jueves, 26 de marzo de 2015

Miss Potter de Chris Noonan (2006)

Miss Beatrix Potter (Renée Zellweger) es una treintañera solterona de muy buena familia que tiene a su madre desesperada porque no quiere casarse. Esto sucede en los primeros años del siglo XX. Todo un escándalo y una amargura para una madre. Beatrix, desde niña, ha sentido inclinación por dibujar y pintar. Pequeños animales con comportamientos humanos, cuentos para niños. Sin embargo, Beatrix considera que ya es tiempo de dedicarse profesionalmente a escribir y pintar. Concierta una entrevista con los editores Warne y para su sorpresa estos deciden publicarle su primer libro, Peter Rabbit. Se encargará de ello Norman (Ewan McGregor), el hermano pequeño de los Warne, también treintañero y postergado en lo que al negocio se refiere, que dedicará todo su esfuerzo para que la edición sea un éxito. Y lo fue. 

Hasta ahora, los libros de Beatrix Potter se siguen vendiendo; las historias sencillas de Peter Rabbit, vestido con su chaleco azul de botones dorados y la torpeza de la oca Jemima Puddle-Duck, todavía tienen hoy un sitio en las librerías. 

Se puede reprochar a la película que es una biopic convencional, suave y que no profundiza en toda la historia de la señorita Potter. Eso sí, está muy bien ambientada e interpretada. El director ha tenido especial interés en retratar los protocolos y la etiqueta, muy estirados y un poco ridículos, de la clase alta británica. Así, vemos a la señorita Potter, yendo de un sitio a otro, entrevistándose con los editores y supervisando las pruebas de imprenta, paseando con su novio o con la hermana de éste, escoltada siempre por una señorita de compañía, Miss Wiggin, una anciana que apenas puede seguirle los pasos.

Es una película sentimental y tierna sin llegar a ser sensiblera. Tiene un toque diferente porque combina la interpretación de los actores con la animación de las ilustraciones basadas en los trabajos de miss Potter. 

Norman y Beatrix se enamoran; pero el noviazgo no es aceptado por la familia de ella, especialmente por su madre. Su madre quiere seguir ascendiendo en sociedad. Su fortuna proviene del comercio y no tiene suficiente solera y la madre de Beatrix querría que su hija se casase con un aristócrata de noble cuna. Aunque Norman también tiene una buena posición, sus orígenes de “comerciante” no son los que la madre de Beatrix quiere. A pesar de la oposición, ambos se comprometen pero Norman muere antes del matrimonio. Después de esto, Beatrix decide independizarse totalmente de su familia y se traslada a vivir a Lake Distric, en el noroeste de Inglaterra.

No es que Beatrix Potter fuera una abanderada del feminismo, en ningún momento de la película se hace ninguna referencia a ello. Pero sí que era una mujer con inquietudes intelectuales. No sólo por escribir cuentos e ilustrarlos, también estuvo interesada por la micología y creo que llegó a escribir un libro, bien documentado, sobre hongos y setas. Después de casarse, con la oposición de su madre, a los 47 años con el abogado William Heelis dejó de escribir y pintar; algunas biografías dicen que fue porque empezó a tener problemas de visión. A partir de entonces gestionó su granja y otras fincas de la zona de Lake District, con el fin de crear una fundación y protegerlas de la especulación industrial. Quería proteger un modo de vida que a principios del siglo XX empezaba a estar amenazada. Parte de estas fincas constituyen hoy el Lake District National Park. 


Una mujer transgresora en su época, consciente de que en los años 1900, las mujeres ya empezaban a tener derechos y se veían con el empuje necesario para ejercitarlos. Al menos las de clase alta. 



Director: Chris Noonan
Intérpretes: Renée Zellweger, Ewan McGregor, Emily Watson y Matyelok Gibbs

jueves, 19 de marzo de 2015

Novela: Las niñas perdidas de Cristina Fallarás (2012)

La autora.-
Nació en 1968 en Zaragoza y actualmente vive en Barcelona. Es periodista además de escritora. Periodista todoterreno: ha hecho radio, prensa escrita, ahora participa en debates televisivos y saca tiempo también para mantener encuentros con sus lectores. Todo un torrente de energía. Ha escrito también: Últimos días en el puesto del este, Así murió el poeta Guadalupe, No acaba la noche. Con Las niñas perdidas ganó el Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón en 2012. 

El Premio Hammett es concedido por la Asociación Internacional de Escritores Policíacos desde 1988, a la mejor novela policíaca escrita en español. Cristina Fallarás ha sido la primera mujer en ganarlo (y hasta ahora la única).

Sinopsis.-
Genaro, un tipo un poco turbio, recibe un encargo difícil de hacer. Ajustar cuentas con un jodido calvo yonki que se come a las niñas que se pierden. Victoria González es una detective privado que tratará de encajar todas las piezas de este asunto tan sórdido en una Barcelona que no sale en las guías para turistas.

