lunes, 28 de noviembre de 2016

Cine: Viridiana de Luis Buñuel (1961)

Viridiana supuso, para Buñuel, volver a rodar en España después de años de exilio en México. Y para España, fue un absoluto escándalo que no pudo verse en cines comerciales hasta más de diez años después de filmada, a pesar de haber recibido la Palma de Oro de Cannes en 1961. La Iglesia Católica la condenó por sacrílega y blasfema y la mayoría del público sigue viendo en esta película, la combinación perfecta de erotismo reprimido y mística decadente.




A pesar de la belleza y luminosidad de Silvia Pinal, todo en la película es oscuro. Es una exhibición impúdica pero sin ningún tipo de condena de todo lo feo, lo andrajoso, la pobreza, la enfermedad y la abyección de los seres humanos. Esta vez la crítica de Buñuel no se ceba en la burguesía ni en la clase media; esta vez es, especialmente, cruel con los pobres más perdidos que la novicia Viridiana haya podido encontrar.


Para Buñuel, el surrealismo era esto. Debía ser una crítica feroz, no un mero ejercicio estético, sino verdadera crítica social del bello mundo burgués y, en este caso, también de su brote espurio, la pobreza. El surrealismo debía ser para Buñuel una ética crítica porque, tal y como dice en sus Escritos publicados por Páginas de Espuma, “El verdadero opio del pueblo es su conformidad”.


Buñuel nació en Calanda. Su padre había emigrado a Cuba y hecho fortuna allí. Volvió a su pueblo con más de 40 años y se casó con una joven apenas adolescente. La fortuna de su padre le permitió a Buñuel interesarse por la música y la literatura al principio y, después de trasladarse a París, empezó a trabajar en el cine. Siempre arrastró una educación católica represiva, propia del siglo XIX y de nuevos ricos burgueses que quieren emular a los ricos de casta.


Buñuel exorcizó en esta película una perversión adolescente que él mismo reconocía. Estuvo enamorado de la reina Victoria Eugenia y en sus desvaríos oníricos soñaba que la drogaba y podía acceder a ella. Tal y como don Jaime, fetichista y representante de esa España decadente y atrasada que puede vivir de rentas y de empobrecer a los demás con su desidia, hace con la novicia Viridiana, que le recuerda tanto a su esposa muerta en la noche de bodas. Un deseo que parece no ser tan inhabitual en los hombres. En la prensa cada vez salen más noticias del aumento de denuncias de violación por sumisión química. 


Después de este magnífico arranque, el resto de la película mantiene una cierta fragmentación y así lo reconoce Buñuel, afirmado que fue en la película en la que más libre se sintió. Supongo que su subconsciente le enviaba imágenes que le parecían adecuadas y supo encontrar el hilo conductor que les diera un cierto sentido narrativo. Los objetos y los símbolos cristianos también contribuyeron a hilar esta narración. De esta manera, el saltador que don Jaime regala a la niña, termina siendo la cuerda con la que después se ahorcará y, al final de la película el mendigo que intenta violar a Viridiana, utilizará este mismo saltador para atarse los pantalones. Todos acaban así unidos por el mismo hilo vital o mortal.



Viridiana, Silvia Pinal, es una novicia a punto de tomar sus votos definitivos. Tiene que ir a despedirse de su familia y su familia sólo es su tío. Un vejestorio interpretado magníficamente por Fernando Rey. Esta visita cambia su vida. Dejará el convento, pero no su fe y su dedicación a los más pobres. Creará en el caserón de su viejo tío, un asilo para pobres que, a la mínima ocasión, se revelarán contra ella y le lanzará a la cara su resentimiento de siglos. Se puede interpretar también a Viridiana como un ser idealista y puro, como don Quijote, tratando de desfacer entuertos seculares y atacado por aquéllos a quienes sólo desea socorrer. Al final, Viridiana tiene que reconocer que intentar ayudar a aquéllos a quienes siempre se ha tratado como animales ha resultado ser un absoluto fracaso y tiene que pensar en qué hacer con su vida.


