Pascal Quignard nació en 1948. Ha sido violonchelista y
organista; también fundó el Festival de Ópera y Teatro Barroco de Versalles y
trabajó en la editorial Gallimard. Hace unos años dejó todas estas actividades
para centrarse exclusivamente en la escritura. Otras obras suyas: Las lágrimas, Las solidaridades misteriosas, Las
sombras errantes.
Mi opinión.-
Me he reencontrado con esta novela breve, poco más de 100
páginas, que había leído ya hace tiempo y he decidido volverla a leer y también
volver a ver la película de 1991, dirigida por Alain Corneau y con guion del
mismo novelista. Siempre son muy interesantes las relecturas no sólo por las
sensaciones diferentes que provocan sobre los libros releídos sino también por
lo que nos revelan de uno mismo. En fin, que pasan los años y ahí también se
nota.
Algo que me pasó desapercibido en la primera lectura fue la
agonía y la frustración que se siente durante el proceso creativo. En este
caso, la composición y ejecución de una música preciosa, emocionante, dolorosa
y sentimental que para Monsieur de Saint-Colombe debe de ser manifestación de
la trascendencia del ser humano y que para su alumno, Marin Marais, es
simplemente muestra de éxito, reconocimiento y dinero.
Cada uno de ellos está determinado por sus condiciones de
vida. Saint-Colombe perdió a su esposa hace años, a la cual amaba profundamente
y con la que tuvo dos hijas. Desde entonces, su vida trascurre en el campo,
alejado de la corte de Luis XIV, el rey sol. En el final de su vida, la música
se revela para él como el camino para reconectar con su esposa muerta, una
senda para unir sus almas. Siendo, de esta manera, mucho más que una
combinación más o menos armoniosa de notas musicales ejecutadas con virtuosismo
para entretenimiento de aristócratas y príncipes.
Sin embargo, el joven Marin Marais quiere todavía sentirse
seducido por los placeres mundanos del triunfo y la fama. Es hijo de un pobre
zapatero pero gracias a su voz y su talento musical ha podido estudiar. Aunque
en la adolescencia su voz comienza a fallar, pretende seguir estudiado y para
ello se presenta ante el maestro, Saint-Colombe quien, enterado de sus
objetivos tan banales, le rechaza en un primer momento.
En la novela se contrapone esta dedicación casi religiosa de
Saint-Colombe por la música con la voracidad del joven Marin Marais por dominar
todos los secretos que le lleven al éxito. Pero, además, la película es también
una exposición coherente de la estética barroca. Las escenas quedan iluminadas
como las pinturas barrocas y, en todo el metraje se impone la cadencia musical
pero también queda espacio para el silencio. Ambos, tanto el escritor como el
director son grandes aficionados a la música y eso se nota. En la película se
puede contar también con la interpretación musical a cargo de Jordi Savall. No
se puede pedir más.
Bueno sí. Saint-Colombe vive con sus dos hijas, ambas
seducidas por Marin Marais con trágicas consecuencias para una de ellas. Y no
es esto lo peor es que tanto uno como otro tratan a las mujeres como simples
objetos sin alma. Saint-Colombe utiliza a sus hijas como sirvientas de casa y
Marin Marais como amantes sin voz. En la novela y la película se representa el
siglo XVII pero si los hombres cultos de ese tiempo trataban a las mujeres así,
no quiero pensar cómo las tratarían los otros.
Recuerdo que cuando estudiaba la EGB, me encantada la
asignatura de Historia del Arte y que, mientras mirábamos unas diapositivas de cuadros
del Museo del Prado le pregunté a la profesora porqué este cuadro tenía el
título en plural cuando sólo había una menina. Y es que yo confundía menina con
infanta. No sabía que las meninas eran las damas de honor.
Resulta extraño que un cuadro, cuyos protagonistas son
personajes de la realeza, se llame como el personal de servicio. Pero hay que
tener en cuenta que, primero, los pintores en el siglo XVII también era
personal de servicio, no tenían el status de artistas ni el protagonismo que
hoy tienen. Segundo, el personal de servicio era también de buena cuna. Y,
tercero y más importante, el nombre del cuadro no lo eligió Velázquez sino que
es muy posterior.
Su primer nombre fue Retrato
de la Señora Emperatriz con sus damas y una enana y es que Margarita Teresa
de Austria, la niña que ocupa la posición central del cuadro, fue prometida al
emperador Leopoldo I de Austria. Apenas tenía 6 años y su destino ya estaba
escrito. Sin embargo, el matrimonio de Margarita Teresa se fue posponiendo y
una de las tesis de este documental es que este cuadro, del cual no se sabe cómo
ni quién lo encargó, ni se han localizado recibos de pago a Velázquez,
representaría el momento en que Margarita Teresa era reconocida como reina titular
de España.
