jueves, 17 de julio de 2014

Cine: X-men. Días del futuro pasado de Bryan Singer

La última película de la saga X-men se basa en una premisa muy atractiva. Localizar en el pasado el momento en el que se tomó una decisión que en el futuro se presenta como catastrófica y viajar en el tiempo para intentar cambiarla y cambiar así el futuro. Algo que si estuviera al alcance de la mano daría posibilidades fascinantes, aunque el principal problema que habría es saber exactamente cuándo se tomó esa decisión equivocada.

Además se añade otro elemento perturbador. Tal y como está planteado en la película, no se trata de un viaje “corporal” sino de transportar la conciencia de un personaje (en este caso Lobezno) para que “resida” temporalmente en su mismo cuerpo (cuerpazo) pero 50 años más joven. Hubiese sido más interesante que las dos conciencias coexistieran, pero en este caso la conciencia del futuro se apodera del cuerpo del pasado, así no hay enfrentamiento entre las dos personalidades dentro del mismo cuerpo. Aunque, en el caso de Lobezno (Hugh Jackman), este enfrentamiento sería mínimo, puesto que es un personaje con las ideas bastante claras.

El punto de partida de toda la saga X-men es el rechazo de la sociedad hacia los mutantes; una sociedad que no está preparada ni quiere estarlo para aceptar a los que son diferentes. En realidad, lo que más preocupa, en la película y en la vida real, es que la diferencia sea superioridad y que provoque la extinción de los seres humanos no mutantes. 

Consideran desde el principio a los mutantes como enemigos, pero en realidad los candidatos a superenemigos de la humanidad podrían ser varios. Superados los momentos más críticos de la guerra fría, el enemigo dejó de ser el comunismo y sus “secuaces” (aunque para Esperanza Aguirre sigan siéndolo). Por otra parte, la amenaza extraterrestre es patrimonio de otras sagas, como la de Star Trek. Así que lo único que nos queda para hincarle el diente es el enemigo interior. Ese que es mucho más peligroso porque es más difícil de detectar. Está escondido entre nosotros y tiene una cara amable. Generalmente en las pelis, novelas, comics, etc., estadounidenses es una corporación (el vil capital) liderada por un científico un poco pasado de vueltas. En este caso es Bolívar Trask, interpretado por Peter Dinklage, muy conocido por Juego de Tronos, una serie que no he visto nunca y que debería sacar tiempo para ver.

Asomarse al abismo del saber, del conocimiento científico, sin una formación humanista sólida, trae consecuencias trágicas. Parece que más que la codicia, la avidez de conocimiento (eso sí, con un objetivo bastante turbio: controlar a la humanidad) puede ser la motivación de Bolívar Trask. Él acaba pagando cara su osadía y la humanidad también. Ya se sabe que, desde aquel problema del jardín del edén y su árbol de la ciencia del bien y del mal, no es conveniente desafiar los límites al conocimiento impuestos por el Todopoderoso.

En esta entrega son dos los personajes que cogen más fuerza. Por una parte, está el Profesor X (James McAvoy), que tiene la oportunidad de enfrentarse a sí mismo en una breve escena destacada por su intensidad. Este viejo profesor recuerda el miedo que pasó y la decisión equivocada que tomó y el joven profesor desencantado y frustrado toma conciencia de que necesita volver a creer.

El segundo personaje destacado esta vez es Raven/Mística (Jennifer Lawrence). No soy seguidora de los comics, pero tengo la sensación de que allí es un personaje desaprovechado y que en las películas tiene una dimensión más profunda. Resulta un personaje muy atrayente por su ambigüedad. Ya que su superpoder es la metamorfosis, que puede ser indistintamente hombre o mujer, es lógico pensar que sea bisexual. Y así pasa en los comics, aunque no en las pelis (sería demasiado rompedor para la industria del cine). Aquí muestra su ambigüedad de otra manera. Está en el momento de tomar decisiones cruciales y la violencia que se ejerce contra los mutantes será determinante en su elección. Es la tradicional elección entre el bien y el mal. Creo que si las mujeres, actrices, directoras, productoras, tuvieran más poder frente a la industria cinematográfica habría ya una serie de películas con Mística como protagonista. Porque el personaje lo vale.

Lo que menos me ha gustado de la peli es la presencia de algunos otros mutantes secundarios. Es escasa, no aportan mucho y crean demasiada dispersión. Lo mejor, la escena de Quicksilver/Maximoff y la estética setentera. Ya esperando la siguiente entrega.


Director: Bryan Singer
Intérpretes: Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Patrick Stewart, Ian McKellen y Peter Dinklage
Guión: Simon Kinberg
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Música: John Ottman

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