viernes, 29 de septiembre de 2017

Cine: La seducción de Sophia Coppola (2017)

La primera crítica que leí hace unas semanas sobre La seducción tenía por título, el matriarcado se defiende castrando. Sin embargo, el contenido de la crítica poco tenía que ver con su título y mucho menos con el tono general de la película. 

No se puede llamar matriarcado a esta reunión de dos mujeres adultas y varias niñas que se han quedado atrapadas allí donde los hombres han querido ponerlas. Estamos en 1864, en Estados Unidos se está produciendo la Guerra de Secesión y estas mujeres tienen y han tenido muy poca capacidad de decisión en sus vidas.

Viven aisladas, intentando dominar su miedo a la muerte, en un internado para señoritas en el que escasea la comida y donde las escasas visitas de los soldados, de un bando y de otro, suponen un peligro real para su vida.


En esa situación extrema su deber como cristianas les obliga a dar cobijo a un soldado enemigo gravemente herido interpretado por Colin Farrell. La irrupción del extraño altera su cotidianeidad pero de ninguna manera genera una guerra abierta entre ellas por el macho. Ni siquiera morbo. Esta es la principal diferencia con la versión dirigida por Don Siegel en los años 1970 e interpretada por Clint Eastwood y Geraldine Page.


Los tres personajes femeninos principales son arquetipos de mujer enfrentados a su deseo por un hombre, pero esta circunstancia no es aprovechada por la directora para crear una atmósfera morbosa y equívoca, sino para observar con detenimiento y cierta neutralidad el comportamiento humano, en este caso, el comportamiento de unas mujeres alterado por la presencia de un extraño que, al final, será víctima de su propia concepción de la masculinidad.


Nicole Kidman es Miss Martha, la directora del colegio y por tanto, la única que tiene un cierto poder limitado a ese espacio cerrado. Una mujer muy atractiva pero definitivamente descartada por los hombres para el galanteo por su edad y que se impone como principal obligación proteger a sus alumnas y a la única profesora que queda en el internado. A pesar de que los hombres ya hace tiempo que no la cortejan, ella todavía es capaz de sentir deseo, aunque esto no le lleve a perder la cabeza.


Kirsten Dunst es Edwina, la profesora de francés. Representa a una mujer joven y delicada a punto de convertirse en solterona. Quizá por su carácter tímido y retraído o por la irrupción de la guerra y la pobreza en su vida. Todavía es romántica y soñadora y, por ello, comete el error de pensar que el hombre herido que, en realidad, es su enemigo y se muestra claramente como un manipulador, sería su salvación.


Elle Fanning es Alicia, la adolescente, un poco perversa y mucho más inocente. Es muy curiosa y está despertando a la vida y al deseo. Es arrogante como todas las adolescentes y cree que puede dominar al hombre herido, cuando en realidad, será la mujer más fácilmente manipulable.


Colin Farrell es el cabo McBurney y lo que más me llamó la atención desde el principio es lo cómodo que se siente entre tantas mujeres "enemigas". Supone, erróneamente, que es el amo de la situación, el gallo en el gallinero, el rey sol. Despliega sus encantos frente a todas las mujeres a su alcance y espera recoger los frutos de su seducción.


Se ha querido ver que el desenlace de este conflicto se produce por el resentimiento y la venganza de estas tres mujeres desalmadas, pero a mí no me parece así. Yo no creo que en ningún momento actúen por venganza por no obtener la atención y los favores de ese hombre. Está muy presente, durante toda la película, el deber de caridad cristiana frente al enemigo, aunque deba tomarse una solución drástica para salvaguardar la paz en el internado. Solución, totalmente innecesaria, si el hombre hubiese reaccionado con cierta madurez y resignación ante su nueva situación. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones ese enemigo se convierte en una clara amenaza imposible de controlar y, por instinto de supervivencia, hay que neutralizarle. Tampoco, hay que olvidar que estas mujeres pertenecen al bando que perderá la guerra.


A mí me ha sorprendido mucho esta película. Porque, aunque esperaba que la versión de esta directora fuese muy diferente respecto a la película de 1971, no me imaginaba una lectura tan serena de una situación tan amenazante y conflictiva. Las interpretaciones y la puesta en escena son excelentes y la fotografía impecable suaviza un espacio que debiera parecer agobiante y opresivo. Muy recomendable. 


