jueves, 26 de diciembre de 2013

Exposición de Pintura: El Surrealismo y el Sueño

André Breton fue el promotor del surrealismo, un movimiento principalmente literario y pictórico surgido a partir de 1920. Fue definido por él mismo, como automatismo psíquico puro. Decía en el Primer Manifiesto Surrealista que el ser humano es un soñador sin remedio, abrumado por las normas y rutinas sociales de su condición de adulto, que añora la infancia donde no tenía límites y donde cada uno de los días de su vida, podía ser lo que quisiera ser. “Múltiples vidas vividas al mismo tiempo”, dice textualmente. 

El punto de partida del surrealismo es el impacto brutal que tuvo la Gran Guerra en los jóvenes. Fue el inicio, más o menos, de un pensamiento crítico contra la modernidad; una sacudida para la biempensante burguesía. Y también estuvo muy influido por el descubrimiento del psicoanálisis. 

Se trataba, pues, de subvertir el orden. A través de la fantasía como ruptura con lo cotidiano, y estudiando los miedos reprimidos, a través del psicoanálisis. Buñuel dejó escrito, también, que los surrealistas luchan contra lo establecido con el escándalo (parecido a lo que las activistas de FEMEN hacen ahora en el siglo XXI).

Remedios Varo. Papilla estelar
Esta exposición que vi hace unos días, se centra, específicamente, en las relaciones de surrealismo y sueño. Lo cual me ha parecido un poco extraño, porque, en realidad, todo el movimiento surrealista es, por definición, onírico. No creo que haya un surrealismo no dependiente del mundo de los sueños; “surrealismo” es aquello que está por encima de la realidad. Y eso, sin duda, es el mundo de los sueños, lo que está fuera de la consciencia. 

La exposición es muy extensa. 163 obras, la mayoría pinturas, pero también fotografías y algunas esculturas; además de video-instalaciones entre las que está, El perro andaluz de Buñuel. 

Todo un lujo poder ver las obras de Dalí, Paul Delvaux, René Magritte, Odilon Redon y también otras de pintoras menos conocidas, pero muy interesantes como Ángeles Santos, Claude Cahun, Remedios Varo, Leonor Fini o Dorothea Tanning. Incluye también obras de Nadja, una autora que inspiró la novela surrealista de André Breton del mismo nombre. 

Ángeles Santos. La Tertulia
Ángeles Santos murió el mes pasado. Tenía 102 años y en sus inicios como pintora fue aclamada por la crítica y los intelectuales de la época, la Generación del 27; sin embargo, su pintura no se ajustaba a lo que el público burgués demandaba. Después de una crisis, empezó a dulcificar sus obras. Alma que huye de un sueño llama mucho la atención. El cuerpo, partido en dos como si se tratara de una nuez, deja escapar al alma que asciende hasta encontrarse con otro personaje.

Otra artista que me ha interesado mucho ha sido Claude Cahun, fotógrafa y escritora. Incluyendo en sus obras, las primeras referencias a la intersexualidad, al transgénero o al género neutro. Eligió un nombre que en francés puede referirse tanto a hombres como a mujeres, Claudio o Claudia. La ambigüedad sexual. Colaboró en la realización de sus obras con su pareja de toda la vida Marcel Moore, que también era su hermanastra. Importantes sus autorretratos y fotomontajes. Embarcada en lo que me parece una búsqueda de sí misma, un reconocimiento desde fuera. 
Claude Cahun. Autorretrato

Exposición muy recomendable.


Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado 8, Madrid
Del 8 de octubre de 2013 al 12 de enero de 2014

jueves, 19 de diciembre de 2013

Fotografía: Todo Centelles 1934-1939

El autor.-
Agustí Centelles, 1909-1985, sentó las bases del fotoperiodismo de guerra en España. Había nacido en Valencia, pero se consideraba catalán. Así lo reconoce en Diario de fotógrafo, libro que escribió desde el campo de concentración de Bram (Francia) y que está dedicado a su hijo Sergi “y a los que puedan venir posteriormente”.  Con 15 años entró a trabajar de aprendiz en el taller de un fotógrafo y pasando por otros estudios más terminó de aprender el oficio. Cuando estalló la guerra civil fue destinado a cubrir el Frente de Aragón, coincidiendo con Robert Capa y Gerda Taro; esto se puede comprobar porque Robert Capa aparece en alguna de las fotos de Centelles. Parte de las fotografías que tomó allí son las que se pueden ver en esta exposición. 

Al final de 1939, se exilió en Francia y fue a parar al campo de concentración de Bram. Allí las autoridades francesas mantenían “refugiados”, en realidad detenidos, a los exiliados republicanos españoles que habían huido de las represalias franquistas. Centelles tenía un carnet de periodista expedido por las autoridades francesas y pudo organizar un pequeño laboratorio fotográfico dentro del mismo campo y documentar las condiciones en las que vivían los retenidos españoles. Parte de este material se editó en forma de libro en el año 2009 y se titula La maleta del fotògraf. Durante los años de la ocupación nazi de Francia colaboró con la Resistencia. Cansado del exilio volvió a España en los años 40 pero dejó todo su archivo fotográfico en una maleta en casa de unos amigos en Carcassonne; no se atrevió a traerlo hasta 1976, por miedo a que algunas personas que salían en las fotos fuesen represaliadas. Fue juzgado y puesto en libertad condicional, pero nunca pudo volver a trabajar como fotoperiodista. Desde entonces y casi hasta su muerte se dedicó a la fotografía industrial y publicitaria. 

El Ministerio de Cultura compró este archivo fotográfico recientemente.

La exposición.-
Son más de 80 imágenes tomadas desde 1934 a 1939, desde su inicio como fotoperiodista independiente hasta el final de la Guerra Civil y el exilio. Son fotografías muy emocionantes, de momentos cruciales en la vida de las personas que sufren una guerra. Son despedidas de milicianos que parten a la guerra; son familias huyendo de los bombardeos; son descansos en medio de las batallas; son milicianas que muestran en su rostro todas las emociones posibles; son cadáveres de caballos haciendo de barricada. Siempre me ha parecido que este tipo de fotografías, tomadas en la guerra, sobrepasan su condición de documento histórico y se convierten en nuestra dolorosa biografía colectiva. 


Todas las fotografías de la exposición están documentadas y fechadas y en alguna de ellas incluso están identificados los protagonistas. Son “copias del autor”, que a partir de 1976 se dedicó a positivar y catalogar las imágenes, consciente de su gran valor histórico. Y yo también diría artístico. Centelles fue de los primeros fotógrafos en España que utilizó la Leica. Esta cámara es un mito para los fotoreporteros. Liberaba al fotógrafo de la pesadez de la cámara de placas que tenían que utilizar con trípode y le proporcionaba rapidez en el encuadre y en la toma, fundamental para tomar una instantánea comprometida. Aunque, utilizar un negativo pequeño supusiera, a la hora de positivar, una falta de definición (lo que Capa llamaba “ligeramente desenfocado”), esto no era determinante para su publicación en prensa. 

También hay algún retrato que muestra esta vertiente menos conocida de Centelles. Por ejemplo el de Micaela Feldman, militante del Partido Comunista Argentino, llamada la Capitana, porque llegó a ser capitana del ejército republicano español. 

Acompañan a las fotografías de la exposición, prensa de la época donde aparecen publicadas algunas de las fotos y también una entrevista que Paloma Chamorro hizo a Agustí Centelles en los años 80, para RTVE. 



Exposición Todo Centelles 1934-1939
Sala de Exposiciones Paraninfo de la Universidad de Zaragoza
3 de octubre de 2013 – 11 de enero de 2014




jueves, 12 de diciembre de 2013

Cine: El Espíritu del 45 de Ken Loach

Ken Loach es un director de cine y televisión que no rehúye su compromiso político. Sus películas son reflejo de las condiciones de vida de la clase obrera, desde un punto de vista histórico y también actual. Un cine que, a veces, puede resultar frío porque está más interesado en lo que quiere transmitir que en la forma de hacerlo. Es la visión realista lo que caracteriza su cine y esa es la razón por la que a veces, puede parecer seco o con exceso de síntesis, porque la realidad es así. 

Creo que este documental no se estrenó en Zaragoza. Debería ser una obligación verlo; en realidad debería ser la película del año, la que se llevase todos los premios y la que se exhibiese en todos los colegios e institutos. Además de ser una buena película, es una lección de historia. El documental termina donde empieza la crisis-estafa que hoy vivimos: en la privatización de los servicios públicos (garantía de igualdad de oportunidades) y el comienzo de la desregulación de los mercados. 

Lo que Loach llama El espíritu del 45 fue la actitud de los ciudadanos británicos después de la II Guerra Mundial. Europa había quedado arrasada y la única opción era la reconstrucción. Incluso Reino Unido, aunque no había vivido la invasión directamente, sufrió una conmoción brutal. El impacto emocional del peligro que había supuesto el nazismo. Loach pone de manifiesto que, si durante la guerra, la población supo entender aquello que les prometió Churchill, “sangre, sudor y lágrimas” y lo aceptó con fuerza y resignación, durante la posguerra no dieron un paso atrás. Asumieron que su fuerza, la fuerza que nace de mantener un objetivo común, y que se había dirigido a soportar una agresión, a partir de entonces debía estar destinada a construir la paz. 

Al contrario de lo que había sucedido después de la I Guerra Mundial, cuando los combatientes fueron abandonados a su suerte, después de haber servido de carne de cañón; a partir de 1945, los británicos, todos sin excepción, consiguieron la plena ciudadanía, en el sentido analizado por Thomas H. Marshall. 

Marshall fue un sociólogo británico que estudió las diferentes dimensiones de ciudadanía. Él considera que la ciudadanía no es completa si no confluyen tres tipos de derechos: civiles, políticos y sociales. Los derechos civiles, los que protegen las libertades individuales, como el derecho a la propiedad, y los derechos políticos, que garantizan la participación del individuo en la vida pública, aparecen firmemente (más o menos) consolidados a partir de los siglos XVIII y XIX, respectivamente. Pero son los derechos sociales nuestra pelea durante el siglo XX. Creíamos que estaban consolidados, pero asistimos ahora (desde las políticas neoliberales de Thatcher y compañía de los años 1980) a su desmantelamiento con la excusa de la crisis-estafa. 

