Isla de perros se
ha filmado en stop-motion, es decir que se trata de fotografiar muñecos a los
que, artesanalmente, se va dotando de movimiento. Así fotograma a fotograma se
va componiendo la película. En este caso, más de 130.000 fotogramas y 1.000
marionetas. Segundo de Chomón y Georges Méliès también utilizaron la
stop-motion aunque seguramente no la llamaban así.
El director Wes Anderson ya había utilizado esta técnica en Fantástico Sr.Fox que yo no he visto, todavía. Lo que más me llama
la atención en este director es la puesta en escena tan simétrica y centrada
respecto de la pantalla, apenas sin profundidad. Los personajes se situarían
casi en un escenario teatral y el espectador asistiría a la función desde un punto
de vista central.
Es una puesta en escena que puede parecer muy sencilla y que
casi da la sensación de ser para una película infantil, pero el contenido, el
argumento de la película desmiente totalmente esta apariencia. En Isla de perros asistimos al intento de
aniquilación planificada de un grupo de seres vivientes, inocentes, acusados de
padecer y propagar una enfermedad mortal.
Así, los que eran compañeros de vida de los seres humanos,
los fieles perros, son confinados en una isla que antes se llamaba Basura y que, a partir de entonces,
comienza a llamarse Isla de perros.
¿Por qué alguien haría algo así? El motivo es tan tan tan simple que puede
parecer tonto. Pues porque prefiere a los gatos.
Como es lógico los perros se unen para sobrevivir y la
salvación vendrá de parte de la juventud que todavía no ha sido contaminada por
esa locura tan habitual en los adultos que les impulsa a aniquilar al que es
diferente. La película tiene sus momentos de humor, por ejemplo, cuando un grupo de aterrados e indestructibles
perros alfa votan constantemente para tomar una decisión y también su
intensidad dramática, cuando creemos que el protagonista está muerto o cuando
el científico que tiene la cura para los perros es asesinado. Hay espacio
también para el romance y las voces susurrantes.
Y también tiene sus fallos. Especialmente, relegar a las perras
y a las mujeres a ser simples comparsas de los perros y los hombres. A estas
alturas esto ya es imperdonable. ¡Qué poco les interesa nuestra vida a los
hombres!
A pesar de esto yo recomiendo la película. Visualmente es
muy atractiva y resulta sorprendente; la banda sonora es lo suficientemente insistente
para crear una atmósfera de peligro constante. Si es posible, hay que verla en
versión original para disfrutar de la interpretación de Bryan Cranston, Edward
Norton, Scarlett Johansson o Jeff Goldblum.
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