jueves, 29 de agosto de 2013

Novela: El Asesino Ciego de Margaret Atwood

Sinopsis.-
Iris Chase pertenece a una familia que en otro tiempo fue poderosa. En Avilion, la mansión familiar, transcurrió su infancia y juventud y la de su hermana Laura, considerada una escritora de un cierto renombre y que murió trágicamente. Después de ser diagnosticada de una enfermedad coronaria y presintiendo que llega el final, decide compartir su historia y poner orden en los acontecimientos que marcaron su vida. 

La autora.-
Margaret Atwood es canadiense, escritora muy reconocida y también activista y militante de Amnistía Internacional. Ganó el premio Booker con esta novela y en el 2008 también fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras; además ha estado nominada al Premio Nobel. Considerada una escritora feminista, se ha dedicado en su obra, también, a detallar la identidad canadiense y sus relaciones con Estados Unidos y Europa.

Mi opinión.- 
El asesino ciego es de esas novelas que obliga al lector a “coescribirla” junto con la autora, porque insinúa mucho más de lo que cuenta. Margaret Atwood va esbozando situaciones, callando recuerdos y dejando pistas y piezas para que podamos montar el puzzle. Es una novela complicada, con mezcla de distintos tiempos y estilos narrativos. Me gustan estas novelas que te obligan a leer despacio; sientes que precipitarse puede hacerte perder detalles vitales para entender la historia. 

En la trama principal la anciana Iris Chase rememora la historia de su familia, ligada a la mansión Avilion, y especialmente las relaciones con su hermana Laura y su personal manera de ver las cosas y sentir la vida. Siempre evocando ese tiempo pasado, recordando, en un ajuste de cuentas con ella misma y aprovechando la nostalgia para describir su decadencia actual. Se añaden a esta trama principal, noticias publicadas en la prensa local, notas de sociedad sobre la familia de Iris Chase, que ayudan a situar en el tiempo la trama; son la versión edulcorada de lo que pasaba en la casa. 

Más que un tono nostálgico lo que predomina es el remordimiento, por las consecuencias que tienen nuestras elecciones. Elecciones que nos parecen apropiadas en un momento, pero que al cabo de un tiempo pasan factura y somos conscientes del precio pagado. También queda patente la sensación de lo poco que pueden hacer las mujeres para tomar el control sobre su vida y cómo, cuándo lo hacen, son excluidas del orden social: Iris acepta el matrimonio que su padre le prepara para salvar el negocio familiar; Iris acepta el sexo con su marido para darle un heredero; Iris se rebela y abandona a su marido pero pierde el derecho de ser madre; Iris quiere saber qué pasó con su hermana y encuentra una historia de abuso y violencia dentro de su propio hogar.

Entremezclada con esta trama y narrada en presente, asistimos a los encuentros clandestinos entre dos amantes. Esta historia novelada es considerada una obra maestra de Laura Chase (hermana de Iris), muerta en un confuso accidente y escritora que va ganando fama a lo largo de los años. El hombre y la mujer no tienen nombre. Se encuentran en distintos lugares, pensiones más o menos sórdidas, siempre con la angustia de ser descubiertos. No sabemos si esta aventura es ficción o recuerdo. Ella es de buena familia y él alguien que está siendo buscado por la policía, por algún suceso violento relacionado con la política o la lucha obrera. 

En estos encuentros, el hombre le cuenta a su amante la novela que está escribiendo, El asesino ciego. Es una novela de ciencia ficción y aventuras con un cierto estilo pero literatura pulp, para ganarse la vida hasta que pueda encontrar algo mejor. Según se va desarrollando la trama descubriremos que es una historia basada en la realidad y en Alex Thomas, joven activista político que mantuvo una relación triangular con las hermanas y terminó muriendo en la Guerra Civil Española.



El Asesino Ciego 
Margaret Atwood
Traducción: Dolors Udina
Ed. Zeta

jueves, 22 de agosto de 2013

Sociología: Redes de Indignación y Esperanza de Manuel Castells

El próximo curso empezaré 4º de Sociología y una de las varias cosas que me faltan en la carrera, es un estudio profundo de los sociólogos españoles actuales. Así que he decidido empezar a estudiarlos por mi cuenta y he elegido el último libro que ha publicado Manuel Castells.

