lunes, 24 de diciembre de 2012

Novela: Frankenstein


Sinopsis.-
El doctor Frankenstein está obsesionado con la idea de descubrir el principio de la vida. La Criatura que nace de esas investigaciones provoca involuntariamente el rechazo en su creador, el horror y la destrucción. 

La Autora.- 
Mary Shelley (1797-1851) fue hija de Mary Wollestonecraft, destacada feminista, y de William Godwin, filósofo político. Se fugó con el poeta Percy B. Shelley, causando un gran escándalo en su entorno familiar, aunque posteriormente se casara con él. Después de la temprana muerte de su marido se dedicó a gestionar y editar la obra de éste, y aunque Frankenstein es su novela más conocida, escribió algunas más. Una de ellas, The last man (El último hombre, de la que no he encontrado traducción al castellano), describe el colapso final de la humanidad a finales del siglo XXI. 

Mi opinión.-
Frankenstein o el moderno Prometeo, el que recibe de los dioses el misterio/fuego de la vida y por compartirlo/utilizarlo con los hombres es castigado. Más o menos es así. Fue una de mis primeras lecturas. Evidentemente no era la versión original, sólo una adaptada de biblioteca juvenil. Ahora, creo que no recomendaría leer estos clásicos juveniles porque distorsionan las obras e inducen a errores. Primer error: el monstruo no se llama Frankenstein. Segundo error: el doctor Frankenstein no crea un monstruo. No, rotundamente no. Frankenstein no crea un monstruo, da vida a una criatura deforme, horrenda, diferente, pero es el rechazo social lo que la convierte en monstruo. 

En fin, en aquel momento me quedé con una fuerte impresión pero también con una idea completamente errónea. Hasta que no vi Remando al Viento de Gonzalo Suárez, dirigida en 1987, no me acerqué a la lectura adulta del libro. 

El caso es que este verano, a través de streaming, en realidad no sé cómo, conseguí ver la adaptación para el National Theatre de Londres de Danny Boyle (Óscar por Slumdog Millionaire), en la que dos actores, soberbios actores ingleses, (Jonny Lee Miller y Benedict Cumberbatch) se intercambiaban, en diferentes días, los papeles de Criatura y Doctor. Así que decidí leer otra vez la obra original. 

Se han dado muchas interpretaciones de Frankenstein: el peligro de la investigación científica sin ética, el desafío a Dios creador, incluso la usurpación del poder de gestación de las mujeres. Ellen Moers fue pionera en dar una interpretación feminista del mito y su relación con ciertos sentimientos de frustración hacia la maternidad. La madre de Mary Shelley murió al nacer ésta por complicaciones en el parto y la misma Mary  también tuvo que soportar la muerte de sus hijos. 

Pero también en Frankenstein se presentan también otro tipo de conflictos. Por ejemplo, la lucha por la identidad individual y el rechazo del ser diferente. Se ha calificado a esta novela como gótica y precursora de las novelas de ciencia ficción, aunque en ella la Criatura no tiene nada de sobrenatural, al contrario, es humana, plenamente humana. Es un ser diferente, feo, incluso monstruoso, que es rechazado por su creador. Un rechazo que se produce de forma instantánea, anterior incluso a su conversión en monstruo. El doctor Frankenstein demuestra un grado extremo de crueldad al rechazar a su Criatura nada más nacer (aunque nazca como adulto) y ésta demuestra una gran humanidad al crecer en el abandono y la soledad. Más tarde cuando se vuelvan a encontrar, la primera petición de la Criatura será un nombre, una identidad que el doctor le negará sin piedad. Suplicará en vano un nombre y una compañera a su creador, como confirmación de su individualidad. 

El doctor Frankenstein da vida a una criatura excepcional en fuerza, capacidades, resistencia e inteligencia. ¿Por qué quien ha decidido crear, decide rechazar su creación? Sin duda está aterrorizado por las consecuencias de sus actos. Su castigo por haber desafiado a la naturaleza/a los dioses será vivir consumido en el horror por lo que ha hecho, incapaz de reaccionar o de expiar su pecado.