Pero ahora no está sola. Don Jaime, antes de suicidarse, ha reconocido a su hijo bastardo y le ha dejado su herencia. Jorge (Francisco Rabal) es un guapo mozo que aporta sangre nueva a la decadencia. Buñuel había previsto una escena final, en la que Viridiana entrase en el dormitorio de Jorge pero la censura la consideró demasiado explícita y le propuso otra que resultó ser una vuelta de tuerca mucho más perversa que la escena original.


Viridiana se suelta su preciosa melena rubia platino, que siempre ha llevado en moño y cubierta con un pañuelo, y se dirige al dormitorio de Jorge, donde se encuentra con él y con la criada, madre soltera y enamorada de Jorge, Ramona (Margarita Lozano). Termina la película cuando Jorge dice algo así como siempre me imaginé que mi prima Viridiana terminaría jugando al tute con nosotros. El subconsciente del censor le traicionó y, en realidad, propuso un magnífico ménage à trois.


Dirección: Luis Buñuel
Guion: Luis Buñuel, Julio Alejandro
Música: Gustavo Pitaluga
Fotografía: José F. Aguayo 
Intérpretes: Silvia Pinal, Fernando Rey, Francisco Rabal, Margarita Lozano, María Isbert, Lola Gaos. 

jueves, 24 de noviembre de 2016

Exposición de fotografía: Bruce Davidson (2016)

Bruce Davidson se define como un fotógrafo humanista. Durante el convulso siglo XX y lo que llevamos del XXI ha tenido suficientes oportunidades para demostrar su compromiso con la realidad humana. En sus series temáticas de fotografías encontramos documentados la vida cotidiana y también los acontecimientos más relevantes del siglo siempre como pequeñas historias.


La exposición de la Fundación Mapfre ofrece un recorrido cronológico por sus trabajos más relevantes. A pesar de que abarca la mayor parte de su carrera fotográfica, mostrando su evolución técnica, se mantiene su profundo compromiso ético con la lucha del ser humano por su dignidad.



Empezó a tomar fotografías cuando era un niño y decidió ser un fotógrafo cuando terminó la universidad. Destinado en París después durante la II Guerra Mundial, allí conoció a Cartier-Bresson, que se convirtió en su mentor. En 1958, ya como fotógrafo freelance profesional se incorporó a la Agencia Magnum.


Si bien al principio se dudaba de la calidad artística de su trabajo, considerado meramente documental, su dedicación al detalle, su apuesta radical por la dignidad humana y la melancolía expresada en sus fotografías han hecho que su trabajo se revalorizase con el tiempo. Sus fotografías resultan muy dramáticas, oscuras y a veces incluso violentas, pero siempre en ellas queda algo de esperanza.


Empieza la exposición con la serie de 1955 sobre los Wall, una pareja de ancianos de Arizona. Bruce Davidson afirma que con ellos aprendió una gran lección para su vida, aprendió a tener paciencia. Esta pareja accedió a ser fotografiada durante los fines de semana y en esas tomas, Davidson captó la inmensa paciencia y ternura que se dedicaban continuamente. Queda así documentada la narración de una pequeña historia, la vida e intimidad de dos ancianos representativos del modo de vida de un tiempo y un lugar concretos, pero universal.


En 1958 realizó una serie de fotografías sobre el Circo Clyde. Para ello se unió al circo durante unas semanas, pero en lugar de centrarse en el espectáculo de luces, color y lentejuelas, prefirió la intimidad de los artistas y especialmente de un enano que trabajaba como payaso. Se llamaba Jimmy Armstrong. Dada la diferencia de estatura entre fotógrafo y fotografiado el punto de vista resalta todavía más la pequeñez del payaso pero sin restarle un ápice de su dignidad. Según ha declarado Davidson, con esa cercanía quería acceder al yo interior del payaso, aunque como consecuencia de ello quedase fotografiada su soledad, su cansancio y una inmensa melancolía.


En los años 1960 también documentó las manifestaciones a favor de los derechos civiles de las minorías en Estados Unidos y en contra de la segregación racial. Estas series, por su temática evidente, contrastan con la tranquilidad de las fotografías tomadas en Central Park, pero al mismo tiempo, tienen un fondo común: la constatación de que las cosas estaban cambiando. Dentro de las fotografías tomadas en Central Park hay una que destaca especialmente: una pareja interracial de adolescentes abrazándose pone de manifiesto que las cosas ya habían cambiado aunque las leyes no lo supieran.


