Podría decir que Un
cerdo en Gaza es una comedia charlotiana.
El personaje principal es tan desgraciado como Charlot en sus mejores (o
peores) tiempos; es un pescador que la mayoría de los días pesca botas viejas y
desechos. Es un cúmulo de desgracias sin fin, un potente imán para las
adversidades y ¿qué más le puede pasar a este pescador musulmán tocado por el
dedo de la fatalidad? Pues, pescar un cerdo vivo. Sí, el animal más impuro que
existe para el Islam y además pescado, en medio del mar, en la franja de Gaza. Lo
que debería ser la improbabilidad más improbable del mundo, le sucede a este
pobre desgraciado.
Todo lo que le pasa después lo vemos como comedia, pero para
él es un sinvivir. Jafaar pesca el cerdo vietnamita y casi se muere del susto. No
lo puede tocar para echarlo fuera de su barca, no lo puede comer, no lo puede
vender y no sabe qué hacer con él. Intenta vendérselo a un funcionario de la
ONU, pero nada; tampoco puede llevarlo a su casa porque un buen musulmán no
puede tener un cerdo y además el ejército ocupante israelí utiliza su casa como
torre vigía.
Una joven judía rusa que vive en un asentamiento le
proporcionará una solución pero que le traerá casi más problemas. En el
asentamiento judío crían cerdos para exportar y necesitan el semen de éste. Absurdo
será comprar viagra para el cerdo o acercarlo al asentamiento disfrazado con
una piel de cordero o utilizarlo como bomba para atentar contra los israelíes.
A partir de aquí la película pierde un poco de picardía y se hace más confusa
hasta llegar a un final surrealista e ingenuo. Pero merece la pena verla porque
intenta enfrentarse a la situación dramática y abusiva que viven los palestinos
de una manera cómica pero respetuosa. No cae en el maniqueísmo, más bien presenta
a los israelíes de una manera demasiado edulcorada y esto no conduce a la
reflexión que el director pretendía. Gaza es un infierno y eso no se ve en la
película; los palestinos han sido desposeídos de su tierra y eso tampoco se ve.
Pero la comedia entretiene porque es imposible no simpatizar
con Jafaar porque es un personaje entrañable; en cuanto tiene un poco de dinero
compra un vestido nuevo y un perfume para su mujer. Además, también pone de
manifiesto que palestinos e israelíes tienen cosas en común. Ambos son pueblos
semitas, con una tradición cultural compartida aunque ahora estén enfrentados
en una guerra sin fin. Para los dos pueblos el cerdo es un animal tan inmundo
que es indigno de pisar la tierra, la tierra palestina y la tierra de Israel y
por eso le ponen unos calcetines.
La interpretación de Sasson Gabai como Jafaar es
inmejorable.
Intérpretes: Sasson Gabai, Baya Belal, Myriam Tekaïa
Guion y Dirección: Sylvain Estibal
Fotografía: Romain Winding
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario