jueves, 20 de marzo de 2014

Cine: Desayuno con diamantes de Blake Edwards

Desayuno con diamantes se basa muy libremente en Breakfast in Tiffany’s de Truman Capote. Si no recuerdo mal el relato de Capote tenía matices importantes de sordidez. Dejando aparte las comparaciones, la película es una comedia romántica deliciosa. Supongo que son los productores los que aplican este tipo de censura tan sutil que impone a los directores los finales felices. De todas maneras, algunos de ellos consiguen esquivar esa censura con muchísima elegancia. Así pasa en esta película: Holly Golightly (Audrey Hepburn) mantiene relaciones con hombres ricos. Son su fuente de ingresos pero abiertamente nunca se dice qué es lo que ella da a cambio. 

El caso es que la manera de vivir americana, el famoso American way of life, se basa, aunque nadie lo diga abiertamente, en la exclusión de la mayoría de la población. Sí que es cierto que para su mitología nacional esa exclusión (que viene de serie) puede evitarse aprovechando las supuestas oportunidades que la vida nos brinda. Otra cosa sería evaluar sí existe en realidad esa igualdad de oportunidades.

Así que esta es la historia de gente joven buscándose la vida. Chico y chica que se encuentran, exclusión y búsqueda de oportunidades vitales, con desarrollo y finales diferentes entre la película y el relato. En la película todo es amor, glamour, diversión, tristeza de la que te ayuda a crecer y algún problemilla que se soluciona rápidamente. Para el relato queda la desesperanza, la sordidez, el fracaso y la separación.

Holly Golightly no es su nombre real, pero es el que ha elegido para vivir su nueva vida en Nueva York. Antes vivía en una granja perdida de un pueblo perdido de un estado perdido en el centro de los Estados Unidos. Estaba casada con un hombre viudo y sus hijastros tenían casi su misma edad.

Cuando se encuentra con Paul, su nuevo vecino, está en un momento crucial. Ha estado viviendo del dinero de los hombres y es consciente que alguna vez ese tipo de vida se acabará; a partir de ahora debe aprovechar cualquier ocasión para hacer una buena boda. Paul Varjak (George Peppard) es un escritor que también está buscándose la vida y necesita un empujón. Empujón que pueden darle sus relaciones con mujeres mayores, también a cambio de dinero. Esta vez el director, Blake Edwards, sí que es explícito.

Pero en esta carrera de obstáculos para conseguir una vida mejor, Paul y Holly chocan con la realidad. Se enamoran y el amor tira por tierra todos sus planes. En ese ambiente de comedia romántica, con sus enfrentamientos y riñas y con sus reconciliaciones y sobre todo con un final feliz, todo lo anterior es sustituido por el amor. Con mucha elegancia; pero también para el que sepa leer entre líneas, con mucha acidez y mordacidad.

Sin embargo, hasta una cierta ñoñería es perdonable sólo por ver a Audrey Hepburn. Luce espectacularmente el vestuario de Givenchy, las pamelas, los guantes y el rojo de labios; aunque destroce (literalmente) la canción emblemática de la película, MoonRiver de Henry Mancini, todo lo hace con una inmensa ternura. 







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