También realizó reportajes fuera de Estados Unidos y entre ellos se desplazó a España para cubrir el rodaje de una película que no conozco, Mando perdido de 1966. Tomó una serie de fotografías en el sur, en Málaga y Almería. En ellas aparecen niños pobres, desnudos y llenos de mocos, pícaros y alegres al mismo tiempo. 




Una exposición para no perderse.



Fundación Mapfre
C/ Bárbara de Braganza, 13 - Madrid 

Del 22 de septiembre de 2016 al 15 de enero de 2017

lunes, 21 de noviembre de 2016

Cine: Un día perfecto de Fernando León de Aranoa (2015)

Tragicomedia de lo absurda que es la guerra. Criticada porque no profundiza ni en las causas del conflicto ni en las motivaciones de los cooperantes; pero es que ésta no sería la tarea de la película. Simplemente, León de Aranoa pone la cámara delante de una situación absurda y ahí nos deja, para que la miremos de frente. Y nos quedamos con amargura porque lo poco que puede hacer la gente de buena voluntad, con pocos recursos y arriesgando su vida queda diluido por la mala leche y el empecinamiento de quienes quieren seguir matando y matándose.


Un grupo de cooperantes debe de asegurarse de que la población rural, en algún lugar de los Balcanes arrasados por la guerra, disponga de agua potable. Pero el único pozo de la zona está “ocupado” por un cadáver gordo y lustroso. Todo lo lustroso que puede ser un cadáver y lo suficientemente gordo para que se rompan todas las cuerdas con las que intentan sacarlo.


A partir de aquí asistimos al desvarío total en busca de una cuerda, en un territorio donde escasean porque no dan abasto para ahorcar a la gente. Unos ahorcan a los otros; otros a los unos y, a veces, todos se ahorcan al mismo tiempo para que no quede nadie. Absurdo.


El conflicto de los Balcanes fue algo que Europa no esperaba ni supo prever. Nadie podía pensar que en la sensibilizada Europa, ejemplo cultural para el mundo, esto pudiera volver a pasar. Las viejas identidades asesinas, reverdecidas por el caos surgido de la descomposición de la ex Yugoslavia, salieron con verdaderas ganas de matar, a todo y a todos; en todas direcciones, como si un ciego disparase una ametralladora.


En ese contexto se mueven los personajes. Pertenecen a una ONG civil pero están bajo mando militar. Los militares tampoco pueden hacer gran cosa porque el alto el fuego es muy frágil. Sin embargo, estos cooperantes se embarcan en localizar una cuerda lo suficientemente fuerte para que pueda subir al gordo cabrón muerto. No sabemos gran cosa de los personajes ni nos hace falta porque los verdaderos protagonistas son el absurdo y también el azar, la casualidad e incluso la lluvia que acabará resolviendo un problema creando otro.


Allá van en busca de una cuerda: la joven idealista que se acaba de incorporar a la misión de paz; el hombre curtido y un poco desesperanzado que está a punto de abandonar; el loco sin familia, sin pasado y sin futuro; la burócrata, metódica y organizada que intenta encajar en su informe la espontaneidad de la vida. A estos cooperantes se unen el intérprete que intenta vivir a caballo entre el horror y el absurdo, y un niño que sólo quiere volver con sus padres, sin saber que ya han sido ahorcados por una de esas cuerdas tan necesarias. Todos los esfuerzos que hacen por solucionar el problema son ineficaces. Por más que se desvivan por ayudar, hay otros, combatientes o no, (muchos más) que viven para perjudicar; al final los seres humanos quedan retratados como lo que son seres frágiles, a los que la lluvia pone en su lugar y una vaca puede arruinarles el día.


Lo mejor de la película los actores, que con apenas unas pinceladas hacen creíbles a sus desbaratados personajes, la música y el humor. No es un humor (excesivamente) negro ni manipulador ni tampoco hiriente. Humor trágico, pero para seguir adelante. Muy recomendable.


