Julia es una joven de la alta sociedad;
vive en una absoluta soledad emocional desde la muerte de su madre. Su padre
nunca sale a escena, pero impone su presencia autoritaria constantemente a
todos los habitantes de la casa.
La adaptación de Liv Ullman es completamente fiel a la obra
de teatro de Strinberg (escrita en 1888 y que en su momento fue un escándalo),
excepto por el detalle de haber situado la acción en Irlanda y porque da más protagonismo
a la criada. Todo un acierto. Kathleen, la criada que también mantiene una relación con John, es una mujer estable y sensata, sensible
también (lo demuestra cuando se niega a matar a la perra preñada por un chucho
callejero). A pesar de la tragedia que se les viene encima, siempre tiene una
palabra de esperanza. Está interpretada por una actriz que yo no conocía, Samantha
Morton.
Los protagonistas son Jessica Chastain (la señorita Julia) y Colin Farrell (John, el criado). Imprescindible
por supuesto ver la película en versión original. Magníficos y sobrios en su
desesperación y también devastadores y feroces; no dudan en lanzarse a
dentelladas uno contra otro cuando los reproches y la ocasión lo requieren. Estos
dos personajes se enfrentan no sólo como hombre y mujer, sino también como ama
y criado; la lucha de clases entre ricos y pobres se mezcla con los perversos
juegos de poder y sometimiento de los deseos sexuales reprimidos.
La primera impresión que tuve nada más empezar la película es que Julia ha estado siempre muerta. A diferencia de los criados, Julia no tiene recursos vitales
para sobrevivir después de haber transgredido las normas y ser una deshonra
para los de su clase; sin proponérselo, jugando con el fuego de la mágica Noche
de San Juan, ha seducido a su criado, pero él saldrá más o menos indemne de la aventura.
Las consecuencias deberían ser trágicas para ambos; sin embargo, en las
sociedades patriarcales los hombres tienen siempre por donde escapar. Al fin y
al cabo han inventado las reglas del juego y saben cómo jugarlo. Aunque sean
criados que no tienen dinero, ni futuro fuera de la influencia del amo, sí que
tienen sabiduría para sortear ciertas penurias. El hambre y las humillaciones sufridas durante años enseñan a sobrevivir.
Julia sabe que transgredir las normas tiene su precio, en el
siglo XIX y también en el XXI; pero no se paga lo mismo si eres hombre que si
eres mujer; si eres rico o eres pobre; negro o blanco; etc, etc. Dualidades creadas por la desigualdad de derechos, más que por la propia
diferencia.
Evidentemente, el comportamiento inadecuado de Julia sólo
tiene como salida la muerte. En una escena preciosa, rodada con una estética
muy próxima a la de los prerrafaelitas, el plano final recuerda claramente a la
Ofelia muerta de Millet.
Se critica de esta película que no utilice un lenguaje
propiamente cinematográfico y que haya optado por filmar teatro; los personajes
se mueven con ansiedad por la cocina, encerrados en su propio destino. A mí
parece un acierto, enmarcar a los actores en esos planos teatrales tan
estáticos porque contribuye a transmitir la sensación de agobio de dos personas
atrapadas en sus roles sociales que no han podido elegir. Por un momento,
pensamos que se van a salvar, pueden huir y empezar una nueva vida, pero en
realidad sabemos que es imposible porque entonces se enfrentarían al peso de
sus propias conciencias modeladas por la sociedad.
Dirección: Liv
Ullmann
Intérpretes: Jessica Chastain, Colin Farrell, Samantha Morton
Intérpretes: Jessica Chastain, Colin Farrell, Samantha Morton
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