Esto es lo que analiza Ken Loach en El espíritu del 45. Se apoya en material documental de la época y en testimonios actuales de los trabajadores que vivieron y sintieron ese espíritu en primera persona. Todas las imágenes enlazadas en blanco y negro, para que pasado y presente no pierdan continuidad. Mineros de Gales y Liverpool; enfermeras de Manchester. Todos ellos orgullosos de su condición de clase trabajadora, clase poderosa, si está bien organizada, nos hacen partícipes de sus recuerdos y del entusiasmo por construir la paz. 

Muchas preguntas quedan por resolver al terminar la película: ¿por qué creímos que los derechos sociales eran inamovibles?, ¿por qué no volvemos a luchar por ellos? Como dice el director, si podemos ganar una guerra, ¿por qué no podemos ganar la paz? Si juntos organizamos y desarrollamos campañas militares y ponemos en marcha la industria de la guerra, ¿por qué no podemos poner el empeño en construir viviendas y gestionar hospitales colectivamente? 

Se puede reprochar a la película que no sea autocrítica. En la gestión de la cosa pública hay errores garrafales y también corrupción y engaño; y eso no aparece, porque en esta película se trata de celebrar el espíritu de la vida en común, de la solidaridad y del esfuerzo compartido. La corrupción, el engaño y la estafa que siempre rondan a la gestión pública (y a la privada) no se solucionan privatizando; se solucionan con una ciudadanía activa, consciente de sus derechos y de sus obligaciones y manteniendo unos gestores públicos, profesionales y bien pagados. Apartándose de amiguismos, enchufismos y otras redes clientelares, tan hábiles a la hora de infiltrarse para llevarse el dinero de todos y sepultar a las instituciones con montones de desprestigio y mierda.

Está pasando ahora.




El Espíritu del 45
Producción: Gran Bretaña
Guion y Dirección: Ken Loach
Documental




jueves, 5 de diciembre de 2013

Sociología: Una Europa Alemana de Ulrich Beck

El autor.-
Ulrich Beck es un sociólogo alemán conocido por profundizar en su estudio de la actualidad a través del concepto “sociedad del riesgo”. Actualmente es profesor en la universidad de Munich y en la London School of Economics. Se le considera próximo al Partido Socialdemócrata Alemán.

Mi opinión.-
En su manera de abordar la sociedad actual, enfatiza un factor que, en otras épocas, había sido subestimado o no tenía la entidad que hoy tiene. Es el riesgo entendido como incertidumbre, no como peligro. Es no entender y no saber; es ser consciente de que vivimos una realidad que nos desborda. Y que no podemos aferrarnos a certezas. El riesgo puede ser fuente de motivación y también de paralización. Sus críticos le consideran un alarmista. Es pronto para saber si sus advertencias tienen fundamento o no.

En este libro, a través de la crisis del euro, hace balance de la construcción de la Unión Europea. Su punto de vista es el de un ciudadano alemán, crítico con la miopía de su propio gobierno y que abiertamente muestra su europeísmo. No es una posición cómoda. Para Beck la solución a esta crisis, es asumir plenamente la condición de ciudadanos europeos y la corresponsabilidad de unos con otros. Resalta como renacen las rivalidades y los tópicos de unas identidades sobre otras. Es muy crítico con la actitud de los alemanes intentando “meter en vereda” a los indisciplinados europeos del sur, vistos, otra vez, con prejuicios.

Profundizar en el diseño de una Unión Europea más horizontal, donde los ciudadanos se sientan implicados y se sientan representados por los políticos, es una tarea de todos.

Beck tiene muy claro que es el momento de la Gran Política, de dar un paso adelante y cambiar las reglas para una política económica y financiera común. En la era global no debe valer el “sálvese quien pueda”, sería una muestra de individualismo e insolidaridad. Porque, para su lógica del riesgo, los otros deben ser considerados socios, no competidores ni países de segunda. Incluso desde el punto de vista del realismo más egoísta, asumir una responsabilidad por el otro supone invertir en nuestra propia supervivencia.

Cuando se pregunta qué es Europa, Beck no duda en definirla como “… una alianza de antiguas culturas mundiales y de grandes potencias en busca de una salida a su belicoso pasado”. Es eso lo que frecuentemente olvidamos, que Europa surgió para suturar heridas de guerra, basándose en la idea de que los países que comercian entre sí, “generalmente” no suelen pelear. Así, ve claramente, que es el momento de superar la Europa de los mercaderes e integrar nuevas dimensiones en la idea de “Unión Europea”, para evitar el hundimiento de sus valores.

Opta por aprovechar esta crisis para superar dos visiones de Europa: 1) la de los estados nacionales independientes y enfrentados y 2) la visión abstracta de una Europa burocratizada y alejada del ciudadano. Apuesta por crear la verdadera Europa de los pueblos, porque como Beck recuerda en su libro, Nietzsche dijo que somos “… herederos de muchos miles de años de espíritu europeo”.


Una Europa alemana
Ulrich Beck
Traducción de Alicia Valero Martín
Editorial Paidós 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Exposición: Nancy se viste de moda.

No. Nancy no fue mi primera muñeca. Me acuerdo muy bien de mi primera muñeca porque todavía la tengo. Se llamaba Corazoncito y era un bebé, la caja de cartón que servía de embalaje era también su cuna. Tenía una gran sonrisa y los ojos pícaros y azules. No sé qué le hice en el pelo, pero es ingobernable desde hace muchos años. 

Pero Nancy sí que fue la última. No recuerdo si fue regalo de cumpleaños o de reyes, pero el caso es que en 1972 llegó a mi casa. La Nancy. Porque es así como se tiene que escribir, con “la”, como las grandes divas. Y es que es más que una muñeca, mucho más. Nunca tuve muchos vestidos para ella, pero los que tenía (todavía tengo) eran "lo más". 

Era sexy, elegante, inteligente, independiente. Creo que es la primera muñeca que tuvo novio. Aunque a mí el tal Lucas, no me gustase mucho. Y desde luego es la primera que llevó pantalones. Nancy tenía, además, vestidos de fiesta y disfraces; todos llevaban sus complementos. Recuerdo un vestido de fiesta con falda larga y blusa con adornos de pasamanería dorada y un echarpe; y también un traje pantalón vaquero con un pañuelo al cuello y que llevaba como complemento unas gafas y ¡claro! a mí me encantaban las gafas, porque entonces yo era miope, muy miope. Las gafas no las conservo, ni las mías ni las suyas. Pero el que más me gustaba era un traje, entonces, muy escandaloso. Un pantalón de campana de talle bajo que dejaba ver su “pecaminoso” ombligo y que iba a juego con algo que después se ha llamado top, pero que entonces era una camiseta corta. ¡Qué sexy estaba la Nancy!

Toda una revolucionaria, esta hippy. Sí es que no podía ser de otra manera, nació en la primavera de 1968 (en medio de las revoluciones menos cruentas del siglo XX). También era bohemia. Y se vestía de pintora. No de brocha gorda, de pintora artista. Después he visto que también era azafata y enfermera; pero no era médica, ni abogada, ni profesora universitaria, ni policía, ni taxista. No tenía mucho donde elegir, pero iba abriendo camino.

¡Eh! ¡Se me olvidaba! Yo era de la Nancy pelirroja.

Modelo de Maya Hansen
En el Museo del Traje de Madrid, hay una exposición de la Nancy. Han aprovechado su 45 cumpleaños para vestirla como lo que ha sido siempre, toda una señora. Los mejores y más conocidos diseñadores han trabajado para ella: Devota&Lomba, Ángel Schlesser, Amaya Arzuaga, Agatha Ruiz de la Prada. Todas las Nancys perfectamente maquilladas y peinadas para la ocasión. Muy serias y muy metidas en su papel de modelos. Una ocasión de lucirse como ésta no se tiene todos los días. 
Modelo de Ion Fiz

La más original, el modelo inspirado en Frida Kahlo, de Maya Hansen. Precioso, lleno de colorido y desafiando a la muerte. ¡Hasta en los lazos de los zapatos lleva calaveras! Vestida de Hannibal Laguna, no puede ser más elegante. Y la más romántica, sin duda, la que lleva el modelo diseñado por Ion Fiz. Además, a sus 45 años, tiene todavía tipazo para lucir las transparencias de Andrés Sardá.

Después de pasar unos años metida en una caja (me arrepiento de ello y  no volveré a hacerlo nunca más), ahora mi Nancy tiene el lugar preferente que nunca debería haber perdido. No está sola. Otras Nancys la acompañan (también estaban con ella en la exposición). Las nuevas Nancys, son un poco más altas que ella, con el pelo más largo, los ojos más grandes y también muy guapas. Pero no son mi Nancy de 1972. Mis nuevas Nancys son rubias, excepto la última en llegar, la Nancy Halloween 2014, el hada del agua, con el pelo negro y mechas azules y unas lentillas que dan miedo y orejas de elfa. Preciosas todas. Mi Nancy de 1972 tiene 3 compañeras nuevas. No sé si llegará alguna más.




Exposición: Nancy se viste de moda
Museo del Traje
Avenida Juan de Herrera, 2, Madrid
Del 27 de septiembre de 2013 al 19 de enero de 2014


jueves, 21 de noviembre de 2013

Novela: La Tribuna de Emilia Pardo Bazán

La autora.-
Emilia, condesa de Pardo Bazán, nació en 1851. Fue educada en un colegio francés; viajó por Europa y podía leer también en inglés. Estuvo muy interesada por la novela naturalista, aunque los especialistas prefieren encuadrarla en el movimiento literario realista. Cuando su marido le exigió que dejase de escribir, ella decidió separarse de su marido. Luchadora por la educación e independencia de las mujeres. Otras novelas suyas son: Los Pazos de Ulloa, La madre naturaleza, Insolación. Escribió también ensayos, libros de viajes, biografías y obra periodística. Murió en 1921.

Sinopsis.-
Amparo es una joven cigarrera que vive en Marineda (La Coruña). Es conocida como la Tribuna por su activismo político en favor de la proclamación de la primera república. Conoce a Baltasar, joven burgués que intenta hacer carrera en el ejército.

Mi opinión.-
Me encontré con esta novela de casualidad y me llamó la atención porque podría ser calificada como una rareza, al tener como protagonistas a las trabajadoras de una fábrica de tabacos. Si ya es difícil que en el siglo XIX, los autores españoles se ocupasen de las condiciones laborales de los trabajadores, más difícil es que tuviesen en cuenta a una joven obrera, destacada por su activismo político.

