Los años que terminan en 18 parece que son de especial
relevancia para la inmortal ciudad de Zaragoza. Si no viviéramos en una época
que aspira a ser tan políticamente correcta, se hubiese conmemorado con mayores
fastos la reconquista de la ciudad por parte de tropas cristianas, en 1118. No
lo digo porque sea islamófoba, al revés. Admiro mucho la cultura árabe y la
arabización de la península trajo momentos de esplendor y también decadencia
por esto creo que debería de tener más relevancia en la educación de niños y
jóvenes españoles, porque es parte constitutiva de nuestra historia. Tanto como
lo fue la pertenencia al Imperio Romano.
No digo que tuviera que celebrarse con fiestas y orgullo
cristiano-patrio, pero sí organizar congresos de historia, reproducir las
condiciones de vida antes de 1118, hacer un repaso del incipiente reino de
Aragón con ciudad principal en Jaca y también estudiar las alianzas con otros
reinos y condados, como Castilla o Lérida, que contribuyeron a la reconquista.
Palabra maldita últimamente.
Cerámica siglo XI
En fin, parece que para compensar se ha pensado esta
exposición que, además, es la última de la trilogía dedicada a la historia de
la construcción de la Zaragoza contemporánea. Con el hilo conductor del 18, se
examinan brevemente acontecimientos que tuvieron lugar en años terminados en
esos dígitos. Aunque, el año 1818 ha quedado fuera con la excusa de que ya se
hizo una exposición dedicada exclusivamente a la invasión napoleónica, los
sitios y la guerra de la independencia. No me parece lógico que se haya pasado
por alto.
Detalle de la reproducción del olifante de Gaston de Bearne.
En esta exposición, pues, se conmemoran ocho centenarios,
grandes momentos para la ciudad y sus habitantes que han conformado la
identidad que hoy compartimos con orgullo y también con decepción. No sólo se
pueden ver obras de arte. Pintura y escultura, cerámica y tejidos se combinan
también con vinilos en paredes y suelo que reproducen mapas y los modos de vida
y que sirven de conductores para cada época. Pero también se llama el reino de los sentidos porque se han incorporado
a la exposición la música, el tacto y también el olfato.
Reproducciones de El barranco de la muerte y de una torre de asalto
Sobre la vieja ciudad romanizada de origen ibero, Salduie,
los romanos erigen Caesar Augusta, en el año 14 a.C, la única ciudad del
imperio que ostentaba el nombre completo del emperador. Llegó a ser una ciudad
importante para el imperio. Protegida en su lado norte por el río Ebro y
circundada en los otros tres por una muralla de la que todavía quedan restos.
Además de protección el río Ebro regaba las huertas junto con los ríos Huerva y
Gállego. Una ciudad eminentemente comercial y con derecho a acuñar moneda
propia.
Nuestra Señora de la Consolación y la Virgen del Ligallo
Después de la caída del imperio romano, los visigodos
ocuparon la ciudad. En el año 472, el conde Gauterico incorporó la ciudad al
reino de Toledo. Antes de esta sustitución, la ciudad ya era una referencia
para los cristianos perseguidos. San Valero obispo había sido desterrado y
Santa Engracia y los innumerables mártires también habían sucumbido. En el
santuario de Santa Engracia existió una escuela y una gran biblioteca regida
por San Braulio donde venían a estudiar prelados del reino de Toledo.
Libro Registro de las marcas y señales del ganado. Notario Martín Maza de Lizana, 1722 |
Pero también a los reinos visigodos les llegó su final y en
711 comenzó la invasión musulmana. Sólo en 15 años se había conquistado la
mayor parte de la península. A Zaragoza llegaron en el 714. Saraqusta, Medina Albaida,
la ciudad blanca se convierte entonces en capital de la provincia norte de
al-Ándalus. Desde los Califatos omeyas de Damasco y Córdoba hasta la taifa
independiente saraqustí del 1018, transcurrieron años convulsos. Mundir I fue
el primer rey de Saraqusta y dio origen a la dinastía Tuyibi que en el año 1039
fue sustituida por la dinastía Hudi.
Fernando el Católico y detalles
La sala dedicada a la taifa está perfumada de azahar para
recordar los naranjos que todavía hoy viven en el patio de Santa Isabel de la
Aljafería y se pueden ver allí objetos de cerámica a la cuerda seca que no se
habían expuesto hasta ahora.
