jueves, 30 de abril de 2015

Cine: Dos en la carretera de Stanley Donen (1967)

La primera vez que vi esta película me pareció que los protagonistas eran unos burgueses pedorros. Quejicas, infantiloides y nuevos ricos con mucho tiempo libre. Recientemente la he vuelto a ver y me han parecido igual de pedorros. Sin embargo, a pesar de que no sintonizo en absoluto con los personajes reconozco que la película atrapa y aunque es difícil de seguir, por los continuos saltos en el tiempo, soy incapaz de dejar de verla. 

En parte, es por la maestría de los actores, Audrey Hepburn y Albert Finney, y también por la genialidad del director Stanley Donen, autor de películas musicales míticas como Un día en Nueva York (1949) o Cantando bajo la lluvia (1952).

Dos en la carretera es el retrato de un matrimonio burgués en su viaje por la vida. Su estructura narrativa es compleja, se producen continuos saltos en el tiempo que obligan a mantener la atención. Aunque el director utiliza recursos que dan continuidad a la historia, es llamativo tanto vaivén en el tiempo. Estos recursos pueden ser objetos, por ejemplo, una manzana (varias manzanas) que los personajes se van ofreciendo en distintos momentos de sus viajes o gestos o incidentes que comienzan en un tiempo y terminan o, mejor dicho, se repiten en otro. Los peinados de los personajes y los coches que utilizan son los referentes principales para diferenciar las distintas secuencias temporales.

Cómo no enamorarse de ella
Durante todos sus viajes, Mark y Joanna Wallace, recorren las mismas carreteras y se encuentran en el espacio cerrado del coche. Ese es su mundo y a veces les resulta asfixiante. Se alternan momentos cruciales de su historia de enamoramiento-desenamoramiento-reenamoramiento, pero siempre están “enmarcados” en los diferentes coches que han compartido durante su vida en común. Allí aparece todo: la ilusión de la juventud y la frustración de la madurez; al final, también la resignación y el conformismo.

Sobre todo por parte de Joanna. Era una joven encantadora y arriesgada. En los años 60 apenas adolescente emprende un viaje por Europa, en una furgoneta con sus amigas y allí conoce y se enamora de Mark y ya no se separa de él. Pero al final, es una mujer amargada y desilusionada. Parece que en el primer viaje, donde conoció a Mark, dejó abandonada su verdadera vida y se arrepiente pero ya no puede hacer nada por recuperarla. Ese sí que es un retrato de la vida de muchísimas mujeres. 

El desenamoramiento
Por otra parte, él no ha dejado de ser un adolescente insoportable y malcriado. Constantemente pierde su pasaporte (¡atención! pierde siempre los papeles) y necesita una mamaíta que esté pendiente de él. Apenas evoluciona en todos los años de matrimonio. Aburre a las ovejas.

La película queda como una comedia agridulce; pero a mí me resulta muy agria porque en realidad todo se reduce a la queja constante e infantil de gente que lo tiene todo y que no sabe apreciarlo. Todos somos así de pedorros. En definitiva que todos los viajes que emprendemos son siempre el mismo y que difícilmente nos separamos de lo que no nos gusta porque es peor estar solos.

Película más interesante por su desarrollo formal y por las interpretaciones de los actores que por la estela de tópicos sobre un matrimonio burgués. 



Director: Stanley Donen
Guion: Frederic Raphael 
Intérpretes: Audrey Hepburn y Albert Finney
Música: Henry Mancini

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, deja tu comentario