Un escritor no la habría considerado protagonista de su novela; una escritora, sí.

La Pardo Bazán estaba muy interesada por la novela naturalista de Zola y se propuso adaptarla a la realidad española, manteniendo un cierto conservadurismo. Describe en esta novela, de forma muy detallada, los ambientes social y laboral. Parece más un ejemplo de novela costumbrista que de la verdadera novela naturalista del siglo XIX, en la que el fatalismo/determinismo es uno de sus ingredientes principales.

Fue escrita en 1882 y está ambientada entre la revolución de 1868, la monarquía de Amadeo de Saboya y la proclamación de la I República de 1873. Un período de la historia del siglo XIX especialmente convulso, aunque todo el siglo XIX español lo fue.

La autora estuvo yendo a la fábrica de tabacos para describir tal y como ella quería su ambiente laboral: los hombres y las mujeres viejas, en las tareas más duras, en una atmósfera cargada, húmeda y sin luz, trabajando en un sótano; las mujeres jóvenes, con su finura y sus dedos ágiles, dando forma a los cigarros.

En el prólogo de la novela dice la Pardo Bazán que su intención es docente y también puede ser considerada una novela crítica con la república. Considera absurdo que un pueblo ponga “sus esperanzas de redención y ventura en formas de gobierno que desconoce”. A veces describe el ambiente social, convulso, de cambio, con mucha ironía y descreimiento, como si fuera una explosión emocional, momentánea y destinada a desaparecer. Aparentemente aborda la descripción desde un punto de vista neutro, pero en realidad la autora se decanta por el orden burgués de siempre.

Amparo, la Tribuna, es una mujer con mucho carácter, mucho más que cualquier otra heroína de los novelones del siglo XIX. La autora la presenta como una niña trabajadora infatigable desde los 13 años, colaborando en el negocio familiar y cuidando de su madre tullida, que también fue cigarrera; adolescente vital que recorre las calles a la menor ocasión; joven que empieza a ser víctima de las miradas y comentarios de los señoritos por su belleza limpia, sin artificio.

Destaca en su trabajo en la fábrica de tabaco y también como activista política. Lee para sus compañeras y les explica lo poco que sabe sobre la república, la pobreza, sus derechos y la igualdad que traerá el nuevo régimen; igualdad entre clases sociales y también entre hombres y mujeres. Amparo es capaz de concienciarlas y movilizarlas en una huelga que al final ganarán; pero aun disponiendo de ese fuerte carácter, cae en la trampa de los amoríos con un señorito. Su picardía no es suficiente para librarse de las mentiras del galán que pasará de la seducción al hastío y de las promesas a la indiferencia.

Durante el tiempo que dura el capricho del señorito, el amor y la aspiración a una mejora social actúan como sedante y Amparo olvida sus reivindicaciones laborales. Porque en realidad, su activismo político es muy parecido al fervor religioso; una adhesión puramente emocional.

Se nota que Emilia Pardo Bazán simpatiza con el personaje de Amparo; sin embargo, en la descripción del resto de personajes se puede intuir algo de inquina. Diferencia claramente entre las obreras de la ciudad y las aldeanas. Éstas no son dignas de confianza, por ser poco favorables a la república e incluso reaccionarias, ávidas y tacañas y que padecen el “pesimismo fatalista del labrador”. Pero tampoco los burgueses salen mucho mejor parados. Josefina García es la rival de Amparo por el amor de Baltasar. Josefina y Baltasar son descritos como si su ropa les diese el carácter que no tienen. Baltasar es militar porque su uniforme así lo dice, no tiene vocación ni talento ni interés en serlo, únicamente hace la carrera militar porque su madre lo ha querido así; y en lo que respecta a Josefina, es blanda, hecha de gelatina, sin forma; sólo el corsé y los volantes de su vestido dan forma a su cuerpo. Es “la insustancialidad, lo insípido, inodoro e incoloro”.

Pero donde resalta la crueldad es en el retrato de Chinto. Me atrevería a decir que tanto Amparo como la Pardo Bazán, sienten animadversión por él. La autora resalta su fealdad, su falta de proporción, es una bestezuela humana destinada al trabajo más duro, aunque sea un personaje bueno. Es hijo de una lavandera; entra a trabajar en el obrador del padre de Amparo y se enamora de ella. Siempre demuestra (de manera torpe) sus buenos sentimientos hacia ella y ella siempre le rechaza de la forma más brutal que puede; incluso cuando Chinto le ofrece matrimonio después de haber sido seducida.

Es una novela muy recomendable, entre otras cosas porque entenderíamos mejor los siglos XX y XXI, si leyésemos más sobre el siglo XIX. Tiene continuación en Memorias de un solterón, que espero sacar tiempo pronto para leerla.


La Tribuna 
Emilia Pardo Bazán
Edición de Benito Varela Jácome

Cátedra - Letras Hispánicas

jueves, 14 de noviembre de 2013

Novela: Perder es cuestión de método de Santiago Gamboa

El autor.-
Santiago Gamboa estudió literatura en Bogotá y ha vivido en España y Francia. Trabajó como periodista y también ha sido embajador. Forma parte de un grupo de escritores colombianos que ha querido romper totalmente con el realismo mágico representado por Gabriel García Márquez. 

Otras novelas suyas: Páginas de vuelta, Tragedia del hombre que amaba en los aeropuertos, Los impostores, Océanos de arena, diario de viajes sobre Próximo Oriente y El síndrome de Ulises, finalista de varios premios. 

Esta novela ha sido adaptada al cine por Sergio Cabrera en 2005.

Sinopsis.-
En Bogotá, en los años 90, a orillas de un precioso lago, aparece el cadáver de un hombre que ha sido víctima de un empalamiento. Víctor Silanpa, periodista, será el encargado de investigar que ha ocurrido. 

Mi opinión.-
Lo que más me ha sorprendido es esa ruptura de los jóvenes escritores colombianos con el realismo mágico. Yo lo he echado de menos. No se trata de que las novelas deban repetirse o repetir tópicos, pero, de alguna manera, si no incluyen algo de lo que es propio de un país, quedan como traducciones. Como si en cada país se hicieran versiones de los personajes de Raymond Chandler o Dashiell Hammett o Vázquez Montalbán. Todo un poco trillado y previsible. 

Situada en Bogotá en los años 90, no menciona la guerrilla, las bandas callejeras, el narcotráfico o los sicarios. Parece, más bien, un grito del autor diciendo que también en Colombia son capaces de tener alta delincuencia de buenos modales. Delitos de filigrana financiero-inmobiliaria, de guante blanco. Ropa cara, vinos exquisitos, balnearios y viajes a París, Nueva York, Londres o Miami, cuando hay que renovar vestuario. Es una novela que retrata ese ambiente neoliberal, de triunfo fácil y pelotazo, que no parece exclusivo de España. Corrupción es el nombre clave; corrupción y de apellido, inmobiliaria. Política y políticos al servicio del enriquecimiento de una casta cutre de viejos y nuevos ricos. 

Para mí, ese deseo de desprenderse de tópicos colombianos, hace que la novela pierda personalidad. Los personajes y las situaciones quedan un poco estereotipados: Silanpa, el perdedor romántico y sus dudas existenciales, que comparte con una muñeca de la que no se separa (y cuyo simbolismo no entiendo); Emir Estupiñán, el “fiel escudero”, realista y apegado a la tierra. Susan Caviedes, la elegante mujer fatal, “chica del gánster” y sobre todo, el personaje que más me ha sorprendido, Aristófanes Moya. Es un policía gordo que, en lugar de dedicarse a investigar el crimen, escribe sobre su vida. Escribe un discurso de presentación para una asociación de bulímicos arrepentidos. Aristófanes Moya, es la muestra palpable de una policía inoperante, que termina sintonizando sin ningún problema con los nuevos corruptos. Pero que a mí me ha parecido un personaje superfluo y esperpéntico.

Víctor Silanpa es periodista. A veces chantajea a maridos infieles amenazándoles con enseñar fotografías comprometidas a sus esposas, y en sus ratos libres, si le queda alguno, se dedica a hacer el trabajo de la policía. Es el idealista perdedor, que confiesa a lo largo de la novela, que no le importa perder; es una cuestión, de entrenamiento y método, que él domina. El autor también nos presenta su caótica vida sentimental. Engañado por su novia se consuela con una puta adolescente o casi; sufre con sus hemorroides y su fragilidad. Silanpa, es un hombre corriente que desempeña un oficio. No es un héroe trágico ni tampoco tiene un gran conocimiento de la vida; no está desilusionado ni perdido. Sólo es un hombre corriente. Perdedor.

De la otra parte, los delincuentes triunfadores. El concejal de urbanismo, Esquilache, emparentado con grandes empresarios, como Vargas Vicuña. Y junto a la delincuencia de “alto standing” también están los barrios bajos, los bares de mala muerte, las putas jóvenes e inocentes. 

¿De dónde surge la corrupción? Edwin Sutherland, sociólogo especialista en criminología, afirma que las personas aprenden a ser delincuentes. Hacen un cálculo racional de los beneficios que les reportará incumplir las leyes. Pero no me parece suficiente explicación; Sutherland no tiene en cuenta que, habiendo vivido en el mismo contexto social, hay unos que eligen delinquir y otros que no. Es posible que haya que incorporar también el sentimiento de frustración del corrupto: puede pensar que merece más y que no ha tenido oportunidades para conseguirlo. Es propio de sociedades con fuertes mecanismos de cierre social, que impiden la mejora y desarrollo de todos sus ciudadanos que los más espabilados o los más frustrados, busquen un agujerito (legal o no) por donde colarse: prebendas, brevas, sinecuras, canonjías, beneficios, provechos, enchufes. 

Corromper, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es pudrir antes que sobornar. Y ese es el efecto más demoledor que tiene la corrupción: sembrar la desconfianza, deshacer los vínculos sociales, pudrirlos hasta que lleguen a oler mal. 

Esta es la última novela que hemos comentado en el taller de lectura sobre novela negra al que asistí el año pasado. Este año está dedicado a Escritores españoles que hablan de España. 

