lunes, 29 de enero de 2018

Novela: Olvidado Rey Gudú de Ana María Matute (1996)

La autora.-
Ana María Matute fue una escritora de gran prestigio, calificada como la mejor novelista de la posguerra. Era miembro de la Real Academia Española y también Premio Cervantes. A los 5 años escribió su primer cuento y a los 17 ya recibe su primer contrato, de 3.000 pesetas en 1942, de una editorial. Después de varios años sin poder escribir, retomó su pasión por la literatura, precisamente escribiendo Olvidado Rey Gudú. Otras obras suyas son: Pequeño teatro, Paraíso inhabitado, Los soldados lloran de noche. La Torre vigíaAranmanoth, forman la trilogía sobre la Edad media junto con Olvidado Rey Gudú

Mi opinión.-
Una de las características que más me impresiona de la literatura de Ana María Matute es que es una literatura que se despliega, que se despereza en múltiples matices de texturas, colores y olores. En ningún otro escritor me parece tan evidente como en ella esa inclinación hacia lo sensorial.

Este es el mapa del reino de Olar
Olvidado Rey Gudú es la segunda obra de su trilogía sobre la Edad Media, pero son obras totalmente independientes que pueden leerse en cualquier orden. Comparten, eso sí, el mismo ambiente medieval teñido por la magia, lo inexplicable y lo terrible, dando un gran protagonismo a los niños, o al mundo imaginario de los niños que todavía no han llegado. En este Edad Media transterrada se pasean, por la vida de los humanos, las ondinas y las brujas, los piratas y las hordas, los trasgos y los hechiceros. Lo desconocido se hace cotidiano, y no por ello pierde su magia. Se manifiesta para los que conocen los secretos y también para los que quieren ver. 

Quizá el Trasgo del Sur
La historia que se narra es la de la expansión del reino de Olar y de su dinastía de gobernantes, desde el primer Conde de Olar al último rey, Gudú. Olar es un territorio pequeño pero todos sus gobernantes se dejan llevan por el afán de expansión. Se trata de una dinastía de reyes guerreros y eso supone su gloria y también su perdición. Siempre tratan de ir más allá, de conquistar lo desconocido y de someter tierras y pueblos. Se suceden las mezquindades, las trampas y las traiciones. Olar, Sikrosio, Volodioso y Gudú llevan en sus hombros el peso de la guerra, pero es la reina Ardid quien ejerce el gobierno.

La reina Ardid podría parecerse a ella

Ardid es un personaje femenino muy fuerte y poderoso no sólo porque sea reina y regente durante las ausencias de su hijo Gudú. A pesar de llevar la astucia hasta en su nombre, pretende utilizar la ciencia y los más profundos conocimientos para gobernar; pero en su empeño se cruzará el deseo de venganza y la venganza será frenada por el amor, por su amor hacia Volodioso. Pasados los años todo ello será determinante para que el reino termine cayendo en el olvido.

La dinastía de Olar
Al fin, el amor es considerado, en esta novela, como un sentimiento demasiado peligroso y que debe ser erradicado de la vida de un rey; pero, al mismo tiempo, las consecuencias de extirparlo de esa manera tan tajante de las vidas humanas se mostrarán como algo mucho peor.

El joven rey Gudú
El estilo de Ana María Matute es muy personal y lírico, tan poético como cruel, y aunque puede encuadrarse dentro de la tradición del realismo fantástico, no está exento de humor e ironía. Además elegir un narrador omnisciente, le da a la narración halos de nostalgia y cálida evocación. Esta novela no fue fácil de escribir. En primer lugar, por la situación anímica de la escritora y en segundo, por su extensión y por el número y variedad de personajes. Todos ellos muy sólidos y bien definidos, atrapados y arrastrados por una vida que, a menudo, no comprenden.


