Ken Loach es un director de cine y televisión que no rehúye su compromiso político. Sus películas son reflejo de las condiciones de vida de la clase obrera, desde un punto de vista histórico y también actual. Un cine que, a veces, puede resultar frío porque está más interesado en lo que quiere transmitir que en la forma de hacerlo. Es la visión realista lo que caracteriza su cine y esa es la razón por la que a veces, puede parecer seco o con exceso de síntesis, porque la realidad es así.
Creo que este documental no se estrenó en Zaragoza. Debería ser una obligación verlo; en realidad debería ser la película del año, la que se llevase todos los premios y la que se exhibiese en todos los colegios e institutos. Además de ser una buena película, es una lección de historia. El documental termina donde empieza la crisis-estafa que hoy vivimos: en la privatización de los servicios públicos (garantía de igualdad de oportunidades) y el comienzo de la desregulación de los mercados.
Lo que Loach llama El espíritu del 45 fue la actitud de los ciudadanos británicos después de la II Guerra Mundial. Europa había quedado arrasada y la única opción era la reconstrucción. Incluso Reino Unido, aunque no había vivido la invasión directamente, sufrió una conmoción brutal. El impacto emocional del peligro que había supuesto el nazismo. Loach pone de manifiesto que, si durante la guerra, la población supo entender aquello que les prometió Churchill, “sangre, sudor y lágrimas” y lo aceptó con fuerza y resignación, durante la posguerra no dieron un paso atrás. Asumieron que su fuerza, la fuerza que nace de mantener un objetivo común, y que se había dirigido a soportar una agresión, a partir de entonces debía estar destinada a construir la paz.
Al contrario de lo que había sucedido después de la I Guerra Mundial, cuando los combatientes fueron abandonados a su suerte, después de haber servido de carne de cañón; a partir de 1945, los británicos, todos sin excepción, consiguieron la plena ciudadanía, en el sentido analizado por Thomas H. Marshall.
Marshall fue un sociólogo británico que estudió las diferentes dimensiones de ciudadanía. Él considera que la ciudadanía no es completa si no confluyen tres tipos de derechos: civiles, políticos y sociales. Los derechos civiles, los que protegen las libertades individuales, como el derecho a la propiedad, y los derechos políticos, que garantizan la participación del individuo en la vida pública, aparecen firmemente (más o menos) consolidados a partir de los siglos XVIII y XIX, respectivamente. Pero son los derechos sociales nuestra pelea durante el siglo XX. Creíamos que estaban consolidados, pero asistimos ahora (desde las políticas neoliberales de Thatcher y compañía de los años 1980) a su desmantelamiento con la excusa de la crisis-estafa.
Esto es lo que analiza Ken Loach en El espíritu del 45. Se apoya en material documental de la época y en testimonios actuales de los trabajadores que vivieron y sintieron ese espíritu en primera persona. Todas las imágenes enlazadas en blanco y negro, para que pasado y presente no pierdan continuidad. Mineros de Gales y Liverpool; enfermeras de Manchester. Todos ellos orgullosos de su condición de clase trabajadora, clase poderosa, si está bien organizada, nos hacen partícipes de sus recuerdos y del entusiasmo por construir la paz.
Muchas preguntas quedan por resolver al terminar la película: ¿por qué creímos que los derechos sociales eran inamovibles?, ¿por qué no volvemos a luchar por ellos? Como dice el director, si podemos ganar una guerra, ¿por qué no podemos ganar la paz? Si juntos organizamos y desarrollamos campañas militares y ponemos en marcha la industria de la guerra, ¿por qué no podemos poner el empeño en construir viviendas y gestionar hospitales colectivamente?
Se puede reprochar a la película que no sea autocrítica. En la gestión de la cosa pública hay errores garrafales y también corrupción y engaño; y eso no aparece, porque en esta película se trata de celebrar el espíritu de la vida en común, de la solidaridad y del esfuerzo compartido. La corrupción, el engaño y la estafa que siempre rondan a la gestión pública (y a la privada) no se solucionan privatizando; se solucionan con una ciudadanía activa, consciente de sus derechos y de sus obligaciones y manteniendo unos gestores públicos, profesionales y bien pagados. Apartándose de amiguismos, enchufismos y otras redes clientelares, tan hábiles a la hora de infiltrarse para llevarse el dinero de todos y sepultar a las instituciones con montones de desprestigio y mierda.
Está pasando ahora.
El Espíritu del 45
Producción: Gran Bretaña
Guion y Dirección: Ken Loach
Documental
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