Perder es cuestión de método
Santiago Gamboa
Ed. Seix Barral

jueves, 7 de noviembre de 2013

Cine: El quinto poder de Bill Condon

El quinto poder era una película difícil. Todos sabemos, más o menos, la historia que cuenta porque es muy reciente y no tenemos perspectiva suficiente para poder evaluarla. Así que me parece acertado que el director se haya centrado en el aspecto de thriller político, antes que en una biopic. Pero aun así resulta un poco flojita. Las interpretaciones salvan la película: Cumberbatch como Assange y Daniel Brülh como Domscheit-Berg. 

Pero también creo que se ha recibido con muchos prejuicios. Yo no esperaba de ella ni grandes verdades ni grandes descubrimientos (ya no lo espero de ninguna película), por esto no me ha decepcionado. Tiene una buena fotografía: te envuelve en ese ambiente frío, de colores grises azulados, a veces con velocidad de vértigo y una jerga incomprensible, pero todo esto sirve para describir el ambiente de los “nerds” (esos pirados de la informática que son capaces de hackear cualquier objetivo que se fijen). Dos jóvenes que se mueven con total soltura por medio mundo. Cada uno con su ordenador portátil como un apéndice más de su cuerpo. 

Es la adaptación de dos libros. Uno de ellos escrito por Domscheit-Berg, compañero de Julian Assange, una vez que se sintió decepcionado. Es su versión de la historia. Desde su punto de vista, Domscheit-Berg puede quedar como ingenuo, pardillo o manipulado por el villano Assange; pero la película, en este aspecto, se mantiene bastante neutra. Assange con sus manipulaciones, sus silencios y sus tejemanejes sigue quedando como un personaje misterioso. Hay alguna insinuación sobre su infancia y una referencia un poco naive al teñido de su pelo. Así queda el personaje tal y como se nos sigue presentando todavía, una incógnita. 

La película también tiene concesiones sentimentales sobrantes: unas lagrimillas que Daniel Domscheit-Berg vierte cuando destroza Wikileaks y una alta funcionaria del gobierno de Estados Unidos (buena interpretación de Laura Linney) que está preocupada por la repercusión que las filtraciones tendrán en su confidente libio. 

Este personaje que interpreta Laura Linney es el que me resulta más próximo, por su perplejidad. No entiende nada. Aunque es una diplomática americana que está en la cumbre de su carrera aparentemente dominando el mundo, percibe que, sin darse cuenta, se ha quedado atrás. Es una excelente profesional, con la mejor educación que puede recibir un habitante del primer mundo y con una gran experiencia en relaciones internacionales, y que ahora no comprende como las filtraciones de un soldado raso resentido o idealista o inestable emocionalmente, de pocas luces y menos preparación, pueden estar dinamitando la supuesta paz mundial.

Es muy pronto para evaluar la repercusión del asunto Wikileaks. Los periodistas, siempre exagerando, ya la han catalogado como la revolución del siglo XXI. Pero todavía no sabemos en qué sentido. Sí es cierto que el avance en las tecnologías de la comunicación nos hace vulnerables; cualquiera puede acceder a nuestros datos, a información básica sobre nuestra vida, con un mínimo esfuerzo. “El Gran Hermano nos vigila” y ahora es de verdad. Al mismo tiempo instituciones y gobiernos son cada día más opacos; aunque esto no es ninguna novedad. Nunca han sido transparentes.

Desde 2010, cuando Assange y Domscheit-Berg crearon Wikileaks, siguen produciéndose filtraciones de información comprometida. Y poco más pasa. Para la inmensa mayoría del mundo no ha cambiado nada. El hecho de que los gobiernos se impliquen en guerras sucias, y que lo hagan por intereses espurios, ha sido siempre un secreto a voces. Pero de repente, el mundo (especialmente el anglosajón) se hace consciente de esta situación con cifras, nombres, datos y sobre todo imágenes. No puedo creerme a estas alturas del siglo XXI en esa pérdida de inocencia ñoña. Bastaba un vistazo a los libros de historia para corroborar el historial de injerencias indebidas de los sucesivos gobiernos de Estados Unidos, para desestabilizar cualquier régimen latinoamericano que no fuese conveniente para sus intereses. Y eso pasó durante los años 80. No hace tanto tiempo para que lo hayan olvidado. 

Incluso se podría decir que el primero de estos entrometimientos  fue la explosión del acorazado Maine, en las costas de Cuba; uno de los desencadenantes de la guerra de 1898. Nunca quedó claro qué había pasado, pero hubo sospechas de que Estados Unidos había volado su propio acorazado, como excusa para comenzar una guerra con España. La diferencia es que hoy analizamos la historia cuando todavía no ha terminado de suceder. 

La película plantea que tenemos derecho a la información. A toda la información. Que, la sociedad civil, somos el quinto poder; aunque deberíamos ser el primero. La privacidad debe ser para los ciudadanos y la transparencia para instituciones y gobiernos. Pero, ¿qué hacemos ahora con toda esa información que pone en nuestras manos? Mucha información es como el ruido que no te deja pensar. Son tantos datos y tan enrevesados, que necesitamos un mediador que los procese. ¿Cómo saber si debemos confiar en ese mediador? Los gobiernos y el resto de instituciones democráticas están peligrosamente intervenidos por los poderes económicos. La prensa también. ¿Por qué deberíamos creer a Assange? Supongo que la película no se había propuesto respondernos a todas estas preguntas. 

Julian Assange sigue en la Embajada de Ecuador en Londres y no ha querido participar en la película. No sé de qué vive, cuántos colaboradores tiene, cómo va a terminar este asunto (si es que tiene que terminar). Hasta ahora todo lo que ha salido en la plataforma ha sido cierto, ¿no?



Director: Bill Condon
Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Daniel Brühl, Laura Linney y Stanley Tucci
Fotografía: Tobias A. Schliessler








jueves, 31 de octubre de 2013

Teatro: En el estanque dorado de Ernest Thompson

El autor.- 
Ernest Thompson es escritor, actor y director en Estados Unidos. De su vocación como escritor, dice que no se puede curar; las malas críticas no impulsan a abandonar, por el contrario son un acicate para seguir intentándolo. De su trabajo como actor, dice que los actores no deben crecer nunca y que en realidad, encuentran su propia voz utilizando las palabras de otros. Con la adaptación al cine de En el estanque dorado ganó un Oscar y dos Globos de oro.

Sinopsis.-
Ethel y Norman Thayer pasan sus vacaciones, como todos los años, en su casa a la orilla del estanque dorado. El bosque, los patos, la barca y salir a pescar son sus objetivos durante ese tiempo. Su hija Chelsea, acude a visitarlos con una sorpresa. 

Mi opinión.-
Es un placer formar parte de una obra de teatro, aunque sea como público. Estás cómodamente sentado en tu butaca, asistiendo a la vida (ficticia, pero vida al fin y al cabo) que otros llevan. 

Es un placer encontrarse con Lola Herrera y Héctor Alterio. 

En su momento vi también la versión cinematográfica de los años 80, con Henry Fonda y Katharine Hepburn y recuerdo que se potenciaba mucho más la conflictiva relación que mantienen con su hija. Supongo que los productores aprovecharían las tensas relaciones que, por entonces, mantenían Henry Fonda y su hija Jane (que también interpretaba a su hija en la película). En esta versión teatral, la primera que se realiza en España, el conflicto pasa más desapercibido, porque la obra de teatro mantiene un tono más melancólico, pero con mucho sentido del humor. 

El protagonista absoluto es Norman Thayer (Héctor Alterio). Al principio de la representación se puede pensar que Norman vive con desesperación su vejez y que su malestar le impulsa a constantes llamadas de atención (puntualmente respondidas por su esposa). Su “fingido” desvalimiento, su inapetencia; pasarse el rato hundido en un sillón murmurando, sin que apenas entendamos lo que dice, nos hacen sentir por él compasión. Todo lo podíamos achacar a la rebeldía y al miedo que le produce su vejez. Pero a medida que se desarrolla la obra se puede percibir que, en realidad, Norman siempre ha sido así. Un quejica, con mucho tiempo libre para mirarse el ombligo. 

Y llego a esta conclusión, de que Norman Thayer es el típico marido cenizo, por dos cosas. La primera de ellas, es que en cuanto aparece el hijastro adolescente de su hija, todo cambia y las ganas de vivir, de reír y de pescar vuelven a aparecer. Se alimenta de la energía y la juventud de otro. Así lo ha hecho durante toda su vida con Ethel, su mujer, interpretada por Lola Herrera. Destinada durante toda su vida (como muchas esposas) a contemplar las impertinencias del marido. Ethel es muy vitalista o simula serlo. Quiere morir sintiéndose viva, exagerando una felicidad que intenta transmitir a Norman, sin éxito. Sin embargo, cuando se queda sola en escena, apenas unos minutos, escuchamos su cansancio. Es un cansancio que no se atreve a confesar a su marido y mucho menos a su hija. Ella misma se obliga a representar una alegría que también la cansa.

La segunda razón por la que creo que Norman es un marido cenizo es porque su hija, Chelsea, también lo es. Otra quejica, que sigue enfurruñada con sus padres y con el mundo, como cuando era adolescente; que apenas se relaciona con su padre y que echa en cara a su madre que no le prestase la debida atención. Un poco cansina, igualita igualita que su padre. No sé cómo Ethel ha podido vivir tantos años sin ser consumida por esos dos vampiros.

Me parece un acierto, que en esta versión de Emilio Hernández, dirigida por Magüi Mira, se haya potenciado más el humor que la melancolía; porque sí que es una reflexión sobre las relaciones humanas y los reproches y las expectativas y las frustraciones, pero darle un registro más distendido no le resta nada de profundidad. 

Lo peor del teatro es el público que espera el silencio de los actores para ponerse a toser, en franca competición unos con otros y que es incapaz de desconectar el sonsonete de sus teléfonos móviles, independientemente de la cantidad de veces que se les repita que lo hagan. ¡Que les corten la cabeza, así no toserán más!







jueves, 24 de octubre de 2013

Cine: El rey de Canfranc de Blanco y Priede

El rey de Canfranc es un documental coproducido por varias entidades de Francia y España, cuenta la vida de Albert Le Lay, Jefe de aduanas de la Estación Internacional de Canfranc y miembro de la Resistencia francesa, durante la II Guerra Mundial. Un documental muy bien ambientado y que sabe mantener el suspense apoyándose en la música y en una fotografía de gran calidad. 