Esta novela también es un viaje hacia la vejez, el olvido y la desaparición. Otros dirían que es una pérdida de la inocencia o quizá otra interpretación que a mí me parece más simple. Que sin amor estamos abocados al olvido. No creo que sea así. Creo que al final de la novela, de este cuento de hadas, se llega a disfrutar de la verdadera inocencia; una inocencia que invariablemente está teñida de amargura. Por otra parte, sin amor y con amor, la mayoría de la humanidad siempre está abocada al olvido, pocos son los que trascienden su vida individual y pasan a formar parte de la vida de la humanidad. Políticos, reyes, hombres de ciencia, criminales y recientemente también algunas mujeres sobresalientes, son seres cuyo recuerdo es inmortal. Para el resto, el olvido. Y esto es lo más amargo. “¿Por qué es tan ciego, y tan indescifrable el mundo al que nos trajeron? ¿Quién nos dejó caer en este mundo, tan mudo, impío y desolador? Triste es el mundo, tristes sus criaturas. Y sólo de tan frágil materia está hecha la vida: de imposibles recuperaciones, de imposibles regresos y de imposibles comienzos.” 



Olvidado Rey Gudú
Ana María Matute

Ed. Espasa Narrativa

jueves, 25 de enero de 2018

Ensayo: : La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror de Slavoj Zizek (2016)

El autor.-
Slavoj Zizek es un filósofo, sociólogo, psicoanalista y teórico cultural nacido en Eslovenia. Yo sustituiría todas esas calificaciones por una única, la de científico social aunque la prensa le llame agitador de conciencias. No sé si es muy correcto pero tanta diversificación en disciplinas académicas a veces tampoco es muy operativa. En sus obras trata de aunar el materialismo dialéctico con el psicoanálisis de Jacques Lacan, además de utilizar ejemplos de la cultura más popular. Otras obras suyas: ¡Bienvenidos a tiempos interesantes!, Robespierre, virtud y terror, El prójimo, tres indagaciones sobre teología política. 

Mi opinión.-
Me gusta que a Zizek se le considere un agitador de conciencias y estoy segura de que esa debe ser la principal función de un intelectual. Además, Zizek es un agitador de conciencias mediático, con gran capacidad de comunicación y una gran erudición y un considerable dominio de las redes sociales. Parece el prototipo de intelectual del siglo XXI; aquel que ya no tiene sitio en los medios de comunicación tradicionales y se busca nuevos foros desde donde dirigirse al mundo y especialmente a los jóvenes.

En este libro trata sobre la crisis de los refugiados pero lejos de considerarla un problema humanitario puntual, la considera una consecuencia lógica de la estructura del capitalismo neoliberal y su férrea división de clases. Considera que el capitalismo global es una especie de invernadero, cuyo interior está domesticado, climatizado y férreamente protegido para que el exterior, en este caso los refugiados, no le perturbe.


Es muy crítico con la izquierda (domesticada) occidental, pero al mismo tiempo parece caer en lo mismo que les critica: abogar por una solución imposible. La izquierda occidental sería una especie de “alma bella cínica”, que defendería abrir las fronteras a los refugiados, sabiendo que esto sería un desastre y, además, que la derecha lo impediría. Zizek, todavía va más allá y su solución será intentar reconstruir una sociedad global: “…esta solución a gran escala es la única realista, y la exhibición de virtudes altruistas nos impide, en última instancia, lograr ese objetivo” (Pg.15). Es posible que sea la mejor solución, pero desde luego no puede realizarse inmediatamente y mientras tanto ¿qué hacemos con los refugiados? No sé si Zizek peca de un cinismo mayor o si es pura ingenuidad.


La izquierda occidental, desde mi punto de vista, tiene que corregirse a sí misma. Por un lado, hace gala de un excesivo buenismo y de creer que el enemigo de mi enemigo es mi amigo y esto no siempre se cumple. Además, es excesivamente masoquista y desprecia todo un conjunto de instituciones y normas sociales por el solo hecho de ser occidentales. Muestra un antieuropeísmo feroz y poco útil, al relacionar cualquier iniciativa europea con el colonialismo o con el postcolonialismo, cuando en realidad debería ocuparse de reinterpretar y asimilar estas normas e instituciones de manera mucho más crítica y creativa y salir reforzada en ese empeño.