Manuel Castells es catedrático de la Universidad del Sur de California, de la Universitat Oberta de Catalunya y del Instituto de Estudios Globales en París. También ha trabajado en Berkeley, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, Oxford, Cambridge y alguna universidad más. Activista contra la dictadura de Franco se exilió en Francia, donde estudió sociología. Durante los años 70 se especializó en Sociología Urbana, en concreto en el uso de los espacios públicos. Es también experto en tecnologías de la comunicación e información.

Redes de Indignación y Esperanza, es un análisis de la repercusión de las nuevas tecnologías de la información, especialmente de las redes sociales de internet, en los últimos movimientos sociales: desde las primaveras árabes de Túnez y Egipto, hasta la “revolución de las cacerolas” de Islandia, pasando por las Indignadas en España y el movimiento Occupy Wall Street de Estados Unidos. En estos cuatro casos, se repite más o menos el mismo patrón. Ante una situación de cinismo, incompetencia y connivencia entre políticos y poder financiero contra los ciudadanos, se produce un estallido de indignación. Es un impulso tan fuerte y tan profundo que consigue vencer el miedo y la resistencia de los ciudadanos a manifestarse. Se utilizan nuevas herramientas de comunicación y convocatoria, las redes sociales, más rápidas, baratas, accesibles, fidedignas y personalizadas como nunca se ha conocido en la historia. La primera reacción de los gobiernos, casi sistemáticamente es intentar controlarlas, suspender las conexiones informáticas y bloquearlas, principalmente Twitter y Facebook. Pero es imposible poner puertas al campo. 

Desde el primer momento, a través de esta nueva forma  de comunicación informática, se propone la “invasión” del espacio público. Las acampadas de ciudadanos son modelo de autogestión y debate democráticos. Miles de personas, en distintas agrupaciones, exigen una democracia más real y más profunda. A los desalojos violentamente efectuados por la policía se suceden oleadas más numerosas de ciudadanos exigiendo su derecho a ocupar el espacio público. 

Esta es la principal diferencia que encuentro entre los movimientos sociales de estos últimos 3 años y los anteriores. La capacidad de conexión y difusión de la información es multiplicada como no se hubiera podido imaginar; la recepción de la información en tiempo real, sin edición y sin agentes mediadores (prensa) sobrepasa todas las expectativas de los comunicadores. Pero otra cosa diferente es el resultado que estos movimientos sociales tengan en el futuro. 

Es un libro excelente. Muy documentado, con información de primera mano y muy divulgativo, accesible para el gran público. Aunque, creo que debería haber incluido también una introducción sobre qué es un movimiento social,  qué debe pretender y cómo conseguirlo. 

En general, se puede decir que un movimiento social es aquel que busca activamente influir en el cambio de la sociedad, considerado en un sentido amplio. Así puede tratarse de un cambio cultural, de una intervención política o de aquellos otros movimientos dirigidos a revalorizar una identidad que haya podido estar discriminada, como el movimiento feminista u homosexual. 

Todos los movimientos sociales que estudia el profesor Castells en este libro, son de los encaminados a la consecución de objetivos políticos. Después de año y medio, casi dos años, podemos decir que no todos han tenido la misma suerte. 

En el caso de Islandia, la movilización de los ciudadanos sí que ha tenido repercusiones positivas: se ha superado (o casi) la crisis y no gracias a las políticas de drástica austeridad que nos han impuesto a los demás; se ha pactado una nueva constitución, con la participación de los ciudadanos en su redacción, a través de internet, y se está en camino de restaurar la confianza de la población en los políticos, algo que parece impensable en otras democracias de Europa (como por ejemplo la española).

No ha sucedido lo mismo, sin embargo, en los países árabes. Ahora Túnez ha desaparecido de la actualidad mediática pero su proceso de democratización está siendo muy difícil. En 2011 se convocaron elecciones para la redacción de una nueva constitución que en este momento está paralizada. En 2013 se suceden los asesinatos de opositores, ataques de milicianos islamistas y contraataques del ejército que configuran un nuevo (repetido) escenario de violencia. 

Egipto es ahora el foco de atención de la prensa occidental y oriental. Sufre un proceso muy similar al tunecino. En 2011, las protestas de movimientos sociales en la plaza Tahrir, aparentemente, condujeron al derrocamiento de Mubarak; en 2012 se convocaron elecciones que limpiamente ganó el partido de Morsi, islamista y que fue derrocado, en 2013, por algo que Occidente se ha negado a llamar “golpe de estado”, pero que sí lo era. Ahora, todavía no se sabe cómo va a terminar esta situación. 

