lunes, 6 de julio de 2015

Ensayo: La catástrofe perfecta de Ignacio Ramonet (2009)

El autor.-
Periodista español, nacido en Galicia y criado en Tánger. Estudió en École des Hautes Études en Sciences Sociales en París. Es director de la edición en español de Le monde diplomatique. Muy ligado a los movimientos sociales; también escribe en rebelion.org Otras obras suyas son: Hugo Chávez mi primera vida, La explosión del periodismo, La tiranía de la comunicación.

Mi opinión.-
La catástrofe perfecta es un libro muy didáctico. Escrito de forma sencilla, directa y contundente. Presenta las consecuencias principales que ha tenido toda una época de desregulación y de sacralización del mercado y de sus supuestos equilibrios. Una crisis brutal. Pero ahí estábamos todos, adorando al becerro de oro. Ciegos a otras experiencias históricas que podíamos haber considerado un aviso.

Repasa los fundamentos teóricos del neoliberalismo de los años 1970 y de la Escuela de Chicago, furibunda enemiga de las políticas keynesianas. Menciona a Schumpeter y su “destrucción creadora” como nueva versión del darwinismo social, el que triunfa tiene su espacio en el mundo y el que no triunfe “que-le-den”, merece lo que le pasa por perdedor. Hayek y su “estado mínimo”, cuyo único objetivo es destruir al “estado providencia”, también aparece por el libro. Y por último, Friedman, virtual apologeta de la nueva violencia capitalista, consistente en tomar el poder democráticamente o no (no nos vamos a andar con tonterías) e imponer cambios económicos drásticos (algo que ya expuso Naomi Klein en La doctrina del shock). Vamos que, no hay duda de que estos tres autores deben de estar en la mesilla de noche de Angela Merkel y ser sus caballeros andantes (aunque más que desfacer entuertos se dediquen a estrangularnos).

Los nuevos mandamientos para esta nueva religión, incuestionable y fundamentalista, cuyo dios es el mercado serán: privatización, liberalización, despidos masivos y propaganda. Y a pesar de que ya hubo escándalos financieros a partir de los años 2000, no se pudo o no se quiso implementar una regulación destinada a impedir esa falta de ética en los negocios. Ya John M. Keynes había dicho que la libertad económica estimula los instintos animales. Los ultraliberales arrasaron con todo, son una estirpe de voracidad incontenible e instinto depredador. Una masculinidad agresiva, competitiva y conquistadora.

No podría afirmarlo rotundamente pero siempre me ha parecido que toda la literatura New Age o de autoayuda tenía un tufo ultraliberal considerable. Su conocido mantra si no encuentras trabajo la culpa no es tuya, pero tu actitud no es la correcta, no es lo suficientemente positiva, no visualizas el éxito, no luchas por tu trozo de queso. Gilipolleces, si yo no encuentro trabajo es porque esa gentuza se ha dedicado a destruir puestos de trabajo y a deslocalizarlos para ahorrar costes.

Y durante todo este tiempo, ¿la izquierda donde estaba? Pues eso, ¡a por uvas! Según Ignacio Ramonet estaba en un momento (que ya les dura) de vacío teórico. Una socialdemocracia (que más valdría que se llamase liberaldemocracia) que comulgaba o se veía obligada a comulgar con las tesis más neoliberales. Se quedó sin organización, sin doctrina, sin brújula, sin identidad. Ramonet considera que la “tercera vía” de Giddens (sociólogo de cabecera de Tony Blair) fue un renunciamiento. Favorecía la privatización, el debilitamiento del estado y del sector público.

Pero ahora, los movimientos 15-M y Podemos ¿no serán meras utopías? Los ciudadanos estamos poco preparados políticamente. Me refiero a que conocemos poca teoría política. Creemos que un gobierno puede implementar los cambios necesarios en un corto período de tiempo y quizá no sea así. Los ciudadanos, aunque estamos interesados, nunca disponemos de toda la información para poder tomar una decisión coherente; no dominamos todas las variables que influyen en una decisión política, no conocemos tampoco la fuerza de los grupos de presión ni hasta dónde llegan sus tentáculos. Ramonet ve que hay posibilidad de refundación a través de los movimientos ciudadanos organizados, pero yo soy escéptica. Los cambios para que se consoliden requieren un largo plazo y los ciudadanos (sobre todo el electorado volátil) se desencantan enseguida, no está dispuesto a mantener un compromiso a largo plazo con ningún partido.

Considera también que es posible un desarrollo sostenible que atienda a los principios de precaución, solidaridad y participación; que mantenga la soberanía de los ciudadanos sobre los recursos estratégicos y que propugne un cambio en el modelo energético, para potenciar la biodiversidad y para evitar la dependencia geopolítica.

Pero, ¿cuál sería ese nuevo modelo energético? El nuclear tendría demasiados riesgos todavía y las energías renovables parece que no resultan tan rentables como se esperaba. Los biocombustibles dieron lugar a una fuerte crisis alimentaria por la especulación brutal en el precio de alimentos básicos.

Parece que pintan mal las cosas. Se ha visto que el neoliberalismo propició esta crisis brutal, descrita sintéticamente en La catástrofe perfecta. Sin embargo, los gobiernos quieren sacarnos de la crisis potenciando todavía más el neoliberalismo. No sé qué va a ser de nosotros. Muy recomendable este ensayo.


La catástrofe perfecta
Ignacio Ramonet

Icaria Editorial 

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