un escritor no la habría considerado protagonista de su novela; una escritora, sí.

La Pardo Bazán estaba muy interesada por la novela naturalista de Zola y se propuso adaptarla a la realidad española, manteniendo un cierto conservadurismo. Describe en esta novela, de forma muy detallada, los ambientes social y laboral. Parece más un ejemplo de novela costumbrista que de la verdadera novela naturalista del siglo XIX, en la que el fatalismo/determinismo es uno de sus ingredientes principales.

Fue escrita en 1882 y está ambientada entre la revolución de 1868, la monarquía de Amadeo de Saboya y la proclamación de la I República de 1873. Un período de la historia del siglo XIX especialmente convulso, aunque todo el siglo XIX español lo fue.

La autora estuvo yendo a la fábrica de tabacos para describir tal y como ella quería su ambiente laboral: los hombres y las mujeres viejas, en las tareas más duras, en una atmósfera cargada, húmeda y sin luz, trabajando en un sótano; las mujeres jóvenes, con su finura y sus dedos ágiles, dando forma a los cigarros.

En el prólogo de la novela dice la Pardo Bazán que su intención es docente y también puede ser considerada una novela crítica con la república. Considera absurdo que un pueblo ponga “sus esperanzas de redención y ventura en formas de gobierno que desconoce”. A veces describe el ambiente social, convulso, de cambio, con mucha ironía y descreimiento, como si fuera una explosión emocional, momentánea y destinada a desaparecer. Aparentemente aborda la descripción desde un punto de vista neutro, pero en realidad la autora se decanta por el orden burgués de siempre.

Amparo, la Tribuna, es una mujer con mucho carácter, mucho más que cualquier otra heroína de los novelones del siglo XIX. La autora la presenta como una niña trabajadora infatigable desde los 13 años, colaborando en el negocio familiar y cuidando de su madre tullida, que también fue cigarrera; adolescente vital que recorre las calles a la menor ocasión; joven que empieza a ser víctima de las miradas y comentarios de los señoritos por su belleza limpia, sin artificio.

Destaca en su trabajo en la fábrica de tabaco y también como activista política. Lee para sus compañeras y les explica lo poco que sabe sobre la república, la pobreza, sus derechos y la igualdad que traerá el nuevo régimen; igualdad entre clases sociales y también entre hombres y mujeres. Amparo es capaz de concienciarlas y movilizarlas en una huelga que al final ganarán; pero aun disponiendo de ese fuerte carácter, cae en la trampa de los amoríos con un señorito. Su picardía no es suficiente para librarse de las mentiras del galán que pasará de la seducción al hastío y de las promesas a la indiferencia.

Durante el tiempo que dura el capricho del señorito, el amor y la aspiración a una mejora social actúan como sedante y Amparo olvida sus reivindicaciones laborales. Porque en realidad, su activismo político es muy parecido al fervor religioso; una adhesión puramente emocional.

Se nota que Emilia Pardo Bazán simpatiza con el personaje de Amparo; sin embargo, en la descripción del resto de personajes se puede intuir algo de inquina. Diferencia claramente entre las obreras de la ciudad y las aldeanas. Éstas no son dignas de confianza, por ser poco favorables a la república e incluso reaccionarias, ávidas y tacañas y que padecen el “pesimismo fatalista del labrador”. Pero tampoco los burgueses salen mucho mejor parados. Josefina García es la rival de Amparo por el amor de Baltasar. Josefina y Baltasar son descritos como si su ropa les diese el carácter que no tienen. Baltasar es militar porque su uniforme así lo dice, no tiene vocación ni talento ni interés en serlo, únicamente hace la carrera militar porque su madre lo ha querido así; y en lo que respecta a Josefina, es blanda, hecha de gelatina, sin forma; sólo el corsé y los volantes de su vestido dan forma a su cuerpo. Es “la insustancialidad, lo insípido, inodoro e incoloro”.