La plaza Tahrir, símbolo de convivencia y de esperanza, de hacer las cosas de manera más democrática y renovada, se ha convertido en un escenario de horror para las mujeres que quieren manifestarse. Estas mujeres, separadas de sus grupos, son rodeadas y atacadas en manada por hombres de forma perfectamente planificada. Son víctimas de violaciones y acoso sexual y también del reproche social aunque hayan sido víctimas de un delito. Estos actos han sido denunciados por Human Rights Watch y tienen como objetivo hacer desistir a las mujeres de su derecho a ocupar el espacio público. 

En Egipto existe una fractura social absoluta y un clima de violencia brutal ahora contra los islamistas. No tengo ningún interés en defender una causa islamista. Me parece a todas luces un retroceso social, especialmente para la causa de la igualdad de las mujeres, pero hay que reconocer que ganaron unas elecciones en una contienda absolutamente democrática. Se le reprocha, hipócritamente, a Morsi que no ha cumplido con su programa electoral y que ha aprovechado su poder para imponer su ideología y desatender las demandas de la mayoría de la ciudadanía. Si fuera por eso, no sé dónde debería estar el actual gobierno de España del Partido Popular y sus ministros Ana Mato y Ruiz-Gallardón, imponiendo a las mujeres la ideología opusiana más recalcitrante. 

Antes de condenar al islamismo, deberíamos preguntarnos, por qué el esfuerzo que unos movimientos laicos realizaron, enfrentándose a las fuerzas represivas de sus respectivos gobiernos dictatoriales en Túnez y Egipto, terminó beneficiando a los partidos islamistas que no habían participado tan activamente. Ha habido algo que los observadores, ni occidentales ni orientales, no han sabido ver y mucho menos prever. Creo que la clave está en reconocer que se minusvalora constantemente el apoyo que los islamistas tienen en las clases más desfavorecidas. 

Desde su fundación en 1928 hasta hoy, los Hermanos Musulmanes han sufrido una profunda transformación. Desde sus postulados más conservadores, fundamentalistas, fanáticos y viscerales, de implantación de la sharia (ley islámica) hasta manifestarse como un movimiento de amplia base social, dispuesto a participar en el juego democrático. Es relativamente sencillo entender cómo consiguieron este apoyo social. Durante casi 100 años han llegado a las clases sociales más olvidadas y desahuciadas por todos los gobiernos egipcios (independientemente de su color político) y les han ofrecido lo que necesitaban, trabajo, sanidad, educación para sus hijos y la reconstrucción de su identidad islámica; lo que son servicios sociales básicos. Desde luego esta prestación de servicios no ha sido gratuita, porque ahora la población la devuelve en forma de apoyo electoral.

Desde mi punto de vista, no debemos exigir a los movimientos sociales que cambien el mundo, al menos no en las próximas generaciones. No creo que sea su tarea. No debe generarse una expectativa de grandes cambios. Se trata de convencer a la población para que persiga cambios más personales, más individuales y que tengan que ver con la formación de una identidad social democrática más profunda. La conciencia de ser ciudadano, debe estar antes que otras dimensiones más políticas: ser de izquierdas o de derechas, ecologista o feminista, gay, catalán, quebequés, católico, mormón, etc. La primera dimensión humana y la más fundamental, que dé apoyo al resto, debe ser más social. 

Es posible que el público en general espere de los movimientos sociales cambios más rápidos y más espectaculares y me da miedo que la frustración por no obtenerlos conduzca al abandono de las protestas o a situaciones donde el populismo más burdo (fascismo o islamismo) triunfe. 

Más de 500 muertos en los disturbios de Egipto de mediados de Agosto, pueden hacer pensar que las redes de solidaridad e indignación de las primaveras árabes eran un espejismo. Con Egipto camino de la guerra civil y mostrando la desesperanza de que políticos moderados como Al Baradei hayan dimitido, nos enteramos de que Occidente no ha dejado de suministrarle armas a pesar de su conflictiva situación política. Nuevas oleadas de violencia entre islamistas, policía y ejército con imposición de estado de emergencia y toques de queda, que no sabemos cómo terminarán.