Para plantearse una reflexión crítica, Zizek cree que hay que romper cinco tabúes: 1/ el deber de escuchar a todo el mundo; 2/ equiparar cualquier legado emancipador europeo con el imperialismo cultural y el racismo; 3/ proteger nuestro modo de vida a toda costa sería una categoría protofascista o racista; 4/ prohibir cualquier crítica hacia el Islam por considerarla “islamofobia”; 5/ equiparar religión politizada con fanatismo.


Tarea difícil por no decir imposible, aunque más difícil sería ver al Otro, al refugiado, tal cual es y aceptarle. Pienso que los refugiados que están llegando en estas condiciones tan lamentables, después de ser explotados por las mafias, pertenecen a las clases más populares, las clases que no han podido huir antes por diversas razones. Si esto es así, podríamos pensar que, socialmente, son muy conservadores, muy apegados a sus tradiciones y muy críticos con el modo de vida occidental, especialmente con el modo de vida occidental de las mujeres; además, son hombres que han sufrido la “dislocación social debida a una rápida industrialización [que además ahora ha fallado]” (Pg. 39) y que ven su masculinidad amenazada, como piensa Beatriz Gimeno en Feminicidio (Graciela Atencio ed.)

En definitiva, un libro para leer con sosiego y no intentar encontrar certezas ni respuestas a todos los interrogantes. Pero sin olvidar que, ahora, los refugiados sirios están muriendo en las montañas del Líbano por congelación.


La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror 
Slavoj Zizek
Traducción: Damiá Alou

Ed. Anagrama

lunes, 22 de enero de 2018

Exposición: Goya y la Corte Ilustrada. CaixaForum

Ayer se acabó la exposición Goya y la Corte Ilustrada en CaixaForum, Zaragoza, que ya comenté hace unos días pero todavía me dio tiempo a verla una vez más y fotografiar algunos detalles.

La reina María Luis de Parma había perdido los dientes pero siempre presumía de la perfección de sus brazos. En este retrato de Mariano Salvador Maella se puede ver la delicadeza con que están pintadas sus manos y los detalles del encaje. Posa con una expresión más amable de lo que era era habitual en esta reina. La pobre tuvo 23 embarazos y perdió a la mayoría de sus hijos, como abortos espontáneos o en la primera infancia. También rivalizaba con la Duquesa de Alba y se dice que mandó quemar su palacio.

María Luisa de Parma, reina de España. Mariano Salvador Maella


Dicen que Goya no sabía pintar manos (ni caballos) y por eso siempre trataba de esconderlas en sus cuadros. Quizá por eso el rey mantiene el puño cerrado en este cuadro. Pero el color rojo del traje de terciopelo es impresionante y las pinceladas que simulan los bordados de plata también.


Carlos IV, rey. Francisco de Goya
María Antonia Fernanda fue la hija menor de Felipe V y de Isabel de Farnesio y por su matrimonio con Víctor Manuel III de Saboya, reina de Cerdeña. También tuvo trece hijos. Lleva en la mano un clavel.

María Antonia Fernanda, hija de Felipe V. Jacobo Amigoni
Otro retrato de María Luisa de Parma, esta vez con tontillo, a la moda del siglo XVII, y en el que destacan sus brazos y su espectacular tocado, una escofieta francesa. Sobre el manto de armiño, junto a la reina, la corona de España. La reina lleva en la sien un chiqueador. Parece un lunar o una verruga enorme, pero no. Eran unos parches de tela que, en principio, se impregnaban con sustancias medicinales y calmantes; pero después se perfumaron y fueron considerados seña de distinción y elegancia. Llama la atención también la delicadeza del tafetán del vestido. Y del anillo, ¿qué me decís?