Así, cruel, atormentado por su imprudencia, tan abrumado por su culpa, que reniega de su criatura, la abandona a su suerte, el doctor Frankenstein ha terminado resultándome más repulsivo que su Criatura por su extraordinaria pasividad y cobardía; al mismo tiempo, no he podido evitar sentir una gran ternura por la Criatura, convertida en monstruo en contra de su voluntad. 



Frankenstein o El moderno Prometeo
Mary W. Shelley
Traducción de María Engracia Pujals
Edición de Isabel Burdiel
Cátedra. Letras Universales

lunes, 17 de diciembre de 2012

Novela: Los pájaros amarillos


Sinopsis.-
Bartle, joven soldado de 22 años, vuelve a casa después de estar destinado en Irak durante la guerra. 

El autor.- 
Kevin Powers nació en Virginia (EEUU). Sirvió en el ejército de EEUU de 2004 a 2005, durante la Segunda Guerra del Golfo. Ha escrito poesía y Los pájaros amarillos es su primera novela. En una entrevista dijo que el impulso de escribir esta novela, surgió de la esperanza de encontrar algo de verdad en la más extrema de las experiencias humanas, enfrentarse a la muerte absurda.

Mi opinión.-
No quiero recomendar este libro. Es mi primer impulso al terminar de leerlo. Es una novela reflexiva, de introspección, en algún sentido de crecimiento, autobiográfica. Poesía en prosa. Muy dura. Con un lenguaje crudo, lacerante. Escrita desde el abismo. Los críticos han dicho que es "alta literatura". Pero no son esos los motivos por los que no quiero recomendarla. Nunca ha sido mi intención en este blog hacer una crítica literaria al uso. Trato nada más de dar mi opinión sobre cosas (libros, pelis y algún día más cosas) que me gustan o me sorprenden o me irritan. Esta novela, desde luego, no me deja indiferente, ni desde un punto de vista literario ni moral. Pero, de alguna manera, me parece indecente.

Hace unas semanas vi un reportaje en Página 2, el programa de crítica de libros de Televisión Española donde entrevistaban a Kevin Powers. Le  presentaban como un joven veterano de la guerra de Irak, una promesa literaria que necesitaba dinero para pagarse la universidad y que decidió enrolarse. Cuando oí esto, lo primero que pensé fue que Kevin Powers sería negro. El caso es que para mi estereotipo, un soldado americano que se alista a los 17 años por dinero y va a la guerra de Irak, descartando que pudiera ser hispano por el apellido, obligatoriamente debería ser negro. Pero no, el caso es que Kevin Powers es blanco, joven, guapo, aparentemente sano, de clase media y de un pequeño pueblo de Virginia, en la costa este americana. 

Me puse a buscar en internet y encontré alguna entrevista donde se explaya un poco más sobre su decisión de alistarse. Pues sí era adolescente, quería ir a la universidad y rebelarse contra sus padres; no tenía suficiente dinero y el ejército se prestó a pagarle los estudios; por otra parte, también había una cierta tradición entre los hombres de su familia de irse a matar a otros hombres-mujeres-niños al otro lado del culo del mundo para hacerse hombres. Bien. Lo de irse a matar a gente por dinero ya es moralmente reprobable, pero irse a matar para hacerse hombre me dejó sin palabras. 

Me puedo imaginar que en su entorno socioeconómico, ultraliberal capitalista, si no tienes dinero no eres nada ni nadie. Me puedo imaginar que la presión social por el triunfo en EEUU lo es todo. Me puedo imaginar que todos sus amigos-conocidos-primos hacen lo mismo y se alistan porque no tienen otra opción. Me puedo imaginar que en su ciudad natal la tasa de paro juvenil supere el 70%. Pero no puedo creerme que no haya otra salida.

Si asumimos cualquiera de esas razones, entenderemos que la decisión de alistarse para ir a la guerra por dinero es sumamente racional y adecuada a lo que se quiere obtener; pero una de las grandes estafas morales que perpetran los hombres (entendido como género masculino no como ser humano) es convencernos de que sus decisiones son siempre racionales. Nunca se estudia, ni se admite, la emocionalidad en las decisiones de los hombres. He leído algo sobre los motivos que impulsan a alguien a “profesar” como terrorista y el análisis, en caso de que sean hombres o mujeres, siempre es diferente. Nunca se cuestiona que los motivos de los hombres sean racionales; en cambio, en el caso de las mujeres terroristas, las explicaciones que se manejan siempre son emocionales: la maternidad frustrada, el desengaño amoroso o simplemente haber sido seducidas por un terrorista. 

