jueves, 29 de diciembre de 2016

Cine: El negociador de Borja Cobeaga (2015)

Durante los años 2005 y 2006, Jesús Eguiguren por el Partido Socialista y Josu Ternera por ETA, mantuvieron una serie de conversaciones para iniciar el desmantelamiento de ETA. Esta película no es, por supuesto, un fiel reflejo de aquellas conversaciones pero sí que ha servido de inspiración para demostrar que cualquier negociación política, por muy seria que sea, acaba viéndose influenciada por esa red de relaciones personales, tejida entre personajes bastante parecidos. 

El director ha sido valiente al plantear su película como una comedia, ahora, cuando la sociedad vasca todavía tiene que curar muchas heridas y debe abordar un profundo proceso de arrepentimiento y de perdón, a nivel individual, colectivo y social. Debe ser síntoma de que las cosas, en verdad están cambiando y de que ya no hay vuelta atrás. Ojalá sea así. El humor, en esta película, que es al mismo tiempo, inteligente y respetuoso, absurdo y delirante, supongo que ayudará a suavizar aristas. 


No es una comedia de carcajada escandalosa pero sí de un humor negro, tan negro, tan negro, que resulta brillante. Y además doloroso. A veces recuerda a las películas de cine mudo, con unos primeros planos estáticos que mueven a risa, pero una risa contenida, no sea que se vaya a alterar el precario equilibrio de la negociación.


La comicidad está en los pequeños detalles domésticos de las conversaciones. En el esfuerzo por intentar crear una atmósfera cómoda y para ello tener que salir a hacer deporte con un traje de baño en lugar de con un chándal. También es cómodo tener los mismos gustos en cuanto a putas. Y en beberse unas cañas cuando la negociación se atasca. Todo esto, para los puristas de la negociación estaría prohibido. Pero los protagonistas, que se conocen, que han sido vecinos toda la vida, hasta que la política y el terror los separó, lo hacen.


Tres son los personajes que intervienen en la negociación. Manu Aranguren, interpretado por Ramón Barea, es el representante del gobierno. Mal vestido, desaseado, impotente sexualmente, con poco dinero, más parece un paleto bellotero que un negociador de alto nivel. Sin tener la confianza ni de su partido ni del gobierno, está empeñado en contribuir a aligerar un poco la tensión que se vive. Cree que ha llegado el momento de plantearse seriamente la paz porque sus amigos de la infancia y aquéllos con los que jugaba al fútbol de adolescente, no le hablan desde hace treinta años. Cada uno quedó de un lado del conflicto. Vive solo y eso se nota; es torpe en sus relaciones y con el teléfono móvil.


Josean Bengoetxea interpreta a Jokin. Jokin también tiene cierto aire de paleto, pero no se puede comparar con Manu. Es más culto. Habla y lee en francés perfectamente; entiende también al mediador inglés. Casi presume de ser un vasco cosmopolita hasta que, enseguida, es sustituido en la negociación por Patxi (Carlos Areces), otro representante de lo vasco con txapela. Patán, gritón, amenazador y putero. Se pasea por la ciudad con el pistolón al cinto sin ningún pudor.


El resultado lo sabemos. Aquellas conversaciones no terminaron en nada definitivo. ETA volvió a atentar, y esto se muestra en la película con mucha delicadeza. Manu tiene que pedirle a su vecina que le ayude a hacer el nudo de una corbata negra. Humor de luto. 


