Llega un momento en la vida en el que tienes que recapitular
y examinar con un poco de benevolencia tu vida anterior. Es un fin de ciclo, un
punto final pero de ninguna manera debe ser el final de la vida. A pesar de las
enfermedades y de las pérdidas, por muy dolorosas que sean, todavía nos queda
recorrido.
En ese punto estamos muchos de nosotros, incluidos el
protagonista de esta película y parece ser que también su director, Pedro
Almodóvar. Una enfermedad, un desengaño, la muerte de un ser querido puede ser
el detonante para hacer este “examen de conciencia”. Tratar de ajustar cuentas
no porque esté llegando el final, sino porque todavía hay mucho que vivir y
decir.
Antonio Banderas está especialmente brillante en esta
película. Está contenido, sufriente, vulnerable, pero aceptando sus límites para seguir
viviendo. Yo no veo en esta película tanta tristeza como se dice; más bien veo
serenidad ante lo que es obvio, que todos terminamos muriendo. Mucha serenidad
y pocas ganas de perder el tiempo. Se revisita el pasado por si algo que
sucediera allí quedó incompleto, pero no se tiene ninguna intención de
revivirlo. Pedir perdón sin pedirlo, es una necesidad cumplida y personificada en los papeles que interpretan Asier Etxeandía y Leonardo Sbaraglia.
Es una película sobre el paso del tiempo, sobre las personas
y también sobre los países. Habla de las grandes diferencias entre la vida de
los años 1950 y la vida de los 2000; entre el neorrealismo de posguerra y la alegría de vivir de la movida, entre la vida en el campo y la vida en la
ciudad. Penélope Cruz representa la vida de la pobreza en el campo, de las
alpargatas y el pan duro, de las mujeres que lavan en el río. Esta vida está
intencionadamente embellecida y, a veces, parece una simple excusa para que
Rosalía, el fenómeno musical de esta década, tenga su huequito. Sin embargo, al
final de la película entenderemos porqué se produce este embellecimiento.
También es una película sobre el bloqueo creativo y la
necesidad de bucear en uno mismo para encontrar una luz y una historia que
contar. Un bloqueo que nadie puede superar en lugar del propio creador. Por muy
próximo que se sienta a algunas personas, sólo él puede hacer ese viaje. Sin duda es una película que mira al pasado, sin embargo elige vivir plenamente el presente.
Por último, yo creo que es una película sobre las
despedidas. Un homenaje a quienes se van sin decir adiós pero dejando todo
resuelto (magnífica Julieta Serrano dando instrucciones sobre su enterramiento).
Aquéllos que fueron allanando durante años el camino con su generosidad para que
los que se quedan aquí lo tuvieran todo más fácil. En definitiva, una autocatarsis
para seguir porque nadie sabe qué día terminará.
Dirección y Guion: Pedro Almodóvar
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: José Luis Alcaine
Intérpretes: Antonio Banderas, Asier Etxeandía, Penélope Cruz, Leonardo Sbarablia, Julieta Serrano.
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