Dirección y guion: Sofía Coppola sobre novela de Thomas Cullinam
Música: Phoenix
Fotografía: Philippe Le Sourd
Intérpretes: Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Elle Fanning, Colin Farrell

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Catedral de Chartres. Agosto 2017

Chartres está situada a unos 90 kilómetros de París y es conocida, fundamentalmente, por su excepcional catedral gótica. Todas las catedrales en Francia están dedicadas a una advocación de la Virgen y esto, posiblemente, se relacione con el ideal del amor caballeresco a la dama perfecta. En este caso, es Nuestra Señora de la Asunción. En este viaje la visitamos dos veces, de día y de noche.


La catedral ha estado durante muchos años en restauración y todavía no ha terminado. Es patente la diferencia entre las partes restauradas y las que están pendientes. También ha sido muy polémica la restauración de la Virgen del Pilar (sí hay una Vierge du Pilier en Chartres). Se la consideraba una virgen negra y en realidad sólo estaba sucia. Al limpiarla ha quedado así y la gente no está muy conforme. Cosas que pasan. 



Según una vieja tradición, creo que celta, en Chartres ya se veneraba en la antigüedad a una virgen gestante y, posteriormente, también ciertas reliquias relacionadas con la cristiandad, concretamente la túnica de la virgen traída por Carlomagno desde Bizancio. En 1134, se inició la construcción de la fachada occidental, con la portada real y las dos torres actuales, para sustituir a la que había quedado destruida por un incendio. El pueblo participó voluntariamente, aportando su trabajo, materiales o dinero cuando era posible. Un segundo incendio destruyó definitivamente la iglesia románica, manteniéndose la fachada nueva, iniciándose la construcción de la actual catedral desde finales del siglo XII hasta 1220.




Esta Portada Real es espectacular y termina coronada por uno de los rosetones. Las esculturas pertenecen a la transición del románico al gótico. En el tímpano central se representa la Gloria eterna de Cristo y en sus arquivoltas se incluyen los signos del zodíaco. Las columnas se han sustituido por estatuas que alternan personajes del antiguo y del nuevo testamento: los reyes David y Salomón o la reina de Saba; por encima de ellos capiteles corridos narran la vida de Cristo. En la derecha está el portal de la Anunciación y en la izquierda la Ascensión de Cristo.


El portal Norte, realizado probablemente entre 1210 y 1225 también está dividido en tres vanos. Lo que más me llamó la atención en esta fachada fue la escultura de Abraham e Isaac. Dos personajes que están mirando hacia afuera de la iglesia como si rechazaran a Dios. En realidad es el momento del sacrificio, cuando Dios ordena a Abraham detenerse y sustituir a su hijo por un cordero. Será la prefiguración del posterior sacrificio de Cristo.




La torre sur, mucho más sencilla y de base románica, fue la primera en terminarse en el siglo XII; está constituida por octógonos regularmente inscritos y vista desde arriba tendría forma de rosa, como en el dibujo. Las obras de la torre norte, gótico flamígero, quedaron interrumpidas y no se terminó hasta el siglo XVI.


Si algo caracteriza a las catedrales góticas es intentar evitar toda sensación de pesadez y que la ligereza y luminosidad de la arquitectura contribuyan a exaltar la espiritualidad del creyente. Por esto el peso de la construcción debe distribuirse dentro de la catedral a través de las columnas, arcos y nervaduras y en el exterior, fundamentalmente, a través de contrafuertes y arbotantes.


La luz en la catedral está tamizada por las inmensas vidrieras y rosetones que, en estas catedrales góticas, sustituyen a las pinturas románicas de los muros. Todo ello genera una especie de encaje de piedra, donde la geometría tiene también un simbolismo especial. Buckhardt considera que estos vanos, no sólo debían de dar luz, sino que constituían “gemas resplandecientes”, imágenes transparentes traspasadas por la luz divina, simbolizando el logos que facilita la revelación de Dios al hombre.


En Chartres hay tres de estos rosetones, considerados por algunos como mandalas o ruedas cósmicas que giran constantemente, giran en el presente y en la eternidad. El de la Portada Real está dedicado al Juicio Final con Cristo en el centro juzgando a los resucitados, precipitándolos al infierno o enviándolos al paraíso. Se construyeron a partir de 1145.


El rosetón del apocalipsis está en la fachada sur. En el centro Cristo en su Gloria rodeado de ángeles y por los símbolos de los evangelistas; los veinticuatro ancianos del apocalipsis constituyen el segundo círculo; bajo el rosetón cinco vidrieras ovales, muestran la fusión entre el antiguo y el nuevo testamentos de forma muy original. Los evangelistas van a hombros de los antiguos profetas.  