Dirección y Guion: Borja Cobeaga
Música: Aránzazu Calleja 
Fotografía: Jon D. Domínguez
Intérpretes: Ramón Barea, Josean Bengoetxea, Carlos Areces, Melina Matthews, Oscar Ladoire. 

lunes, 26 de diciembre de 2016

Exposición Fotografía: Copiado por el sol - PhotoEspaña 2016

****Se me olvidó publicar la reseña de esta exposición en su momento y ya no está disponible***

El calotipo o talbotipo es el primer procedimiento fotográfico que ofrecía una imagen en negativo que posteriormente se positivaba. Fue inventado en 1842 por William Henry Fox Talbot, un pionero de la fotografía además de arqueólogo, matemático y político británico. El procedimiento para obtener los negativos y las posteriores fotografías era muy artesanal y laborioso. El papel (generalmente papel de escribir de buena calidad) que iba a servir de negativo se impregnaba con una sal de plata y se exponía directamente a la imagen que se quería fotografiar con la luz del sol. 



Los tiempos de exposición eran muy largos porque los papeles no eran muy sensibles a la luz y como tampoco se había inventado la ampliadora el tamaño del negativo debía de controlarse acercando y alejando la imagen del mismo negativo. Después, por contacto con este negativo se obtenía el positivo utilizando también la luz del sol. El resultado era una imagen un poco difuminada y a veces de tono rojizo, pero que el público empezó a considerar muy interesante.



En 1848, Maxwell (uno de los primeros hispanistas británicos) utilizó este procedimiento fotográfico para completar su libro Annals of the Artists of Spain, con un cuarto volumen dedicado a reproducir 68 obras. De este último volumen sólo se editaron 50 ejemplares. Es el primer libro de la historia del arte ilustrado con fotografías.


Como he comentado antes, este procedimiento fotográfico era un tanto engorroso. Como la toma debía realizarse en el exterior, manteniendo el papel expuesto a la luz del sol un tiempo considerable, era imposible tomar la imagen directamente de los cuadros. Así que lo que hacían era fotografiar reproducciones, grabados o litografías de los mismos cuadros que hasta entonces se habían utilizado en las publicaciones; aunque también los autores encargaban reproducciones al óleo o a la acuarela de las obras principales o de las que les parecían más interesantes. Era importante también que la luz del sol no fuese muy fuerte, por ello a veces se preferían los días nublados.



En esta exposición tenemos la suerte de ver los talbotipos originales con las obras que reproducen y algunos de los ejemplares de los Annals que se conservan. No es algo habitual. Estas fotografías son joyas de 1848 muy inestables. Es una de las exposiciones de PhotoEspaña 2016 y se ha realizado con la colaboración del Museo del Prado y el National Media Museum de Bradford. Muy interesante. 



Museo Nacional del Prado 
Hasta el 4 de septiembre de 2016
Paseo del Prado s/n, Madrid 

jueves, 22 de diciembre de 2016

Cine: Love and Friendship de Whit Stillman (2016)

Respecto al cine, me sorprenden dos cosas de los británicos. La primera es la cantidad de adaptaciones de libros infantiles y juveniles que hacen (lo cual quiere decir que, desde hace al menos un siglo, se toman muy en serio la literatura infantil y juvenil y tienen material abundante para las adaptaciones) y la cantidad de veces que han llevado al cine y a la televisión a autoras como Jane Austen y Emily Brönte (y que no me cabe ninguna duda, y será para el bien de todos, que seguirán adaptándolas hasta el fin de los tiempos). 

Hoy es la adaptación de Lady Susan, una novela epistolar escrita entre 1793 y 1794 por Jane Austen, que comparte argumento y estructura con el resto de las novelas de esta autora, muy preocupada por la desprotección que las mujeres de su clase sufrían en cuanto moría el padre o marido encargado de proveerles sustento.


Lo fundamental de Jane Austen, en esta novela corta, es la fina ironía y el sentido del humor con los que disecciona las estrategias, sentimientos, comportamientos y deseos de los hombres y mujeres de finales del siglo XVIII, en la campiña inglesa. Describe un mapa detallado de las convenciones y costumbres de la época y también de cómo saltárselos sin perder la compostura.


