lunes, 10 de diciembre de 2018

Ensayo: Espías de Felipe II de Carlos Carnicer y Javier Marcos (2005)

Los autores.-
Carlos Carnicer sigue ejerciendo como profesor de instituto en Ciudad Real y además es articulista en diversas revistas de historia. Ha iniciado también su carrera como novelista con Forcada. El secreto de la reina virgen, publicada en el año 2007. Es coautor con Javier Marcos de Sebastián de Arbizu, espía de Felipe II y Espionaje y traición en el reinado de Felipe II. La historia del vallisoletano Martín de Acuña.

Javier Marcos también es profesor de historia en un instituto de enseñanza secundaria de Valladolid. Ha publicado en solitario Los dueños del secreto. Espías y espionaje de la Monarquía de los Austrias en el archivo de Simancas. 

Mi opinión.-
Immanuel Wallerstein, sociólogo estadounidense influenciado por las teorías de Marx y por la Teoría de la dependencia, define el imperio-mundo como una enorme estructura burocrática con un centro político y de división centro-periferia, pero con culturas múltiples. Así considera que podría definirse al Imperio Español, de los siglos XVI y XVII; en realidad, el único imperio-mundo que ha existido. Pero mantener una estructura de ese tipo requiere mucho trabajo. También necesita un ejército permanente y embajadores en el extranjero que, las más de las veces, se convierten en una red de informadores.

Felipe II, 1556-1598. Retratado por Sofonisba Anguissola

Los autores dicen que en la segunda mitad del siglo XVI se dio una situación similar a la de la Guerra Fría durante el siglo XX. Aunque en el siglo XVI destacaba claramente una superpotencia, el imperio español, constantemente era retada por quienes querían adquirir ese rango, ya fuese Francia, Inglaterra o el Imperio Otomano, y antes de llegar al enfrentamiento total preferían librar guerras secundarias: en el norte de África o en el centro de Europa. En realidad, se trataba de batallas ideológicas entre protestantes y católicos o entre musulmanes y católicos. Este contexto tan conflictivo donde se desarrolló el reinado de Felipe II, debió de influirle tanto que se convirtió en un rey muy suspicaz y desconfiado, con una gran capacidad de trabajo que, seguramente, le consumía.

Isabel I de Inglaterra, 1558-1603

No es de extrañar que en ese momento tan turbulento, el objetivo principal de cualquier gobernante fuese garantizar la pervivencia del estado a cualquier precio. Esa era la principal “razón de estado”. Fernando el Católico ya había fundado una incipiente diplomacia, más dirigida a ser un servicio de información, cuando envió a Gonzalo de Beteta como primer embajador permanente ante el Papa en 1480; aunque su padre Juan II de Aragón ya había abierto ese camino en 1475.

Enrique IV de Francia, 1589-1610

El centro del espionaje en relación con el Imperio Otomano estaba en Venecia; pero también Inglaterra era una plaza importante por sus tejemanejes e intrigas en los Países Bajos contra la corona española. Allí dos de los embajadores españoles fueron acusados de conspirar contra la reina Isabel Tudor y expulsados. Eran Guerau de Espés y Bernardino de Mendoza que siguieron con su labor de espionaje desde Francia, aunque también éste fuera un territorio hostil para la corona española.

Murad III, sultán otomano, 1574-1595

El libro resulta muy ameno. Quizá demasiado exhaustivo. Aparte del contexto histórico, examina también los motivos y las maneras de reclutar a los espías, sus funciones y formas de actuar, incluso, sus motivaciones más o menos confesables. Pero también analiza un factor muy importante que solía ser determinante para el éxito o el fracaso de las operaciones: la lentitud de las comunicaciones. Aunque se utilizaban todos los adelantos de la época la lentitud de las comunicaciones era un hándicap que, la mayor parte de las veces, intentaba ser soslayado por un eficaz trabajo en red y un sofisticado sistema criptográfico.

Bernardino de Mendoza, embajador y espía.

Por supuesto, se trataba de un servicio profesional de espías, así que las mujeres eran excluidas de ello. Sin embargo, algunas como Águeda de Arbizu fueron importantes fuentes de información por sus conexiones familiares. Águeda había conseguido información a través de la princesa Catalina de Béarn, Catalina de Borbón, hermana del rey de Francia, de los planes para invadir la Corona de Aragón por los partidarios de Antonio Pérez que se había refugiado en Pau.

William Houston interpreta a Guerau de Espés, en Elizabeth (1998)

El libro es muy recomendable. Un ensayo histórico muy bien documentado pero además de lectura entretenida. Es una pena que no pueda encontrarse ahora ni como libro de segunda mano; yo lo encontré en la biblioteca pública. Es importante recurrir a la historia para entender el presente.



Espías de Felipe II. 
Los servicios secretos del Imperio español.

Carlos Carnicer
Javier Marcos

Ed. La esfera de los libros

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