Mi opinión.-
He dicho de la autora que es un torrente de energía. Así se presentó hace unos días en la tertulia de mi taller de lectura. Ella misma lo reconoció: soy intensa y agoto a la gente. Pero fue todo un placer escuchar a alguien que habla con tanta pasión de su trabajo y de la vida; de sus miedos como mujer y como periodista. Un placer, sin duda.

Sorprendentemente, Las niñas perdidas es una novela negra que propone una reflexión sobre la maternidad y la violencia, dos temas pocas veces relacionados con este tipo de novelas. Sólo por esto ya se merece el premio que se llevó. Cristina Fallarás nos pone frente a una cuestión importante: qué es mejor para un hijo o hija, ¿una mala madre o una no-madre?

Victoria González, la detective, está un poco de vuelta de todo. De vuelta de viajes peligrosos en el mundo de la droga. Ahora está embarazada y con su tripón se pasea por la ciudad y se mete en la mierda que su oficio requiere. No siempre sale indemne pero no sabe vivir de otra manera. Será buena o mala madre, pero desde luego tiene la absoluta determinación de ser madre y de proteger a su hija frente a todos los males del mundo. La tortura, violación y asesinato de dos hermanas de 3 y 5 años le demostrará que eso no será posible, pero no por ello se va a dejar amilanar.

Victoria González no puede hacer justicia porque ese submundo tiene sus leyes y ni siquiera la policía puede entrar ahí. Pero no ceja en su empeño de querer entender cómo esas pobres criaturas se han perdido en el bosque donde los malvados de Barcelona secuestran a las niñas y se las comen.

Aparece durante toda la novela todo un elenco de madres desoladas por diferentes razones. La madre de las niñas asesinadas es una muerta viviente. Ausente, drogada, dormida, incapaz de defender a sus hijas, sólo puede vengarlas ahora que están muertas. La abuela de las niñas asesinadas ha hecho del silencio y del sometimiento su forma de vida, totalmente adecuada a la elegancia de su alta clase social: no supo entender a su hija ni defenderla y abandonó a sus nietas en brazos de una no-madre de acogida, estéril, rígida y sin alma. La madre de Victoria González se consuela en el alcohol de una vida marcada por la decepción política, la falta de expectativas y por la culpabilidad. Victoria está rodeada de todas estas madres y de toda la rabia que esas madres le producen. Ninguno de esos modelos le sirve para sus propósitos de proteger a su hija.

La novela es dura. Su lenguaje sádico y rabioso, explícito, que se corresponde con la descripción de un mundo que hace de la violencia contra las niñas, que no pueden llegar a ser mujeres, una industria lucrativa. Y que la autora utiliza como conjuro para superar sus miedos. Espero la segunda novela. 



Las niñas perdidas
Cristina Fallarás 

Roca Editorial

jueves, 12 de marzo de 2015

Cine: Historias de Filadelfia de George Cukor (1940)

Dos años después de rodar La fiera de mi niña (de la que ya he hablado), Cary Grant y Katharine Hepburn volvieron a coincidir en Historias de Filadelfia. Pero esta vez el director fue George Cukor. Otra comedia elegante y disparatada, aunque para mí no tiene el encanto de la primera.

Otra vez se repite el mismo esquema de la guerra de sexos, los equívocos y los enredos; comedia romántica y sofisticada. Una joven heredera está a punto de contraer su segundo matrimonio y un día antes de la ceremonia su exmarido se presenta con la intención, oculta, de evitar un escándalo que podría estropear la boda.

No tiene la chispa de La fiera de mi niña porque trata de ser excesivamente moralizante. Además de una manera u otra todos los personajes masculinos se empeñan en culpar a Tracy Lord (Katharine Hepburn) de sus problemas (de los problemas de ellos). 

Por una parte, está el padre de Tracy. Un caballero de mediana edad, andropaúsico que se dedica a perseguir bailarinas de la edad de su hija, porque no encuentra en ella, el cariño y la ternura que un hombre de cierta edad necesita. Todos hemos oído excusas inquietantes que tratan de justificar las infidelidades de los hombres de cualquier edad, pero decir que busca en jóvenes bailarinas el cariño de sus hijas, es un poco … sin comentarios.

Después está C.K. Dexter Haven (Cary Grant) el primer marido de Tracy que la culpa de su afición a la bebida, por ser excesivamente estricta y severa; una especie de reina de la perfección de mármol, inconmovible y de corazón duro como un diamante. Se divorcia de ella por todo esto y después vuelve porque hay algo más. Se lo perdono porque es Cary Grant.