Algunos críticos califican la novela como trepidante y es difícil teniendo en cuenta que los personajes de la novela se relacionan sólo por carta, pero en la película sí que podemos asistir a todo el arsenal de tácticas, trampas, estrategias, manipulaciones, engaños y trapacerías que Lady Susan se ve obligada a desplegar para poder “colocar” a su hija adolescente y para procurarse para ella misma una vejez tranquila puesto que solamente es una viuda sin fortuna de más de 30 años. Todo ello con ironía, sutileza y buen humor británicos.


Pues eso, lady Susan sólo tiene como patrimonio una hija adolescente, algunos familiares y amigos bien situados y un amante que la adora y está casado. Así que necesita encontrar un marido adecuado para su hija y que de paso asegure el bienestar de su suegra (ella misma) para que pueda seguir su historia de amor adúltero. El problema es que la hija tiene su propio criterio y no quiere casarse con un rico muy muy muy tonto, porque además de que el rico es muy muy muy tonto, ella (la hija) está enamorada de otro. Así que lady Susan se propone seducir al enamorado de su hija, cosa que logrará sin ningún problema, aunque el destino, caprichoso e incontrolable, presente sus propias exigencias y al final lady Susan acabe casándose con el rico muy muy muy tonto y manteniendo a su amante y su hija consiga un matrimonio feliz con su enamorado, a fuerza de olvidar que ha estado a punto de serle infiel con su futura suegra.


Lo que para unos es una mujer caprichosa y amoral para otros puede ser una mujer superviviente en un mundo excluyente. No voy a decir que no importa la calificación moral, pero hay que ver también la frescura y falta de escrúpulos de lady Susan con una cierta distancia y como si se tratase de una maestra ante su partida de ajedrez definitiva, donde la estrategia lo es todo.


Esta película recuerda de alguna manera a las Amistades Peligrosas de Stephen Frears, basada en la novela de Choderlos de Laclos, pero sin el aura de tragedia que se intuye en ésta desde el primer momento.


Sorprende también ver cómo la burguesía y los pequeños aristócratas rurales ingleses vivían tan tranquilamente cuando Europa y especialmente Francia estaban en llamas, y tenían como pasatiempo tejer amoríos casi adolescentes con constantes triquiñuelas. Debían pensar que su insularidad les protegería de todo y en cierto modo así era. Quizá el Brexit sea más de lo mismo. 



Dirección y Guion: Whit Stillman (novela de Jane Austen)
Música: Mark Suozzo
Fotografía: Richard van Oosterhout
Intérpretes: Kate Beckinsale, Chlöe Sevigny, Xavier Samuel, Stephen Fry, Emma Greenwell

lunes, 19 de diciembre de 2016

Cine: High-Rise (El rascacielos) de Ben Wheatley (2015)

En 1975, J.G Ballard escribió esta novela, una de sus mejores novelas según la crítica, que ahora se ha adaptado a cine. La película ha sido dirigida por Ben Wheatley, un director británico de cine independiente y puede clasificarse como cine apocalíptico. Cine, por lo tanto, de reflexión política. 

Se plantea una situación distópica y con un trasfondo claro de lucha de clases. Aunque este término haya caído en desuso y la mayoría de la población lo considere obsoleto yo creo que está plenamente justificado que volvamos a recuperarlo en su verdadera esencia.

Tom Hiddleston interpreta a Robert Laing. Está en un momento de cambio importante. Ha sufrido una gran pérdida emocional y debe de reconducir su vida. Se traslada a vivir a un apartamento de un edificio de lujo situado en las afueras de una gran ciudad, presumiblemente Londres. Este edificio es el futuro, el primer edificio de una macrourbanización autosuficiente, confortable y que ofrece seguridad frente a todo tipo de conflictos.


El edificio ha sido diseñado por un arquitecto interpretado por Jeremy Irons (un actor excelente que desde Inseparables de Cronenberg, siempre me ha parecido inquietante) para que cubra todas las necesidades de sus habitantes. Seguridad, supermercado, piscina, gimnasio e incluso un colegio para los niños, todo lo necesario para vivir cómodamente y casi sin necesidad de salir de allí.