Director: Fernando León de Aranoa
Guion: Fernando León de Aranoa, Diego Farias (Novela Paula Farias)
Fotografía: Alex Catalán
Música: Arnau Bataller
Intérpretes: Tim Robbins, Benicio del Toro, Olga Kurylenko, Mélanie Thierry, Fedja Stukan, Eldar Residovic. 

jueves, 17 de noviembre de 2016

Cine: A quiet passion de Terence Davies (2016)

No creo que nadie elija no adaptarse a su familia o a una época o a lo que la sociedad espera. Supongo que es algo que no se puede evitar. Siempre nos preguntamos por el inadaptado, qué problemas puede tener, qué expectativas tiene que no se cumplen, en definitiva, qué le falta; nadie se plantea la posibilidad de que tengan algo en exceso. O si se lo plantean, atribuyen la inadaptación a un exceso de sensibilidad. 

Habría que preguntarse si la inadaptada, en este caso, no tenía una lucidez excepcional que le hacía percibir más agudamente el escaso interés que puede tener a veces la vida. Emily Dickinson había nacido en Massachusetts en 1830, en una familia acomodada y culta, muy religiosa pero que procuró que tuviese una educación excelente. Sin embargo, para ella, su previsible futuro de señora casada no le parecía suficiente.



Esta película no es una biografía habitual. Pienso que, en realidad, lo que el director y guionista ha conseguida ha sido poetizar la vida de la autora, si se puede decir así. Insertar su poesía en las vivencias cotidianas que posiblemente la habían inspirado. Así nos presenta a una mujer con una fuerte personalidad, capaz de enfrentarse, siendo adolescente, a la directora de su colegio (que le auguraba el camino hacia el infierno) o a su padre (por el que siempre sintió un profundo amor). Nada podía hacerle desistir de intentar pensar por su cuenta y de no dejarse llevar por las verdades establecidas, ya fueran filosóficas o religiosas o inspiradas por el amor.



Una mujer con un tremendo sentido del humor que fue agriándose a medida que su mundo iba desapareciendo. Tampoco consiguió publicar muchos de sus poemas aunque escribió constantemente y los publicados fueron considerados un mero desahogo de señoritas frustradas. Su escapatoria fue pensar que si no tenía la fuerza suficiente para cambiar su destino y de paso cambiar el mundo, sí que tendría la determinación de que el mundo no la cambiase a ella.



Empezó por dejar de salir de casa; siguió recluyéndose para vivir su poesía en su habitación. Durante los últimos años de su vida, ni siquiera salía del dormitorio para recibir a las visitas y hablaba con ellas desde el quicio de la puerta. No sé si sentía miedo del mundo o desprecio por él o simplemente inapetencia porque su vida era mucho más rica así. No perdía su tiempo en cortesías que no la llevaban a ningún sitio y prefería dedicarse a sí misma y a su poesía. Aunque todo ello no le impedía cultivar un profundo amor por su familia o sus amigos.



Ahora sólo podemos asomarnos a su vida leyendo su poesía. Yo soy muy mala lectora de poesía y necesito comprarla en audiolibro. Por eso, he agradecido profundamente esta película y especialmente haberla visto en versión original. Cynthia Nixon ha hecho un trabajo de gran sensibilidad y fortaleza. Aporta al personaje dulzura, humor y una gran inteligencia que le hace cuestionar la vida y la muerte. He leído en una crítica de esta película que Emily Dickinson era una extraña para su época; habría que añadir que lo seguiría siendo en la nuestra también. Es una lástima pero no creo que hoy tuviéramos tiempo para ella.


Poesía, fotografía y música están perfectamente enlazadas en esta película. Los colores y las sombras de la casa crean la intimidad perfecta para poder saborear la poesía de Emily Dickinson y la voz de Cynthia Nixon aporta la emoción y la inocencia que podemos imaginar que la poetisa tenía.


"Se encuentra sola en su rebeldía, señorita Dickinson."



