jueves, 25 de diciembre de 2014

Viajes: Pau en Francia (2014)

Pau es una pequeña ciudad universitaria, capital del departamento francés de los Pirineos Atlánticos en Aquitania. Aprovechando el buen tiempo que, todavía, hace en diciembre me fui allí como mi amiga A. Desde Zaragoza, y después de la inauguración del Túnel de Somport, la ruta es muy buena. Aunque, A. y yo íbamos hablando y hablando y hablando y arreglando el mundo y se nos pasó el desvío del túnel y cruzamos a Francia por el viejo Puerto de Somport, ¡uyyyy!

Debería habernos dado miedo, pero la verdad es que A. conduce muy bien y con mucha prudencia y fuimos admirando el espectacular paisaje. Árboles, árboles y árboles cubiertos de nieve completamente. Como en la foto. Antes habíamos parado en Canfranc a tomar un café y a ver la mítica estación, punto de encuentro de espías durante la II Guerra Mundial. Y esta vez le he hecho jurar a A. más de una vez que un día, no muy lejano, volveremos a subir a Canfranc pero en el canfranero, porque estoy segura de que merece la pena disfrutar del paisaje durante las tropecientas horas de trayecto, desde Zaragoza. Además que tenemos que hacer lo que sea para que el tren vuelva a circular de Canfranc a Francia. 

Pau apenas tiene 100.000 habitantes y es una maravilla. Conocida por ser el lugar de nacimiento de Enrique IV, primero rey de Navarra y después de Francia. Aquel famoso rey que dijo “París bien vale una misa” y es que para llegar a ser rey de Francia tuvo que abjurar de su fe (era protestante) y convertirse al catolicismo y casarse con la reina Margarita. Hay que aclarar que fue rey de la Baja Navarra porque la Alta Navarra correspondía a la parte sur de los Pirineos y ya había sido conquistada en 1512 por Fernando el Católico, para las Españas.

Esta es la cuna
Tuvimos mucha suerte durante el viaje, no sólo porque el tiempo fue fantástico, sino porque también era primer domingo de mes y en esa fecha, la entrada al castillo donde nació Enrique IV en 1553 era gratuita y con un guía guapete. El castillo es medieval y dado su origen militar y que se construyó como defensa de la ciudad está enclavado en una pequeña colina y protegido por un foso que ahora está destinado a jardines. De la época de Enrique IV apenas queda nada, excepto el caparazón de tortuga que le sirvió de cuna. El caso es que el abuelo de Enrique IV le recomendó a su hija y madre del neófito que le meciese en esa cuna tan original para que el futuro Enrique IV adquiriese la perseverancia y la fortaleza de las tortugas. No le vino mal el consejo, porque está considerado por los republicanos franceses como un buen rey, aunque en su momento fue asesinado. Durante el siglo XIX el castillo fue completamente restaurado y amueblado con reproducciones de la época original. Tiene también un magnífica colección de tapices y un bargueño que no me importaría nada que fuese mío. 

El funicular
También nació en Pau el mariscal Bernadotte que terminó siendo Carlos XIV Juan de Suecia y Noruega, el fundador de la actual dinastía de reyes suecos. Es curioso que, durante las guerras napoleónicas, parece que este caballero se había comportado con justicia con los prisioneros suecos y, como el rey no tenía descendencia, los aristócratas suecos decidieron ofrecerle la corona. Se casó con Desirée Clary que estaba emparentada con Napoleón. Su reinado fue largo y próspero.


Volviendo a la ciudad, lo verdaderamente impresionante es recorrer el Boulevard des Pyrenées desde donde se puede ver la línea de los Pirineos. Además en la balaustrada están marcados el nombre y la altitud de los principales picos. Sólo por eso ya se merece una visita la ciudad. Pau tradicionalmente ha sido destino de turistas. Durante el siglo XIX los ingleses frecuentaban la ciudad en sus vacaciones por las bondades de su clima; se construyeron entonces los hoteles del Boulevard des Pyrenées por esto tienen un cierto aire inglés. Además para salvar el desnivel del boulevard y poder acceder con más facilidad a la estación se construyó un pequeño funicular que todavía sigue en uso.

Vista desde el Boulevard des Pyrenées

El vino de Jurançon es un buen recuerdo para traerse de la ciudad. También hay un pequeño museo sobre la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial y otro de Bellas Artes; pero no me quedó tiempo para ver ninguno de los dos. Para volver. 

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