El siguiente de la lista es el futuro segundo marido, George Kittredge. Un joven hecho a sí mismo; el arquetípico triunfador de condición humilde pero avispado en los negocios. Ha conseguido todo lo que quería en la vida, y ahora quiere a Tracy Lord, porque Tracy es capaz de abrirle todas las puertas de la alta sociedad que, a pesar de su fortuna, todavía se le resisten. Pero George quiere de Tracy lo que ella no está muy interesada en darle: una diosa inaccesible, perfecta y elegante.

Así que Tracy decide pasar una noche loca con un cuarto hombre. Una noche loca en 1940 suponía beber más champán de la cuenta, envuelta en un precioso vestido de seda y darse un baño en la piscina de la mansión familiar, mientras un joven periodista de prensa rosa, con pretensiones de llegar a ser escritor, la mira embelesado. Y como colofón de la noche loca, incluso hay un casto beso (¡escándalo!) entre Tracy y McCauley Connor (James Stewart, le dieron un Oscar por este papel), pero nada más.

¡Vaya hombres que le habían tocado en gracia a Tracy! Se salvan por su encanto y simpatía, pero en realidad, son unos analfabetos emocionales, preadolescentes paranoicos y frustrados, con tendencias alcohólicas. Son Cary Grant y James Stewart, adorables. En fin, después de pasar por todos estos enredos, las cosas se solucionan y hay final feliz. 




jueves, 5 de marzo de 2015

Novela: El silencio de los claustros de Alicia Giménez Bartlett (2009)

La autora.-
Alicia Giménez Bartlett es principalmente conocida por su serie policíaca protagonizada por Petra Delicado y Fermín Garzón, de la que también se hizo una serie de televisión con Ana Belén y Santiago Segura. Se doctoró en Literatura Española con una tesis sobre La narrativa de Gonzalo Torrente Ballester. En 2008 le concedieron el Premio Raymond Chandler y en 2011 fue Premio Nadal por Donde nadie te encuentre, novela histórica sobre un personaje real de la guerra civil, la guerrillera Teresa Plá Meseguer. Otras obras suyas son: Una habitación ajena, Un barco cargado de arroz y Días de amor y engaños. 

Sinopsis.-
El asesinato de un fraile del monasterio de Poblet y el robo de una momia en un convento de monjas de Barcelona, tienen completamente aturdida a Petra Delicado y a su compañero Fermín Garzón. Encuentra muchas pistas y varias líneas de investigación contradictorias que no conducen a resolver el misterio porque a veces lo más evidente pasa desapercibido.

Mi opinión.-
Esta es la octava novela (de nueve, hasta ahora) dedicada a la inspectora Petra Delicado. Hace ya bastante tiempo que leí la primera de ellas, tanto tiempo que ni siquiera recuerdo cuál era. Me dejó bastante sorprendida por el hecho de que la protagonista fuera una mujer policía y no sé por qué no seguí leyendo. También recuerdo hace como 10-12 años la serie de televisión que se hizo y que ahora se puede encontrar en youtube; pero esta adaptación no me convenció. La pareja Ana Belén-Santiago Segura resultaba extraña.

En fin, que sin haberla seguido mucho algo puedo decir de la inspectora. En El silencio de los claustros, Petra Delicado (con ese nombre contradictorio ya estaría todo dicho de ella) se ha casado otra vez. Es la tercera esposa de su tercer marido. Un hombre culto, atento y enamorado locamente de ella y que además aporta al matrimonio 4 hijos y dos exesposas. Creo que la autora aprovecha esta situación peculiar para distraernos de la trama policíaca. Introduce así situaciones más relajantes, con más humor y también expone más abiertamente el carácter de Petra y sus contradicciones: es cínica y no sabe relacionarse con sus hijastros (de 18, 12 y 6 años), pero vive preocupada por la (mala) influencia que pueda tener en ellos.

Está muy inquieta también porque su tercer matrimonio vuelva a fracasar. A pesar de todo el amor y la madurez que ambos aportan, la falta de tiempo y las tensiones de su absorbente trabajo hacen que Petra muestre su lado más vulnerable. Para colmo de males tiene que bregar también con las exesposas y madres (un pelín histéricas) de los niños. A todas estas zozobras se añade el caso del monje asesinado y la momia desaparecida.

El subinspector Fermín Garzón que también ha cambiado su estado civil, ahora felizmente casado, es el encargado de darle estabilidad a Petra, en el trabajo. Sensatez, paciencia y calma es lo que aporta a la relación laboral.

La novela se me ha hecho un poco larga; se abren demasiadas líneas de investigación que no conducen a ningún sitio. Y luego, en los últimos capítulos, aparecen personajes nuevos que dan claves para la solución por otro camino que no había sido ni siquiera insinuado durante toda la novela. Me ha parecido un final precipitado y demasiado artificial; un poco tramposo. Novela entretenida, pero no de las mejores de la autora. 


El silencio de los claustros
Editorial Destino