jueves, 8 de enero de 2015

Cine: El hobbit, La batalla de los cinco ejércitos (2014)

No me gustó en la segunda entrega que Peter Jackson interrumpiera el ataque contra la ciudad del lago. Creo que fue una gran equivocación por su parte. El ataque de Smaug el magnífico hubiese sido el final perfecto. Así, como principio de esta tercera entrega el terror del dragón queda un poco deslucido.

Aun así y partiendo de la base de que el guion está muy “engordado” para que pueda dar lugar a una trilogía, yo que soy incondicional de la saga he disfrutado muchísimo matando orcos. Una batalla épica, sin duda, con final “provisional” feliz después de mucho sufrimiento. Digo final provisional porque ya sabéis que después vino todo aquello de El señor de los anillos”, más sufrimiento y caos.

****** A partir de aquí todo son spoilers*****

Bueno pues ya estoy aquí; ya he vuelto a la Comarca después de este tiempo de aventuras y desventuras con los enanos. Jamás me hubiera imaginado que un hobbit pudiera aguantar tanto. Somos pacíficos y perezosos, pero cuando es necesario podemos hacer otras cosas también. No ha habido final feliz como era de prever. El mal es poderoso y no hemos podido con él. Pero en fin, hemos ganado un poco de tiempo para la paz y para reflexionar en lo que ha pasado. Muchas muertes. Demasiadas. La estirpe de Thorin Escudo de roble ha quedado aniquilada. Fili y Kili eran los últimos y han muerto, juntos, tal y como vivieron desde su nacimiento.


Los elfos tampoco han quedado mejor. Tauriel desolada, ¡pobre! Incapaz de amar a Legolas porque es el hijo del rey, va y se enamora de Kili. Alguien que no es de su raza. Los dos cuentan con la oposición de los suyos y además en la última batalla Kili muere. ¡Qué desastre! Creo que de ahí viene la enemistad de Legolas con todos los enanos. Al fin y al cabo un enano le robó la novia. Pero a pesar de esto, Legolas se comportó como un caballero e intentó salvar a Kili, para ayudar a Tauriel, pero el orco asqueroso fue letal. Tauriel es una elfa muy valiente, aún así no sé dónde la podrá llevar el dolor que siente ahora.


Legolas tampoco terminó mejor. Tuvo que irse después de la batalla. Evidentemente, sin Tauriel no tenía sentido que volviese al reino de su padre, Thranduil. Thranduil es un elfo bastante antipático y arrogante, no tiene la sensibilidad de la dama Galadriel. Creo que está demasiado metido en su mundo élfico, en su reino de El bosque negro y que se considera perfecto y quiere exigir a su hijo que se encierre también en su perfección. Como consecuencia de su intolerancia y rigidez pierde a Legolas. Él es el único culpable. Ahora a Legolas no le queda más que buscar nuevas aventuras; se irá a a buscar a Trancos y se encontrará con él en la siguiente trilogía en la que yo tengo poco que hacer.

Ninguna elfa (ni mortal, ni enana, ni hobbit) puede compararse a la dama Galadriel. En cierto sentido, estoy secretamente enamorado de ella, aunque sé que nuestro amor es imposible. He visto también su lado oscuro, y creedme es muy oscuro. Pero era necesario para detener al mal y salvar a quien creo que es su único y verdadero amor, Gandalf. Sí, estoy convencido de que Gandalf y Galadriel se aman desde el inicio de los tiempos, pero quizá ni siquiera ellos mismos lo sepan.


Con todos los horrores que hemos pasado, lo peor de todo, lo más devastador, ha sido ver las consecuencias de la codicia. Los hobbit somos raterillos, robamos cosas que nos hacen sentir bien; pequeño hurtos que no tienen trascendencia. Pero esos tesoros capaces de hacerte perder la cabeza, no tienen ninguna importancia para nosotros. Sin embargo, Thorin sucumbió a la codicia. Una vez que recuperó el oro de sus antepasados que Smaug había robado, se volvió loco. Loco de codicia. Se le veía en los ojos y se sentía en su voz. Sus palabras eran dardos envenenados lanzados contra los que, hacía muy poco tiempo, habían sido además de súbditos sus amigos. ¡Pobre Thorin! Se había asomado a un abismo y casi estuvo a punto de caer. Yo le hice entrar en razón. Al final, volvió a ser el Thorin de siempre, pero Azog le mató.

 
Azog el profanador, lleno de maldad y cicatrices, era rey de los orcos de Moira. ¡Por fin tuvo su merecido! Aunque su muerte costó la vida a Thorin. Thorin tenía una cuenta pendiente con él, había sido Azog quien había matado a su abuelo y fue el responsable de haber comenzado las guerras con los enanos.

Ahora que estoy de vuelta en la Comarca pienso en la vida que nos queda después de tanta muerte. No hemos sido capaces de forjar una alianza sólida entre humanos, elfos y enanos y el mal volverá a atacar. Deberemos estar siempre alerta. Los humanos también sufrieron sus pérdidas en la batalla. Se espera de ellos que sepan liderarnos en nuestra próxima batalla común contra él, Sauron. Pero... no sé, ¡qué cansancio!



Un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y en las tinieblas atarlos




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