Guion y Dirección: Terence Davies
Fotografía: Florian Hoffmeister
Intérpretes: Cynthia Nixon, Jennifer Ehle, Duncan Duff, Keith Carradine, Catherine Bailey

lunes, 14 de noviembre de 2016

Novela: La promesa de Kamil Modrácek de Jiri Kratochvil (2009)

El autor.-
Es periodista, dramaturgo y novelista. Un representante de la literatura postKundera de la República Checa. Durante la influencia soviética y hasta la Revolución de Terciopelo en 1989, fue publicado de manera clandestina, con un sistema llamado samizdat por el que un pequeño número de ejemplares se hacía llegar a personas escogidas de las que, a su vez, se esperaba que lo fotocopiaran y distribuyeran entre otras personas de confianza. Ha recibido varios premios importantes. Otras obras suyas son: La novela del oso, En mitad de la noche un canto y Avion


Mi opinión.-
Jiri Kratochvil durante su juventud tuvo que desempeñar oficios de lo más variados hasta que en 1995 pudo dedicarse plenamente a la literatura. Creo que de esta turbulenta vida laboral surge la variedad de personajes que encontramos en esta novela. Constituyen un fresco detallado pero absurdo y esperpéntico de una sociedad comunista; todo ello bajo la apariencia de una novela negra. Lo que provoca el encuentro de todos los personajes es la muerte de la hermana del protagonista y resolver esta muerte y la consiguiente venganza serán el motor de Kamil Modrácek.

Brno
A partir de entonces todos esos personajes variopintos y un poco estrafalarios que, tienen la mala suerte de cruzarse con Kamil de una manera o de otra, van trazando su camino hacia el sótano. Al principio cada capítulo termina anunciándonos la desgracia que reunirá a los personajes, pasado un tiempo este recurso ya no es necesario. La trama es tan disparatada que un detective (antes privado) que ahora trabaja de carnicero utiliza una postura de yoga, sirsha, para alcanzar un grado de consciencia especial que le permite resolver los casos.

Asana Sirsha

Aparece también Nabokov en su camino hacia el exilio y una jaula para osos, que era simplemente dorada, acaba siendo de oro macizo. Oro proveniente de las joyas que sus anteriores dueños judíos habían fundido para salvarlo de la rapiña de los nazis. Disparate tras disparate.

Aparte de lo absurdo, lo que subyace en esta novela es la tragedia de vivir en una sociedad asediada, donde el nuevo orden impone, para alcanzar una futura libertad, la más irracional de las represiones. La vigilancia, la tortura y la muerte en una cárcel que está dentro de otra cárcel mayor que está dentro de otra cárcel mayor, así hasta el infinito.

Kamil es un simple arquitecto burgués, reconvertido en un arquitecto al servicio de los nazis, reconvertido en un arquitecto al servicio del nuevo poder socialista. Su hermana muere en extrañas circunstancias y Kamil acaba convertido en carcelero y torturador de los carceleros y torturadores de su hermana, pero en ese camino encarcela y tortura a muchas más personas. Personas que aceptan el encarcelamiento aunque saben que es injusto y son incapaces de rebelarse porque esa cárcel es más cómoda que la cárcel exterior. Todos los personajes se convencen de que la cárcel en el sótano es un embrión de una futura ciudad subterránea, una nueva arca de Noé o una isla utópica o un campo de concentración. Una aparente nueva sociedad donde se repiten todos los tópicos y estereotipos de la sociedad a la que se pretende sustituir.

Una novela extraña en una preciosa edición de la editorial Impedimenta.


jueves, 10 de noviembre de 2016

Cine Documental: Jota de Carlos Saura (2016)

Saura siempre ha puesto una especial atención en sus películas a la ambientación musical. Y en los documentales que ha hecho todavía más. Recuerdo el impacto que me causó, la primera vez que vi Flamenco. Era una unión perfecta entre las imágenes y la música. Lo mismo ha hecho esta vez con Jota. Una película que tanto a los seguidores de Saura como a los joteros no les defraudará. 

Se nota en la película amor por la música y la danza aragonesas. Es un recorrido visual y musical desde el origen hasta hoy y los cambios que han sufrido tanto la jota cantada como la bailada. Hay también un momento de homenaje a José Antonio Labordeta y de recuerdo por esa infancia vivida en plena dictadura franquistas. La canción es Rosa rosae; esa declinación de latín que todos hemos tenido que memorizar.



