Nueva película sobre la II Guerra Mundial, pero esta vez
contando la ocupación de Francia a través de una pequeña historia de amor,
entre una joven francesa recién casada y un oficial alemán. Creo que los franceses no han terminado de asumir (ni de perdonarse) su pasado de
colaboración con los ocupantes nazis. Esta película está basada en la novela, en realidad iba a ser una serie de novelas, del mismo título que quedó inacabada por la muerte de su autora Irène Némirovski
en 1942, en Auschwitz. Némirovski había nacido en Ucrania y era de religión
judía, aunque ella siempre se consideró laica, burguesa y muy rica. Su familia
había huido de la revolución rusa y se había exiliado en Francia, con la
esperanza de poder vivir en paz, en un país que había hecho del laicismo su
religión de estado. Fue una ironía que ni siquiera allí encontrase protección. Nunca se le concedió la ciudadanía francesa, aunque poco importaría esto cuando
los judíos franceses también fueran deportados y víctimas del holocausto. En unas
notas personales escribió: “¡Dios mío! ¿Qué
me hace este país? Ya que me rechaza, considerémoslo fríamente, observémoslo
mientras pierde el honor y la vida”.
Así proyectó su obra iniciada ya en los primeros meses de la
guerra. Como he dicho, se trataba de un conjunto de cinco novelas que tratarían la
ocupación francesa, aunque sólo tuvo tiempo para realizar dos de ellas. Una
galería de personajes para retratar la miseria humana: los colaboracionistas,
los explotadores, los hombres abusando de mujeres, los primeros intentos de
resistencia, los primeros enamoramientos imposibles. En la película no se
profundiza demasiado y resulta un poco fría y formal. Muy bien
interpretada y también muy bien ambientada pero le falta un poco de vida,
especialmente por parte de Matthias Schoenaerts que interpreta al joven oficial
alemán amante de la música y que detesta la violencia.
Es también una historia de mujeres, de cómo las mujeres “ocupadas”
viven la guerra. Lucille Angellier (Michelle Williams) se ha casado sin apenas conocer a su marido y ahora él está prisionero en Alemania. Vive en
Bussy con su suegra (Kristin Scott-Thomas) preocupada por recaudar las rentas
de sus inquilinos hasta el último céntimo, a pesar de la guerra. La suegra es una mujer
dominante y estirada, capaz de dar miedo a los mismos oficiales nazis, pero que
al final sorprenderá a todos. Lucille siente una gran pasión por la música,
igual que el oficial alemán. Ese será su punto de unión. La película se aleja del
maniqueísmo entre ocupados franceses
buenos y ocupantes alemanes malos
y pone de manifiesto que las diferencias se dan entre las personas, no entre nacionalidades.
Con este planteamiento hubiera sido fácil que la película se
convirtiese en un dramón romántico, pero realmente pasa lo contrario y resulta
ser excesivamente sobria. No consigue transmitir emoción a pesar de las buenas
interpretaciones y de la excelente banda sonora.
Director: Saul Dibb
Guión: Saul Dibb y Matt Charman
Música: Rael Jones
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