jueves, 15 de enero de 2015

The imitation game de Morten Tyldum (2014)

Biopic convencional, muy convencional. Con poca emoción. La acción está dividida en tres partes. Tres momentos cruciales en la vida de Alan Turing. El director sí que ha sabido pasar de uno a otro con flashbacks adecuados, pero a la película le falta vida. Creo que parte del problema puede ser que se trata de la adaptación de una novela, en lugar de haber tomado como base una biografía mejor documentada.


En la película se van alternando estos tres momentos de su vida. La adolescencia, la guerra y la detención por conducta inmoral. La mayor parte de la película lógicamente se desarrolla durante la guerra, cuando le encargan la misión de descifrar mensajes encriptados de los nazis. Tarea imposible puesto que las claves cambian cada 24 horas. Esta es la parte de la película más floja. Apenas se sabe nada de lo que el resto del equipo de Turing hacía para decodificar los mensajes; de vez en cuando, los actores aparecen por la pantalla con unos papeles en la mano y cara de preocupación, pero no sabemos nada de lo que hacen.

Lo mismo ocurre con Jane Clark, interpretada muy bien por Keira Knightley. Lo cual me parece un poco absurdo, puesto que parece que esté cumpliendo la cuota feminista que toda película tiene que tener. En su caso, el guion sí que es más explicativo y se extiende un poco en la situación de las mujeres y su incorporación a la educación o a la vida laboral durante los años 1940. Lo difícil que lo tenían, porque todo resultaba indecoroso; porque aunque fuesen espléndidas estudiantes no les concedían becas para la universidad (reservadas para los hombres). Una lástima que el director no haya profundizado más por ahí.

Se supone que Turing y su equipo (que a ratos le detestaba y algo de razón tenían) estuvieron casi dos años hasta que lograron descifrar Enigma, pero en la película no percibimos ni el paso del tiempo, ni la frustración de tener que empezar todos los días la tarea de nuevo, ni el agobio de vivir en una guerra. 

Las interpretaciones de los actores son magníficas. Benedict Cumberbatch, espléndido como siempre y una pena que Matthew Goode no se luzca más. Alex Lawther interpreta al adolescente Alan Turing. En el colegio es donde aprende el valor de los secretos. Aprende a vivir negándose, acosado y apaleado por sus compañeros; es allí también donde vive su primer amor, frustrado por la muerte de su amigo Christopher. Mucho dolor durante la adolescencia, una época trascendental para la formación de la personalidad. Muy bien matizado por este joven actor. 

Por último el tercer período de su vida y el más conocido. La detención por conducta inmoral y el proceso de castración química que le impedía llevar una vida normal y que, aparentemente, le condujo al suicidio. Aunque no queda muy claro si fue una muerte accidental. Aquí Cumberbatch despliega toda su capacidad dramática. Al mismo tiempo le da a Alan Turing la oportunidad de mantener el control sobre su vida y quizá sobre su muerte. 

El resultado de la película es demasiado dulce para la tragedia que quiere transmitir. La injusticia con la que se trató a Alan Turing únicamente por ser homosexual, es algo que queda para la historia, aunque desde instancias oficiales británicas se haya pedido perdón y se haya intentado rehabilitar su memoria. Injusticia y brutalidad contra los que son o se comportan de manera diferente, pero en la película poca emoción. 



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