Haber nacido en Zaragoza (y seguir viviendo aquí) y que no te guste la jota, suele ser bastante problemático, sobre todo cuando llega el momento de celebrar las fiestas del Pilar. Pero creo, sinceramente y lo digo con todo el respeto de que soy capaz, que la jota tiene que vivir un proceso de depuración muy importante (y creo que ya está en ello). Puede que el problema sea mi excesiva sensibilidad auditiva (hay sonidos sobre todo los sonidos metálicos que me desquician), pero soy incapaz de escuchar las voces tan engoladas de los joteros y las voces chirriantes y estranguladas de las joteras.


Este proceso de depuración que comentaba, la danza ya lo ha hecho. En el documental se incluye un fragmento de Nobleza baturra, la mítica película de 1935 dirigida por Florián Rey y protagonizada por Imperio Argentina, donde la chica honesta baila decentemente una jota con el chico que le gusta, pero con los ojos púdicamente dirigidos al suelo. Ahora ya no se baila así, las joteras estiran los brazos todo lo que pueden y miran sonrientes a los chicos. Eso mismo tiene que hacer la jota cantada. Desprenderse de cierto artificio que se ha puesto ahí, supuestamente para embellecer cuando hace todo lo contrario: enturbiar un sonido que debería ser más limpio, más libre y más auténtico.


Además, parte del malestar que me produce la jota, surge de su relación con el franquismo. Para mí esta relación sigue patente: en las continuas referencias del joterío a la virgen del Pilar, al fervor a la virgen del Pilar, a la venida de la virgen del Pilar, y etc. etc. Algo que me agota profundamente por la sobrerrepresentación social de una iglesia católica, folclórica, muy ritualista y superficial, que no me dice nada y que es un obstáculo para que otra iglesia católica, profundamente comprometida con el primitivo mensaje de Cristo, una iglesia que está sufriendo con los pobres, los oprimidos y hoy con los refugiados vengan de donde vengan, pierde el protagonismo que debería tener.


Entiendo que durante la postguerra, y especialmente en el entorno rural, una de las (escasas) posibilidades que tenían adolescentes y jóvenes para salir de su pueblo y divertirse juntos, chicos y chicas, era pertenecer a una rondalla o a un grupo jotero. Me parece muy bien que así fuera; pero eso hizo que, al mismo tiempo, se despreciasen otras fuentes del folklore no tan conocidas y que se diese prioridad a unas jotas, bastante simplonas y patrioteras. De todo esto es de lo que la jota debe desprenderse para revelarse con la claridad que merece.


La película de Saura va en este sentido. Y deja ahí las aportaciones de Miguel Ángel Berna, de la magnífica Carmen París o de Ara Malikian. Para mí, el hecho de que la película no tenga argumento es un acierto y te permite meterte directamente en el puro goce estético, musical y visual. Si algo tengo que resaltar de la película, me quedo con la primera jota, interpretada por María Mazzotta y bailada por Miguel Ángel Berna,

Que se divierta y no llore,
A mi corazón le digo,
Que se divierta y no llore,
Que si tú no lo has querido,
No faltará quien lo adore,
A mi corazón le digo



Dirección y Guion: Carlos Saura
Fotografía: Paco Belda
Intérpretes: Miguel Ángel Berna, María Mazzotta, Sara Baras, Ara Malikian, Carmen París. 


lunes, 7 de noviembre de 2016

Cine: La chica del tren de Tate Taylor (2016)

La chica del tren no ha recibido buenas críticas. Parece que la novela era mucho más interesante que su adaptación. No la he leído y no puedo opinar. Sin embargo, la película tiene detalles que hacen pensar que hay ciertos cambios en la industria del cine. 

Es una película de planteamiento y factura conservadores. A veces resulta excesivamente lenta y trascendente cuando no hay nada debajo de esa lentitud ni mucho menos trascendencia. Pero a mí me ha resultado atractiva. Es una mezcla de triángulo amoroso tradicional, con toques de La ventana indiscreta, de Luz de gas y de Lo que la verdad esconde.

