miércoles, 4 de abril de 2018

Exposición: Cine y Emociones. Un viaje a la infancia. CaixaForum Zaragoza.


El cine tiene esa gran capacidad para trabajar con las emociones, de manera que contribuye a nuestra educación sentimental. Para bien y para mal. Frente a una pantalla podemos ver cómo diferentes personas encaran las mismas zozobras emocionales y como, básicamente, seguimos siendo primates sin tanto pelo como los otros, podemos por imitación aprender. Sin embargo, también podemos ser fácilmente manipulables. Esto lo sabe explotar muy bien Hollywood.


La Caixa y la Cinémathèque Française han organizado esta exposición como un viaje emocional. Especialmente centrada en la infancia, pero no es una exposición dedicada únicamente a los niños. Tampoco ofrece una visión edulcorada o artificiosa de la infancia. Aparecen también el dolor y el maltrato contra los niños y, lamentablemente, la ausencia casi total de las niñas. Está dividida en varias secciones, cada una de ellas identificada con un color y dedicada a una emoción. La emoción final englobaría a todas ellas y es la que más directamente está unida al cine. Es la Ilusión.

Las aventuras del Príncipe Ahmed de Lotte Reiniger (1926)



Podemos ver más de 200 fragmentos de películas, objetos relacionados con ellas, fotografías, storyboards, carteles, pertenecientes a la Cinémathèque, una institución creada en 1936, precisamente con el fin de preservar las películas y todo lo que con ellas se relacione, pasando a considerarlas no un mero entretenimiento pasajero sino verdaderas obras de arte frágiles.




Así se pueden visitar los espacios destinados a la Alegría y a continuación la Rabia. Después la Risa y las Lágrimas; el Miedo y la Valentía. Al final, lo que nos encontramos es lo que Joseph Campbell llamó el mito único, el viaje del héroe. Irremediablemente destinados a crecer y a vivir todas las emociones, de una manera más o menos caótica u ordenada. Lanzados a la aventura de crecer sin que nadie nos haya pedido permiso. Excepto Peter Pan, claro.


En la Rabia es donde podemos encontrar a Marjane Satrapi, con el cómic Persépolis y su adaptación a cine o el cartel de La lengua de las mariposas, más reconocible para nosotros como una explosión de rabia incontenible. La rabia puede llevar a las Lágrimas que no siempre son de tristeza; a veces surgen de la incapacidad de comprender el mundo de los adultos. Como muestra queda El ladrón de bicicletas y Pa negre, donde los niños se asoman al abismo del mundo adulto, sin herramientas para entenderlo. Y donde los adultos podemos ver que la maldad no necesita turbulencias para poder manifestarse.


Quizá una buena herramienta para enfrentarse a ese mundo incomprensible sea la Risa. La risa espontánea de la incongruencia con lo que consideramos normal. De unas tijeras demasiado grandes para cortar el pelo o de unos adultos vestidos como niños y actuando como tales. La risa espontánea surge también de ver culos.


La risa puede también evitar que sintamos miedo, pero no siempre es así. El cine emprendió pronto la tarea de mostrarnos los orígenes de nuestros propios miedos. Sobre todo de aquello que viene de la oscuridad, de lo desconocido. La luz o su falta fue un elemento clave en el desarrollo del cine de terror. Desde Mary Shelley y su Frankenstein (al que no he visto por la exposición), hemos entendido que las innovaciones científicas nos producen terror. Y que una manera de librarnos de ese terror puede ser plasmarlas en cine.



Cuando los seres humanos nos dejamos emborrachar por el éxito y pensamos que todo el mundo y todos sus elementos están bajo nuestro control, la naturaleza se encarga de demostrarnos que no es así. Así en los años 1930, el rey Kong, King Kong, mítico y gigantesco habitante de la una minúscula isla del Pacífico a la que la civilización (occidental) no ha llegado, se encarga de intentar ponernos en nuestro sitio y de recordarnos que lo salvaje, lo instintivo y lo desordenado se manifestará en nuestro mundo periódicamente y lo pondrá patas arriba si nos atrevemos a molestarlo.


El vestido que Catherine Deneuve llevaba en Piel de Asno. Pedía lo imposible para tratar de evitar la boda con su propio padre. Quería un vestido que tuviera al mismo tiempo el brillo del sol y el resplandor de la luna.


La Valentía nos hace enfrentarnos al miedo, pero para eso debemos de haber casi culminado el viaje del héroe (o de la heroína). La valentía de asumir el propio destino como le ocurre a Harry Potter, que se ha dejado una Nimbus 2000 en la exposición o la valentía para rebelarse contra él, como a la protagonista de Piel de Asno.

La Nimbus 2000

Al final queda la Ilusión. Por lo menos en CaixaForum Zaragoza, hasta el 13 de mayo. La exposición se completa con actividades para niños, conferencias y también cine. Para no perdérsela, aunque no hayan hecho diferencias entre la vida de los niños y la vida de las niñas, las diferencias en la educación de ambos y también las diferentes formas de represión que viven por haber nacido niños o niñas.



Kirikou y la bruja de Michel Ocelot (1998)


Piel de Asno de Jacques Demy (1970)


M, el vampiro de Düsseldorf de Fritz Lang (1931)


La Bella y la Bestia de Jean Cocteau (1946)


Alemania, Año Cero de Roberto Rossellini (1948)


Homeland, Iraq Año Cero de Abbas Fahdel (2015)


La lengua de las mariposas de José Luis Cuerda (1999)


Pa negre de Agustí Villaronga (2010)


Zéro de conduite de JeanVigo (1933)


Las aventuras del Príncipe Ahmed de Lotte Reiniger (1926)


Persépolis de Vincent Paronnaud (2007)

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