La autora.-
Emilia, condesa de Pardo Bazán, nació en 1851. Fue educada
en un colegio francés; viajó por Europa y podía leer también en inglés. Estuvo
muy interesada por la novela naturalista, aunque los especialistas prefieren
encuadrarla en el movimiento literario realista. Cuando su marido le exigió que
dejase de escribir, ella decidió separarse de su marido. Luchadora por la
educación e independencia de las mujeres. Otras novelas suyas son: Los Pazos de Ulloa, La madre naturaleza, Insolación. Escribió también
ensayos, libros de viajes, biografías y obra periodística. Murió en 1921.
Sinopsis.-
Amparo es una joven cigarrera que vive en Marineda (La
Coruña). Es conocida como la Tribuna por su activismo político en favor de la
proclamación de la primera república. Conoce a Baltasar, joven burgués que
intenta hacer carrera en el ejército.
Mi opinión.-
Me encontré con esta novela de casualidad y me llamó la
atención porque podría ser calificada como una rareza, al tener como protagonistas a
las trabajadoras de una fábrica de tabacos. Si ya es difícil que en el
siglo XIX, los autores españoles se ocupasen de las condiciones laborales de
los trabajadores, más difícil es que tuviesen en cuenta a una joven obrera,
destacada por su activismo político.
Un escritor no la habría considerado protagonista de su novela;
una escritora, sí.
La Pardo Bazán estaba muy interesada por la novela
naturalista de Zola y se propuso adaptarla a la realidad española, manteniendo
un cierto conservadurismo. Describe en esta novela, de forma muy detallada, los
ambientes social y laboral. Parece más un ejemplo de novela costumbrista que de
la verdadera novela naturalista del siglo XIX, en la que el
fatalismo/determinismo es uno de sus ingredientes principales.
Fue escrita en 1882 y está ambientada entre la revolución de
1868, la monarquía de Amadeo de Saboya y la proclamación de la I República de
1873. Un período de la historia del siglo XIX especialmente convulso, aunque
todo el siglo XIX español lo fue.
La autora estuvo yendo a la fábrica de tabacos para
describir tal y como ella quería su ambiente laboral: los hombres
y las mujeres viejas, en las tareas más duras, en una atmósfera cargada, húmeda
y sin luz, trabajando en un sótano; las mujeres jóvenes, con su finura y sus
dedos ágiles, dando forma a los cigarros.
En el prólogo de la novela dice la Pardo Bazán que su
intención es docente y también puede ser considerada una novela crítica con la república.
Considera absurdo que un pueblo ponga “sus esperanzas de redención y ventura en
formas de gobierno que desconoce”. A veces describe el ambiente social,
convulso, de cambio, con mucha ironía y descreimiento, como si fuera una
explosión emocional, momentánea y destinada a desaparecer. Aparentemente aborda
la descripción desde un punto de vista neutro, pero en realidad la autora se
decanta por el orden burgués de siempre.
Amparo, la Tribuna, es una mujer con mucho carácter, mucho
más que cualquier otra heroína de los novelones del siglo XIX. La autora la
presenta como una niña trabajadora infatigable desde los 13 años, colaborando
en el negocio familiar y cuidando de su madre tullida, que también fue
cigarrera; adolescente vital que recorre las calles a la menor ocasión; joven que empieza a ser víctima de las
miradas y comentarios de los señoritos por su belleza limpia, sin artificio.
Destaca en su trabajo en la fábrica de tabaco y también como
activista política. Lee para sus compañeras y les explica lo poco que sabe
sobre la república, la pobreza, sus derechos y la igualdad que traerá el nuevo
régimen; igualdad entre clases sociales y también entre hombres y mujeres. Amparo
es capaz de concienciarlas y movilizarlas en una huelga que al final ganarán;
pero aun disponiendo de ese fuerte carácter, cae en la trampa de los amoríos
con un señorito. Su picardía no es suficiente para librarse de las mentiras del
galán que pasará de la seducción al hastío y de las promesas a la indiferencia.
Durante el tiempo que dura el capricho del señorito, el amor
y la aspiración a una mejora social actúan como sedante y Amparo olvida sus
reivindicaciones laborales. Porque en realidad, su activismo político es muy
parecido al fervor religioso; una adhesión puramente emocional.
Se nota que Emilia Pardo Bazán simpatiza con el personaje de
Amparo; sin embargo, en la descripción del resto de personajes se puede intuir
algo de inquina. Diferencia claramente entre las obreras de la ciudad y las
aldeanas. Éstas no son dignas de confianza, por ser poco favorables a la
república e incluso reaccionarias, ávidas y tacañas y que padecen el “pesimismo
fatalista del labrador”. Pero tampoco los burgueses salen mucho mejor parados. Josefina
García es la rival de Amparo por el amor de Baltasar. Josefina y Baltasar son
descritos como si su ropa les diese el carácter que no tienen. Baltasar es
militar porque su uniforme así lo dice, no tiene vocación ni talento ni interés
en serlo, únicamente hace la carrera militar porque su madre lo ha querido así;
y en lo que respecta a Josefina, es blanda, hecha de gelatina, sin forma; sólo
el corsé y los volantes de su vestido dan forma a su cuerpo. Es “la
insustancialidad, lo insípido, inodoro e incoloro”.
Pero donde resalta la crueldad es en el retrato de Chinto. Me atrevería a decir que tanto Amparo como la Pardo Bazán, sienten animadversión por él. La autora
resalta su fealdad, su falta de proporción, es una bestezuela humana destinada
al trabajo más duro, aunque sea un personaje bueno. Es hijo de una lavandera;
entra a trabajar en el obrador del padre de Amparo y se enamora de ella.
Siempre demuestra (de manera torpe) sus buenos sentimientos hacia ella y ella
siempre le rechaza de la forma más brutal que puede; incluso cuando Chinto le
ofrece matrimonio después de haber sido seducida.
Es una novela muy recomendable, entre otras cosas porque
entenderíamos mejor los siglos XX y XXI, si leyésemos más sobre el siglo XIX.
Tiene continuación en Memorias de un
solterón, que espero sacar tiempo pronto para leerla.
La Tribuna
Emilia Pardo Bazán
Edición de Benito Varela Jácome
Cátedra - Letras Hispánicas
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