Aprovechando la conmemoración del quinto centenario de las
muertes de Cervantes y Shakespeare, la Filmoteca de Zaragoza ha programado un
ciclo de adaptaciones de sus obras. Por lo que toca a Cervantes casi todo el
ciclo se dedica a las adaptaciones del Quijote.
La primera de todas ellas es la que en 1947 se rodó en España siendo su
director Rafael Gil.
Se trata de una superproducción de CIFESA, Compañía
Industrial de Film Español, S.A., durante su tiempo de esplendor, rodada en
estudio y también en exteriores con diversas localizaciones en La Mancha. Un gran
vestuario y dirección artística, la interpretación de los actores más
importantes de la época, una buena fotografía en blanco y negro, que recuerda a
las ilustraciones de Gustavo Doré y la música compuesta expresamente por
Ernesto Halffter, discípulo de Manuel de Falla. Aunque también he de decir que, por momentos, resulta
apabullante.
El director, y también escritor, Rafael Gil ya había adaptado otras obras literarias para el cine, pero sin duda, este fue su
proyecto más ambicioso. Condensar en 137 minutos las dos partes del Quijote no
es una tarea a la que todo el mundo se atreva. La adaptación se puede
considerar de las más fieles a la obra de Cervantes.
La película tiene ritmo, esperanza, melancolía, humor,
crueldad y gran parte de los enredos de la novela. El bálsamo de fierabrás, la
aventura de los galeotes, los molinos (por supuesto), los crueles duques y el
caballo clavileño, Sancho convertido en gobernador y su perspicacia y sentido
de la justicia, para llegar al final, el arrepentimiento, la derrota y la conmovedora
muerte de don Quijote.
Rafael Rivelles interpreta a don Quijote. Por entonces era
un gran actor teatral que había conseguido mantener una compañía propia y que
también se había trasladado a Hollywood para rodar La mujer X (1931) y El
proceso de Mary Dugan (1931). Juan Calvo es Sancho, Sara Montiel es la sobrina de don Quijote y Fernando Rey el
bachiller Sansón Carrasco. Manolo Morán como la Princesa Micomicona resulta excepcional. Dulcinea está ausente, como corresponde a cualquier ideal inalcanzable.
Vista hoy parece un poco acartonada, los actores casi demasiado
enfáticos, pero aun así merece la pena verla. Historia del cine español. Del bueno.
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