Pintura: Las Pinturas Negras de Goya 1819-1823 - Museo del Prado
De la primera visita que hice al Museo del Prado, recuerdo
perfectamente la sala de las Pinturas Negras de Goya y el Autorretrato de
Durero. Pero a pesar de que Durero es el pintor más guapo de todos los tiempos
y algunas veces he soñado que me encontraba con él, las Pinturas Negras me
impresionaron mucho más. Nadie puede dar un significado cierto de cada una de
ellas, pero lo que es incontestable es que todas son imágenes trágicas.
Dos viejos comiendo
Después de aquella primera visita ha habido otras más y
también he intentado leer todo lo que caía en mis manos sobre ellas, con el
ánimo de desentrañar sus secretos, si es que los tienen. Puede que no haya
encontrado secretos pero sí que he descubierto cosas que no sabía y que
desmontan la idea que me había hecho de alguna de ellas.
Duelo a garrotazos
Fotografía de Jean Laurent
Por ejemplo, en el Duelo
a garrotazos, yo siempre había visto ese fatalismo que acompaña sin
misericordia a este país nuestro, cainita y que también se extiende por todo el Mediterráneo. Fatalismo que periódicamente hace
que nos enfrentemos unos contra otros, hermanos contra hermanos, para terminar
muriendo todos como ahora está sucediendo en Siria. Ese es el significado que yo le daba al hecho de que los
personajes estén enterrados hasta la rodilla e irremediablemente no puedan
escapar de los golpes. No hay misericordia para ellos. Después me enteré de que
no es así.
Las parcas (Átropos)
Goya no había pintado a esos hombres con las piernas
aprisionadas por la tierra como si fuesen árboles; al contrario los había
pintado en un prado con vegetación de la que todavía quedan vestigios. Fue en
el proceso de restauración cuando se repintó la obra y se le dio un carácter
totalmente diferente al que tenía. Al desprenderlas de la pared para trasladarlas al Prado, sufrieron muchos daños y el
restaurador Martínez Cubells, 50 años después de haber sido pintadas, tuvo que
“inventarse” una buena parte del cuadro. Supongo que lo hizo con toda su buena
intención pero este hecho cambia, casi radicalmente, la interpretación que yo
había hecho de esta pintura. Es cierto que los personajes siguen enfrentados,
chorreando sangre y golpeándose con saña, pero podrían escapar si quisieran… y
no lo hacen.
Saturno devorando a su hija
Más confusiones, Saturno
devorando a su hijo, en realidad está devorando a su hija. No cabe duda por
la curva de la cadera. Además, parece que no le gusta demasiado su carne y la
vomita espantado. El perro. Verle
duele en el alma. Hundido, abandonado y mirando hacia al cielo, busca ayuda y compasión o espera que caiga algo más de arena y le asfixie definitivamente. El
pobre perro también ha sido reinventado un montón de veces por Antonio Saura.
El perro
El perro de Antonio Saura
Goya realizó estas catorce pinturas entre 1819 y 1823. Son
óleos directamente pintados sobre las paredes de su casa de la Quinta del Sordo ¿o no fue así? ¿Por qué
alguien elegiría para decorar su casa temas tan sórdidos y ejecutados en unos
colores tan tétricos? Siempre he oído que el aislamiento provocado por la
sordera, había sumido a Goya en una profunda depresión y que también podía
padecer algún tipo de trastorno mental o un envenenamiento por plomo o, quizá,
síntomas de la sífilis. Además de todo esto, la guerra de la Independencia
también había supuesto un gran shock para él. Era un hombre educado y liberal y
pensaba que la modernidad a España llegaría desde Francia; sin embargo, lo que
llegó fue Napoleón y su afán destructor y, por si fuera poco, cuando éste
fracasó lo que quedó fue el restablecimiento de una monarquía aborrecible mucho
peor que la que existía anteriormente. Fue el principio de un siglo muy
complicado para España. Puede que mucho más que el siglo XX y lo que llevamos
del XXI.
El Santo Oficio
Todo esto podría justificar la desesperación y melancolía
que le llevaron a encerrarse en su quinta y pintar para desahogarse. Pero
recientemente, he visto el documental de RTVE La mitad invisible, sobre estas pinturas, donde Juan José Junquera,
catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid duda
sobre la autoría de Goya. Se basa en que en inventarios posteriores a la muerte
de Goya no se dice nada de la existencia de estas pinturas y esto le induce a
pensar que el autor sería su hijo, Javier. El profesor Junquera concluye que,
al fin y al cabo, qué importa quien fuera su autor, lo único que importa es su
excepcionalidad y las emociones que provocan. Pero la gran mayoría de turistas,
¿estarían de acuerdo con esto o dejarían de visitarlas en el Prado?
La romería de San Isidro (Detalle)
Quizá Goya, anciano y desesperado, ocultase la realización
de estas pinturas en una casa en la que, parece, que no vivió mucho tiempo. Quizá
sean obra de su hijo, un desconocido con cierto talento que fue engullido por
la genialidad de su padre. No podremos saberlo.
Judit y Holofernes
En esta última visita, me he parado especialmente en Judit y Holofernes. Según el profesor
Junquera, es de las pinturas que resultó más alterada. Bajo las figuras hay un
paisaje en colores más claros que en algunas partes del cuadro se impone. Judit
(o cualquier otra mujer) está siendo manoseada por Holofernes (o cualquier otro
hombre), que apenas aparece en el cuadro, aunque con una mano levanta sus
faldas y con la otra intenta quitarle la camisa. Judit le amenaza con el
cuchillo y una mujer vieja parece arrodillarse implorando clemencia. La
iluminación brutal recae únicamente sobre Judit para que no se nos olviden
nunca los rasgos de la asesina, sin embargo Holofernes queda, apenas, visible
en una esquina del cuadro. Judit es la protagonista absoluta de esta pintura,
con una expresión doliente y sofocada por toques de pintura roja, como si
sintiera pena por tener que matar a Holofernes.
Aquelarre
De todas las pinturas negras, existen fotografías tomadas
por Jean Laurent en 1874, en su ubicación original y también se
conservan los negativos en placa de cristal. Algún día me gustaría poder verlos.
Me encantó tu entrada. Estas pinturas son fascinantes y aterradoras. Es un placer mirarlas, pero también me perturban.
ResponderEliminarSaludos!
Gracias.
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