Como es de suponer en una torre de más de 40 plantas con varios apartamentos por planta, los vecinos constituyen un microcosmos que no está a la altura del moderno diseño, aséptico y exclusivo, del edificio. El comportamiento humano no ha sido objeto de ningún diseño novedoso para adecuarse al nuevo entorno y reproduce las actitudes y conductas más egoístas, abusivas y escabrosas.


Los conflictos comienzan cuando los vecinos de los pisos superiores (uno de ellos es el mismo arquitecto del edificio, sospechosamente siempre vestido de blanco como si fuera o se creyera dios) empiezan a abusar de sus derechos y a no respetar las normas. Hay cortes de electricidad porque el edificio no puede soportar la sobrecarga de uso de estos vecinos potentados que, además, han prohibido a los niños se bañen en la piscina que consideran de su uso exclusivo.


A partir de aquí todo se desmadra y la violencia, imposible de erradicar del alma humana, hace acto de presencia. Las drogas y el alcohol, fiestas interminables y exclusivas para unos pocos, serán los escenarios donde se diriman los enfrentamientos habituales. El sexo, la lujuria y la crueldad se combinan para potenciarse y materializarse en barbarie. Al final, después del estallido, la violencia se calma por sí misma. No serán necesarios ni policías ni ejército ni jueces. Todo el mundo estará de acuerdo en “volver a la normalidad” después de que “la fiesta se les haya ido de las manos”. Todos no, lógicamente, los muertos no podrán volver, pero sí que nacerán nuevos vecinos que reemplazarán a los anteriores. Lo dramático es que sospechamos que, en este caso, los nacimientos no traerán esperanza, sólo la repetición de los mismos errores una y otra vez. 


De nada sirve que el entorno exterior del ser humano cambie si no somos capaces de controlar, ya no extirpar, esa capacidad de violencia contra nosotros mismos. Al final, la humanidad sobrevive a pesar de su tendencia a la autodestrucción, pero… ¿hasta cuándo?


Director: Ben Wheatley
Guion: Amy Jump, sobre la novela de J.G. Ballard
Música: Clint Mansell
Fotografía: Laurie Rose
Intérpretes: Tom Hiddleston, Sienna Miller, Jeremy Irons, Luke Evans, Elisabeth Moss. 

jueves, 15 de diciembre de 2016

Teatro: El cartógrafo de Juan Mayorga (2016)

En El cartógrafo, Juan Mayorga trata de dibujar el mapa que preserve la memoria de un hecho trágico. Para ello dispone del talento de José Luis García-Pérez y de Blanca Portillo, encargados de dar vida a todos los personajes de la obra, en diferentes contextos y en diferentes tiempos también. 

No he estado nunca en Varsovia y suponía que hoy quedarían vestigios de lo que fue el gueto y alguna placa conmemorativa, pero parece que no es así. Juan Mayorga estuvo buscándolos y no pudo encontrarlos. De ahí surge esta historia. Un impulso cada vez más necesario, frente a esos líderes políticos irresponsables que se empeñan en seguir manteniendo muros y, lo que es peor, construyendo otros nuevos. Estos líderes son auténticos y peligroso engañabobos. Prometen a su propia gente que con muros estarán a salvo, pero saben que es mentira porque el peligro son ellos mismos. Su amoralidad y su comportamiento infame.


En el gueto de Varsovia se confinó a los judíos antes de llevarlos al exterminio. Se creó una ciudad dentro de otra ciudad. Así, para que no nos quede ninguna duda de que los polacos no judíos sabían lo que pasaba. Se crearon también instituciones de gobierno regidas por los propios judíos, escuelas, hospitales y orfanatos, incapaces de dar el servicio para el que fueron pensados y que sólo paliaban la desesperanza y el desasosiego de personas que iban a ser exterminadas y que cuánto más debilitadas estuvieran menor resistencia pondrían.


