Marcos Giralt Torrente ganó el Premio Nacional de Literatura 2011 con este libro. Ha escrito sobre todo relatos y narraciones cortas. Es miembro de la Orden de Finnegans, que tiene como único propósito venerar el Ulises de James Joyce. También es crítico literario del suplemento cultural de El país, Babelia. Antes de escribir Tiempo de vida había ganado ya el Premio Herralde de Novela en 1999. El final del amor es su último libro.
Sinopsis.-
Marcos Giralt Torrente se enfrenta a la muerte de su padre.
Mi opinión.-
Este libro es considerado como ensayo narrativo. No es novela evidentemente, pero tampoco memoria o biografía. El autor desmenuza las relaciones padre-hijo y muestra su propia identidad, apoyándose en la relación/desencuentro con su padre durante toda su infancia y sobre todo en la enfermedad y la muerte de éste. Sin sentimentalismo (pero con un constante reproche), explora la decepción por el abandono de su padre; la pérdida y el duelo, y en ese camino queda totalmente expuesto a merced del lector y de su juicio.
Es muy consciente durante toda la escritura, de que falta la versión de su padre. Para Giralt Torrente es un libro que debería haber sido escrito entre los dos, pero la muerte lo impidió. Aparece sólo su versión y sus quejas y sus antojos y sus niñerías y su rabia. Es algo que llegaría a cansar, si no estuviese tan bien escrito.
Durante todo ese “vómito emocional”, mantiene siempre un tono neutro, una cierta frialdad de escalpelo (sobre todo en la primera parte del libro). Algo que ha debido ser muy difícil de conseguir. Tengo siempre una cierta prevención respecto a estos libros de “ajuste de cuentas” con el pasado. Es muy fácil que deriven hacia la queja sensiblera que no me atrae nada. Pero este no ha sido el caso.
Me ha gustado mucho su manera de escribir. Las abundantes repeticiones al inicio de cada frase, que cada vez se vuelve más corta; resultan como letanías de una oración o como pinceladas con las que recrear la vida que ya no tendrá con su padre.
Es un libro emocionante, donde también hay sitio para el rencor. Como norma general, no menciona a nadie por su nombre. Parece que quiera mantener su absoluto protagonismo y recurre a definir al resto de intervinientes a través del posesivo, sólo por la relación que mantienen con él. Su padre, su madre, su novia, su mujer, ninguno de ellos tiene nombre. Excepto una, la madrastra, la segunda esposa de su padre, llamada durante todo el libro “la amiga que conoció en Brasil”. Un poco, un personaje de cuento: mezquina, interesada más en el dinero que en su marido, usurera y a la que considera la principal responsable del alejamiento del padre. Yo siempre he pesando que un hombre no se aleja si no quiere. Ella no se ha defendido.
Marcos Giralt Torrente
Tiempo de vida
Anagrama
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