Kevin Powers, a través de su personaje Bartle, admite, en el párrafo que transcribo de Los pájaros amarillos, un motivo puramente emocional en su decisión de alistarse: le llamaban maricón en el instituto y quería demostrar que era un hombre:

“Entonces, por qué no encontrar un sitio donde acurrucarte y morir de la forma menos dolorosa posible, dado que eres un cobarde y que a decir verdad fue esa misma cobardía la que te metió en el lío, porque querías ser un hombre y la gente se reía de ti y te empujaba en el bar y en los pasillos del instituto y te llamaban maricón porque te gustaba leer novelas y poemas a veces; dado que, en lo más profundo de tu ser, sabes que fuiste porque querías ser un hombre y que ya no lo vas a conseguir y que eres demasiado cobarde como para ser un hombre y superarlo. Entonces, por qué no encontrar un sitio limpio y seco y acurrucarte a esperar con el menor dolor posible y quedarte dormido y no despertar y que les den por culo a todos.” (126)

Es un libro desgarrador, que del horror hace poesía, escrito desde la soledad moral más absoluta. Pero no puedo/no quiero recomendarlo. Y mucho menos ahora que, hace dos días, otro adolescente perdido ha matado a 20 niños y 6 mujeres en una escuela en Connecticut. Sé que es injusto por mi parte, pero ¿no pueden aprender a ser hombres de otra manera?


Los pájaros amarillos
Kevin Powers
Traducción de Jesús Gómez Gutiérrez
Ed. Sexto Piso

lunes, 10 de diciembre de 2012

Novela: Fortunata y Jacinta


Sinopsis.-
La historia de la familia Santa Cruz desde 1869 a 1876, como un reflejo de la burguesía de la España de la Restauración. Juanito Santa Cruz, el hijo, joven y despreocupado, es amante intermitente de Fortunata y marido de Jacinta. El triángulo amoroso sirve de excusa para describir las relaciones entre clases sociales y el freno que supone la burguesía ociosa e involucionista, anclada en el pasado.

El autor.-
Benito Pérez Galdós (1843-1920). Fue el máximo representante de la novela realista-naturalista en España, sobre todo incluyendo el lenguaje de las clases más populares. También fue político, considerado de izquierdas y al parecer esto influyó en que no le se otorgase el Premio Nobel. 

Mi opinión.-
Recomendar un clásico de la literatura española del siglo XIX sería una obviedad, pero si yo tuviera hij@s les obligaría a leerla. Es la novela más conseguida del naturalismo en español y destaca, sobre todo, por su descripción detallada de la burguesía, ñoña, rancia y meapilas, coexistiendo con las clases más bajas. La novela está ambientada en la España de la Restauración, un período complicado; y aunque Galdós, es el máximo exponente en España de la reflexión socio-política en la novela, lo que más me interesa es destacar los personajes.

Maxi y Juanito. Fortunata y Jacinta.
La galería de personajes es impresionante. Muy especialmente las mujeres, mujeres muy fuertes, acostumbradas a “cargar” con hombres aniñados que sólo les traen problemas. Fortunata y Jacinta, dos imágenes especulares, buena y mala, virtuosa y perdida, rica y pobre, compañeras unidas por la desgracia de amar a un cretino; también destaco a Mauricia la dura, alcoholizada, escandalosa y al final de su vida con delirios místicos; la beata doña Guillermina y doña Lupe y su pecho postizo de algodón (una metáfora también de su corazón, a medias insensible), burguesas que hacen de la caridad un negocio. 

