jueves, 18 de julio de 2013

Cine: Trance de Danny Boyle

Antes que nada una queja. No creo que una ciudad media como Zaragoza, pueda soportar el ritmo de estrenos de otras ciudades más grandes. Lo digo porque esta película apenas ha durado en cartel 15 días. Ha tenido la mala suerte de coincidir con otros estrenos más comerciales y es una pena porque merecía más tiempo en cartel. 

Es cine negro, no convencional, pero del bueno. Se planea un robo pero algo falla.

Simon (James McAvoy; Atonement) trabaja en una casa de subastas de arte en Londres, es adicto al juego y tiene deudas con un mafioso, Frank (Vincent Cassel). Simon planea el robo de un cuadro en medio de su subasta “Vuelo de brujas” de Goya (en realidad el cuadro de 1798 está en el Museo del Prado y espero que, a pesar de nuestra crítica situación económica, no tengamos que recurrir a subastar el patrimonio cultural del país). Pero las cosas no salen como ellos quieren. Simon, aparentemente, se enfrenta a los ladrones, recibe un fuerte golpe en la cabeza y olvida donde ha escondido el cuadro. Elizabeth Lamb (Rosario Dawson) será la terapeuta encargada de ayudarle a recordar. 

Destaco también de la película la banda sonora muy potente y especialmente, una fotografía muy adecuada: imágenes especulares, colores muy brillantes, distorsiones, reflejos, todo destinado a hacernos perder el sentido de la realidad y a embarcarnos en la misma desorientación que sufre el personaje. No sabemos si son imágenes reales, recuerdos implantados o recuerdos verdaderos.

En el desarrollo de la trama, la terapeuta deberá manipular la mente de Simon e intervenir en sus recuerdos pero no de una manera esotérica o con brujería (otra vez brujas), sino a través de una terapia, racional y respetada como ciencia.  La película plantea que, ante un trauma, la táctica de supervivencia empleada sea encerrar los recuerdos dolorosos en una caja de cristal, transparente, para que ni siquiera seamos conscientes de que la caja está allí; así para superar el trauma deberemos encontrar la caja que se ha hecho invisible para nosotros y abrirla. Pero, ¿y si, en ese viaje doloroso, además encontramos otras cosas?


Director: Danny Boyle
Intérpretes: James McAvoy, Rosario Dawson, Vincent Cassel
Guion: Joe Ahearne y John Hodge
Música: Rick Smith
Fotografía: Anthony Dod Mantle


A partir de aquí voy a lanzar algunos spoilers, no todos porque el guion da muchos giros. 
Así que si queréis mantener la sorpresa dejad de leer ya. 

Lo que más me ha sorprendido de las críticas y opiniones que he leído es que ninguna de ellas percibe una lectura simbólica que yo veo clarísima. 

El motivo del robo nunca ha sido el dinero; ni por codicia ni por deudas de juego. Tampoco Simon ha sido el cerebro. Casi al final de la película, Elizabeth, tiene que explicar al resto de personajes y a nosotros también, lo que ha pasado y por qué. Es un recurso cinematográfico que no me gusta mucho, pero dados  los enigmas envueltos en acertijos que encontramos en toda la película, era necesario (perdono a Danny Boyle por esto). 

Elizabeth ha sido víctima de violencia de género y ha temido por su vida; planea el robo de este cuadro para recordarse a sí misma que nunca más debe permitir ese tipo de abusos en su vida. Durante meses, antes del atraco, ha estado tratando a Simon en su consulta y ha conseguido sugestionarle para que robe el cuadro para ella. En “Vuelo de brujas” tres mujeres volando (supuestamente mujeres yo no lo distingo muy bien), desnudas de cintura para arriba, sostienen y torturan a un hombre.



No creo que sea una casualidad que la obra a robar sea de brujas, que el cerebro de la operación sea una mujer y que además sea negra. Simbólicamente, podría tratar de reivindicar el primer feminicidio, contra miles de mujeres acusadas de ser brujas. 

¿Quiénes eran las maléficas brujas? ¿Mujeres poderosas, mujeres de sabiduría, capaces de cambiar los destinos de la gente? ¿Mujeres que dominaban con la palabra, interlocutoras del diablo? Quizá haya otra explicación más sencilla. Silvia Federici, en su libro Calibán y la bruja, afirma que eran mujeres pobres, abandonadas, ancianas y viudas, que, en el límite de la subsistencia, robaban para comer. A veces, ellas mismas se creaban una reputación de brujas maléficas (eficaz en momentos de superstición), para que sus vecinos cuidasen de ellas a cambio de no sufrir males en sus cosechas. También había parteras, médicas o hechiceras especializadas en la intriga amorosa, que fueron acosadas por el ascenso de la medicina profesional (de hombres). Queda para los estudiosos analizar si ésta fue la verdadera causa de la caza de brujas. 

No sé si Danny Boyle se ha propuesto en su película, desplegar toda esta carga simbólica, es posible que no. No sé si ha intentado resarcir a las mujeres por la violencia sufrida, la pasada, la presente y la futura (porque esto no acaba) o si ha lanzado un aviso para navegantes del riesgo que supone permitir a las mujeres el acceso al conocimiento y al saber. El caso es que Elizabeth, la maga-terapeuta con su voz melodiosa de hechicera, es capaz de dominar a los hombres que la quieren matar. Puede entrar en sus mentes y crear pensamientos que los hombres asumirán como suyos.

Definitivamente no creo que Danny Boyle pretendiera todo esto. Es sólo mi interpretación o ¿quizá sus planes, pensamientos e ideas sobre la película tampoco fueran suyos? 


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