Las mujeres hemos sentido, yo creo que durante siglos y
algunas siguen sintiéndola, una gran preocupación por el paso del tiempo y por
nuestra edad. No es momento de culpabilizarnos por ello sino de asumirlo con
naturalidad y considerarlo una parte del asedio, que debemos contrarrestar, que
las sociedades patriarcales mantienen todavía contra las mujeres.
No obstante es difícil pensar que a la guapísima Juliette
Binoche, o mejor dicho a Claire, el personaje que interpreta en esta película,
su marido sea capaz de abandonarla por una veinteañera cuando es una de las
cincuentañeras más interesantes que yo he visto nunca. Eso es una prueba
irrefutable de que los hombres no buscan a mujeres interesantes sino que prefieren
la compañía de otras mujeres más jóvenes y, quizá, más manejables.
En cualquier caso, la película se embarca en el análisis del
comportamiento de una mujer culta, económicamente independiente, estimada
profesionalmente, con un círculo de amigos sólido, con dos hijos
preadolescentes y un amante no muy comunicativo, a quien su marido ha dejado por
otra mucho más joven. Después de más de un año y aunque, aparentemente parece
haber superado la separación, sin embargo la realidad es que pretende
reproducir una relación de dependencia emocional con su esquivo joven amante y
para ello no se le ocurre mejor idea que crear un perfil falso en Facebook. A
partir de entonces Claire será también Clara, una joven guapísima y soltera de
24 años que enamora al mejor amigo del amante de Claire.
Ese será el punto de partida de un conflicto en el que
Claire saldrá claramente perdedora; aunque tampoco deberíamos considerar a
Claire una víctima. En ese conflicto, hay también otros daños colaterales pero, nos queda la duda, gracias
a la intervención de su amante despechado, de si esos daños son reales o no. El
argumento resulta un poco confuso y a veces deriva hacia un psicothriller pero
a mí me interesa mucho más que la película bucee en la psique de Claire y en su
fragilidad al verse abandonada por su marido. Además, no sólo abandonada, sino
abandonada y sustituida por una mujer mucho más joven y mucho menos
interesante. Y creo que en la palabra “sustituida” está la clave de todo lo que
va a pasar después.
La juventud y la belleza han sido tradicionalmente las
únicas “armas” que una mujer ha podido utilizar contra los hombres, las únicas
herramientas con las que ejercer su poder (si tenía alguno). Al perder esas
armas, una mujer tradicional ya no sabía qué hacer. Pero Claire tiene sus
recursos y descubrirá también otra poderosa arma, su voz. Su voz y sus palabras
consiguen seducir al joven amigo de su examante.
Así conocemos a Claire asistiendo a la consulta de una
psiquiatra, a la que envuelve con sus palabras y su relato, tal y como ha hecho
con el amigo de su examante, hasta conseguir que la psiquiatra se involucre por
completo en la historia. De esta manera, la película también resulta ser un
homenaje a la palabra, escrita y hablada, y a nuestro poder de fabulación, de
reinventar historias para escapar del dolor o hundirnos en él. Resulta
paradójico que en el siglo XXI, las relaciones establecidas a través de las
redes sociales parecen recuperar las relaciones epistolares del siglo XVIII. Los
tuits bien podrían ser esos pequeños mensajes que los enamorados se enviaban a
escondidas en siglos anteriores.
Lo mejor de la película, sin duda, es la expresividad del
rostro de Juliette Binoche. Esos ojos que traspasan emociones y las brindan al
espectador con sencillez y generosidad. Han dicho del rostro de Juliette Binoche
que es un paisaje y es verdad porque a veces, en esta película, ese paisaje se
convierte en un campo de batalla donde Clara y Claire luchan por sobrevivir. Muy
recomendable.
Dirección: Safy Nebbou
Guion: Safy Nebbou y Julie Peyr (Novela de Camille Laurens).
Música: Ibrahim Maalouf
Fotografía: Gilles Porte
Intérpretes: Juliette Binoche, Charles Berling, François Civil
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