Isabel la Católica y detalles
En 1118 se produjo la conquista cristiana de la ciudad (esa
que deberíamos haber conmemorado este año). Los reyes de Aragón querían dominar
el valle del Ebro y se buscaron como aliados para conseguirlo al rey de
Castilla Alfonso VI y al vizconde Gastón de Bearne que terminará siendo el
primer señor de la ciudad. Del vizconde puede verse en la exposición una
réplica del olifante de marfil.
Busto relicario de Santa Engracia,
En esta pequeña sala se ha reproducido en vinilo el cuadro
de Agustín Salinas El barranco de la muerte, cuyo original puede verse en el
Palacio de Sástago. Verse es mucho decir puesto que está en una zona bastante
mal iluminada, si no fuese así podría apreciarse mejor. También hay una reproducción
a escala de una torre de asalto como las utilizadas para la conquista de
Jerusalén. Este cuadro siempre me ha impresionado por la frialdad y la
desolación que representa. Se supone que el ejército cristiano ha vencido pero
los soldados y el rey sólo muestran cansancio por tantas guerras. Muy
interesante.
Benedicto XIII entre dos cardenales de la obediencia de Avignon. Siglo XV
En 1218, cincuenta años antes de la creación de la Mesta
castellana, el rey Jaime I el Conquistador nombró un justicia con jurisdicción
civil y criminal para dirimir los pleitos relacionados con la ganadería y que
ha llegado hasta hoy en forma de fundación. Tenía horca propia; hoy, ya no. Se
muestran en esta sala diversos documentos, uno de ellos con el sello de cera
más antiguo que se conserva con la firma del rey, y también el trono donde se sentaba
el justicia.
Nuestra Señora de Zaragoza la vieja, finales del siglo XIII
Nuestra Señora del Burnao, tercer cuarto del siglo XIV
Seguimos con el año 1318. Doscientos años después de su
reconquista el obispado de Zaragoza se transformó en arzobispado a instancias
del rey Jaime II. El 18 de julio de ese año mediante la Bula Romanus Pontifex
se creó la provincia metropolitana de Zaragoza de la que dependían los
obispados de Huesca, Jaca, Tarazona, Albarracín, Pamplona y Calahorra. Se
pueden contemplar en esta sala los bustos relicarios de los principales
patronos y santos de estas ciudades. Me quedo, sin dudarlo, con el busto de alabastro
de Santa Engracia y el cáliz del Compromiso de Caspe.
Planta de los cimientos del Pilar. Felipe Sánchez, 1695
Hay también dos oleos de los reyes católicos, acompañados
cada uno por uno de sus hijos y que pertenecen a la Iglesia de Santa María de
los Corporales de Daroca. Estas dos tablas son preciosas por el detalle y el colorido
con el que están realizados. Después damos un salto en el tiempo hasta llegar a 1518 (se ve que en 1418
no pasó nada reseñable). En 1518, Carlos I fue jurado como rey de Aragón en La
Seo, siendo ungido por el arzobispo de Zaragoza. Sería el último de los reyes
españoles en seguir esta tradición.
Réplica de uno de los leones del Puente de Piedra.
La pieza estrella de la exposición, desde mi punto de vista,
es un cuadro que representa a Benedicto XIII, el papa-antipapa Luna, entre dos
cardenales de la obediencia de Avignon que está en restauración y que, antes,
era identificado como San Pedro. También son muy interesantes las tallas de las
vírgenes románicas y góticas, especialmente la de Nuestra Señora de la
Consolación, de principios del siglo XIII, virgen de la capilla de Jaime I.
Tiene una expresión tan dulce y risueña que mirarla produce felicidad. Nada que
ver con la desdeñosa expresión de la Virgen del ligallo de la primera mitad del
siglo XVI. También está la virgen del Burnao de Jaca o Nuestra Señora de
Zaragoza la Vieja. Se exponen también los Estatutos Fundacionales de la
Universidad de Zaragoza, creada en 1618 y un plano original con los cimientos
de la basílica del Pilar erigida en 1718, pero nada de 1818.
Blasón de Zaragoza, 1520
Darío Siserol y Agustín Serra se han ocupado de recrear los olores
y paisajes sonoros de cada una de las épocas y para animar el sentido del tacto
se han dispuesto unas cajas con diferentes objetos dentro que pueden
identificarse fácilmente. Para no perdérsela porque además tiene programadas
muchas actividades para niños y adolescentes.
La ciudad de Çaragoça, 1592
Francisco Miranda
Pasión por Zaragoza. El reino de los sentidos
Patio de la Infanta. C/ San Ignacio de Loyola 16, Zaragoza.
Hasta el 29 de enero de 2019
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