Canfranc es un municipio de Huesca, hundido en la parte más estrecha del Valle del rio Aragón, en la comarca de la Jacetania. Sin apenas recursos agrícolas, tradicionalmente sus habitantes se han dedicado al comercio y al transporte de mercancías y personas entre Aragón y el Bearn. Por esto y por ser un paso entre montañas relativamente fácil se decidió construir allí la Estación Internacional inaugurada en 1928. 

Pero la historia que cuenta el documental es posterior. Durante la II Guerra Mundial, Canfranc tuvo su importancia estratégica. Quedan todavía testigos del paso de cargamentos de lingotes de oro para pagar a los gobiernos de Portugal y España su ayuda, en alimentos y en wolframio, a la Alemania Nazi. Y al mismo tiempo que los nazis, también la resistencia francesa utilizaba la estación para pasar documentos hacia la embajada inglesa en Madrid y poder contactar con el gobierno francés en el exilio. 

De esto se encargaba el jefe de aduanas, Albert le Lay y también de facilitar el paso a los refugiados, principalmente judíos, que huían de la ocupación. El señor Le Lay había seleccionado para la misión a Lola y Pilar Pardo, dos jóvenes (casi adolescentes) de Canfranc. Eran las encargadas de llevar los documentos a Zaragoza. Lola es una anciana jovial que se ríe ahora de su misión secreta, pero durante todos los años de su vida (más de 80) no se ha atrevido a contársela a nadie. Ni siquiera a su marido, que fue guardia civil. Lola y Pilar, se preparaban para los viajes que hacían cada 15 días. Utilizaban como excusa que tenían que bajar al médico a Zaragoza, escondían los papeles “entre las fajas” debajo de la ropa y montaban en el tren, en el “canfranero”. Allá iban conscientes de la importancia de sus viajes e inconscientes del peligro que soportaban. Lola era más lanzada. A veces abría las cartas, pero estaban en inglés y no las entendía. En Zaragoza las entregaban a un cura y volvían a Canfranc hasta el próximo viaje.

De 1940 hasta 1943, Albert le Lay y su red de espías estuvieron utilizando la estación de Canfranc. Entonces fue descubierto por la Gestapo, pero hábilmente consiguió escapar hasta Argel. Durante todos esos años siempre hubo sospechas pero no le pudieron coger. Fue un hombre discreto. Al terminar la guerra, quisieron recompensarle los servicios prestados y el rechazó los cargos de importancia; sí que pidió volver a Canfranc a seguir con su trabajo en aduanas, hasta su jubilación. 

Aparecen en el documental testimonios de compañeros de trabajo (los menos, porque con la edad ya van desapareciendo), de vecinos que entonces eran niños y que jugaban cerca de la estación y veían por las ventanas los cargamentos de lingotes de oro, de su nieto Victor Fairén Le Lay. Debió ser un momento histórico fascinante, desde lejos, visto con el romanticismo de la lucha del bien contra el mal. 


La Estación Internacional sigue cerrada. Conserva un halo de misterio, lujo de otro tiempo y decadencia. El canfranero sigue funcionando, pero ya no llega hasta Francia. Trayecto Zaragoza-Canfranc, dos veces al día, ida y vuelta, casi 4 horas; tiempo infinito para disfrutar de paisaje de alta montaña. 

¡Por la reapertura completa de Canfranc!



Directores: José Antonio Blanco y Manuel Priede González 
Fotografía: Alberto Soria
Música: Víctor Polo 

jueves, 17 de octubre de 2013

Sociología: La España revolucionaria de Karl Marx

En 1854, durante el reinado de Isabel II, se había producido en España la “Vicalvarada”, un pronunciamiento militar que cerró el período moderado de 1844-1854 e inauguró el bienio progresista de 1854-1856. Dada la inestabilidad de la política española (de casi todo el siglo XIX), con constantes revoluciones y contrarrevoluciones, el New York Daily Tribune, encargó a Karl Marx (su corresponsal en Londres) una serie de artículos sobre España. 

Nueve de estos artículos, redactados entre el mes de julio de 1854 y junio de 1857, se publican con el nombre de La España Revolucionaria. Karl Marx es conocido por su aportación a la teoría política, pero y aunque de forma dispersa, también fue un perspicaz sociólogo. 

En este libro, Marx se dedica a analizar la historia de España desde 1807. Observa con curiosidad como se producen reiteradamente ciclos revolucionarios recurrentes, aunque no los considera revoluciones serias. Algo que no puede entender es porqué en un país tan conservador, con unas elites tan reaccionarias, unos pocos intentan siempre revoluciones tan modernas.

Cómo, de esa España negra y apolillada, monástica y retrógrada, podía salir un impulso de modernización. Yo tampoco puedo entenderlo. Parece que es una tendencia secular que se repite; ese impulso de modernización es inmediatamente cercenado. Parecemos sometidos a una inercia que podemos vencer momentáneamente para avanzar un poco, pero que tarde o temprano nos vuelve a llevar hacia atrás (y como ejemplo de ahora mismo me vale Gallardón o Wert). 

Marx se remonta hasta el reinado de Carlos I, cuando la antigua organización del poder en España se apoyaba en la nobleza y las ciudades, y en cómo, fomentando la rivalidad entre ellas, el rey consiguió debilitar ambas, hasta consolidar una monarquía absoluta que Marx considera más parecida a los despotismos asiáticos. 

Así afirma que, durante la Guerra de la Independencia, las instituciones, dominadas por nobleza y monarquía, estaban muertas y no tuvieron reparos en colocarse de parte de Napoleón a cambio de seguir manteniendo sus privilegios; por el contrario el pueblo, mísero pero rebosante de vida, estuvo dispuesto a resistir. 

En su análisis de las antiguas instituciones españolas, se detiene en el Consejo Real de Castilla, que había ido acumulando poder aprovechando la debilidad de los monarcas. En el siglo XVIII, cuando, en otros países, se consolidaba la tendencia a la división de poderes, en España el Consejo era tribunal supremo, legislador y superintendente administrativo de todos los reinos; enemigo de cualquier renovación y de cualquier distribución del poder y al que acusa, incluso, de haberse vendido a Napoleón. 

Pero Marx, se queda con esa aureola romántica del pueblo español, defendiendo a su patria contra el invasor extranjero, aunque de una forma caótica. El caso es que el pueblo español (y con la actual crisis lo estamos viendo) es miedoso. Siempre espera un milagro, una solución fácil, un pelotazo, que lo saque de su ensimismamiento, de su desgracia o de su pecado. Pone esperanzas exageradas en la bondad y la excelencia de sus dirigentes y cuando éstos le decepcionan, su desengaño pronto se transforma en odio furibundo… y vuelve a cobijarse en las faldas del amo. Para mí, esto se ha visto claramente en las últimas elecciones que el PP ganó por esa mayoría tan abrumadora. Nadie en su sano juicio consideraría responsable único de la crisis al gobierno anterior del PSOE; y nadie en su sano juicio consideraría que este gobierno absolutamente aplastante del PP nos sacaría de ella. Nadie, excepto el pueblo español, haciendo gala de esa mezcla de patanería e inocencia. 

Marx también hace referencia a la clausura en 1824 de la Universidad de Sevilla, por haber secundado una revolución, y a la apertura en su lugar de una escuela nacional de toreo. Si eso no se parece a lo que está pasando hoy y a la política educativa del nunca-bien-ponderado Ministro Wert…

Me ha resultado muy interesante que alguien, con la preparación intelectual de Marx, hiciera de forma objetiva, lo suficientemente alejada, un análisis de la historia política española de la primera mitad del siglo XIX. A tenerlo en cuenta para aprender. 

Mucha ironía también. Marx habla de esa tendencia tan española de “no hacer nada y además impedir que los demás hagan algo” o de aquella división en dos Españas: la de los constituyentes de la Isla de León en Cádiz, preparando la Constitución de 1812 y que para Marx son “las ideas sin acción” y el resto de España, combatiendo como podían a Napoleón y donde se instaló la “acción sin ideas”.

Karl Marx
La España revolucionaria
Edición de Jorge del Palacio
Alianza Editorial

viernes, 11 de octubre de 2013

Cine: Prisioneros de Denis Villeneuve

Esta vez llego a tiempo con mi opinión. Fui al preestreno de la película aprovechando que el Festival de cine de San Sebastián, le concedió el Premio Donosti 2013 a Hugh Jackman. 

Denis Villeneuve dirigió también Incendies, una adaptación de la obra de teatro de Wahdi Mouawad, que acaba de reestrenarse en el Matadero de Madrid. Otra exploración de la capacidad de violencia y tortura de la gente normal puesta en una situación excepcional, que fue nominada al Oscar en 2010. Acaba de rodar, también con Jake Gyllenhaal, Enemy

En un paisaje gris, frío, desapacible y húmedo, dos familias van a celebrar el día de acción de gracias. Este ambiente de tranquilidad y seguridad aparentes es el escenario de la desaparición de las dos hijas pequeñas. 

Es una película llena de símbolos religiosos y otros que pueden no parecerlo tanto: el laberinto, los sótanos. Comienza con una oración y con un padre dando una lección de vida a su hijo adolescente. En pocos minutos, el director hace una descripción detallada del protagonista: Keller Dover (Hugh Jackman), padre de familia, religioso y temeroso de Dios y sobre todo de los hombres, obsesionado con la seguridad y la protección de los suyos. 

El secuestro de su hija pequeña le hace comportarse como el más refinado de los psicópatas. Planifica toda una estrategia de tortura contra el joven discapacitado al que culpa, sin pruebas, del secuestro de su hija. El instinto le hace creer fervientemente que ese joven es el secuestrador y el instinto es lo que utiliza para desplegar toda la violencia posible contra él. Sin resultado.

Los sótanos y los laberintos. En un sótano un sacerdote borracho cree haber enterrado sus pecados, su falta de fe, un asesinato; y Keller Dover, cree, que todo lo que guarda en el sótano, servirá para proteger a su familia. Ninguna de las dos cosas es cierta. Al final, los secretos más ocultos se revelan y tampoco existe ninguna precaución que podamos tomar contra la arbitrariedad del mal. Además, cada personaje está prisionero en su laberinto de miedos y culpas. Son las pruebas que se deben pasar para conseguir la libertad aunque no todos son lo suficientemente listos, valientes, fuertes o inteligentes para poder salir. 