En la fachada norte se encuentra el más reciente de los tres rosetones dedicado a la Glorificación de la Virgen. Ella está rodeada de palomas que simbolizan al Espíritu Santo y también de los reyes de Israel y de los profetas menores. Se alternan formas circulares, semicirculares, en forma de pétalo y cuadradas. En el centro de las vidrieras  inferiores Santa Ana y la Virgen niña, rodeadas de los reyes del Antiguo Testamento, antecesores de Cristo. A diferencia del rosetón sur, predomina el color azul. Otra particularidad de este conjunto es que en los rincones inferiores del rosetón figuran las armas de los reyes de Francia y de Castilla, ya que la vidriera fue un encargo de la reina regente Blanca de Castilla en 1230.


Por toda la catedral se distribuyen 164 vanos, que hacen un total de 2.600 m2 de vidrieras. Y parece ser que esta espectacularidad surgió de la rivalidad entre el obispo de Chartres y el Abad Suger. Están dedicadas a las vidas de distintos santos y también de los apóstoles y de María Magdalena; el árbol de Jesé con la genealogía de Cristo, su vida y su pasión también. Todas excepcionales pero una de ellas, me ha resultado sorprendente. Es sobre la vida de Noé y el diluvio. Es la primera del lado norte y por ello narra un episodio del primer libro de la Biblia, el Génesis. En el centro se ve claramente el arca de Noé y también las parejas de animales que se disponen a entrar en ella. La construcción del arca por Noé y sus hijos, el diluvio y los cadáveres flotando son escenas perfectamente reconocibles. Incluso Dios se apoya, tranquilamente, en el arcoíris una vez que todo ha pasado.


Imposible dar más detalles pero en esta página web se encuentra mucha más información sobre la catedral, Vidrieras en la Catedral de Chartres.


Habíamos visitado ya Chartres para asistir al espectáculo nocturno Chartres en Lumières. Muy interesante aunque mis fotos salieran bastante regulares por eso las he sacado de la página web. Es una fiesta de luz y animaciones organizadas por toda la ciudad, pero especialmente en la fachada de la catedral. Se ilumina y dibuja tal y como debió de ser en su origen. Llena de colorido que a nosotros, por lo menos a mí, nos chirría un poco. Además en otros edificios se proyectaban imágenes relacionadas con el mundo del cine, concretamente con los pioneros como Meliés.




lunes, 25 de septiembre de 2017

Iglesia de San Miguel de los Navarros, Zaragoza.

La Iglesia Parroquial de San Miguel de los Navarros fue construida en el siglo XIV en estilo mudéjar sobre el solar de una pequeña ermita románica situada, entonces, extramuros de la ciudad de Zaragoza que databa de 1260. Los navarros habían participado en la reconquista de la ciudad por parte de Alfonso I el Batallador y fueron recompensados con su barrio propio cerca de la muralla medieval, entre los muros de rejola y de piedra. De la muralla de rejola quedan en pie algunos torreones y lienzos en algunas calles; la Puerta del Carmen, única en pie en Zaragoza, es muy posterior de 1794, pero está más o menos situada donde estuvo la Puerta de Baltaxio del siglo XIII. 

Vista exterior del ábside y la torre
De este origen mudéjar queda todavía, en el interior la decoración con yeserías y el frontal del altar del que hablaré luego; también la decoración exterior del ábside con celosía y cruces navarras y la torre, aunque toda la iglesia sufrió una profunda reforma interior y ampliación entre 1666 y 1669. En esta ampliación se construyó sólo una nueva nave en el lado sur porque en el otro lateral todavía estaba el cementerio de la parroquia. También se colocó entonces un nuevo coro y sobre él el órgano, con trompetas de batalla, construido por José de Sesma.

El órgano y el coro
En 1604 se construyó también el trasagrario, una pequeña capilla situada detrás del retablo mayor, donde de forma poco armoniosa, se “almacenan” relicarios y reliquias de santos, alguna talla y pinturas murales de Felices de Cáceres sobre un zócalo de azulejo. Unas puertas centrales permiten ver la trasera de madera del retablo mayor.

Escenas del retablo mayor


En el siglo XVIII se construyó en la nueva nave lateral la capilla de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, restaurada en 2004, donde hoy se pueden contemplar dos pinturas de José Luzán, maestro de Goya y los Bayeu, que representan la Reconquista de Zaragoza por Alfonso I con ayuda del arcángel San Miguel y con la aparición de la Virgen también. En esta capilla se conserva el único carillón de estudio que hay en España.

Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja
En la fachada, encima de la portada principal barroca, protegida por una gran venera, hay una escultura de San Miguel de Antonio Palao, como se le presenta habitualmente, derrotando a Lucifer, pero éste resulta un tanto extraño. Y es que un rayo “vengador” cayó sobre la cabeza de la escultura de Lucifer y la dañó gravemente. Así que tuvo que ser sustituida y el artista, Félix Oroz, decidió dejar para la posteridad un retrato (como diablo) de su amigo Jerónimo Borau, entonces rector de la universidad. No debía de ser muy simpático para los estudiantes.

