Lo peor que tienen todos estos personajes tan excepcionales
(y digo excepcionales en el sentido más neutro de la palabra) no son ellos
mismos, ni el anacronismo que representan. Lo peor de lo peor de lo peor de
todo son los seguidores que tienen. ¡Qué hartazgo de gente pelota!
Dejando aparte el sentimiento solidario por la muerte de un
ser humano, cualquier momento es bueno
para someter a cierta crítica la actitud de algunos. Ahora que ya solo queda de
ella polvo, ni sus fervientes seguidores, ni sus acérrimos detractores dirán
nada malo de ella. Pero yo sí, porque no se trata tanto de criticar a una
persona como de criticar a un personaje y sobre todo a seguidores tan poco
exigentes. Cayetana ha sido Grande de España. Sí, una Gran defraudadora (legalmente) de
impuestos.
Poseedora de numerosos palacios, obras de arte, documentos
de la historia de España, no pasará a la posteridad por haber tenido la
generosidad de ponerlos a disposición del resto de españoles. Al contrario, se
esforzó por ponernos trabas aunque, gracias a nuestra generosidad, gracias a los políticos que legislaron para evitarle pagar impuestos, la duquesa haya podido mantener tanto palacio en su patrimonio. Creo que nunca se podrá comprobar, pero estas familias tan augustas, de tan rancio abolengo, ni siquiera tienen que molestarse en llevarse el dinero a Suiza, porque en España su patrimonio ya está exento de pagar impuestos. Llevarse el dinero a Suiza, eso sólo lo tienen que hacer los advenedizos nuevos ricos.
Gracias a nuestra generosidad, ha podido cederse a sí
misma, a su fundación, su colección de arte, en lugar de ponerla a disposición
del Museo del Prado (que es donde debería estar). Limitando así el derecho del resto
de españoles (esos flamencos a los que tanto quería y los que no somos flamencos) a disfrutar de obras únicas aunque sea
unos minutos.
Gracias a la generosidad de los europeos (entre ellos
también españoles, flamencos y no flamencos) ha recibido considerables subvenciones
económicas para cultivos agrícolas. Por fin, accedió a poner en explotación
miles de kilómetros de buenas tierras que, durante años y años, mantuvo sin cultivar, mientras que
los jornaleros no podían acceder a su propiedad.
Pero lo único que sus seguidores dicen de ella es que era
muy sencilla y muy sevillana, muy libre y muy buena gente, muy bética y muy cariñosa. ¡Qué jartura de gente! Si le hubiésemos reclamado los impuestos…
¿cuántos puestos de trabajo, hospitales, colegios, etc., podrían haberse creado?
Lo que se dice de la duquesa es que fue una mujer libre,
castiza, campechana y muy unida al pueblo. Lo que no se dice es que a nosotros
nos da igual, que no comemos con carantoñas. Si tenemos en cuenta la vida
privilegiada y ventajosa que tuvo desde su nacimiento, su simpatía y sencillez
no debería sernos socialmente suficiente. No pasará a la Historia de España, aunque
haya sido Grande; sólo y, de momento, seguirá siendo protagonista de la pequeña
historia de las revistas del corazón. Una lástima para la Casa de Alba.
Hasta ahora ha habido dieciocho duques y duquesas de Alba y
a la mayoría de ellos no les conocemos. Excepto el Gran Duque de Alba (para
algunos sanguinario, para otros héroe), si miramos la Wikipedia, el
resto destacan por haber sido coleccionistas de arte y mecenas, que traducido quiere decir que no han hecho nada con su vida y que han vivido de rentas y que su familia dio un pelotazo tan grande en el siglo XVI que la onda expansiva todavía dura. Si nos fijamos en la vida de las dos duquesas
titulares ni siquiera se las recuerda por eso. Lo más relevante en su currículum ha sido su
peculiar vida amorosa.
Teniendo en cuenta que, esta familia, lleva 400 años alimentando su
cerebro con las mejores proteínas que se podían conseguir, que cuando estaban
enfermos podían acceder a los mejores médicos y medicinas de la época, que han
podido estudiar donde han querido, durante el tiempo que han querido y sin
limitación de dinero, no me parece un buen currículum. Deberíamos exigirles que
diesen, por lo menos a partir del siglo XX, un par de premios nobeles en cada
generación.
Cayetana QEPD, ¡qué lástima!, con todos sus privilegios y
sus ventajas económicas, sólo se dedicó a vivir (y muy bien) la vida, a casarse
y a tener muchos hijos. Recibió una educación esmerada y hablaba varios
idiomas, que le sirvieron para recibir en sus fincas a Jacqueline Kennedy y
otras celebrities e intentar
enseñarles a torear y a mover el culo a ritmo de sevillanas. Otras mujeres de origen más humilde y con menos
posibilidades, hicieron intelectualmente mucho más, por ellas mismas y por el
resto.
Las seguidoras de la duquesa dicen que nos hizo más libres con
su libertad. No tienen en cuenta que las mujeres poderosas siempre se han
follado a quien han querido, aunque eso sí mucho más discretamente. Era su estrategia para
escapar de matrimonios de conveniencia y también para renovar esos genes que, debido a la tendencia a la endogamia en su clase social, acababan siendo tan rancios.
Sí que me interesa ahora resaltar las razones por las cuales
NO será recordada la duquesa, porque no creo que hiciera nada de esto:
- A pesar de su amor por el flamenco, no será recordada por dotar cátedras de flamencología en las universidades.
- A pesar de sus estudios, no será recordada por premiar con becas a las hijas de sus jornaleros.
- Tampoco por los hospitales de los que fue benefactora.
- Ni por los institutos de investigación que patrocinaba, contra el cáncer, la leucemia o las enfermedades raras.
¡Qué poco exigentes somos con los ricos, guapos y famosos! Con estos referentes de triunfo social de charanga y pandereta, no me extraña que los politicastros, con escasa formación intelectual y menos escrúpulos, dirijan todos los esfuerzos de su vida pública a compartir partidas de caza y putas con los señores de rancio abolengo.
Que Cayetana descanse en paz y ¡que sus seguidores lameculos
se callen de una puta vez!
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