Como oponente del padre desesperado, está el inspector Loki (Jake Gyllenhaal, magnífico), el policía encargado de la investigación. Sus tatuajes y la rabia que sólo se permite expresar con el sacerdote borracho, son pistas de una infancia de abusos (en un orfanato o en un reformatorio) y de una adolescencia caminando por el lado salvaje de la vida. Un hombre metódico, templado y sereno, que terminó haciéndose policía para no llegar a ser un delincuente. Pero en medio de toda esa contención tan estudiada, un tic nervioso nos advierte de que su ira podría estallar en cualquier momento. 

El guion es muy potente, pero al mismo tiempo da la sensación de que ha sido “amañado” para que el espectador empatice con el personaje de Hugh Jackman y le disculpe todo su sadismo, amparándose en la desesperación por el secuestro de su hija. Es muy efectivo en la descripción de los personajes y de sus ambigüedades y marca magistralmente la suave línea que separa el bien del mal: el ángel amado y adorador de Dios y el ángel decepcionado por él y que le declara la guerra. 

La película empieza con una oración y termina con una llamada de socorro desde un sótano, como si las dos cosas fueran lo mismo. Al final estás sin aliento; la constante lluvia que acompaña a los personajes durante las más de dos horas de proyección, llega a empapar hasta la butaca del cine.




Director: Denis Villeneuve
Guión: Aaron Guzikowski
Música: Johann Johannsson
Fotografía: Roger Deakins
Intérpretes: Hugh Jackman, Jake Gyllenhaal, Paul Dano.

viernes, 4 de octubre de 2013

Novela: La neblina del ayer de Leonardo Padura

El autor.-
Leonardo Padura es un novelista cubano, conocido principalmente por la serie de novelas negras sobre Mario Conde, un antiguo policía reconvertido librero. Otras novelas suyas son: El hombre que amaba a los perros, La novela de mi vida y la última que ha publicado hasta ahora, Herejes. Ha escrito también reportajes en prensa y guiones de cine. Tiene la esperanza de que algún día se adapten las novelas de Mario Conde para el cine. Yo también. 

Desde 2011, tiene también la nacionalidad española pero sigue viviendo en Cuba. Ha recibido muchos premios y distinciones, entre ellas la Orden de las Artes y las Letras, otorgada por el Ministerio de Cultura francés. Por La neblina del ayer consiguió en 2006 el Premio Hammett por segunda vez. Éste no es el primer libro de la serie de Mario Conde, ni tampoco el último. Todos lo agradecemos.

Sinopsis.-
Mario Conde es un antiguo policía de La Habana que se dedica a la compra venta de libros viejos. Por casualidad encuentra una antigua y valiosa biblioteca perteneciente a una familia burguesa que tuvo que abandonar la isla con el triunfo de la revolución de 1959. Entre los libros encontrará algo más; un presentimiento, un bolero y a Violeta del Río. 

Mi opinión.- 
Mario Conde añora La Habana de antes de la revolución de una manera que yo no puedo entender, ¿cómo se puede añorar algo que no se ha vivido? Vive en un presente que ya le sobrepasa, que empieza a no sentir como suyo. Próximo a la cifra mágica de los 50 años distingue lo que nunca cambiará, las desilusiones, el tiempo que se escapa. Con melancolía y serenidad, es capaz de ver el mundo de otra manera.

A su generación le ha tocado luchar mucho por un mundo nuevo. Han sido muy conscientes, más que otras generaciones anteriores, de las renuncias que han tenido que asumir; y ahora, ese mundo prometido se le presenta con su verdadera cara, con las mismas corruptelas y miserias que había con el dictador Batista y con más hambre. Porque más que la pérdida de libertades, el abuso y la corrupción, la mayor crítica de Mario Conde al régimen político es el hambre. 

Conde es un hombre de presentimientos que le llegan en forma de punzadas muy cerca del corazón. Cuando era policía, se podía decir que tenía instinto u olfato de sabueso; ahora él habla de sus presentimientos. Pasa por casualidad por una calle, le llama la atención una casa señorial, decrépita; en la casa hay una biblioteca, en la biblioteca un libro, en el libro un recorte de prensa. Parece un enigma envuelto en otro enigma envuelto en otro enigma y él es el único interesado en desvelar el misterio de aquella biblioteca. 

Yoyi, su socio en el negocio de la compraventa de libros, es su complementario: tiene talento comercial, es práctico, apegado al suelo y vive su desencanto de la revolución sin ninguna melancolía. Es como el Sancho Panza que necesita cualquier Quijote. 

Mezcladas con la narración principal hay también unas cartas de mujer, escritas a su amante, que dan forma a la historia que ocurrió durante los años 50. Todo es nostalgia y reflexión, de manera que incluso la voz de Violeta del Río, cantante de boleros, rescatada de un viejo disco, toma cuerpo durante la investigación, como otro personaje más. Vete de mí, es el bolero que se mete bajo la piel de Mario Conde,  

Yo, que ya he luchado contra toda la maldad
tengo las manos tan desechas de apretar
que no te puedo sujetar
Vete de mí 

Seré en tu vida lo mejor, de la neblina del ayer
cuando me llegues a olvidar
como es mejor el verso aquel que no podemos recordar.

Hay una versión maravillosa de esta canción, del disco Lágrimas Negras, cantada por Diego el Cigala y al piano Bebo Valdés. Aquí está.



Leonardo Padura, en La neblina del ayer, hace envejecer a Mario Conde. Dice que es la novela de la madurez, de su madurez y también de la de Mario Conde. Espero poder empezar pronto con Herejes.

Leonardo Padura es Premio Princesa de Asturias de Las Letras 2015.


Leonardo Padura
La neblina del ayer
Ed. Tusquets

jueves, 26 de septiembre de 2013

Novela: Posesión de A.S. Byatt

Sinopsis.- 
A través de una carta hallada por casualidad, Roland y Maud, investigadores universitarios, empiezan a descubrir la relación amorosa entre Randolph Henry Ash y Christabel Lamotte, dos poetas victorianos. Reconstruirla con todos los vestigios que van encontrando influirá en sus vidas.

La Autora.-
Antonia Susan Byatt es profesora de literatura inglesa y norteamericana, Dama de la Orden del Imperio Británico, Caballero (sí, caballero) de la Orden de las Artes y las Letras de Francia y Premio Booker por esta novela. Ángeles e Insectos es otra de sus novelas que, como Posesión, también ha sido adaptada al cine. 

Mi opinión.-
Creo que ya he comentado en otra entrada, cuánto me gustan las novelas estructuralmente complejas, con saltos en el tiempo, diferentes puntos de vista y que requieren la implicación absoluta del lector o lectora, que de alguna manera te consideran un personaje más. Son novelas que establecen un juego muy particular entre autor y lector, una complicidad especial. En esta novela se alternan voces y estilos diferentes, dos romances separados por un siglo, intriga y novela de suspense, humor británico y también unos toques de crítica ácida (very british) sobre la actividad académica y los estudios literarios. 

Roland Mitchell arrastra una vida acomplejada, es licenciado en literatura inglesa y tiene un trabajo precario. Comparte su vida con Val, que también estudió literatura, pero trabaja como secretaria. Su relación potencia frustraciones, resentimientos y complejos mutuos, pero no son capaces de terminarla. Siguiendo una investigación para el profesor Blackladder, Roland encuentra los borradores de unas apasionadas cartas, sin destinatario, escritas por el poeta Randolph Henry Ash. Decide continuar su investigación sin comunicarlo a nadie y así conocerá a Maud Bailey.

Maud Bailey se ha especializado en la obra de Christabel Lamotte, poetisa de la misma época que Ash, minusvalorada en su tiempo y que ahora es un icono de feministas y lesbianas. Maud es hermosa y de cabello muy rubio, algo que oculta debajo de un turbante; de buena familia, muy comprometida con su trabajo y con dificultades de relación. 

Randolph y Christabel, los poetas, fueron amantes clandestinos; él estaba felizmente casado. Sumergirse en su vida, a través de las huellas que fueron dejando, sirve para que Roland y Maud reconstruyan la suya. En esa reconstrucción utilizarán los poemas y las cartas personales de Randolph y Christabel y para aquello que los amantes dejan en silencio, los investigadores encontrarán las voces de quienes les conocieron, y es que por muy reservados que seamos y aunque lo hagamos de manera inconsciente y mínimamente, siempre dejamos huella en los otros. Consultan también el anodino diario de Ellen Ash (la esposa del poeta) que parece decir más de lo que escribe; el diario atormentado de Blanche Glover, amiga o amante de Christabel; y también el diario de Sabine de Kercoz (prima de Christabel) que será decisivo para averiguar qué pasó con ella durante los meses que estuvo desaparecida y que además expresa las dudas e inquietudes del aprendizaje del oficio de escribir. 

Uniendo todas estas piezas, llega un momento en que el lector o lectora sabe más de la historia de los poetas que los investigadores mismos. Desde este punto de vista, obtenemos un trato preferencial por parte de la autora; así nos considera sus iguales. 

Además la novela también es una lectura sobre la minusvaloración de las mujeres. Val y la profesora Beatrice Nest, a finales del siglo XX, han visto frustradas sus carreras, como Christabel Lamotte fue ignorada en el siglo XIX. La inercia (masculina) en la manera de abordar lo que debe ser objeto de conocimiento, impide valorar las alternativas o nuevos enfoques que las mujeres pueden aportar; el dominio de los hombres sobre qué o quién debe ser objeto de conocimiento ha supuesto el desprestigio de la visión de las mujeres sobre lo humano. Por esta razón, nadie cree que el trabajo que Val escribe sobre el poeta Ash sea suyo; por esta razón, el profesor aconseja a Beatrice Nest que estudie los aspectos más domésticos de Ellen Ash; y por esta misma razón, Maud, debe ocultar su pelo, atractivo y referente sexual, para ser tomada en serio. 

Diferentes estilos para todas estas historias entretejidas. El misterio de los amantes y la investigación casi policial; la pasión de su aventura impregna la vida de Roland y Maud, cien años después; las dificultades y las rivalidades en el ámbito académico tienen forma de guerra de baja intensidad en la que los americanos (y su opulencia) derrotan siempre a los británicos (y sus bajos presupuestos). Y también hay sitio para el humor y las situaciones esperpénticas, como todos los personajes convergiendo al final de la novela en un cementerio inglés, en una noche de tormenta y con árboles amenazadores.