Pero donde resalta la crueldad es en el retrato de Chinto. Me atrevería a decir que tanto Amparo como la Pardo Bazán, sienten animadversión por él. La autora resalta su fealdad, su falta de proporción, es una bestezuela humana destinada al trabajo más duro, aunque sea un personaje bueno. Es hijo de una lavandera; entra a trabajar en el obrador del padre de Amparo y se enamora de ella. Siempre demuestra (de manera torpe) sus buenos sentimientos hacia ella y ella siempre le rechaza de la forma más brutal que puede; incluso cuando Chinto le ofrece matrimonio después de haber sido seducida.

Es una novela muy recomendable, entre otras cosas porque entenderíamos mejor los siglos XX y XXI, si leyésemos más sobre el siglo XIX. Tiene continuación en Memorias de un solterón, que espero sacar tiempo pronto para leerla.


La Tribuna 
Emilia Pardo Bazán
Edición de Benito Varela Jácome

Cátedra - Letras Hispánicas

jueves, 14 de noviembre de 2013

Novela: Perder es cuestión de método de Santiago Gamboa

El autor.-
Santiago Gamboa estudió literatura en Bogotá y ha vivido en España y Francia. Trabajó como periodista y también ha sido embajador. Forma parte de un grupo de escritores colombianos que ha querido romper totalmente con el realismo mágico representado por Gabriel García Márquez. 

Otras novelas suyas: Páginas de vuelta, Tragedia del hombre que amaba en los aeropuertos, Los impostores, Océanos de arena, diario de viajes sobre Próximo Oriente y El síndrome de Ulises, finalista de varios premios. 

Esta novela ha sido adaptada al cine por Sergio Cabrera en 2005.

Sinopsis.-
En Bogotá, en los años 90, a orillas de un precioso lago, aparece el cadáver de un hombre que ha sido víctima de un empalamiento. Víctor Silanpa, periodista, será el encargado de investigar que ha ocurrido. 

Mi opinión.-
Lo que más me ha sorprendido es esa ruptura de los jóvenes escritores colombianos con el realismo mágico. Yo lo he echado de menos. No se trata de que las novelas deban repetirse o repetir tópicos, pero, de alguna manera, si no incluyen algo de lo que es propio de un país, quedan como traducciones. Como si en cada país se hicieran versiones de los personajes de Raymond Chandler o Dashiell Hammett o Vázquez Montalbán. Todo un poco trillado y previsible. 

Situada en Bogotá en los años 90, no menciona la guerrilla, las bandas callejeras, el narcotráfico o los sicarios. Parece, más bien, un grito del autor diciendo que también en Colombia son capaces de tener alta delincuencia de buenos modales. Delitos de filigrana financiero-inmobiliaria, de guante blanco. Ropa cara, vinos exquisitos, balnearios y viajes a París, Nueva York, Londres o Miami, cuando hay que renovar vestuario. Es una novela que retrata ese ambiente neoliberal, de triunfo fácil y pelotazo, que no parece exclusivo de España. Corrupción es el nombre clave; corrupción y de apellido, inmobiliaria. Política y políticos al servicio del enriquecimiento de una casta cutre de viejos y nuevos ricos. 

Para mí, ese deseo de desprenderse de tópicos colombianos, hace que la novela pierda personalidad. Los personajes y las situaciones quedan un poco estereotipados: Silanpa, el perdedor romántico y sus dudas existenciales, que comparte con una muñeca de la que no se separa (y cuyo simbolismo no entiendo); Emir Estupiñán, el “fiel escudero”, realista y apegado a la tierra. Susan Caviedes, la elegante mujer fatal, “chica del gánster” y sobre todo, el personaje que más me ha sorprendido, Aristófanes Moya. Es un policía gordo que, en lugar de dedicarse a investigar el crimen, escribe sobre su vida. Escribe un discurso de presentación para una asociación de bulímicos arrepentidos. Aristófanes Moya, es la muestra palpable de una policía inoperante, que termina sintonizando sin ningún problema con los nuevos corruptos. Pero que a mí me ha parecido un personaje superfluo y esperpéntico.