Creo que imprudentemente se adjudicó a los movimientos sociales un triunfo que no fue suyo. No derrocaron a Mubarak, el ejército egipcio lo hizo cuando le interesó (no hay que olvidar que Mubarak era uno de los suyos). Por eso, tampoco ahora el fracaso puede achacarse a estos mismos movimientos sociales. 

Aunque me reviente decirlo, los islamistas tienen derecho a ocupar la plaza Tahrir. Y si no queremos que estén allí porque no nos parecen suficientemente demócratas lo que tenemos que hacer es ser mejores que ellos, más justos, más demócratas y más ecuánimes, más preocupados por la justicia social y la igualdad de oportunidades. 

Redes de Indignación y Esperanza
Manuel Castells
Alianza Editorial

jueves, 15 de agosto de 2013

Cine: Inch'Allah de Anaïs Barbeau-Lavalette

Otra película que ya ha desaparecido de la cartelera. Aun así la recomiendo porque aborda un tema que siempre me ha interesado mucho, el conflicto entre Israel y Palestina. 

Chloe (Évelyne Brochu) es una médica canadiense que trabaja en Palestina y vive en Israel. Se desplaza diariamente entre los dos mundos, atravesando el muro que Israel construyó para protegerse de la violencia que él mismo alimenta. En este ir y venir consigue crear lazos de amistad con las dos partes, sin estar realmente en ninguno de los dos mundos. 

Ava (Sivan Levy) es una joven israelí, amiga de Chloe, que está haciendo su servicio militar. Con ella pasa su tiempo libre, como en cualquier otra ciudad de occidente: cerveza, chicos, chicas y música de discoteca. Pero por la mañana, las dos tienen que ir al muro: Chloe lo pasa y va a su trabajo y Ava se queda en el punto de control, asustada, permitiendo que los palestinos pasen o no, pero siempre asustada. 

Rand (Sabrina Ouazani) es una joven palestina embarazada de su primer hijo. Vive en un campo de refugiados en Cisjordania, con su madre y sus hermanos, Faysal y Safi. Su marido, un resistente palestino, está en la cárcel, a la espera de su condena definitiva. Tardará muchos años en salir. Chloe la atiende en su embarazo y también tontea con su hermano Faysal. 

Todas utilizan el mismo color de barra de labios, “cereza salvaje”. Las tres podrían haber sido amigas, pero dos de ellas ni siquiera se pueden conocer.

La película no trata de cómo alguien toma partido por uno u otro bando, porque la elección de Chloe está hecha desde el principio. Trata de cómo se vive o se sobrevive con el miedo constante, de la sorpresa por no poder comprender esa situación de extremada violencia o de cómo Chloe se da cuenta de que comprender tampoco ayuda a solucionar nada. 

Es un retrato de la asfixia por el miedo; es estar en todo momento a punto de estallar, de miedo y de impotencia. Trata de cómo se corta toda esperanza para unos seres humanos por parte de otros y de cómo, en esa situación de violencia, cualquier cosa puede ser una forma de resistencia: recoger piedras aparentemente sin sentido o cantar una canción enfrente del enemigo, puede ser más efectivo que una bomba. Pero también trata de cómo escapar a la asfixia. Llega un final precioso que deja sitio a la esperanza, aunque no nos corresponda a nosotros verlo. 

Safi es el hermano pequeño de Rand. Un niño abandonado, apenas de 10 años, ignorado por todos y por todo. Se dedica a recoger piedras durante toda la película, de todos los tamaños. Sin que nos demos cuenta, es la esperanza. No habla con nadie y nadie le habla. En el vertedero de basura que sirve de sustento a su familia, ha conseguido algo parecido a un disfraz de superman. Pacientemente, con las piedras que recoge, golpea el muro de Israel hasta que las piedras se pulverizan y se abre un agujero, suficientemente grande para que pueda mirar. 



Inch'Allah
Directora: Anaïs Barbeau-Lavalette
Coproducción Francia-Canadá, 2012

jueves, 8 de agosto de 2013

Novela: Snuff de Chuck Palahniuk

El autor.- 
Novelista satírico y provocador, es como mejor se describe a Chuck Palahniuk por internet. Representante de la Generación X. Ha trabajado como periodista y también en un albergue para personas sin hogar y con enfermos en fase terminal. Su primera novela fue El club de la lucha, después adaptada al cine por David Fincher y protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton.

