Yukiko Motoya es una joven escritora japonesa, galardonada en su país con los premios Yukio Mishima y Kenzaburo Oe entre otros. También estudió arte dramático y fundo una compañía teatral donde interpreta sus propios textos. Este libro, compuesto por una novela corta y tres relatos, también recibió el Premio Akutagawa. De momento no hay ninguna otra obra traducida.
Los cuatro textos que componen este libro comparten una mirada irónica y surrealista, pero sobre todo sorprendente, sobre la realidad de la existencia y de las relaciones humanas y, además, propugnan una especie de vuelta a la naturaleza salvaje como la solución a los problemas. Empieza con la novela corta que da título, Mi marido es de otra especie que, casi se convierte en una pirueta, en una manera de traspasar los límites para volverse a encontrar con los mismos límites una y otra vez.
La protagonista, San, es una mujer joven que dejó su trabajo al casarse y pasó exclusivamente a ser ama de casa. Vive en un hogar típico con un marido pasivo y alienado por su propia existencia y preocupado únicamente por su trabajo; un matrimonio que la autora llega a definir como “una bola de serpientes” (página 45). Esa imagen del ouroboros doble resulta muy inquietante, además está llevado hasta el extremo: hasta considerar que ambos cónyuges son dos serpientes que se engullen mutuamente, empezando por la cola hasta que llegan a la cabeza y ambas desaparecen.
San descubre mirando fotos que cada día se va pareciendo más a su marido y no sólo físicamente. El marido representa la imagen de la rutina y el tedio profundamente aborrecibles. San también siente esta abulia. Sin embargo, aunque se arrepiente de haber dejado su trabajo y caído en la trampa del confort, tampoco parece muy dispuesta a hacer nada para remediarlo. Además para rizar el rizo, el marido empieza a cambiar desde el momento en que descubre su pasión por cocinar asumiendo, en cierta manera, un rol más femenino en la pareja. Este intercambio de roles debería acercarles, pero no sucede así. Toda la novela recuerda en algún momento a La vegetariana de Han Kang pero todavía llevada más al extremo; de manera que el final resulta absolutamente surrealista.
En Los perros la deshumanización no se produce en un ambiente urbano ni por ninguna guerra de sexos. Al contrario, es la soledad elegida por la protagonista, que habita una cabaña a las afueras de un pueblo, el detonante de su pérdida de identidad y el inicio de su transformación. También en este texto, la autora crea un clima inquietante mezclando elementos oníricos en una narración realista. Sin embargo, a mí me resulta mucho más turbadora la misantropía del personaje principal, aislado y dedicado con esmero a copiar una obra de arte que, además, no es suya, que la relación que establece con los perros blancos. También resulta chocante que el hito temporal mencionado en el relato sea la Navidad, seña de identidad inequívoca de Occidente. Y aunque no dudo de que haya japoneses cristianos, claramente el mundo occidental, en este caso la medición del tiempo, se ha impuesto globalmente a las diferentes culturas del mundo. Lo mismo sucede con referencias a comidas como el baumkuchen, pastel típicamente alemás, del siguiente relato o los spaguetti a la carbonara que comen los protagonistas.
El baumkuchen de Tomoko, para mí reproduce la atmósfera de peligro, sospecha y sobre todo amenaza de Casa Tomada de Cortázar. Un ama de casa se siente amenazada por algo o por alguien incorpóreo pero del que siente su presencia, mientras está cocinando. Normalmente, para sentirse segura, sólo tiene que oler el pelo de su hijo mayor y tirar del dedo de su hijo pequeño. Pero esta vez eso no le funciona. Tal y como se presenta la amenaza desaparece pero para ella las cosas ya han cambiado definitivamente.
En Un marido de
paja vuelve a presentarnos la complejidad de la vida de pareja. Esta
vez el título no es una metáfora, aunque en la narración no se considere la
existencia de maridos de paja como una extravagancia. De hecho, en las primeras
páginas describe una vida totalmente normal con un marido un poco abusivo. Sin
embargo, la peculiaridad de este marido de paja es que empieza a desintegrarse
y entre las briznas de paja se le escapan pequeños instrumentos musicales. En
los dos últimos cuentos, la protagonista se llama Tomoko, pero no llegamos a
saber si es la misma persona o no. Todo bastante surrealista, ¿no?
Yukiko Motoya
Traducido por Keiko Takahashi y Jordi Fibla
Alianza Editorial
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