Víctor Silanpa es periodista. A veces chantajea a maridos infieles amenazándoles con enseñar fotografías comprometidas a sus esposas, y en sus ratos libres, si le queda alguno, se dedica a hacer el trabajo de la policía. Es el idealista perdedor, que confiesa a lo largo de la novela, que no le importa perder; es una cuestión, de entrenamiento y método, que él domina. El autor también nos presenta su caótica vida sentimental. Engañado por su novia se consuela con una puta adolescente o casi; sufre con sus hemorroides y su fragilidad. Silanpa, es un hombre corriente que desempeña un oficio. No es un héroe trágico ni tampoco tiene un gran conocimiento de la vida; no está desilusionado ni perdido. Sólo es un hombre corriente. Perdedor.

De la otra parte, los delincuentes triunfadores. El concejal de urbanismo, Esquilache, emparentado con grandes empresarios, como Vargas Vicuña. Y junto a la delincuencia de “alto standing” también están los barrios bajos, los bares de mala muerte, las putas jóvenes e inocentes. 

¿De dónde surge la corrupción? Edwin Sutherland, sociólogo especialista en criminología, afirma que las personas aprenden a ser delincuentes. Hacen un cálculo racional de los beneficios que les reportará incumplir las leyes. Pero no me parece suficiente explicación; Sutherland no tiene en cuenta que, habiendo vivido en el mismo contexto social, hay unos que eligen delinquir y otros que no. Es posible que haya que incorporar también el sentimiento de frustración del corrupto: puede pensar que merece más y que no ha tenido oportunidades para conseguirlo. Es propio de sociedades con fuertes mecanismos de cierre social, que impiden la mejora y desarrollo de todos sus ciudadanos que los más espabilados o los más frustrados, busquen un agujerito (legal o no) por donde colarse: prebendas, brevas, sinecuras, canonjías, beneficios, provechos, enchufes. 

Corromper, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es pudrir antes que sobornar. Y ese es el efecto más demoledor que tiene la corrupción: sembrar la desconfianza, deshacer los vínculos sociales, pudrirlos hasta que lleguen a oler mal. 

Esta es la última novela que hemos comentado en el taller de lectura sobre novela negra al que asistí el año pasado. Este año está dedicado a Escritores españoles que hablan de España. 

Perder es cuestión de método
Santiago Gamboa
Ed. Seix Barral

jueves, 7 de noviembre de 2013

Cine: El quinto poder de Bill Condon

El quinto poder era una película difícil. Todos sabemos, más o menos, la historia que cuenta porque es muy reciente y no tenemos perspectiva suficiente para poder evaluarla. Así que me parece acertado que el director se haya centrado en el aspecto de thriller político, antes que en una biopic. Pero aun así resulta un poco flojita. Las interpretaciones salvan la película: Cumberbatch como Assange y Daniel Brülh como Domscheit-Berg. 

Pero también creo que se ha recibido con muchos prejuicios. Yo no esperaba de ella ni grandes verdades ni grandes descubrimientos (ya no lo espero de ninguna película), por esto no me ha decepcionado. Tiene una buena fotografía: te envuelve en ese ambiente frío, de colores grises azulados, a veces con velocidad de vértigo y una jerga incomprensible, pero todo esto sirve para describir el ambiente de los “nerds” (esos pirados de la informática que son capaces de hackear cualquier objetivo que se fijen). Dos jóvenes que se mueven con total soltura por medio mundo. Cada uno con su ordenador portátil como un apéndice más de su cuerpo. 

Es la adaptación de dos libros. Uno de ellos escrito por Domscheit-Berg, compañero de Julian Assange, una vez que se sintió decepcionado. Es su versión de la historia. Desde su punto de vista, Domscheit-Berg puede quedar como ingenuo, pardillo o manipulado por el villano Assange; pero la película, en este aspecto, se mantiene bastante neutra. Assange con sus manipulaciones, sus silencios y sus tejemanejes sigue quedando como un personaje misterioso. Hay alguna insinuación sobre su infancia y una referencia un poco naive al teñido de su pelo. Así queda el personaje tal y como se nos sigue presentando todavía, una incógnita. 