Un hombre y una mujer españoles acaban de ser destinados a la embajada española en Varsovia. Llegan con sus conflictos y sus dolores, más evidentes en el caso de la mujer que en el de su marido. Blanca pasea por Varsovia para apaciguar su dolor y encuentra una exposición de fotografía que le llevará a trazar el mapa de la memoria sobre el gueto, enfrentarse con su propio dolor y hacer que su marido se enfrente al suyo. El diplomático ni entiende el dolor de su mujer ni quiere recordar el propio.


Años atras, durante la II Guerra Mundial, la niña quiere aprender a trazar un mapa para escapar del gueto y conservar la memoria de su abuelo, el cartógrafo. Estas dos parejas nunca se encontrarán en la vida, pero en el teatro una dependerá de la otra. Recordar la injusticia, el dolor y el exterminio, de alguna manera, devuelve la vida a quienes fueron exterminados.


En el escenario una mesa y dos sillas y los dos actores vestidos de rojo, como símbolo de vida. Lo demás queda para el espectador, para que cada uno recree su propio gueto. Quienes critican la existencia de la Unión Europea olvidan porqué se creó. Superar odios y rencores de siglos no es tarea fácil y a cada momento podemos retroceder lo que nos parecía haber avanzado. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué es tan fácil repetir y repetir los mismos errores, por muy trágicos que hayan sido? Porque el olvido es una fuerza poderosa.


Ayer fue el gueto de Varsovia y hoy es Alepo, en Siria. A pesar de la avalancha de imágenes al alcance constante de nuestros ojos, en cuanto vemos queremos olvidar. La reflexión que facilita esta obra es seca, sin lágrimas y sin falsos arrepentimientos, pero muy dolorosa y por ello necesaria.




Autor y Dirección: Juan Mayorga
Ayudante de Dirección: Carlos Martínez Abarca
Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar 
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Música: Mariano García
Intérpretes: Blanca Portillo y José Luis García-Pérez

lunes, 12 de diciembre de 2016

Ensayo: Vértigo y Pasión de Eugenio Trías (1998)

El autor.-
Eugenio Trías fue un importante filósofo español y cinéfilo reconocido. En 1995 le concedieron el Premio Friedrich Nietzsche, considerado como un premio nobel de filosofía, por su obra filosófica completa. Desde su condición de filósofo abordó la reflexión sobre la ética y la estética, sobre la teoría del conocimiento, el mismo cine y también la filosofía de la religión. Fue también profesor de estética en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. En su página web, www.eugeniotrias.com, le definen como un “exorcista ilustrado” que somete a la razón filosófica a un permanente diálogo con sus sombras. Otras obras suyas: Lo bello y lo siniestro, De cine. Aventuras y extravíos, La imaginación sonora, El canto de las sirenas: argumentos musicales



Mi opinión.-
Leer ensayo no es fácil y si además es ensayo filosófico todavía es más duro. Por lo menos para mí, que no tengo grandes conocimientos filosóficos. Pero en este caso, la filosofía se mezcla con el cine y la música y sobre todo con la ensoñación y la fantasía que los hombres ponen en las mujeres y el autor, además de desplegar sus amplios conocimientos utiliza un lenguaje muy cuidado y evocador para recrear la película, objeto fundamental del ensayo. Porque este libro está casi enteramente dedicado (al final hay un capítulo dedicado a Goya y sus pinturas negras) a la película Vértigo dirigida por Hitchcock en 1958. En realidad, este libro es la reelaboración y ampliación de uno de los capítulos de otro de sus libros, Lo bello y lo siniestro.