Manuela Mena, jefa de Conservación del Museo del Prado, mantiene
esta hipótesis e incluso en las radiografías de la obra, parece insinuarse la
existencia de un personaje a la izquierda de Velázquez, quizá un paje que
entrega un cetro a la infanta. Ahora sería el momento de preguntarse si la
historia de España hubiese sido mejor con las herederas al trono en lugar de la
obsesión por entronizar a un heredero, aunque éste fuese incompetente.
Hasta 1843, no aparece mencionado como Las meninas. Felipe IV, debió de estar muy orgulloso de este cuadro
puesto que estaba en su despacho privado. Quizá tenía una clara predisposición
hacia esta hija o quizá admiraba los cuadros que pasaban de la categoría de obras de un artesano a obras de un artista orgulloso de serlo,
como parece ser Velázquez en este autorretrato.
Felipe IV, el padre de esta niña, había tenido 15 hijos
legítimos (y unos 30 bastardos) con dos esposas, pero la mayoría de ellos no
llegó a ser adulto. Baltasar Carlos fue príncipe heredero hasta su muerte por
enfermedad en Zaragoza, cuando tenía 17 años; María Teresa fue reina consorte
de Francia (y abuela del futuro Felipe V de España); Felipe Próspero que murió
con 4 años; Carlos II, rey (conflictivo) de España durante 35 años, y cuya
muerte sin descendencia provocó la Guerra de Sucesión y la entronización de la
dinastía de Borbón en España; y Margarita Teresa, emperatriz consorte de
Austria.
Viendo sus dificultades para dejar un heredero varón, Felipe
IV fue muy claro en su testamento, eligiendo como rama sucesoria a la Corona de
España a los sucesores del matrimonio entre Leopoldo I y la infanta Margarita
Teresa, los Austrias de Viena, y descartando a los posibles sucesores del
matrimonio de Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria. La historia no le
dio la razón.
En este documental se potencia el misterio de Las Meninas. El cuadro es un thriller en
el que hay que descubrir el misterio. No se trata de un asesinato, no se trata
de ver quiénes son los personajes puesto que todos están identificados. ¿Cuál
es el misterio, entonces?
Manuela Mena
Muchas preguntas quedan después de ver el documental rodado
en stop motion con más de cuarenta maquetas
y muñecos de apenas 30 cm. de altura. En él intervienen los mayores expertos en
Velázquez del mundo que se contradicen y rebaten sus tesis aumentando las dudas
del espectador. Sentados ante una mesa sobria responden a las preguntas del
director como si estuviesen en un interrogatorio delante de la policía.
¿Por qué se pintó este cuadro? y ¿por qué esas dimensiones
tan grandes para una escena tan sencilla? ¿Era un trampantojo? Es una escena
cotidiana, la visita de una niña infanta, acompañada de su séquito, al estudio
del pintor, ¿era algo habitual? ¿quería ver qué estaba pintando? Y el reflejo
del espejo, ¿son los reyes posando para Velázquez? La infanta, ¿quería ver a
sus padres para darles un achuchón? El personaje del fondo, el aposentador José
Nieto, ¿entra o sale? Y el enano Nicolás Pertusato, ¿por qué molesta al mastín
que intenta dormir plácidamente? Este mastín me parece el perro más amoroso de
la historia del arte, ¿cómo se llamaría? ¿Era compañero de juegos de la infanta
o confidente de Velázquez?
¿Y esa gama de colores aparentemente triste y oscura a la que
la luz lateral hace resaltar en mil matices blancos y dorados en el vestido y
el cabello de la infanta? ¿Y el pequeño haz de luz en el suelo, al fondo de la
estancia? El bastidor, ¿qué cuadro en ejecución está ocultando? Y Velázquez,
¿en qué piensa? Y ¿qué me decís de la niña infanta que parece flotar? ¿Qué fue
de ella? Al final se casó con Leopoldo I y fue emperatriz. Murió con 22 años
como resultado del sobreparto de su cuarto hijo y está enterrada en Viena.