He leído en una entrevista como Byatt aborda los primeros trabajos sobre una novela. En esta, concretamente, los colores tuvieron siempre mucha fuerza. Cada personaje está asociado a un color que le define en su personalidad más profunda y compleja: Maud y Christabel y el color verde; Roland y el color blanco. Pero además la autora también "colorea" el proceso de creación de la novela: al principio, era una red grisácea de pensamientos, de fantasmas y poemas; después, la idea de la posesión empezó a tomar protagonismo y el color se convirtió en negro con pinceladas de carmesí; al incorporar el mundo de las hadas, los bosques encantados y la conquista de un ideal, se introdujeron en la novela los tonos verdes y dorados. Me parece que no hay manera mejor de explicar esta novela. Desde luego ha sido la lectura más intensa de todo el año 2013.



Posesión
A.S. Byatt
Traducción de María Luisa Balseiro
Ed. Anagrama

jueves, 19 de septiembre de 2013

Cine: Mud de Jeff Nichols

Jeff Nichols ha escrito y dirigido esta película melancólica y pausada que recuerda a las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Es una película de crecimiento, del paso de la adolescencia, de la orfandad. Sobre todo es una película sobre los hombres y la masculinidad y también el relato de un modo tradicional de vida que desaparece. 

El mundo que desaparece es el de las casas-barcaza dedicadas a la pesca tradicional en la orilla del Misisipi en Arkansas. Si el propietario de la casa-barcaza la abandona, el estado la derriba. Ellis vive en una de estas casas con sus padres; su madre quiere el divorcio y empezar una nueva vida en la ciudad; su padre, huye de cualquier tipo de cambio. Es el mundo que Ellis ha conocido hasta ahora y que tendrá que abandonar. 

Ellis y su amigo Neck son dos adolescentes que hacen un descubrimiento fascinante. Encuentran una barca encajada en lo alto de un árbol, en una isla del Misisipi. Es todo lo que necesitan, a sus 14 años, para distanciarse del mundo de los adultos; sin embargo, encontrar esta barca supone todo lo contrario. Conocen a Mud y se enfrentan a la vida por primera vez como adultos. 

Mud ha matado a un hombre y se refugia en esta isla. Es supersticioso: tiene unas botas de la suerte, un tatuaje de la suerte y una camisa también de la suerte. En la isla, espera reunirse con Juniper, su amor desde la infancia que, junto con Tom, algo parecido a un padre, han sido su única familia. Ambos dicen de Mud que es un mentiroso, vive de fantasías que son difíciles de mantener en el tiempo. Es simbólico, que el personaje se llame Mud, barro en inglés; un adán de barro que vive en una isla desierta.

Ellis y Neck, pasan del miedo a la fascinación por Mud. Confían en él y a partir de entonces se dedican a ayudarle para que se reencuentre con Juniper. Existen toda clase de tropiezos para que esto no sea así, pero Mud, el caballero de la armadura oxidada al rescate de la dama en apuros, se enfrentará a los malos que quieren impedir su reencuentro. No es una película misógina, pero sin ningún pudor, considera culpable de todas las desgracias de Mud a Juniper (sobre todo porque conocemos la historia desde el punto de vista de él). Y de alguna manera es cierto, porque en realidad todos los que seguimos siendo adolescentes consideramos responsables de nuestras desdichas a los otros. Y es justo que en esta película, que es una película de hombres, que habla de los sentimientos y miedos de los hombres, sea así. 

Los adolescentes, Ellis y Neck, sienten miedo la primera vez que se atreven a cruzar el río. Son un infinito de pequeñez (los humanos) frente a un infinito de grandeza (el río); Mud y Tom, adultos, ya no tienen miedo al río, al contrario es un horizonte sin límite abierto a  una nueva vida. 

Matthew McConaughey, interpreta a Mud. No es un actor al que yo haya seguido mucho, pero tengo que reconocer que en este papel está perfecto. Sam Shepard es Tom, Tye Sheridan interpreta a Ellis y Jacob Lofland es su amigo Neckbone. Reese Witherspoon es Juniper. La película se apoya también en una excelente fotografía y en la banda sonora de David Wingo, que hacen del río el protagonista principal. 



viernes, 13 de septiembre de 2013

Novela: Mal de piedras de Milena Agus

La autora.-
Milena Agus dijo en una entrevista que los escritores son personas con grandes problemas y que sólo a través de la escritura los pueden manejar. Es escritora y profesora de literatura italiana, vive en Cerdeña. Creo que se está rodando una película sobre este libro, no sé, será muy difícil plasmar toda esta poesía leve y cotidiana en imágenes. Con Mal de piedras ganó el Premio Elsa Morante que otorga la prensa cultural italiana. 

Mi opinión.-
Una mujer joven que está a punto de casarse cuenta la historia de su familia, deteniéndose especialmente en Abuela, su abuela paterna, con la que tenía una relación más personal. 

Ambientada en Cerdeña, desde la Segunda Guerra Mundial, entremezcla los destinos de la familia, con los acontecimientos más importantes del país, de una manera muy sutil. Es una evocación poética del pasado, pero no queda muy claro si es un pasado inventado o no: escrita como un relato oral, es bien sabido que cada vez que contamos una historia la reelaboramos. 

También se puede considerar una novela de crecimiento, puesto que la protagonista descubre, contando la historia de sus abuelas, la vida oculta de estas mujeres y que la visión que tenemos de los demás depende más de lo que nosotros pensemos de ellos que de lo que en realidad hacen. 

Abuela es una mujer hermosa y apasionada, que solo quiere vivir un amor. Ese deseo le hace escribir poemas a sus pretendientes. Poemas ardientes que su familia considera un deshonor y que asustan a los pretendientes. Vive un matrimonio de conveniencia que más tarde se convierte en una pasión erótica, pero no consigue saber lo que es el amor, la cosa principal, hasta que conoce al Veterano. Siempre dice que su vida está hecha de dos mitades, antes y después de la cura en el balneario donde conoció al Veterano. 

Abuela está enferma de “mal de piedras”, de amor (o de la falta de amor) y de exceso de imaginación, algo que su familia considera un pecado, una inmoralidad y motivo suficiente para hundirla a palizas. Encuentra su refugio en la escritura a escondidas y sobre todo en la invención de otra vida. Los personajes de la novela se dejan llevar por su incapacidad para expresar el amor o por no saberlo reconocer cuando llega. Abuela piensa que el amor son palpitaciones y vértigo y ruido y mareos y vahídos y locura y arrebato y … al final quizá sólo sea el humo de una pipa. 

La otra abuela de la protagonista, Lía, también ha tenido dos vidas. Embarazada y soltera tiene que huir de su casa e instalarse en la ciudad y hacerse pasar por viuda. Se hace severa, ordenada y rígida, pero a escondidas también escribe poemas. 

Resulta ser una novela muy triste, donde las vidas inventadas son más reales que las vidas efectivamente vividas; más apasionadas y más placenteras.

Tiene un estilo muy fluido, aparentemente sencillo, erótico-poético y muy emocional. Una oralidad que se presta a la confidencia. Todo es muy evocador y cuando, conocemos toda su vida y sentimos pena por Abuela, el final de la historia nos sacude por sorpresa.


Mal de Piedras
Milena Agus
Traducción de Celia Filipetto
Ed. De Bolsillo - Siruela 

jueves, 29 de agosto de 2013

Novela: El Asesino Ciego de Margaret Atwood

Sinopsis.-
Iris Chase pertenece a una familia que en otro tiempo fue poderosa. En Avilion, la mansión familiar, transcurrió su infancia y juventud y la de su hermana Laura, considerada una escritora de un cierto renombre y que murió trágicamente. Después de ser diagnosticada de una enfermedad coronaria y presintiendo que llega el final, decide compartir su historia y poner orden en los acontecimientos que marcaron su vida. 

La autora.-
Margaret Atwood es canadiense, escritora muy reconocida y también activista y militante de Amnistía Internacional. Ganó el premio Booker con esta novela y en el 2008 también fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras; además ha estado nominada al Premio Nobel. Considerada una escritora feminista, se ha dedicado en su obra, también, a detallar la identidad canadiense y sus relaciones con Estados Unidos y Europa.

Mi opinión.- 
El asesino ciego es de esas novelas que obliga al lector a “coescribirla” junto con la autora, porque insinúa mucho más de lo que cuenta. Margaret Atwood va esbozando situaciones, callando recuerdos y dejando pistas y piezas para que podamos montar el puzzle. Es una novela complicada, con mezcla de distintos tiempos y estilos narrativos. Me gustan estas novelas que te obligan a leer despacio; sientes que precipitarse puede hacerte perder detalles vitales para entender la historia. 

En la trama principal la anciana Iris Chase rememora la historia de su familia, ligada a la mansión Avilion, y especialmente las relaciones con su hermana Laura y su personal manera de ver las cosas y sentir la vida. Siempre evocando ese tiempo pasado, recordando, en un ajuste de cuentas con ella misma y aprovechando la nostalgia para describir su decadencia actual. Se añaden a esta trama principal, noticias publicadas en la prensa local, notas de sociedad sobre la familia de Iris Chase, que ayudan a situar en el tiempo la trama; son la versión edulcorada de lo que pasaba en la casa. 

Más que un tono nostálgico lo que predomina es el remordimiento, por las consecuencias que tienen nuestras elecciones. Elecciones que nos parecen apropiadas en un momento, pero que al cabo de un tiempo pasan factura y somos conscientes del precio pagado. También queda patente la sensación de lo poco que pueden hacer las mujeres para tomar el control sobre su vida y cómo, cuándo lo hacen, son excluidas del orden social: Iris acepta el matrimonio que su padre le prepara para salvar el negocio familiar; Iris acepta el sexo con su marido para darle un heredero; Iris se rebela y abandona a su marido pero pierde el derecho de ser madre; Iris quiere saber qué pasó con su hermana y encuentra una historia de abuso y violencia dentro de su propio hogar.

Entremezclada con esta trama y narrada en presente, asistimos a los encuentros clandestinos entre dos amantes. Esta historia novelada es considerada una obra maestra de Laura Chase (hermana de Iris), muerta en un confuso accidente y escritora que va ganando fama a lo largo de los años. El hombre y la mujer no tienen nombre. Se encuentran en distintos lugares, pensiones más o menos sórdidas, siempre con la angustia de ser descubiertos. No sabemos si esta aventura es ficción o recuerdo. Ella es de buena familia y él alguien que está siendo buscado por la policía, por algún suceso violento relacionado con la política o la lucha obrera. 