Kim Novak como Judy Barton. Nada glamurosa

Recientemente volví a ver la película y me di cuenta de cómo Hitchcock a través de sus dos personajes masculinos, Gavin Elster y Scottie Ferguson (interpretados respectivamente por Tom Helmore y James Stewart) “fabrica” a su rubia ideal. He elegido el verbo “fabricar” porque durante la primera parte de la película Kim Novak, como Madeleine Elster, se comporta como una perfecta y estilizada autómata de mirada ausente, receptiva y disponible para interpretar el guion escrito para ella. Después, hacia la mitad de la película, cuando Kim Novak intenta ser Judy Barton, es decir ella misma, tiene que renunciar a ello y someterse al deseo de Scottie de revivir a Madeleine y rescatarla “de entre los muertos”. Queda claro que Scottie es un hombre paralizado por el miedo a su propio deseo. Simbólicamente, se puede interpretar su enfermedad, su fobia a las alturas, como la represión sexual que termina estallando ante el deseo y que sólo produce tragedia.


Eugenio Trías enfatiza en esa pulsión, el deseo de los hombres por encontrar a una mujer ideal y manejable, pero que en contrapartida les hace enfrentarse al vértigo que puede producirles. Lo mismo hace Hitchcock con la fotografía de la película. Especialmente en dos escenas icónicas. La primera se produce en el restaurante, cuando Kim Novak es Madeleine y su perfil aparece enmarcado por el fondo escarlata del restaurante y la luz dorada parece reflejarse en una estatua perfecta. La otra es la escena del renacimiento de Madeleine en la habitación del hotel, rodeada por un halo verde de misterio y fantasmagoría. Muy recomendable volver a ver la película teniendo el libro a mano.






Vértigo y Pasión. Un ensayo sobre la película Vértigo de Alfred Hitchcock

Ed. Taurus








Dirección: Alfred Hitchcok
Guion: Alec Coppel y Samuel Taylor (Novela: Pierre Boileau y Thomas Narcejac)
Música: Bernard Herrmann
Fotografía: Robert Burks
Intérpretes: James Stewart, Kim Novak, Barbara Bel Geddes, Tom Helmore. 


jueves, 8 de diciembre de 2016

Teatro: Incendios de Wajdi Mouawad (2016)

Ahora que estamos juntos todo irá mejor. Eso repite constantemente la anciana Nawal a modo de estribillo cuando vuelve a hablar después de estar cinco años en silencio. Es un deseo más que una afirmación. Un deseo que tiene probabilidades de hacerse realidad pero que al final de la obra no queda claro si se cumplirá o no. 

Vi la adaptación cinematográfica de esta obra de teatro realizada por Denis Villeneuve en 2010 y me conmovió, pero ahora en una nueva adaptación teatral, despojada de escenografías superfluas, todavía resulta mucho más impactante. La obra se divide en cuatro incendios y los distintos tiempos se superponen e incluso comparten espacio. Casi todos los actores interpretan varios personajes y exigen toda la atención del espectador durante las tres horas de espectáculo. Imposible destacar la actuación de sólo uno de los actores porque todas las interpretaciones son magníficas.



El autor, Wajdi Mouawad, retoma la emoción de la tragedia griega, de la fatalidad mediterránea y la sitúa en el contexto del conflicto secular y repetitivo del Líbano. Nawal, una joven cristiana de un pueblo de las montañas del Líbano, se enamora de Wahab, joven musulmán refugiado. Amor imposible en la tierra de Caín y Abel. Ella se queda embarazada y le obligan a dejar a su hijo en un orfanato. Ese es el origen o uno de los orígenes de la tragedia. Muchos años después, el notario Lebel, cita a Jeanne y Simón, hijos gemelos de Nawal, para la lectura del testamento de ésta.



La obra se mueve entre esos dos momentos y va oscilando de uno a otro. Los gemelos antagónicos tendrán que descubrir la historia de Nawal, de su país, de la guerra, de la maternidad, de la paternidad y de la brutalidad vivida, porque esa historia es la base que tiene que dar sentido a su cómoda vida actual, en un país occidental donde ambos han podido estudiar, trabajar y vivir en libertad, pero sintiendo siempre, siendo conscientes de haber sufrido una gran pérdida.



