Esta iglesia forma parte del Real Seminario de San Carlos
Borromeo. Está situada frente a la Casa de los Morlanes, un edificio muy
significativo dentro del Renacimiento aragonés. Para quien no conozca la ciudad
de Zaragoza, esta iglesia puede pasar desapercibida si nos fijamos únicamente en
su sencilla portada barroca, pero el interior es espectacular.
Altar Mayor y Rosetón de la entrada principal |
Lo reconozco aunque el barroco-rococó no sea el estilo
arquitectónico y decorativo que más me guste. Quizá puede resultar demasiado
recargada pero existe una larga lista de espera de novios esperando para
casarse en este “marco incomparable”.
Bóvedas |
Los jesuitas iniciaron la construcción de este templo
durante el siglo XVI. Se edificó sobre los terrenos que había ocupado la
antigua sinagoga mayor y la dedicaron a la Inmaculada Concepción, por ello es
tan relevante dentro del templo. Cuando los jesuitas fueron expulsados por
primera vez de España, en el siglo XVIII, se cambió la advocación y se dedicó a
San Carlos en honor al rey Carlos III.
Altar de la Capilla de San José y detalle de la entrada |
El retablo mayor, en madera dorada y colores vivos, está
dedicado a la Inmaculada y es una excelente muestra de decoración rococó. En el
ático hay una representación de la Santísima Trinidad que no es muy habitual y,
en algunos momentos, se ha considerado herética. El mismo rostro se repite en
cada una de las personas de la Trinidad que pueden distinguirse por portar la
cruz de Cristo, el orbe de Dios Padre y una paloma que sale del pecho del
Espírito Santo. También hay pinturas murales sobre la expulsión de Adán y Eva
del Paraíso.
Adán y Eva. La Trinidad |
A lo largo de los siglos la iglesia ha sufrido robos
importantes y después de la Guerra de la Independencia también quedó arrasada.
Sin embargo, ha subsistido y ahora se comenzará una nueva fase de rehabilitación.
La iglesia están tan iluminada que abruma y, como dijo el párroco, se ve hasta
la última mota de polvo.
Azulejos |
Otra parte muy importante de la iglesia es la capilla de San
José. Situada a la entrada, la primera a la derecha, es la capilla privada y
lugar de enterramiento de los duques de Villahermosa. Fue la primera que se
construyó, hacia 1690, y parece ser que sirvió de modelo para el resto del
templo. Tiene también un retablo churrigueresco en madera dorada que provoca
vértigo y en los laterales las tumbas de los duques con sus efigies esculpidas
en mármol blanco. Conserva varias pinturas de Vicente Berdusán realizadas en
1693. Berdusán fue un pintor religioso barroco que influyó mucho en la
representación de la Contrarreforma; había nacido en Ejea de los Caballeros.
Duques de Villahermosa |
Una de estas pinturas narra el milagro de la burra. Un judío
dudaba de que en la Eucaristía estuviese el cuerpo real de Cristo y San Antonio
de Padua le mostró que así era. El caso es que intentaron darle de comer a una
burra que pasaba por allí las hostias consagradas y ella las rechazó y se
arrodilló delante del cuerpo de Cristo. Por supuesto que el judío se convirtió
al cristianismo.
Capilla de las reliquias. Dan un poco de grima |
El templo tiene una nave única con capillas laterales, entre
los contrafuertes y bóvedas de crucería estrellada. Aunque todavía no se pueden
visitar, en el conjunto destacan también la torre barroca, el claustro, una
escalinata de inspiración mudéjar que está en rehabilitación y, especialmente,
una excepcional biblioteca, algunos de cuyos volúmenes se han prestado para exposiciones.
Las tribunas |
Manuel de Roda de familia pobre, nació en Zaragoza y con
becas otorgadas por los jesuitas consiguió estudiar Derecho, llegando a ser
ministro plenipotenciario ante la Santa Sede y después fue también ministro en
algunos gobiernos de Carlos III. Durante toda su vida fue un apasionado de los
libros y del saber, como corresponde a un Ilustrado. Reunió esta biblioteca y a
su muerte en 1782 dispuso que su biblioteca se trasladase a Zaragoza, al
colegio donde él había estudiado.
San Francisco de Borja y el cadáver de la emperatriz Isabel. Nunca más serviré a señor que se me pueda morir |
En el altar mayor hay una escultura de San Carlos Borromeo
que, en realidad, desluce un poco todo el conjunto. No es una escultura muy
agraciada. Carlos Borromeo era arzobispo de Milán y fue uno de los grandes
intelectuales comprometidos con la Reforma Tridentina. Era sobrino de un papa y
supongo que eso también influyó para que le declarasen santo.
San Carlos Borromeo |
Sin duda, merece la pena visitar esta iglesia. Ad maiorem Dei gloriam, Para mayor gloria de Dios, es el lema de los jesuitas.
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