La película también tiene concesiones sentimentales sobrantes: unas lagrimillas que Daniel Domscheit-Berg vierte cuando destroza Wikileaks y una alta funcionaria del gobierno de Estados Unidos (buena interpretación de Laura Linney) que está preocupada por la repercusión que las filtraciones tendrán en su confidente libio. 

Este personaje que interpreta Laura Linney es el que me resulta más próximo, por su perplejidad. No entiende nada. Aunque es una diplomática americana que está en la cumbre de su carrera aparentemente dominando el mundo, percibe que, sin darse cuenta, se ha quedado atrás. Es una excelente profesional, con la mejor educación que puede recibir un habitante del primer mundo y con una gran experiencia en relaciones internacionales, y que ahora no comprende como las filtraciones de un soldado raso resentido o idealista o inestable emocionalmente, de pocas luces y menos preparación, pueden estar dinamitando la supuesta paz mundial.

Es muy pronto para evaluar la repercusión del asunto Wikileaks. Los periodistas, siempre exagerando, ya la han catalogado como la revolución del siglo XXI. Pero todavía no sabemos en qué sentido. Sí es cierto que el avance en las tecnologías de la comunicación nos hace vulnerables; cualquiera puede acceder a nuestros datos, a información básica sobre nuestra vida, con un mínimo esfuerzo. “El Gran Hermano nos vigila” y ahora es de verdad. Al mismo tiempo instituciones y gobiernos son cada día más opacos; aunque esto no es ninguna novedad. Nunca han sido transparentes.

Desde 2010, cuando Assange y Domscheit-Berg crearon Wikileaks, siguen produciéndose filtraciones de información comprometida. Y poco más pasa. Para la inmensa mayoría del mundo no ha cambiado nada. El hecho de que los gobiernos se impliquen en guerras sucias, y que lo hagan por intereses espurios, ha sido siempre un secreto a voces. Pero de repente, el mundo (especialmente el anglosajón) se hace consciente de esta situación con cifras, nombres, datos y sobre todo imágenes. No puedo creerme a estas alturas del siglo XXI en esa pérdida de inocencia ñoña. Bastaba un vistazo a los libros de historia para corroborar el historial de injerencias indebidas de los sucesivos gobiernos de Estados Unidos, para desestabilizar cualquier régimen latinoamericano que no fuese conveniente para sus intereses. Y eso pasó durante los años 80. No hace tanto tiempo para que lo hayan olvidado. 

Incluso se podría decir que el primero de estos entrometimientos  fue la explosión del acorazado Maine, en las costas de Cuba; uno de los desencadenantes de la guerra de 1898. Nunca quedó claro qué había pasado, pero hubo sospechas de que Estados Unidos había volado su propio acorazado, como excusa para comenzar una guerra con España. La diferencia es que hoy analizamos la historia cuando todavía no ha terminado de suceder. 

La película plantea que tenemos derecho a la información. A toda la información. Que, la sociedad civil, somos el quinto poder; aunque deberíamos ser el primero. La privacidad debe ser para los ciudadanos y la transparencia para instituciones y gobiernos. Pero, ¿qué hacemos ahora con toda esa información que pone en nuestras manos? Mucha información es como el ruido que no te deja pensar. Son tantos datos y tan enrevesados, que necesitamos un mediador que los procese. ¿Cómo saber si debemos confiar en ese mediador? Los gobiernos y el resto de instituciones democráticas están peligrosamente intervenidos por los poderes económicos. La prensa también. ¿Por qué deberíamos creer a Assange? Supongo que la película no se había propuesto respondernos a todas estas preguntas. 

Julian Assange sigue en la Embajada de Ecuador en Londres y no ha querido participar en la película. No sé de qué vive, cuántos colaboradores tiene, cómo va a terminar este asunto (si es que tiene que terminar). Hasta ahora todo lo que ha salido en la plataforma ha sido cierto, ¿no?



Director: Bill Condon
Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Daniel Brühl, Laura Linney y Stanley Tucci
Fotografía: Tobias A. Schliessler