La reina María Luisa con tontillo. Francisco de Goya



La infanta Carlota Joaquina fue hija de Carlos IV y María Luisa de Parma (la de los 23 embarazos). En este retrato apenas tenía 10 años y es toda dulzura, inocencia y delicadeza. Así se muestra en cómo sostiene un pajarito. Vestida de gala y también con tontillo, un artilugio que ya estaba un poco pasado de moda. Pero se trataba de un retrato con motivo de sus esponsales y había que impresionar al novio. Destaca la delicadeza de su cuello.

Carlota Joaquina, infanta de España, reina de Portugal. Mariano Salvador Maella



Ya he comentado que decían de Goya que no sabía pintar caballos, pero no se puede decir lo mismo de los perros. A cada uno de ellos le dotaba de su propia personalidad. Podían parecer pesarosos, enfadados y gruñones, tranquilos a los pies de su amo o inquietantemente suplicantes. Dan ganas de sacarlos de los cuadros y darles un achuchón. 

La acerolera. Perrillos suplicantes

Cazador cargando su escopeta. Claramente enfadado
Niños con perros de presa. A veces pasa desapercibido que son dos

Caza con reclamo. Acechante

Carlos III cazador. Tranquilo y confiado
El ciego músico. Ramón Bayeu y Subías. El lazarillo toca las castañuelos y el perro baila





viernes, 19 de enero de 2018

Cine: La calle 42 de Lloyd Bacon (1933)

La calle 42 se filmó en el año 1933 en apenas 28 días. En aquel momento el cine se utilizó como terapia para superar la Gran Depresión de 1929. América dejó de ser vista como la tierra prometida, surtida de riquezas innumerables y a disposición de quien fuera capaz e inteligente para conseguirlas y, a partir de entonces, empezó a ser un país que abusaba de sus ciudadanos más desprotegidos y que repetía los errores y desigualdades de los países europeos que había pretendido superar. 


Así que este tipo de películas trataban de recuperar la alegría de ser americano. Ésta, sin duda, lo consiguió. Incluso fue nominada al Óscar a la mejor película y mejor sonido. Hay que tener en cuenta que hacía poco tiempo que se había impuesto el cine sonoro y pasar los musicales de Broadway al cine era toda una novedad.


No sé si se podría decir que esto es teatro filmado o cine teatralizado pero la fórmula duró bastantes años, hasta que el cine musical resurgió en los años 1950 aprovechando las innovaciones en la filmación y el sonido. A pesar de todo esto La calle 42 se consagró como un clásico y teniendo en cuenta que ya ha cumplido 84 años hay que mirarla con la ternura que se dedicaría a una anciana.


Resulta una película pícara e inocente al mismo tiempo, estática y de ritmo vertiginoso. Todo un contrasentido, como la vida. Y eso es porque convergen dos tendencias a la hora de hacer musical: el musical clásico teatral y el musical cinematográfico. Esta película es la transición entre ambas maneras de entender el espectáculo. Las escenas entre los actores son netamente teatrales sin que apenas haya movimiento de cámara, sin embargo en las escenas musicales la cosa cambia y es por la influencia de Busby Berkeley.

Esto es lo que más destaca de este musical, las coreografías. Delante de la cámara se desarrollan elaboradas formas geométricas, caleidoscopios filmados con cámara cenital y con arriesgados movimientos de cámara no vistos hasta entonces, coreografías realizados por un ejército de bailarinas perfectamente coordinadas y diseñadas por Busby Berkeley que, posteriormente, se encargaría de algunas de las coreografías de la nadadora/bailarina Esther Williams y que también fue director de cine.