Dirección y guion: Andrés Sanz
Música: Santiago Rapallo, Javier Adán
Fotografía: Javier Ruiz Gómez
Otros retratos de Margarita Teresa de Austria
Diego Velázquez, 1653
Diego Velázquez, 1656
Autor desconocido, 1656
Diego Velázquez, 1658
Juan Bautista del Mazo, 1660
Gerard du Chateau, 1665
Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia, 1665
De autor desconocido. Entre 1662-1664
De luto por su padre, tenía 14 años. Juan Bautista Martínez del Mazo (1666)
Esta iglesia forma parte del Real Seminario de San Carlos
Borromeo. Está situada frente a la Casa de los Morlanes, un edificio muy
significativo dentro del Renacimiento aragonés. Para quien no conozca la ciudad
de Zaragoza, esta iglesia puede pasar desapercibida si nos fijamos únicamente en
su sencilla portada barroca, pero el interior es espectacular.
Altar Mayor y Rosetón de la entrada principal
Lo reconozco aunque el barroco-rococó no sea el estilo
arquitectónico y decorativo que más me guste. Quizá puede resultar demasiado
recargada pero existe una larga lista de espera de novios esperando para
casarse en este “marco incomparable”.
Bóvedas
Los jesuitas iniciaron la construcción de este templo
durante el siglo XVI. Se edificó sobre los terrenos que había ocupado la
antigua sinagoga mayor y la dedicaron a la Inmaculada Concepción, por ello es
tan relevante dentro del templo. Cuando los jesuitas fueron expulsados por
primera vez de España, en el siglo XVIII, se cambió la advocación y se dedicó a
San Carlos en honor al rey Carlos III.
Altar de la Capilla de San José y detalle de la entrada
El retablo mayor, en madera dorada y colores vivos, está
dedicado a la Inmaculada y es una excelente muestra de decoración rococó. En el
ático hay una representación de la Santísima Trinidad que no es muy habitual y,
en algunos momentos, se ha considerado herética. El mismo rostro se repite en
cada una de las personas de la Trinidad que pueden distinguirse por portar la
cruz de Cristo, el orbe de Dios Padre y una paloma que sale del pecho del
Espírito Santo. También hay pinturas murales sobre la expulsión de Adán y Eva
del Paraíso.
Adán y Eva. La Trinidad
A lo largo de los siglos la iglesia ha sufrido robos
importantes y después de la Guerra de la Independencia también quedó arrasada.
Sin embargo, ha subsistido y ahora se comenzará una nueva fase de rehabilitación.
La iglesia están tan iluminada que abruma y, como dijo el párroco, se ve hasta
la última mota de polvo.
Azulejos
Otra parte muy importante de la iglesia es la capilla de San
José. Situada a la entrada, la primera a la derecha, es la capilla privada y
lugar de enterramiento de los duques de Villahermosa. Fue la primera que se
construyó, hacia 1690, y parece ser que sirvió de modelo para el resto del
templo. Tiene también un retablo churrigueresco en madera dorada que provoca
vértigo y en los laterales las tumbas de los duques con sus efigies esculpidas
en mármol blanco. Conserva varias pinturas de Vicente Berdusán realizadas en
1693. Berdusán fue un pintor religioso barroco que influyó mucho en la
representación de la Contrarreforma; había nacido en Ejea de los Caballeros.
Duques de Villahermosa
Una de estas pinturas narra el milagro de la burra. Un judío
dudaba de que en la Eucaristía estuviese el cuerpo real de Cristo y San Antonio
de Padua le mostró que así era. El caso es que intentaron darle de comer a una
burra que pasaba por allí las hostias consagradas y ella las rechazó y se
arrodilló delante del cuerpo de Cristo. Por supuesto que el judío se convirtió
al cristianismo.
Capilla de las reliquias. Dan un poco de grima
El templo tiene una nave única con capillas laterales, entre
los contrafuertes y bóvedas de crucería estrellada. Aunque todavía no se pueden
visitar, en el conjunto destacan también la torre barroca, el claustro, una
escalinata de inspiración mudéjar que está en rehabilitación y, especialmente,
una excepcional biblioteca, algunos de cuyos volúmenes se han prestado para exposiciones.
Las tribunas
Manuel de Roda de familia pobre, nació en Zaragoza y con
becas otorgadas por los jesuitas consiguió estudiar Derecho, llegando a ser
ministro plenipotenciario ante la Santa Sede y después fue también ministro en
algunos gobiernos de Carlos III. Durante toda su vida fue un apasionado de los
libros y del saber, como corresponde a un Ilustrado. Reunió esta biblioteca y a
su muerte en 1782 dispuso que su biblioteca se trasladase a Zaragoza, al
colegio donde él había estudiado.
