No soy capaz de elegir un período artístico concreto para
que sea mi favorito. Pero hay algo especial en el románico y en el gótico que
me resulta muy atrayente. La pintura o la escultura muestran una pureza
especial. También tosquedad y quizá eso sea lo más interesante. La capacidad de
expresar la hondura sin tantos artificios.
En el Museo del Prado hay una muestra del trabajo del
maestro Mateo, conocido principalmente por haber esculpido el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago
de Compostela. La catedral se comenzó en el año 1075 y fue consagrada en 1211.
136 años de construcción para una obra magnífica en la que debieron intervenir
miles de obreros, maestros y artistas, pero de los que sólo conocemos a Mateo,
que puso el broche final.
Fue un escultor reconocido también en su época. En la
exposición se puede ver también un documento de 1168, en el que Fernando II de
León le concede una pensión vitalicia en compensación por sus trabajos, 100 morabetinos
anuales.
Lo que me sigue sorprendiendo es que fuesen obras
polícromas. No me puedo imaginar a estas esculturas en piedra tan sobria, tan
expresiva por sí misma y tan poderosa, pintadas. Sin embargo, en la última
restauración acometida se está tratando de recuperar el color que tuvieron en
origen. En esta exposición, una de las piezas conserva algo de ese color, a
pesar de que se reutilizó como material de relleno y hasta 1978 no se recuperó
y restauró. Son Los caballos del cortejo
de los reyes magos.
Las piezas expuestas fueron retiradas de sus emplazamientos
originales en las sucesivas reformas que ha sufrido el tempo. Afortunadamente se
han conservado, aunque no todas igual. Una estatua sin cabeza también fue reutilizada
como material de relleno y se ha recuperado recientemente; sin embargo tiene suficiente
calidad para ser expuesta. Otras terminaron en manos privadas, de manera más o
menos oscura y excepcionalmente también se muestran. Son las esculturas
identificadas como Abraham e Isaac, adquiridas inicialmente por el
Ayuntamiento de Santiago, fueron a parar a la duquesa de Franco. Un regalo cuestionable.
La pieza más extraña son unas dovelas, normalmente expuestas
en el Museo de la Catedral de Santiago, que muestran el castigo por lujuria.
Dos personajes, un hombre y una mujer, son torturados por animales. Un perro o
quizá un lobo muerde el pene del hombre que parece que lleva también una
serpiente enroscada en la cabeza y el torso. La mujer no sufre menos. El perro
le muerde en la cara y le arranca la lengua y además dos serpientes le
desgarran los senos. Hacia el año 1200, estos eran los castigos por ser
lujuriosos.
Otra pieza imponente es la que representa al rey David o a
Salomón. Destacan los pliegues de la ropa y un arpa triangular esculpida con
mucho detalle. Lo mismo que la barba de otra gran escultura que representa al
profeta Enoc. Todas las piezas pertenecen a la fachada original del Obradoiro y
al coro que posteriormente desapareció.
Maestro Mateo en el Museo del Prado
29 de noviembre de 2016 al 26 de marzo de 2017
Paseo del Prado s/n, Madrid (España)
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