Por lo demás, el argumento de la película es muy simple. Un director de teatro recibe como encargo preparar una comedia musical, Pretty lady, para la amante del ricachón que financiará el proyecto y que sólo está interesado en ver las piernas de jovencitas. La amante es una cantante y bailarina consagrada que además tiene otro amante que también trabajará en la obra. Las aspirantes a coristas son jóvenes rubias de piernas bien torneadas y mucho sentido del humor; pero, entre ellas, destaca por su inocencia y su pelo moreno Peggy “la novata”.


Entre los ensayos, los números musicales y el estreno se desarrollan las tramas: los enredos, los engaños, los amoríos y el humor. Porque un musical romántico no puede hacerse sin grandes dosis de humor (esto debería haberlo sabido el director de La la land). Y esto es lo que provoca esta película ternura, risas y un número musical que pone la guinda y el final feliz. Donde los barriobajeros pueden encontrase con la elite, en la calle 42. Todos contentos.


Dirección: Lloyd Bacon
Guion: Ryan James, James Seymour (Novela: Bradford Ropes)
Música: Harry Warren
Fotografía: Sol Polito
Intérpretes: Ruby Keeler, Ginger Rogers, Dick Powell, Warner Baxter

miércoles, 17 de enero de 2018

Novela: Asesinato en el Congreso de Chesús Yuste (2017)

El autor.-
Chesús Yuste es un político y escritor aragonés, parlamentario durante varios años por la Chunta Aragonesista. Es muy conocido en Zaragoza. Tiene varios blogs. Uno de ellos, Innisfree está dedicado a Irlanda y para Lonely Planet Magazine, es el blog en español más completo sobre Irlanda. Otras obras suyas: La mirada del bosque y Regreso a Innisfree y otros relatos irlandeses. 

Mi opinión.-
Excepto Manuel Vázquez Montalbán, que yo recuerde, ha habido pocos escritores españoles que ambientasen sus novelas negras en un entorno político. Pero además Chesús Yuste, hace que sus “asesinatos” se produzcan en el Congreso de los Diputados de la Carrera de San Jerónimo. Se supone que uno de los edificios más seguros de toda Europa.


La novela me ha gustado mucho. Aunque en realidad parecen tres novelas perfectamente entrecruzadas. Por una parte, es una novela sobre la vida cotidiana de un político de a pie en el Congreso. Aprovechando la irrupción de los grupos surgidos durante el 15M, aparecen diputados muy jóvenes, a los cuales el triunfo parece que les ha cogido un poco de sopetón. Este es el caso de la joven Nora. Idealista, apasionada y comprometida en su nuevo y temporal trabajo. Nora se ve atrapada casualmente por la investigación del asesinato, pero además, tiene que dedicar su tiempo a reuniones, comisiones, interpelaciones, presentaciones de leyes, críticas al gobierno e intrigas partidarias. A pesar de todo eso, sacará tiempo para el amor y también para viajar por su provincia y estar al tanto de los problemas de sus electores.


Él es un periodista, un poco mayor que ella pero muy atractivo para casi todas las mujeres que salen en la novela (después hablaré de esto). Es Bruno y también se encargará de la investigación del asesinato. Es originario de Sobrarbe y también es un poco inocente. Y digo que es un poco inocente porque todas las mujeres con las que se cruza se lo quieren follar y eso le pone nervioso e incluso le hace sonrojarse. No sabría muy bien definir qué es lo que pretendía el autor, pero casi todas las mujeres treintañeras que salen en la novela, tienen unas ganas inmensas de follar con Bruno (¿cierto tufillo machista o es que yo soy muy malpensada?) 


El comisario Robles, iniciará su investigación por otro camino. Desde mi punto de vista, el comisario Robles está muy desaprovechado como personaje y espero que el autor le retome para otra novela. Si algo no me ha gustado de esta trama es que ambas investigaciones tardan bastante en confluir (la novela tiene 500 páginas). Aunque, la presencia del comisario se justifica también por la investigación de los ataques cometidos por Guy Fawkes, el de la máscara de V de Vendetta.