San Miguel y Jerónimo Borau
La torre es de planta cuadrada y tiene tres tramos. Comenzó a edificarse en 1396, acabándose en 1583. Decorada con arcos mixtilíneos y vanos geminados, no es tan esbelta como otras torres mudéjares de Aragón, pero tiene su encanto. Su chapitel es todavía más tardío. Diseñado por Ricardo Magdalena en 1898, es de estilo modernista, de hierro forjado con decoración floral y alberga la célebre Campana de los perdidos.

La torre mudéjar
Hay que trasladarse a 1500, cuando la iglesia estaba en el límite de la ciudad, donde empezaban los huertos que la abastecían, pero también la abundante maleza que flanqueaba al río Huerva. Hombres y mujeres salían de la ciudad a trabajar en los huertos o recoger leña durante todo el día. Y a la vuelta, podían encontrarse al anochecer con densas nieblas, heladas y lluvia; un frío de muerte en el que muchos de ellos se perdían. Se decidió colocar una linterna que actuase como faro para guiar a los perdidos, pero no tuvo mucho éxito. Así que se decidió tocar la campana cada media hora, desde el atardecer hasta medianoche. 33 toques, por la edad de Cristo. Actualmente sólo toca una vez, a las 21.00 horas en Otoño e Invierno y a las 22.00 en Primavera y Verano. Pero siguen siendo 33 toques.

Chapitel y Campana de los perdidos


Sin duda las dos piezas más impactantes del interior de esta iglesia son el altar mayor y el frontal del mismo altar. El frontal es una pieza de madera de pino de estilo mudéjar en cuyo centro se encuentra una pintura gótica al temple (1400) representando a San Miguel, vestido como un soldado de Juan II de Aragón. Se atribuye al pintor catalán Luis Borrasá. Los laterales presentan labor de lacería dorada y policromada, con flores encajadas en octógonos y rodeadas de estrellas de ocho puntas

Frontal gótico-mudéjar


El retablo del altar mayor es obra de Damián Forment y lógicamente representa escenas según la leyenda dorada de San Miguel, destacando la escultura central de San Miguel vestido como soldado romano. El retablo está tallado en madera de pino dorada posteriormente y no en alabastro como otros del mismo autor, por ejemplo el del Pilar. Se encargó en 1519 y sería interesante conocer porqué una “pobre” parroquia de barrio pudo encargar al mismo escultor que trabajaba para la basílica del Pilar. La respuesta es que el retablo fue sufragado por el mismísimo papa León X, amigo de Alonso de Aragón, hijo ilegítimo de Fernando el Católico y arzobispo de Zaragoza. Es una muestra del primer Renacimiento, con jarrones, angelotes y otra ornamentación típica, manteniendo todavía características góticas. La escultura central es obra exclusiva de Forment y destaca por la expresión serena de su rostro enmarcado en una rizada cabellera rubia.

Retablo mayor y San Miguel Arcángel


Aquí más información y buenas fotos: Aragón Mudéjar y gozARTE.


El trazado de la muralla medieval de Zaragoza y sus puertas. En el número 5 está la Iglesia de San Miguel de los Navarros. 

viernes, 22 de septiembre de 2017

Cine: La niebla y la doncella de Andrés Koppel (2017)

En alguna crítica he leído que la trama de esta película resulta demasiado enrevesada. Yo creo que sí. Al menos con esa sensación me fui del cine y también con la sensación de que, a pesar de que apenas dura 100 minutos, aún se podía haber recortado un poco más. 

El paisaje de La Gomera es un personaje más pero, de alguna manera, también su relación con la película es fallida. Una isla, con carreteras sinuosas y una densa niebla. ¿Es el reflejo de la sociedad que se pretende retratar? Es posible, pero es un recurso demasiado manido que pierde fuerza cuando el elemento perturbador, el detonante de la tragedia, nada tiene que ver con ese entorno cerrado y asfixiante. Porque, al contrario de lo que se nos induce a pensar, el problema es simplemente un problema “importado” que generaría el mismo conflicto en cualquier otro lugar.


Lo mejor de la película han sido las interpretaciones de los actores, especialmente de las actrices, aunque también es una lástima que Aura Garrido haya estado tan desaprovechada. Interpreta a la cabo Chamorro, compañera del sargento Bevilacqua en todas las novelas de la serie, pero en la película su intervención casi es completamente prescindible. Una verdadera lástima. Verónica Echegui es la cabo Anglada, una mujer fuerte pero que parece estar siempre al borde del abismo. Además, el intento de establecer un triángulo erótico-festivo o erótico-dramático con Bevilacqua y Chamorro mueve a risa.