Rachel 
En realidad hay dos triángulos amorosos y estos dos triángulos comparten un mismo vértice, el marido infiel, sucesivamente infiel a sus dos esposas. A la primera con la que después será su segunda esposa y a ésta segunda con la niñera de su hija. Clásico. Sin embargo, lo novedoso es el protagonismo de las mujeres. La historia siempre está narrada desde el punto de vista de una de las mujeres. Está muy bien que sea así, ya que el adulterio era sufrido por las mujeres, su opinión sobre el mismo debería haber sido prioritaria.


El malo es el marido y lo sabemos desde el minuto 1 de la película, así que de suspense hay poco. Pero la historia no se entretiene en saber por qué es el malo y qué neuras tiene para ser un picha brava. Lo que realmente es el tema principal de la película, desde mi punto de vista, el vínculo de unión entre las mujeres, es la maternidad y cómo se enfrentan a ella y cómo desear o no ser madres , poder ser o no madres, las hace sentirse culpables. 


Emily Blunt interpreta a Rachel, la primera esposa. Lleva divorciada ya un tiempo pero todavía no ha conseguido superarlo. Arrastra un grado de alcoholismo muy preocupante que le produce lagunas en la memoria y que puede que esté provocado o no por su incapacidad para tener hijos. Sigue rondando, como un fantasma conflictivo, la que fue su casa, donde ahora sigue viviendo su marido con “la otra” y su bebé.

Anna y su bebé

La otra es otra pobre incauta. Rebecca Ferguson es Anna. Tiene un bebé de meses y siempre está cansada, ausente; además ha dejado su trabajo y se siente frustrada. Será la depresión postparto o será haber descubierto que su marido no es lo que parecía (siempre me ha parecido que las segundas esposas que han empezado su relación habiendo engañado a las primeras, nunca pueden tener la seguridad de no terminar engañadas también). Su marido la acusa de estar siempre cansada y de evitar el sexo después del parto, pero yo creo que la verdadera razón por la que Anna evita el sexo con su marido es porque el sexo con él ya no es satisfactorio y no se atreve a decírselo. Anna empieza a ser consciente de que se ha equivocado.

Megan
Megan, Haley Bennet, es la niñera que se ha reinventado a sí misma varias veces durante los últimos años y que parece haber llegado a donde toda mujer de clase media americana quiere llegar, a tener una casa con jardín, pero que ya no quiere estar allí. Entre otras cosas, porque el precio a pagar por ello es un marido posesivo, celoso y controlador que empieza a bordear claramente el maltrato psicológico y un amante poco satisfactorio. Megan odia ser niñera, pero no tiene otro trabajo. Tuvo una hija cuando era apenas una adolescente y su experiencia fue traumática.  



El marido, vértice que comunica a estas tres mujeres es Justin Theroux. Manipulador, violento, inseguro, ejecutivo de poca monta y con un terrible miedo al fracaso. Picha brava porque obtiene poca satisfacción con el sexo y cree que la cantidad supera a la calidad y que siempre la culpa de su insatisfacción es de la otra.

El marido
Para el director se trata de una película sobre cómo las mujeres se tratan entre ellas y a sí mismas y por eso le pareció interesante que el cuarto personaje importante, el policía que investiga la desaparición de Megan, fuese una mujer. Una mujer que no siente ninguna empatía por el sufrimiento de Rachel, la considera culpable de la desaparición de Megan y, en consecuencia, actúa como “poli malo”. Desde mi punto de vista es un acierto que lo haya hecho así.


Desde luego no es una gran película, pero creo que parte de las críticas que ha recibido, puede haberlo hecho porque ofrece un punto de vista diferente al que estamos acostumbrados. Estas tres mujeres están en el momento en que se dan cuenta (tarde para una de ellas) de que su problema es que siguen pensando que su vida gira alrededor de la vida de un hombre (y además de un hombre cutre). La recomiendo. 


Director: Tate Taylor
Guion: Erin Cressida Wilson (Novela: Paula Hawkins)
Música: Danny Elfman
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen
Intérpretes: Emily Blunt, Rebecca Ferguson, Haley Bennett, Luke Evans, Justin Theroux.