Sinopsis.-
Cassie Wright, estrella del cine porno en decadencia (algunos de sus títulos Carrera Erectoral; La tercera zorra mundial), planea su “canto del cisne” rodando una película en la que se follará a 600 hombres. Durante la novela asistimos a la filmación de la película. Los hombres entran al plató por riguroso orden obtenido en sorteo, de tres en tres; cada uno de ellos tiene 10 minutos para demostrar de lo que es capaz. 

Mi opinión.- 
Los tres últimos, los señores 72, 137 y 600 son los personajes centrales de la novela y la asistente personal de la señorita Wright y coordinadora del evento, Sheila, es su nexo de unión. Hablan de sus miserias personales entre olores a meada, residuos orgánicos de todo tipo y bronceador rancio. 

Cuando los personajes están solos no sabemos muy bien si hablan con el lector o reflexionan para sí mismos. Sheila sí que es la encargada de involucrarnos como si fuéramos un personaje más, en la historia; se dirige al lector con una muletilla constante, “créetelo”. En secuencia rítmica, cada capítulo es narrado por uno de ellos y siempre en el mismo orden (600, 72, 137 y Sheila), describen la misma escena desde el punto de vista personal de cada uno de ellos.

El señor 600 es un viejo actor porno, el que introdujo a Cassie en el negocio (violándola y drogándola). Es el posible padre del hijo que Cassie dio en adopción. Su nombre es Branch Bacardi y hace uso y abuso de bronceadores y maquillaje constantemente, para intentar ocultar los estragos de la edad. 

El señor 72 es el posible hijo de Cassie. Se presenta con un ramo de flores y además está enamorado de ella. Sus padres adoptivos le echaron de casa al sorprenderle en actitudes amatorias con reproducciones en plástico de Cassie Wright. 

El señor 137 es adicto a las pastillas, un actor fracasado que se pasea con un perro de peluche, lleno de firmas falsas de grandes estrellas de Hollywood. Sufrió abusos sexuales en la infancia por parte de su propio padre. Posible portador del VIH. Es Dan Banyon. 

Sheila es la coordinadora y asistente personal de Cassie, conoce todos sus íntimos secretos. Mujer inteligente y culta que está en este negocio no sólo por dinero. Ha estado ayudando a Cassie a prepararse físicamente para soportar los 600 coitos. 

Cada uno de los personajes nos da su retrato de Cassie que se completa con lo que conocemos por ella misma. Sabe todos los cotilleos de los actores famosos de Hollywood y en su juventud quiso ser una actriz seria. Protagonizar, involuntariamente, una peli porno se lo impidió; como uno de los personajes dice “bastan apenas unos segundos para joder tu vida para siempre”.

No es una historia para todos los estómagos. La palabra snuff hace referencia a las películas donde supuestamente se asesina de verdad a una persona. Y eso es lo que los personajes creen que va a pasar, apuestan a ver cuánto podrá aguantar Cassie Wright y quién de ellos, involuntariamente o no, le dará la estocada final. 

Son personajes marginados situados en la industria del cine porno, considerada como un símil de cualquier otra industria basada en la codicia, el resentimiento y la explotación. Una historia excesiva, escrita para provocar, pero que tampoco resulta especialmente sórdida. 

Aunque en la solapa del libro se la describe como “hilarante, provocativa y deslenguada”, yo no la definiría así. Me parece amarga, esperpéntica y fea, paradójicamente eso es lo que me gusta, su irreverencia. Una novela muy directa y con un lenguaje soez y crudo, muy creativo: frota-capullos, casca-pollas y machaca-pichas entre otros neologismos. 


Snuff
Chuck Palahniuk
Traducción de Javier Calvo
Ed. Debolsillo

jueves, 1 de agosto de 2013

Fotografía: PhotoEspaña 2013

Para no cabrear más a la CEOE, los parados de muy larga duración, como yo, no nos vamos de vacaciones. Así que lo único que me he permitido este año es pasar un día en Madrid. Hace tiempo estudié fotografía y todos los años procuro visitar las exposiciones de PhotoEspaña. Se celebra desde 1998 y es un acontecimiento a nivel mundial, de los mayores eventos culturales que se celebran en España. La edición de este año tiene como título Tu cuerpo es el mensaje y por primera vez, Zaragoza, también, es una de sus sedes. Aquí, se puede visitar la exposición Ricard Terré. Obras maestras en La Lonja, hasta el 1 de septiembre. 