En estos encuentros, el hombre le cuenta a su amante la novela que está escribiendo, El asesino ciego. Es una novela de ciencia ficción y aventuras con un cierto estilo pero literatura pulp, para ganarse la vida hasta que pueda encontrar algo mejor. Según se va desarrollando la trama descubriremos que es una historia basada en la realidad y en Alex Thomas, joven activista político que mantuvo una relación triangular con las hermanas y terminó muriendo en la Guerra Civil Española.



El Asesino Ciego 
Margaret Atwood
Traducción: Dolors Udina
Ed. Zeta

jueves, 22 de agosto de 2013

Sociología: Redes de Indignación y Esperanza de Manuel Castells

El próximo curso empezaré 4º de Sociología y una de las varias cosas que me faltan en la carrera, es un estudio profundo de los sociólogos españoles actuales. Así que he decidido empezar a estudiarlos por mi cuenta y he elegido el último libro que ha publicado Manuel Castells.

Manuel Castells es catedrático de la Universidad del Sur de California, de la Universitat Oberta de Catalunya y del Instituto de Estudios Globales en París. También ha trabajado en Berkeley, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, Oxford, Cambridge y alguna universidad más. Activista contra la dictadura de Franco se exilió en Francia, donde estudió sociología. Durante los años 70 se especializó en Sociología Urbana, en concreto en el uso de los espacios públicos. Es también experto en tecnologías de la comunicación e información.

Redes de Indignación y Esperanza, es un análisis de la repercusión de las nuevas tecnologías de la información, especialmente de las redes sociales de internet, en los últimos movimientos sociales: desde las primaveras árabes de Túnez y Egipto, hasta la “revolución de las cacerolas” de Islandia, pasando por las Indignadas en España y el movimiento Occupy Wall Street de Estados Unidos. En estos cuatro casos, se repite más o menos el mismo patrón. Ante una situación de cinismo, incompetencia y connivencia entre políticos y poder financiero contra los ciudadanos, se produce un estallido de indignación. Es un impulso tan fuerte y tan profundo que consigue vencer el miedo y la resistencia de los ciudadanos a manifestarse. Se utilizan nuevas herramientas de comunicación y convocatoria, las redes sociales, más rápidas, baratas, accesibles, fidedignas y personalizadas como nunca se ha conocido en la historia. La primera reacción de los gobiernos, casi sistemáticamente es intentar controlarlas, suspender las conexiones informáticas y bloquearlas, principalmente Twitter y Facebook. Pero es imposible poner puertas al campo. 

Desde el primer momento, a través de esta nueva forma  de comunicación informática, se propone la “invasión” del espacio público. Las acampadas de ciudadanos son modelo de autogestión y debate democráticos. Miles de personas, en distintas agrupaciones, exigen una democracia más real y más profunda. A los desalojos violentamente efectuados por la policía se suceden oleadas más numerosas de ciudadanos exigiendo su derecho a ocupar el espacio público. 

Esta es la principal diferencia que encuentro entre los movimientos sociales de estos últimos 3 años y los anteriores. La capacidad de conexión y difusión de la información es multiplicada como no se hubiera podido imaginar; la recepción de la información en tiempo real, sin edición y sin agentes mediadores (prensa) sobrepasa todas las expectativas de los comunicadores. Pero otra cosa diferente es el resultado que estos movimientos sociales tengan en el futuro. 

Es un libro excelente. Muy documentado, con información de primera mano y muy divulgativo, accesible para el gran público. Aunque, creo que debería haber incluido también una introducción sobre qué es un movimiento social,  qué debe pretender y cómo conseguirlo. 

En general, se puede decir que un movimiento social es aquel que busca activamente influir en el cambio de la sociedad, considerado en un sentido amplio. Así puede tratarse de un cambio cultural, de una intervención política o de aquellos otros movimientos dirigidos a revalorizar una identidad que haya podido estar discriminada, como el movimiento feminista u homosexual. 

Todos los movimientos sociales que estudia el profesor Castells en este libro, son de los encaminados a la consecución de objetivos políticos. Después de año y medio, casi dos años, podemos decir que no todos han tenido la misma suerte. 

En el caso de Islandia, la movilización de los ciudadanos sí que ha tenido repercusiones positivas: se ha superado (o casi) la crisis y no gracias a las políticas de drástica austeridad que nos han impuesto a los demás; se ha pactado una nueva constitución, con la participación de los ciudadanos en su redacción, a través de internet, y se está en camino de restaurar la confianza de la población en los políticos, algo que parece impensable en otras democracias de Europa (como por ejemplo la española).

No ha sucedido lo mismo, sin embargo, en los países árabes. Ahora Túnez ha desaparecido de la actualidad mediática pero su proceso de democratización está siendo muy difícil. En 2011 se convocaron elecciones para la redacción de una nueva constitución que en este momento está paralizada. En 2013 se suceden los asesinatos de opositores, ataques de milicianos islamistas y contraataques del ejército que configuran un nuevo (repetido) escenario de violencia. 

Egipto es ahora el foco de atención de la prensa occidental y oriental. Sufre un proceso muy similar al tunecino. En 2011, las protestas de movimientos sociales en la plaza Tahrir, aparentemente, condujeron al derrocamiento de Mubarak; en 2012 se convocaron elecciones que limpiamente ganó el partido de Morsi, islamista y que fue derrocado, en 2013, por algo que Occidente se ha negado a llamar “golpe de estado”, pero que sí lo era. Ahora, todavía no se sabe cómo va a terminar esta situación. 

La plaza Tahrir, símbolo de convivencia y de esperanza, de hacer las cosas de manera más democrática y renovada, se ha convertido en un escenario de horror para las mujeres que quieren manifestarse. Estas mujeres, separadas de sus grupos, son rodeadas y atacadas en manada por hombres de forma perfectamente planificada. Son víctimas de violaciones y acoso sexual y también del reproche social aunque hayan sido víctimas de un delito. Estos actos han sido denunciados por Human Rights Watch y tienen como objetivo hacer desistir a las mujeres de su derecho a ocupar el espacio público. 

En Egipto existe una fractura social absoluta y un clima de violencia brutal ahora contra los islamistas. No tengo ningún interés en defender una causa islamista. Me parece a todas luces un retroceso social, especialmente para la causa de la igualdad de las mujeres, pero hay que reconocer que ganaron unas elecciones en una contienda absolutamente democrática. Se le reprocha, hipócritamente, a Morsi que no ha cumplido con su programa electoral y que ha aprovechado su poder para imponer su ideología y desatender las demandas de la mayoría de la ciudadanía. Si fuera por eso, no sé dónde debería estar el actual gobierno de España del Partido Popular y sus ministros Ana Mato y Ruiz-Gallardón, imponiendo a las mujeres la ideología opusiana más recalcitrante. 

Antes de condenar al islamismo, deberíamos preguntarnos, por qué el esfuerzo que unos movimientos laicos realizaron, enfrentándose a las fuerzas represivas de sus respectivos gobiernos dictatoriales en Túnez y Egipto, terminó beneficiando a los partidos islamistas que no habían participado tan activamente. Ha habido algo que los observadores, ni occidentales ni orientales, no han sabido ver y mucho menos prever. Creo que la clave está en reconocer que se minusvalora constantemente el apoyo que los islamistas tienen en las clases más desfavorecidas. 

Desde su fundación en 1928 hasta hoy, los Hermanos Musulmanes han sufrido una profunda transformación. Desde sus postulados más conservadores, fundamentalistas, fanáticos y viscerales, de implantación de la sharia (ley islámica) hasta manifestarse como un movimiento de amplia base social, dispuesto a participar en el juego democrático. Es relativamente sencillo entender cómo consiguieron este apoyo social. Durante casi 100 años han llegado a las clases sociales más olvidadas y desahuciadas por todos los gobiernos egipcios (independientemente de su color político) y les han ofrecido lo que necesitaban, trabajo, sanidad, educación para sus hijos y la reconstrucción de su identidad islámica; lo que son servicios sociales básicos. Desde luego esta prestación de servicios no ha sido gratuita, porque ahora la población la devuelve en forma de apoyo electoral.

Desde mi punto de vista, no debemos exigir a los movimientos sociales que cambien el mundo, al menos no en las próximas generaciones. No creo que sea su tarea. No debe generarse una expectativa de grandes cambios. Se trata de convencer a la población para que persiga cambios más personales, más individuales y que tengan que ver con la formación de una identidad social democrática más profunda. La conciencia de ser ciudadano, debe estar antes que otras dimensiones más políticas: ser de izquierdas o de derechas, ecologista o feminista, gay, catalán, quebequés, católico, mormón, etc. La primera dimensión humana y la más fundamental, que dé apoyo al resto, debe ser más social. 

Es posible que el público en general espere de los movimientos sociales cambios más rápidos y más espectaculares y me da miedo que la frustración por no obtenerlos conduzca al abandono de las protestas o a situaciones donde el populismo más burdo (fascismo o islamismo) triunfe. 

Más de 500 muertos en los disturbios de Egipto de mediados de Agosto, pueden hacer pensar que las redes de solidaridad e indignación de las primaveras árabes eran un espejismo. Con Egipto camino de la guerra civil y mostrando la desesperanza de que políticos moderados como Al Baradei hayan dimitido, nos enteramos de que Occidente no ha dejado de suministrarle armas a pesar de su conflictiva situación política. Nuevas oleadas de violencia entre islamistas, policía y ejército con imposición de estado de emergencia y toques de queda, que no sabemos cómo terminarán.

Creo que imprudentemente se adjudicó a los movimientos sociales un triunfo que no fue suyo. No derrocaron a Mubarak, el ejército egipcio lo hizo cuando le interesó (no hay que olvidar que Mubarak era uno de los suyos). Por eso, tampoco ahora el fracaso puede achacarse a estos mismos movimientos sociales. 

Aunque me reviente decirlo, los islamistas tienen derecho a ocupar la plaza Tahrir. Y si no queremos que estén allí porque no nos parecen suficientemente demócratas lo que tenemos que hacer es ser mejores que ellos, más justos, más demócratas y más ecuánimes, más preocupados por la justicia social y la igualdad de oportunidades. 

Redes de Indignación y Esperanza
Manuel Castells
Alianza Editorial