En la lectura del testamento conocemos a la Nawal anciana (Nuria Espert) que, a juzgar por los reproches de Simón, no ha sido nunca una madre amorosa. Siempre se refería a ellos como los gemelos, la gemela o el gemelo, nunca por sus nombres, nunca llamándoles hijos. No es difícil imaginar que Nawal sufrió una maternidad que no quería, pero ¿por qué? Eso es lo que los gemelos tendrán que descubrir. En sus últimos años de vida, Nawal ha vivido en una residencia de ancianos y no ha sido capaz de articular ninguna palabra, aterrorizada o quizá asqueada de vivir. Jeanne tampoco dice nada mientras el notario y su hermano hablan. Las mujeres callan, los hombres hablan.



Nawal ha dejado junto a su testamento un encargo pendiente para los gemelos. Tendrán que entregar cada uno de ellos una carta: una de ellas dirigida a su hermano mayor y la otra carta a su padre. A la sorpresa de descubrir que tienen una familia que desconocían, le sigue la rabia contra su madre porque sigue dominando sus vidas. Simón rechaza el encargo, pero Jeanne lo acepta. Los gemelos tienen caracteres opuestos y comportamientos antagónicos, pero se quieren. La verborrea de Simón, el silencio de Jeanne. La rabia de Simón, el dolor de Jeanne. La pasividad de Simón, el empuje de Jeanne. Al final, la emotividad de Simón y la racionalidad de Jeanne.



Al embarcarse en esa búsqueda Jeanne, y más tarde Simón, deben de viajar al pasado de su madre. A un pasado de miseria, guerra, dolor, donde encuentran a otra Nawal, adolescente y joven, enamorada de quien está prohibido para ella. Nawal resentida contra su propia madre y contra todos aquellos que le quitaron a su hijo, al único hijo que había querido tener. Nawal inteligente y valiente, comprometida con la causa de quienes sufrieron la guerra. Nawal, asesina de un guerrillero, encarcelada, torturada y violada repetidamente por Nihad. Nihad es el francotirador que disfruta cazando seres humanos, el torturador que escuchaba cantar a Nawal, el violador de Nawal y también el hijo con nariz de payaso que busca a sus padres. Durante su cautiverio Nawal fue la mujer que canta; durante sus últimos años fue la mujer que no quiso seguir hablando.


Al final de la obra, Nawal recupera la voz por última vez y asistimos al descubrimiento terrible de que dos pueden ser uno y después de su monólogo sobre la dignidad humana, lo único que todos pueden decir es Ahora que estamos juntos todo irá mejor. Pase lo que pase, te amaré siempre.


Durante el transcurso de las guerra civiles, no es de extrañar que los miembros de las familias se despedacen entre ellos. Así ocurrió entre 1936 y 1939 en España y en el Líbano de 1975 a 1990. Con el fin del enfrentamiento, se abren procesos precarios e inseguros de restablecimiento de la paz, de la reconciliación y del perdón. Pero Caín siempre vuelve. 

Autor: Wajdi Mouawad
Direcctor: Mario Gas

Intérpretes: 
Ramón Barea, Álex García, Carlota Olcina, Alberto Iglesias, Laia Marull, Edu Soto, Nuria Espert, Lucía Barrado.



lunes, 5 de diciembre de 2016

Novela: El tiempo es el que es de Anaïs Schaaff y Javier Pascual (2016)

Anaïs Schaaff y Javier Pascual, guionistas de la serie de televisión El Ministerio del tiempo, han editado esta novela para que entretengamos la espera hasta la próxima temporada. En realidad, en lugar de una novela han escrito tres historias cortas y ligeramente relacionadas, protagonizadas por la patrulla estelar de la serie: Alonso, Julián y Amelia. Alonso de Entrerríos es mi personaje favorito. Él se define en este libro como “el soldado español de todos los siglos. Es mi maldición y mi fortuna” y como tal soldado se comportará siempre, con lealtad, valor y resignación.