Creo que el siglo XIX fue la cumbre de la novela, para la literatura española y también para otras del entorno. Un siglo apasionante, convulso y sobre todo, revolucionario. Podríamos poner como inicio y final de siglo, la Revolución Francesa y la Revolución Rusa y transversalmente y de manera silenciosa la Revolución de las Mujeres. En el siglo XIX se vivió el despegue definitivo de la incorporación de la mujer a la vida, a todas las dimensiones de la vida: literaria, social, política; y al mismo tiempo fue el siglo más ferozmente misógino de la historia. 

Sólo tenemos que fijarnos en las protagonistas de las grandes novelas. No importaba que fuesen ricas o pobres, burguesas o del pueblo, cultas o semianalfabetas, todas, absolutamente todas, malcasadas y prematuramente muertas por venenos, sobrepartos o abuso emocional. Después de haber desafiado al orden burgués, eran estigmatizadas, despellejadas y rechazadas por la sociedad. La lista sería interminable: Madame Bovary y el arsénico, en 1857; Ana Karenina y el tren, en 1877; Fortunata y un mal parto, en 1887; Nana y la viruela, en 1880; Thérèse Raquin y sus remordimientos, en 1867.

Nunca he entendido por qué estas mujeres, sin duda basadas en personajes reales, sólo eran capaces de desafiar las convenciones por unos hombres pequeñoburgueses, que frecuentemente no merecían la pena; y tampoco sé si este tipo de novelas reflejaba fielmente esa realidad o se escribían para advertencia/escarnio de lo que podía pasarles a las transgresoras. Quizá la solución, como siempre, sea más sencilla y puedo pensar, afinando el cinismo que me caracteriza, que esa disección del carácter y los sentimientos más profundos de las mujeres y su despellejamiento público, sólo fuera un ajuste de cuentas por algún gatillazo del autor. 

Describir así a las mujeres (mujeres fuertes perdidas por peleles), y sobre todo castigarlas por su osadía, podría ser una muestra de machismo; pero ¿cómo describen estos autores a los hombres? En Fortunata y Jacinta no salen muy bien parados. El padre de Juanito es un ser débil, que ha sufrido una educación muy estricta en su infancia y ahora el bienestar económico hace posible que su hijo se eduque como un parásito; el hermano mediano de Maximiliano, es un cura glotón; su hermano mayor, un político chaquetero; los amigos de Juanito, depredadores como él. Creo que sólo se “salva”, muriendo en la novela, Manuel Moreno Isla, enamorado en secreto de Jacinta y que, casualmente, vive en Londres, porque no soporta la grisura del país. 

Antes he dicho que Fortunata y Jacinta podían considerarse imágenes especulares; creo que lo mismo se puede aplicar a mis personajes “favoritos”: Juanito Santa Cruz, llamado El Delfín y Maximiliano Rubín. Enfermo social y enfermo mental, respectivamente. Ñoños, infantiloides, impotentes, parásitos, sobreprotegidos por madres desbordantes, asfixiantes; incapaces de ser hombres en su hogar. Dedicados a torear a las mujeres del pueblo y después sacudirse el gabán y volver a la respetabilidad de su casa burguesa. Son la imagen de la debilidad e indolencia del país; debilidad física en el caso de Maxi y moral en el caso de Juanito. Maximiliano encuentra la salvación en su delirio, pero Juanito seguirá siendo inconsistente y voluble, dedicado a la caza de jóvenes como Fortunata a la que Galdós describe como “infeliz joven abandonada, miserable y quizá maloliente”. 

Hubo una muy buena adaptación para la televisión hace unos años dirigida por Mario Camus e interpretada por Ana Belén (Fortunata), Maribel Martín (Jacinta), François-Eric Gendron (Juanito Santa Cruz) y Mario Pardo (Maximiliano Rubín). Se puede ver a través de la web de rtve.es/alacarta. Y también hay una nueva adaptación de Ana Karenina para el cine, otra sufridora que no me podré resistir a ver. 


Fortunata y Jacinta 
Benito Pérez Galdós
Edición de Francisco Caudet
Ed. Cátedra. Letras Hispánicas

lunes, 3 de diciembre de 2012

Dans la maison (En la casa)


Esta es la primera película que veo del director François Ozon; me ha encantado y sobre todo, sorprendido por su capacidad para ir dosificando y alternando humor, fina ironía y suspense. 

