La autora.-
Han Kang nació en Corea del Sur en 1970 y ha adquirido fama
internacional desde 2016, cuando recibió el Premio Man Booker Internacional por
esta novela. Ha trabajado como periodista y ahora es profesora de creación
literaria. También ha escrito ensayo aunque su producción mayor sean cuentos.
Otras obras suyas: El venado negro, Viene
el muchacho y Pelea de aliento.
Mi opinión.-
El origen de esta novela está en el cuento La mancha mongólica, publicado por la
autora en 2005 y que obtuvo también el prestigioso premio Yi Sang.
Posteriormente Kang añadió otros dos cuentos, La vegetariana y Los árboles
en llamas, relacionados con el
mismo hecho, y así se construyó una novela que puede funcionar también como
libro de relatos. Es una estructura muy interesante porque aporta diferentes
puntos de vista y diferentes maneras de vivir la misma situación.
En este caso, se trata de la decisión de Yeonghye de no
volver a comer carne. Algo que, en un país como Corea del Sur, casi es
considerado una herejía y que produce una grave conmoción en su entorno más
próximo. El primer cuento tiene como protagonista al marido de la vegetariana.
Un joven mediocre y ambicioso que proyecta su mediocridad en Yeonghye. La
descripción que hace de ella no podría haberla mejorado ni el peor enemigo de
la mujer. La considera vulgar, anodina, sosa, fea. La candidata a esposa ideal
porque es manejable y poco respondona; poco atractiva para otros hombres pero receptiva
y complaciente para las necesidades de su marido, sexuales y de intendencia
hogareña. Es decir que, además de follársela cuando le apetece, Yeonghye
prepara la comida, lava y plancha la ropa y limpia la vivienda casi sin hacer
ruido.
Este hombre tan egoísta y ausente emocionalmente podría ser
el prototipo de marido de las sociedades orientales, y también de algunas
occidentales. Un hombre dedicado a su trabajo, a hacerle la pelota al jefe y a
medrar económicamente, sin importarle nada más. Un hombre que, cuando su mujer
presenta síntomas claros de trastorno mental, sólo se le ocurre divorciarse de
ella.
En el segundo cuento, La
mancha mongólica, también es el protagonista otro hombre. El cuñado y
amante de Yeonghye. Un pintor a la deriva; abrumado por el éxito profesional de
su mujer, la hermana de la vegetariana. Yeonghye está en un momento de máxima
vulnerabilidad. Repudiada por su marido e invadida por su trastorno mental. Aun
así el cuñado no tiene ningún reparo en aprovechar la situación para intentar pintar
la obra de su vida y, para ello, utilizar la fragilidad de la vegetariana. Considerarla
únicamente un lienzo, aunque sea un lienzo sexualmente utilizable.
Las consecuencias de esta deriva también acaban en divorcio.
La hermana de la vegetariana descubre la “aventura” de su marido y le reprocha
haberse aprovechado de la falta de claridad mental de su hermana. Creo que le
duele más ese abuso emocional que la mera aventura sexual. De todas maneras,
Yeonghye termina en un manicomio y a cargo de su hermana porque el resto de su
familia también la ha repudiado.
La hermana es la única que se preocupa por ella y que hace
frente a sus gastos. A través de ella conocemos un poco cómo ha sido la
infancia de Yeonghye. Una niña delicada e impresionable, en un ambiente áspero
y, a veces, violento; el mismo ambiente en el que también se crió la hermana de
la vegetariana.
Es la única voz de mujer que hay en la novela. Porque, a
pesar de que podíamos pensar que en La
vegetariana la protagonista es una mujer, no es así. Los protagonistas de
la vida de esta mujer han sido hombres. Y hombres que la han abandonado. Sólo
su hermana se ha mostrado leal con ella. Yeonghye no es la protagonista de su vida ni
tampoco ha ejercido su libertad, decidiendo dejar de comer carne (y después
todo lo demás). No ha podido ni siquiera ejercer su libertad en el único
reducto que le queda, su propio cuerpo, puesto que la enfermedad mental le ha robado esa posibilidad. Podemos considerarla como novela feminista desde el momento en que critica el silencio para la voz de las mujeres; además es un análisis de masculinidades. Sin embargo, la autora también decide silenciar la voz de Yeonghye. ¿Por qué?
Quizá el aspecto
que más me ha enfadado en la novela sea la romantización de una enfermedad mental
que se manifiesta como anorexia. Considerar que ese trastorno es una rebeldía personal
nos hace retroceder en el tiempo hasta el siglo XIX y su literatura romántica, más que perniciosa para algunas mujeres. Precisamente lo primero que una enfermedad
mental le roba a una persona es su capacidad de decidir. No confundamos. Aun
así una lectura muy recomendable en una edición muy bonita que incluye prólogo y entrevista con la traductora.
La vegetariana
Han Kang
Traducción Sunme Yoon
Editorial Rata
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