Pau es una pequeña ciudad universitaria, capital del
departamento francés de los Pirineos Atlánticos en Aquitania. Aprovechando el
buen tiempo que, todavía, hace en diciembre me fui allí como mi amiga A. Desde
Zaragoza, y después de la inauguración del Túnel de Somport, la ruta es muy
buena. Aunque, A. y yo íbamos hablando y hablando y hablando y arreglando el
mundo y se nos pasó el desvío del túnel y cruzamos a Francia por el viejo
Puerto de Somport, ¡uyyyy!
Debería habernos dado miedo, pero la verdad es que A. conduce muy bien y con mucha prudencia y fuimos admirando el espectacular paisaje. Árboles, árboles y
árboles cubiertos de nieve completamente. Como en la foto. Antes habíamos
parado en Canfranc a tomar un café y a ver la mítica estación, punto de encuentro de espías durante la II Guerra Mundial. Y
esta vez le he hecho jurar a A. más de una vez que un día, no muy lejano,
volveremos a subir a Canfranc pero en el canfranero, porque estoy segura de que
merece la pena disfrutar del paisaje durante las tropecientas horas de trayecto, desde Zaragoza. Además que tenemos que hacer lo que sea para que el tren vuelva a circular de Canfranc a Francia.
Pau apenas tiene 100.000 habitantes y es una maravilla. Conocida
por ser el lugar de nacimiento de Enrique IV, primero rey de Navarra y después
de Francia. Aquel famoso rey que dijo “París bien vale una misa” y es que para
llegar a ser rey de Francia tuvo que abjurar de su fe (era protestante) y
convertirse al catolicismo y casarse con la reina Margarita. Hay que aclarar
que fue rey de la Baja Navarra porque la Alta Navarra correspondía a la parte
sur de los Pirineos y ya había sido conquistada en 1512 por Fernando el Católico,
para las Españas.
Esta es la cuna |
Tuvimos mucha suerte durante el viaje, no sólo porque el
tiempo fue fantástico, sino porque también era primer domingo de mes y en esa
fecha, la entrada al castillo donde nació Enrique IV en 1553 era gratuita y con
un guía guapete. El castillo es medieval y dado su origen militar y que se
construyó como defensa de la ciudad está enclavado en una pequeña colina y protegido
por un foso que ahora está destinado a jardines. De la época de Enrique IV
apenas queda nada, excepto el caparazón de tortuga que le sirvió de cuna. El
caso es que el abuelo de Enrique IV le recomendó a su hija y madre del neófito
que le meciese en esa cuna tan original para que el futuro Enrique IV
adquiriese la perseverancia y la fortaleza de las tortugas. No le vino mal el consejo, porque está considerado por los republicanos franceses como un buen rey, aunque en su momento fue asesinado. Durante el siglo XIX el castillo fue
completamente restaurado y amueblado con reproducciones de la época original. Tiene también un magnífica colección de tapices y un bargueño que no me importaría nada que fuese mío.
El funicular |
También nació en Pau el mariscal Bernadotte que terminó
siendo Carlos XIV Juan de Suecia y Noruega, el fundador de la actual dinastía
de reyes suecos. Es curioso que, durante las guerras napoleónicas, parece que este caballero se había comportado con justicia con los prisioneros suecos y, como el rey no
tenía descendencia, los aristócratas suecos decidieron ofrecerle la corona. Se
casó con Desirée Clary que estaba emparentada con Napoleón. Su reinado fue
largo y próspero.
Volviendo a la ciudad, lo verdaderamente impresionante es
recorrer el Boulevard des Pyrenées desde donde se puede ver la línea de los
Pirineos. Además en la balaustrada están marcados el nombre y la altitud de los
principales picos. Sólo por eso ya se merece una visita la ciudad. Pau tradicionalmente ha sido destino de turistas.
Durante el siglo XIX los ingleses frecuentaban la ciudad en sus vacaciones por
las bondades de su clima; se construyeron entonces los hoteles del Boulevard des Pyrenées por
esto tienen un cierto aire inglés. Además para salvar el desnivel del boulevard y poder acceder con más facilidad a la estación se construyó un pequeño funicular que todavía sigue en uso.
Vista desde el Boulevard des Pyrenées |
El vino de Jurançon es un buen recuerdo para traerse de la
ciudad. También hay un pequeño museo sobre la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial y otro de Bellas Artes; pero no me quedó tiempo para ver ninguno de los dos. Para volver.
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