Un profesor de literatura francesa, escritor frustrado, propone a sus alumnos, algo tan sencillo como que escriban sobre su fin de semana. Las redacciones presentadas por los alumnos son desastrosas: sólo tienen tiempo e interés para comer pizza el sábado y no hacer nada el domingo. Excepto uno de ellos, Claude García, que demuestra un considerable talento para escribir y consigue intrigar al profesor, de tal manera, que éste se involucra en la narración. 

Si alguien nos facilitase hurgar en la vida e intimidad de los demás, ver sin ser vistos sin ningún riesgo, ¿podríamos resistirnos? Esto es lo que Claude hace: elige a un compañero de clase, Rapha y acude cada tarde a su casa para ayudarle con las matemáticas, conoce a sus padres y se va inmiscuyendo en su vida, hasta resultar incómodo. Cada día escribe para el profesor las visitas a la casa, profundizando en la intimidad de la familia. 

Así, el profesor puede asomarse a la vida de otro hogar burgués convencional, otra familia normal, aburrida, sin grandes alegrías ni conflictos, que será la materia prima con la que ambos, profesor y alumno, trabajarán. Una vez que el alumno se sitúa en el epicentro de ese hogar, será el profesor quien dará las indicaciones para construir un buen relato. A partir de entonces, ¿a quien seducirá, Claude? ¿a la madre burguesa de mirada perdida en el aburrimiento?, ¿al hijo adolescente con dudas sobre su sexualidad? O quizá el objeto de su seducción sea el mismo profesor. Todas las posibilidades son válidas a la hora de iniciar su creación. 

Por supuesto, cuanto más va invadiendo Claude la intimidad de la familia, más dudas morales se le plantean al profesor, pero una vez embarcado en la aventura ya no podrá renunciar e incluso involucrará a su mujer (Kristin Scott-Thomas) que pasa por un momento laboral difícil.

Este planteamiento podría parecer abusivo o escabroso, pero no lo es, porque François Ozon, presenta esta invasión de la intimidad como un aprendizaje literario: el profesor sólo quiere enseñar y el alumno sólo quiere aprender a escribir. Todo con un sentido del humor agridulce, incluyendo una crítica hacia la literatura y a la vacuidad del arte contemporáneo. 

La película es una mirada sobre la vida burguesa y sus preocupaciones: la pérdida del trabajo, el aburrimiento, la frustración, los deseos de cambio. Hace pensar en si los lazos que mantenemos con nuestras familias, parejas e hijos, son lo suficientemente fuertes para resistir algo aparentemente tan inocente, como la llegada de Claude. Sorprendentemente, la familia del profesor no es tan sólida como aparenta y, en una especie de carambola o efecto secundario o daño colateral, queda trastornada por la entrada de Claude en la vida de los Rapha. 

Una de las cosas que más me ha gustado y que te mantiene en tensión es que nunca tenemos la seguridad de si lo que vemos es real o la materialización del relato que el alumno escribe. Algo que hace que la peli no sea totalmente "redonda" es el desenlace que resulta un poco blando, demasiado fácil; pero la última escena es todo un homenaje a La Ventana Indiscreta de Hitchcock.

Respecto a los actores, sólo conocía el trabajo de Kristin Scott-Thomas (Cuatro bodas y un funeral, El Paciente Inglés, Las hermanas Bolena), que está maravillosa interpretando a Jeanne, la esposa y confidente del Profesor Germain, atribulada porque va a perder su empleo como galerista de arte; Fabrice Luchini, actor consagrado en Francia en cine y teatro y varias veces nominado a los Premios César, interpreta magistralmente al Profesor Germain y Ernst Umhauer es el adolescente manipulador de mirada hambrienta y deseoso de aprender. 

La banda sonora de Philippe Rombi y la fotografía de Jérôme Alméras, completan perfectamente el trabajo de François Ozon. Fue Concha de Oro en el último Festival de San Sebastián, a la mejor película y al mejor guión. Muy recomendable. 



Dans la maison
Director: François Ozon (basado en obra de teatro de Juan Mayorga)
Intérpretes: Fabrice Luchini, Ernst Umhauer, Kristin Scott-Thomas, Emmanuelle Seignert