Este vengador justiciero (o vengadora o ambos) realiza unos ataques de lo más escatológicos. Rocía con mierda o sangre a un banquero; secuestra durante unas horas a otro y, en realidad, se dedica a poner en jaque a la policía y a poner en evidencia a unos años de matrimonio perfecto entre política y corrupción que no debían haber existido y cuyas consecuencias todavía estamos pagando. ¡ah, y también aparece el procés! El jodido procés.


El tono de la novela no es en absoluto trágico, pero sí es muy contundente. Tiene como contrapunto manifestaciones absolutamente genuinas del socarrón humor aragonés. Los ejemplos más significativos de esto son los nombre de algunos personajes: Roderic Pato (Rodrigo Rato), Rodríguez Gallardo (Ruiz Gallardón) o Mariano Rajón (Mariano Rajoy). Pero por debajo de ese humor aragonés contenido queda la amargura por comprobar que el caciquismo eterno siempre está dispuesto a reaparecer. El poder que manda sin presentarse a elecciones; el poder que sólo busca enriquecerse y que tiene una cara amable que seduce.


En medio de esta crónica política del día a día del Congreso y de la crónica sociológica de los movimientos surgidos en el 15M, se comenten dos asesinatos brutales en el Congreso definido por Chesús Yuste como un microcosmos, una pequeña ciudad, donde hay de todo, bueno y malo. Es una novela que sigue la estela de la novela negra mediterránea de Andrea Camilleri, Petros Márkaris o Vázquez Montalbán (homenajeado también en el título). En un encuentro con el autor, reconoció que había elegido a una mujer como protagonista porque las mujeres somos el único segmento de la población española que ha podido resistir (más o menos) la mayoría aplastante de Mariano Rajón del PP. No sé, creo que exagera. Pero en lo que no exagera es en la trama. Baste decir que parte de la intriga política está en la posibilidad de que los grupos de presión legislen en su propio beneficio sin que los propios legisladores se den cuenta y amenacen con la creación de un “Guantánamo jurídico”. Como Chesús Yuste es un político con memoria nos recordó que ese guantánamo jurídico no es sólo una posibilidad, en el Parlamento aragonés fue una realidad. Lectura muy recomendable.



Asesinato en el Congreso 
Chesús Yuste 

Ed. Xordica

lunes, 15 de enero de 2018

Cine: Espías desde el cielo de Gavin Hood (2015)

Zygmunt Bauman en su libro Modernidad y Holocausto consideraba al holocausto no como una locura de unos pocos, sino como un producto normal de la sociedad moderna occidental. Ya comenté en otro post de este blog lo horripilante que me parecía esta afirmación, pero al mismo tiempo muy adecuada, Modernidad y Holocausto

Los avances tecnológicos durante los dos últimos siglos han facilitado la guerra a distancia. Presionar un botón para matar a otros, durante la II Guerra Mundial, podía liberar al ejecutor de sus íntimos remordimientos. No es eso lo que se afirma en esta película. A pesar de exhibir todo un alarde de tecnología ultramoderna aplicada en una guerra asimétrica y además peleada a distancia, queda todavía espacio para las dudas morales de quienes deciden bombardear y de quienes, en última instancia, pulsan el botón.



Así podemos observar el proceso de toma de decisiones en el caso de un bombardeo con víctimas colaterales civiles y la realización efectiva de esa decisión tomada. Y en ese proceso tendremos la oportunidad de ver no sólo la jerarquización de la toma de decisiones, sino también el enfrentamiento entre los distintos niveles. Por un lado, la confrontación entre políticos y militares; por otro, los estilos diferentes entre británicos y estadounidenses; y por último, la guerra tradicional que requiere la infiltración de agentes en el campo del enemigo frente a la guerra tecnológica a distancia.


