Bajo la apariencia de una comedia romántica con tintes de
investigación policial puede encontrarse, en esta película, una ácida crítica
del ego de los escritores y del ego no inferior de los críticos literarios, del
mundo editorial y también de los jóvenes ambiciosos que buscan el triunfo a
cualquier precio.
La película es adaptación de una novela de David Foenkinos
que, hace unos años, fue sensación editorial cuando publicó La delicadeza y Charlotte. Aunque también ha escrito otros libros que no han tenido
tanta repercusión. Yo no he leído nada suyo pero creo que, en cierto sentido,
la situación que se aborda en la película puede ser autobiográfica: un joven
escritor con mucho talento ve que su obra pasa desapercibida porque no tiene un
gran respaldo mediático.
En definitiva, la trama es muy sencilla. Delphine Despero, una
joven editora novia del talentoso escritor anterior, encuentra por casualidad
en la biblioteca de una pequeña localidad bretona, Crozon próxima al Finisterre
francés, una sección de libros rechazados por editoriales y allí una novela que
le fascina desde el primer momento. Ya no puede detener su curiosidad y empieza
la búsqueda del autor.
Aparentemente, el autor resulta ser Henri Pick un anciano
pizzero, ya muerto de Alzheimer, que según su familia nunca mostró ninguna
inclinación a la lectura y mucho menos a la escritura. Las últimas horas de una historia de amor es el título de la novela
y, dada su calidad literaria y el ambiente de misterio convenientemente
alimentado por la editora, resulta ser un gran éxito.
Sólo hay un crítico literario, un hueso duro de roer, que muestra
abiertamente sus dudas; esta será la segunda historia de la película. En su
empeño por desenmascarar al impostor, Jean-Michel Rouche perderá su trabajo en
la televisión, su mujer le abandonará y sufrirá algunos otros contratiempos que
le llevarán a enamorarse de la hija de Henri Pick. Pero cuando descubra el misterio
ya no le importará haber tenido razón. Tengo que destacar una escena hilarante entre Rouche y Joséphine Pick hablando de literatura, cuando Rouche imita la manera de escribir de Marguerite Duras. Excepcional.
Una comedia amable que podía haber sido más mordaz con el
negocio editorial pero que da algunos picotazos. Desde el escenario de
televisión donde se graba el programa de crítica literaria que recuerda
fuertemente al plató de La grande
librairie hasta el aspecto del antiguo bibliotecario del pueblo que
recuerda al de Bernard Pivot, gurú de las letras francesas. Una película de
investigación casi policial en un tranquilo pueblo bretón, donde no hay
asesinatos ni policías pero sí misterios y dobles vidas; aunque la resolución resulte un poco decepcionante. Y finalmente una
comedia romántica que funciona muy bien gracias a la química, la complicidad y
el derroche de humor tierno de los actores protagonistas, Fabrice Luchini y
Camille Cottin.
Dirección: Rémi Bezançon
Guion: Rémi Bezançon y Vanessa Portal sobre novela de David Foenkinos
Música: Laurent Pérez del Mar
Fotografía: Antoine Monod
Intérpretes: Fabrice Luchini, Camille Cottin, Alice Isaaz, Bastien Bouillon
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