Nacho Fresneda es Alonso de Entrerríos
Yo me declaro fan de la serie. Me parece muy original aunque también creo que abusa de algunos tópicos, como por ejemplo la capacidad de improvisación de los españoles. Este libro es un guion novelizado, lanzado como producto de verano pero los autores podrían haber dado un poco más. Si tenían tenían la intención de captar a un público que no conozca la serie con la publicación de este libro no creo que lo consigan. Los personajes principales han quedado demasiado planos, de manera que, al faltarles el alma que los actores les imprimen, no resultan atractivos. Si no has visto la serie, los personajes del libro no serán capaces de captar tu atención. Y esto es lo que más me fastidia de este libro, porque todos los personajes se merecen una mayor atención y mayor desarrollo por parte de los escritores. Espero que para la próxima temporada o para el próximo libro lo tengan en cuenta.

Julián (Rodolfo Sancho) y Amelia (Aura Garrido)
Sin embargo, las tramas sí resultan atractivas como en la serie de televisión. Los autores aprovechan un acontecimiento histórico que puede haber sufrido una perturbación y la patrulla se desplaza a la época con el fin de que la historia de España no se altere, tal y como ocurre en la serie. Y aunque siempre están a un milímetro de que la historia cambie, al final el equilibrio se restablece. En la primera historia El Conde del tiempo aprovechan las dudas sobre la existencia de un personaje, más literario que real, Bernardo del Carpio sobrino bastardo del rey de Asturias, para trasladarnos a la Edad Media y para que podamos reflexionar sobre las consecuencias que la nostalgia puede tener.

Catalina de Erauso
En Después del buen tiempo, la tempestad la patrulla se traslada al año 1603. Debería haber llegado a Cartagena, en España, pero por una confusión llegan a Cartagena de Indias (en la actual Colombia, que en 1603 era ciudad del Virreinato de la Nueva Granada). Era un puerto comercial estratégico y por ello frecuentemente atacado por piratas. Allí los protagonistas se ven envueltos en un robo y coinciden con un grumete muy peculiar, Paquito. Paquito en realidad es Catalina de Erauso, la monja alférez, un personaje de armas tomar. Escapó del convento a los 15 años y se enroló en el ejército. Recorrió toda América del Sur y parece que fue un personaje bastante sanguinario. La patrulla la conoce cuando todavía es muy joven y no ha comenzado su carrera de fechorías, pero ya saben que las cometerá y no pueden impedirlo; ya sabemos que el primer mandato de los funcionarios del ministerio del tiempo es no alterar la historia.

Canfranc, paso de espías 
La última historia es Tiempo de espías, desarrollada en 1943. Empieza en Canfranc y no les perdono a los autores que no hayan mencionado a Lola y Pilar Pardo, que fueron correos de la resistencia francesa siendo apenas unas adolescentes. La protagonista de la historia es Lola Mendieta, antes de ser reclutada por el ministerio y antes de convertirse en traidora y traficante de arte intertemporal. Era entonces una joven idealista y arriesgada que luchaba para que el nazismo no triunfase. El trasfondo histórico de esta trama es la Operación Mincemeat, o sea, carne picada o como Julián la llama albondiguilla. En esta aventura veremos lo que Alonso es capaz de hacer por un camarada, aunque sea doloroso.

Lola Mendieta, interpretada por Natalia Millán
En general, el libro resulta entretenido pero ya he comentado que los autores podían haber profundizado un poco más; además no ha quedado espacio ni para Irene ni para Velázquez, una lástima. No sé si se lanzó precipitadamente para aprovechar el tirón de la serie. De cualquier manera es lectura entretenida para el verano y, a mí por lo menos, me ha picado la curiosidad para indagar un poco más en los acontecimientos que nombra. 




El tiempo es el que es 
Anaïs Schaaff y Javier Pascual 

Ed. Plaza y Janés.