La última película de la saga X-men se basa en una premisa
muy atractiva. Localizar en el pasado el momento en el que se tomó una decisión
que en el futuro se presenta como catastrófica y viajar en el tiempo para
intentar cambiarla y cambiar así el futuro. Algo que si estuviera al alcance de
la mano daría posibilidades fascinantes, aunque el principal problema que
habría es saber exactamente cuándo se tomó esa decisión equivocada.
Además se añade otro elemento perturbador. Tal y como está
planteado en la película, no se trata de un viaje “corporal” sino de
transportar la conciencia de un personaje (en este caso Lobezno) para que
“resida” temporalmente en su mismo cuerpo (cuerpazo) pero 50 años más joven. Hubiese sido más
interesante que las dos conciencias coexistieran, pero en este caso la
conciencia del futuro se apodera del cuerpo del pasado, así no hay
enfrentamiento entre las dos personalidades dentro del mismo cuerpo. Aunque, en
el caso de Lobezno (Hugh Jackman), este enfrentamiento sería mínimo, puesto que
es un personaje con las ideas bastante claras.
El punto de partida de toda la saga X-men es el rechazo de la sociedad hacia los mutantes; una sociedad que no está preparada ni quiere estarlo
para aceptar a los que son diferentes. En realidad, lo que más preocupa, en la película y en la vida real, es que la diferencia sea superioridad y que
provoque la extinción de los seres humanos no mutantes.
Consideran desde el principio a los mutantes como enemigos, pero en realidad los candidatos a superenemigos de la humanidad podrían ser varios. Superados los
momentos más críticos de la guerra fría, el enemigo dejó de ser el comunismo y
sus “secuaces” (aunque para Esperanza Aguirre sigan siéndolo). Por otra parte, la amenaza extraterrestre es patrimonio de otras
sagas, como la de Star Trek. Así que lo único que nos queda para hincarle el
diente es el enemigo interior. Ese que es mucho más peligroso porque es más
difícil de detectar. Está escondido entre nosotros y tiene una cara amable. Generalmente
en las pelis, novelas, comics, etc., estadounidenses es una corporación (el vil
capital) liderada por un científico un poco pasado de vueltas. En este caso es
Bolívar Trask, interpretado por Peter Dinklage, muy conocido por Juego de
Tronos, una serie que no he visto nunca y que debería sacar tiempo para ver.
Asomarse al abismo del saber, del conocimiento científico,
sin una formación humanista sólida, trae consecuencias trágicas. Parece
que más que la codicia, la avidez de conocimiento (eso sí, con un objetivo
bastante turbio: controlar a la humanidad) puede ser la motivación de Bolívar
Trask. Él acaba pagando cara su osadía y la humanidad también. Ya se sabe que,
desde aquel problema del jardín del edén y su árbol de la ciencia del bien y del mal, no es
conveniente desafiar los límites al conocimiento impuestos por el Todopoderoso.
En esta entrega son dos los personajes que cogen más fuerza.
Por una parte, está el Profesor X (James McAvoy), que tiene la oportunidad de
enfrentarse a sí mismo en una breve escena destacada por su intensidad. Este viejo profesor recuerda el miedo que pasó y la decisión equivocada que tomó y el
joven profesor desencantado y frustrado toma conciencia de que necesita volver
a creer.
El segundo personaje destacado esta vez es Raven/Mística
(Jennifer Lawrence). No soy seguidora de los comics, pero tengo la sensación de
que allí es un personaje desaprovechado y que en las películas tiene una
dimensión más profunda. Resulta un personaje muy atrayente por su ambigüedad. Ya
que su superpoder es la metamorfosis, que puede ser indistintamente hombre o mujer, es lógico pensar que sea bisexual. Y así pasa
en los comics, aunque no en las pelis (sería demasiado rompedor para la
industria del cine). Aquí muestra su
ambigüedad de otra manera. Está en el momento de tomar decisiones cruciales y
la violencia que se ejerce contra los mutantes será determinante en su
elección. Es la tradicional elección entre el bien y el mal. Creo que si las
mujeres, actrices, directoras, productoras, tuvieran más poder frente a la
industria cinematográfica habría ya una serie de películas con Mística como
protagonista. Porque el personaje lo vale.
Lo que menos me ha gustado de la peli es la presencia de
algunos otros mutantes secundarios. Es escasa, no aportan mucho y crean demasiada
dispersión. Lo mejor, la escena de Quicksilver/Maximoff y la estética
setentera. Ya esperando la siguiente entrega.
Director:
Bryan Singer
Intérpretes:
Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Patrick
Stewart, Ian McKellen y Peter Dinklage
Guión:
Simon Kinberg
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Música: John Ottman
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