La autora.-
Ana María Matute ha muerto recientemente. Era miembro de la
Real Academia Española y también Premio Cervantes, Premio Nadal, Premio Planeta y candidata al Premio Nobel. Una autora respetada por
todos, sin embargo durante unos años no pudo escribir debido a una enfermedad.
Su reencuentro con la literatura se produjo con Olvidado Rey Gudú (la segunda
sobre la Edad Media). Otras obras suyas son: Pequeño teatro, Paraíso inhabitado,
Los soldados lloran de noche y Aranmanoth, la novela que cierra su trilogía
sobre la Edad media.
Sinopsis.-
De la infancia a la adolescencia, el protagonista relata sus
vivencias, lo que no comprende, lo que le fascina y lo que le asusta.
Mi opinión.-
La torre vigía, es la primera novela que forma la trilogía sobre la Edad
Media escribió la autora. Se trata de una Edad Media mística, alejada de una
narración histórica y también de las aventuras con dragones, elfos y hadas; sin
embargo, sí que hay un ambiente de misterio, de poderosas fuerzas naturales invisibles
que rigen los destinos humanos y que se manifiestan periódicamente. El
conflicto entre la luz y las tinieblas, el castigo divino y la brutalidad
humana, lo desconocido y lo inexplicable están siempre presentes y el
protagonista parece destinado a desvelarlos.
Es significativo que nunca se diga su nombre y que el resto de
los personajes tampoco le llamen con él. En general, hablan poco, se tratan poco y eso
nos da una imagen de la rudeza de la vida allí. Él es un joven abandonado por
todos; el último hijo, engendrado ya en la vejez, de un antiguo caballero
perteneciente a la nobleza más baja. Su madre le ha dejado para irse a vivir a
un convento y sus tres hermanos mayores le odian y le injurian a la menor
oportunidad, aunque sin motivo aparente. Como no tiene fortuna su padre le
envía al castillo de su señor para que sea instruido como escudero.
Aunque el libro no sigue una línea narrativa usual, es la
historia contada en primera persona de este muchacho, desde los 6 años, cuando
empieza a tener conciencia, a los 15 en que es armado caballero. Su lucha por
la supervivencia, sus aprendizajes y el íntimo reconocimiento de tener una
especial sensibilidad y un destino excepcional. Y también trata especialmente de cómo aceptamos la jerarquía, el orden y la disciplina, sin reflexionar sobre ello, adaptándonos para sobrevivir.
Para recrear ese mundo, la autora utiliza un lenguaje muy
recargado. En ocasiones parece que “pinta” en lugar de escribir, por el detalle
y la fuerza con los que describe colores, olores y sensaciones. El viento o los
vientos durante toda la narración tienen presencia visual para el protagonista
(“Entonces vi el viento”, “El viento
inmóvil que yo distinguí claramente”), el fuego, el rio y los olores son
coordenadas para situar a los personajes en ausencia del tiempo y del espacio.
El niño vive en el castillo de su señor y su estancia allí parece un ascenso puesto que su
señor le tiene en gran estima y se ocupa personalmente de su formación, pero
también supone para el protagonista el reencuentro con la decadencia y la
decrepitud que ya había vivido en casa de su padre. Viejos caballeros y
soldados vencidos por el paso del tiempo, borrachos y faltos de toda esperanza.
Es una novela de lectura difícil a veces, barroca y
recargada, con mucho cuerpo; con descripciones muy poéticas y elegantes. Y
sobre todo resulta interesante por abordar la “novela de caballería” por parte
de una escritora del siglo XX. Voy a continuar con el segundo de la trilogía.
La Torre Vigía
Ana María Matute
Ed. Destino Booket
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