San Francisco de Borja y el cadáver de la emperatriz Isabel. Nunca más serviré a señor que se me pueda morir
En el altar mayor hay una escultura de San Carlos Borromeo
que, en realidad, desluce un poco todo el conjunto. No es una escultura muy
agraciada. Carlos Borromeo era arzobispo de Milán y fue uno de los grandes
intelectuales comprometidos con la Reforma Tridentina. Era sobrino de un papa y
supongo que eso también influyó para que le declarasen santo.
San Carlos Borromeo
Sin duda, merece la pena visitar esta iglesia. Ad maiorem Dei gloriam, Para mayor gloria de Dios, es el lema de los jesuitas.
Antonio Altarriba es escritor, ensayista, catedrático de
literatura francesa, crítico literario, etc, etc, etc. Su vida discurre
alrededor de la literatura y la narración. Se define desde muy joven como
contador de historias. Nació en Zaragoza. Ha escrito el guion de esta historia.
Keko, José Antonio Godoy, es historietista e ilustrador. Ha
sido muy valorada por los críticos de cómic su capacidad para controlar la luz
en el dibujo. Ha publicado en Madriz
y en Exit Express. Se ha ocupado del
dibujo de esta historia.
Mi opinión.-
No soy lectora habitual de cómics pero sí que me interesa
mucho la pintura, la fotografía y más recientemente la ilustración. El perdón y la furia pertenece a una
colección editada por el Museo Nacional del Prado y que se presenta como
complemento de algunas exposiciones o más bien de algunas obras muy
significativas y que se muestran como absolutas protagonistas del cómic.
Así en esta novela gráfica, son las cuatro furias de José de
Ribera, el Españoleto las
protagonistas. Parece que Ribera se formó principalmente en Italia y muestra
una fuerte influencia de Caravaggio y el tenebrismo. Se instaló en Nápoles que entonces
era virreinato español. Allí recibió este encargo del mismo virrey, puesto que
era un pintor muy apreciado. Se trataba de la realización de cuatro cuadros,
cada uno dedicado a una de las furias.
Se las llamó furias, aunque representaban a cuatro hombres
sometidos a suplicios eternos. Hoy se conservan dos de ellas, Ticio e Ixión expuestas
en la Rotonda Alta del Museo del Prado, y se han perdido, no se sabe cuándo ni
cómo, Sísifo y Tántalo. Ticio era un personaje lujurioso, castigado eternamente
por intentar violar a Leto, una de las amantes de Zeus. Los buitres se comían
eternamente su hígado.
Ticio y detalle. El Españoleto
El suplicio de Ixión no era menos doloroso. Había intentado
seducir a la propia Hera, esposa de Zeus y por ello fue desterrado al Tártaro,
atado por serpientes a una rueda ardiente que no cesaba de girar.
Ixión y Detalle. El Españoleto
Parece que el crimen de Sísifo no fue tan horrendo como el
de los anteriores aunque su suplicio también es eterno. Reveló los secretos de
los dioses y por ello fue condenado a subir una enorme roca por la pendiente de
una montaña para que, invariablemente, la roca cayese poco antes de alcanzar la
cima. Y así, vuelta a empezar. Albert Camus escribió un ensayo que terminaba
diciendo “Hay que imaginar a Sísifo feliz”.
Tántalo invitó a comer a los dioses pero cuando la comida
escaseó en su mesa, decidió matar a su hijo y servirlo. Todos los dioses se
percataron de ello y no comieron, excepto Deméter que devoró uno de sus
hombros. Zeus le devolvió a la vida pero castigo a Tántalo a sentir eternamente
hambre y sed y a estar sumergido en un lago de agua dulce hasta la barbilla, siendo
constantemente rozado por las ramas de árboles llenos de fruta, que se
apartaban de su boca cuando intentaba saciar su hambre y su sed.
No debemos olvidar que estamos en pleno barroco. En el
momento en que la culpa, el tormento, el castigo y la furia divina tienen una plena
difusión. Estos cuatro delincuentes se contorsionan por el dolor, sus caras son
muecas de absoluto padecimiento y además están colocados formando un círculo
para mostrar, sin ningún género de duda que su castigo será eterno.
Con esta base, los autores han creado una novela negra con
tintes mágicos. A partir del intento de volver a pintar los cuadros perdidos,
el protagonista, un profesor de universidad y pintor, llegará hasta la locura. Intentará
reproducir los pigmentos añadiendo su propia sangre y reproducirá con su cuerpo
las contorsiones producidas por el dolor eterno.
Nada de eso será suficiente. Y nunca alcanzará el perdón por
sus pecados, esos pecados que los lectores no conoceremos jamás.