Todo ello se mezcla en este thriller muy eficazmente y con la entrega absoluta de sus actores principales, Helen Mirren y Alan Rickman entre los más conocidos, pero todo el reparto cumple muy bien su cometido. Especialmente porque consiguen transmitir las sensaciones de peligro, inseguridad, impotencia y duda, simplemente sentados frente a una pantalla de ordenador.


Después de hacer un seguimiento durante años, los británicos tienen la oportunidad de detener a una peligrosa terrorista británica, convertida en esposa de un líder de al-Shabab en Kenia. Pero durante la última vigilancia, descubren que, en esa misma casa, varios terroristas suicidas se están preparando para realizar un atentado. Descartando la posibilidad de detener a la terrorista, deben de enfrentarse a tomar la decisión de bombardear la casa y con ello ocasionar daños colaterales, muerte, mutilación y heridas, en civiles indefensos. La personificación de estos civiles indefensos será una niña que se sienta a vender pan en la misma esquina donde se está preparando el atentado. Ver el rostro de esa niña, ponerle cara a las víctimas, paraliza el final de una operación largamente planeada durante un tiempo precioso.



Así, veremos reunidos a todos los intervinientes británicos. Militares, parlamentarios, juristas y miembros del gobierno expresarán sus dudas y temores. Ante los argumentos sobre el claro mal menor de los militares, políticos tratan de eludir su responsabilidad en la decisión. El ministro de defensa quiere pasarle la decisión al ministro de asuntos exteriores. Pero éste, ha comido unas gambas en mal estado y tiene una diarrea terrible. No se siente capaz de decidir porque además hay ciudadanos estadounidenses entre los terroristas. Así que decide consultar obligatoriamente con el secretario de estado de EEUU.


Y el secretario de estado, que no tiene tantos remilgos como los europeos, está encantado de que maten a un traidor a la patria y además no quiere que le molesten mientras está jugando al tenis de mesa con una representación de chinos que, al fin y al cabo, tienen el dinero que EEUU necesita. Llega un momento en que el espectador puede pensar que la guerra es bastante parecida a lo que Gila, gran humorista, decía con su teléfono: “¿Está el enemigo? Que se ponga”.


Tampoco la representante del Parlamento británico queda en muy buen lugar. A pesar de que el jurista mantiene que jurídicamente ese bombardeo no sería reprochable, la parlamentaria no se atreve a refrendar esa decisión aduciendo que la opinión pública no perdonaría la existencia de víctimas inocentes; aunque en un nivel más profundo, todos entendemos que su preocupación no está con las víctimas sino con la posibilidad de perder las próximas elecciones.


A pesar de todos estos impedimentos, una vez tomada la decisión de bombardear, corresponde dar voz a quienes deben ejecutarla porque serán los que carguen en su conciencia con la muerte de los inocentes. Esta vez es más fácil, puesto que los militares están sujetos a la cadena de mando, pero aún con todo, pueden expresar sus objeciones antes de acatar la orden de bombardear y pedir una evaluación de riesgo, simplemente para ganar un poco de tiempo e intentar que la niña desaparezca de la diana. Para esto contarán con la ayuda de los agentes de campo africanos. La intervención de estos últimos nos hace ver que, a pesar de toda la tecnología, el elemento humano básico y su capacidad de improvisación son imprescindibles.


Lo que no me ha gustado de la película es que toma partido, claramente, a favor de los militares y muestra a los políticos como cobardes, que quieren sacudirse la responsabilidad de decidir. En este sentido, la película es demasiado maniquea. Tampoco incluye una reflexión sobre los terroristas a los cuales no se les concede voz y vemos siempre a distancia. Todo esto, sin embargo, no resta ninguna efectividad para que la película funcione como un gran thriller. 


Director: Gavin Hood
Guion: Guy Hibbert
Música: Paul Hepker, Mark Kilian
Fotografía: Haris Zambarloukos
Intérpretes: Helen Mirren, Alan Rickman, Aaron Paul, Barkhad Abdi, Iain Glen, Phoebe Fox.