En cuanto a la interpretación de Quim Gutiérrez del sargento Bevilacqua nada que objetar. Sin embargo, parece que su investigación avanza a golpe de corazonadas o de alguna suerte de capacidad adivinatoria que a los espectadores se nos escapa, porque en el guion no se ha dejado espacio para mostrar sus procesos mentales y porque su inseparable Chamorro poco aporta a la investigación, a pesar de estar ambos destinados en la UCO, que se supone que es la crème de la crème en persecución de delincuentes.


La película se ha rodado con la colaboración de la Guardia Civil. Parece que asistimos a varios intentos de dar a conocer al público las instituciones que pagamos con nuestros impuestos. En la fallida serie de TV, Olmos y Robles, ocurría algo parecido. En ambas, además, se trataba también de mostrar al espectador las diferentes maneras de actuar de la UCO, la Unidad Central Operativa, encargada de investigar los delitos más graves y que cuenta con los agentes mejor formados y más especializados, y los guardias civiles más tradicionales, destinados en el ámbito rural o de pequeñas ciudades. Pues, en la película, aparte de unas referencias de mero trámite, tampoco se ven estos diferentes estilos de investigación que podríamos atribuir a unos y otros.


A pesar de todo yo recomiendo la película porque soy fan absoluta del cine español y es entretenida precisamente por lo enrevesada que es.  Además pienso que cuánto más cine español veamos y más taquilla haga, mejores películas saldrán. Eso sí, no creo que la pareja Gutiérrez-Garrido se consolide en una nueva adaptación de Bevilacqua y Chamorro.


Dirección y Guion: Andrés M. Koppel (Novela de Lorenzo Silva)
Fotografía: Álvaro Gutiérrez
Intérpretes: Quim Gutiérrez, Verónica Echegui, Aura Garrido, Roberto Álamo. 

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Cuento: Las dos orillas de Alejandro Palomas, ilustrado por Fernando Vicente (2016)

El autor.-
Alejandro Palomas
Alejandro Palomas estudió filología inglesa en la Universidad de Barcelona y Máster en Poética por el New College de California. Ha trabajado también como traductor y colaborador en medios de comunicación. En 2016 fue Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Otras obras suyas: Una madre, Un hijo, Un perro. 

El ilustrador.-
Fernando Vicente es un pintor e ilustrador de formación autodidacta. Empezó a trabajar durante la Movida madrileña en la revista La luna de Madrid. Sigue trabajando en prensa diaria y revistas, también ha diseñado portadas de discos y libros. Ha realizado varias exposiciones y editado clásicos ilustrados, especialmente Cumbres borrascosas, Drácula o Peter Pan.

Fernando Vicente

Mi opinión.-
Aunque últimamente se habla bastante de Alejandro Palomas este es el primer libro que leo de este autor y tengo que confesar que lo compré porque está ilustrado por Fernando Vicente. No es que sus novelas no me interesen, especialmente El perro, que tengo ya comprada y en lista de espera, pero también me da un poco de miedo que sea una literatura demasiado sensiblera.


Tengo cierta prevención que, desde luego, me propongo superar y que, en cierta medida, es consecuencia de mi adoración por los perros. Hace ya muchos años que no tengo ninguno (la muerte del último fue devastadora) porque no podría dedicarles el tiempo que merecen ni mi casa está acondicionada para que puedan vivir con una mínima dignidad, pero sigo echándoles de menos.


De eso trata este libro que se inspira directamente de la novela Un perro. De la pérdida, de la despedida y del duelo. Pero también les da a los perros el rango que merecen como miembros de pleno derecho de la familia que se compromete a cuidarlos.


Fer ha perdido a su perro Max, un gran danés imponente y no se hace a la idea aunque desde hace unos meses Rulfo, un Golden retriever es su nuevo compañero. El día de su cumpleaños Fer entenderá que tiene que despedirse de Max para que los dos puedan recordarse mutuamente y al mismo tiempo seguir su camino. Desde su desaparición, Max está en la Orilla de los Ausentes porque cuando los perros mueren se convierten en ausencia y aunque  él desea pasar a la Orilla del Consuelo, no puede hacerlo hasta que Fer acepte su muerte y se despida de él. Como Fer no puede hacerlo solo será Rulfo quien le ayude.


Es un cuento sencillo, muy emocional pero que no provoca la lágrima fácil y las ilustraciones de Fernando Vicente lo completan de una manera muy elegante.