jueves, 1 de julio de 2021

Novela: Tous les matins du monde de Pascal Quignard (1991)

El autor.-
Pascal Quignard nació en 1948. Ha sido violonchelista y organista; también fundó el Festival de Ópera y Teatro Barroco de Versalles y trabajó en la editorial Gallimard. Hace unos años dejó todas estas actividades para centrarse exclusivamente en la escritura. Otras obras suyas: Las lágrimas, Las solidaridades misteriosas, Las sombras errantes. 

Mi opinión.-
Me he reencontrado con esta novela breve, poco más de 100 páginas, que había leído ya hace tiempo y he decidido volverla a leer y también volver a ver la película de 1991, dirigida por Alain Corneau y con guion del mismo novelista. Siempre son muy interesantes las relecturas no sólo por las sensaciones diferentes que provocan sobre los libros releídos sino también por lo que nos revelan de uno mismo. En fin, que pasan los años y ahí también se nota.

Algo que me pasó desapercibido en la primera lectura fue la agonía y la frustración que se siente durante el proceso creativo. En este caso, la composición y ejecución de una música preciosa, emocionante, dolorosa y sentimental que para Monsieur de Saint-Colombe debe de ser manifestación de la trascendencia del ser humano y que para su alumno, Marin Marais, es simplemente muestra de éxito, reconocimiento y dinero.

Cada uno de ellos está determinado por sus condiciones de vida. Saint-Colombe perdió a su esposa hace años, a la cual amaba profundamente y con la que tuvo dos hijas. Desde entonces, su vida trascurre en el campo, alejado de la corte de Luis XIV, el rey sol. En el final de su vida, la música se revela para él como el camino para reconectar con su esposa muerta, una senda para unir sus almas. Siendo, de esta manera, mucho más que una combinación más o menos armoniosa de notas musicales ejecutadas con virtuosismo para entretenimiento de aristócratas y príncipes.

Sin embargo, el joven Marin Marais quiere todavía sentirse seducido por los placeres mundanos del triunfo y la fama. Es hijo de un pobre zapatero pero gracias a su voz y su talento musical ha podido estudiar. Aunque en la adolescencia su voz comienza a fallar, pretende seguir estudiado y para ello se presenta ante el maestro, Saint-Colombe quien, enterado de sus objetivos tan banales, le rechaza en un primer momento.

En la novela se contrapone esta dedicación casi religiosa de Saint-Colombe por la música con la voracidad del joven Marin Marais por dominar todos los secretos que le lleven al éxito. Pero, además, la película es también una exposición coherente de la estética barroca. Las escenas quedan iluminadas como las pinturas barrocas y, en todo el metraje se impone la cadencia musical pero también queda espacio para el silencio. Ambos, tanto el escritor como el director son grandes aficionados a la música y eso se nota. En la película se puede contar también con la interpretación musical a cargo de Jordi Savall. No se puede pedir más.

Bueno sí. Saint-Colombe vive con sus dos hijas, ambas seducidas por Marin Marais con trágicas consecuencias para una de ellas. Y no es esto lo peor es que tanto uno como otro tratan a las mujeres como simples objetos sin alma. Saint-Colombe utiliza a sus hijas como sirvientas de casa y Marin Marais como amantes sin voz. En la novela y la película se representa el siglo XVII pero si los hombres cultos de ese tiempo trataban a las mujeres así, no quiero pensar cómo las tratarían los otros.

 


Tous les matins du monde
Pascal Quignard
Folio

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