En Tu cuerpo es el mensaje, el tema general de las exposiciones es una mirada al cuerpo humano, desnudo a veces, pero una mirada alejada de todo erotismo. 

En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, vi la exposición de Frantisek Drtikol, Desnudos Modernistas 1923-1929. Drtikol era un fotógrafo checo del primer tercio del siglo XX y esta exposición se dedica a su serie de desnudos modernistas, principalmente de mujeres. El tratamiento de la imagen es sencillo. Son fotografías en blanco y negro de pequeño formato en las que el desnudo es tratado como cualquier otra geometría, estableciendo paralelismos entre el cuerpo y las líneas rectas y curvas y utilizando las luces y sombras para dar profundidad y dimensión a las tomas. 


Frantisek Drtikol
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
C/ Alcalá 13, Madrid
Del 6 de junio al 22 de septiembre


La siguiente exposición fue la que más me impactó: Mujer. La Vanguardia feminista de los años 70. Obras de la Sammlung Verbund, Viena. Especialmente la obra de tres artistas Suzanne Lacy y Leslie Labowitz y Ana Mendieta. Son artistas que han trabajado en varias disciplinas: video, performance, instalaciones, fotografías. 

En 1977, Lacy y Labowitz, planificaron una performance inspiradas por una serie de violaciones y asesinatos que se estaban sucediendo en Los Ángeles. En In mourning and in rage (algo así como De luto y con rabia), unas mujeres de luto y con velos cubriéndose el rostro, se reunieron frente a la entrada principal del Woman’s Building de Los Ángeles, con una pancarta que decía “En memoria de nuestras hermanas, las mujeres contraatacamos”. Cada una de las mujeres declamaba frente al público: 

“Estoy aquí por las mujeres violadas y asesinadas en la última semana en Los Ángeles”, 
“Estoy aquí por las mujeres violadas y asesinadas en el último mes en Los Ángeles”, 
“Estoy aquí por las mujeres violadas y asesinadas en el último año en Los Ángeles”, y el resto de mujeres a coro contestaba: “En memoria de nuestras hermanas, las mujeres contraatacamos”. 

Este coro de mujeres dolientes conseguía así conectar un suceso individual con la espiral de violencia generalizada que las mujeres padecían (siguen padeciendo) en Estados Unidos (y en el resto del mundo). 



Ana Mendieta nació en Cuba y su obra se identifica con la corriente earth-body art. Utilizaba su cuerpo como vehículo de expresión de sus miedos más profundos (miedo a la violación por ejemplo) y en conexión espiritual con la tierra dejaba la huella de su silueta en distintos entornos, fotografiándola después. En esta exposición se incluye su serie Glass on body imprints (Huellas del cuerpo en el vidrio) donde distorsiona su cuerpo y su cara contra una superficie transparente de plexiglás tomando fotografías de las imágenes. De una manera simbólica evoca los muros, paredes, techos y obstáculos de cristal, invisibles para la mayoría de la sociedad, pero que las mujeres encontramos todos los días a todas horas en nuestro camino por acceder a la igualdad. Ana Mendieta vivió una vida marcada por la violencia. De niña sus padres la enviaron a Estados Unidos para "protegerla" de la revolución cubana de 1959. Vivió allí en varios hogares de acogida y padeció algún tipo de abuso. Murió muy joven, con apenas 40 años y en su momento existieron sospechas de asesinato por parte de su marido. Más tarde su muerte fue declarada accidente o suicidio. 


Mujer. La Vanguardia feminista de los años 70. Obras de la Sammlung Verbund, Viena.
Círculo de Bellas Artes
C/ Alcalá 42, Madrid
Del 4 de junio al 1 de septiembre

Todas estas exposiciones están conectadas por la visión que aportan del cuerpo de las mujeres. En el caso de Drtikol, el cuerpo de las mujeres es considerado un puro goce estético, carente de personalidad propia e incapacitado para la vida por ser sólo un objeto. En el caso de la Vanguardia feminista de los años 70, el cuerpo de la mujer es arma de combate y campo de batalla. Es expresión, símbolo, grito y dolor. 

Por casualidad, también en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, vi las planchas originales de los Caprichos de Goya y me llamó especialmente la atención una de ellas: el capricho número 75. Una mujer, con una actitud parecida a la de un cristo crucificado, está atada a un hombre que la lleva como si fuese un fardo “de su propiedad”. Una lechuza o un búho ataca a la mujer. Es “No hay quien nos desate”