Todos sabemos la relación que tuvo Julio Romero de Torres
con la mujer morena, aquella de los ojos de misterio y el alma llena de pena
que es absolutamente protagonista en esta exposición. Sin embargo, yo creo que
merece la pena profundizar mucho más en la obra de este pintor tan
controvertido considerado inmoral por los academicistas y considerado demasiado
conservador para los vanguardistas; pero admirado por los intelectuales de la
época y adorado por las mujeres (dicen que unas bilbaínas le obsequiaron con
una almohada llena de sus cabellos).
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Las vividoras del amor no puede verse en esta exposición |
Era hijo de un pintor romántico y habiendo nacido en el mismo
Museo de Bellas Artes de Córdoba, donde su padre ejercía de director,
conservador y de profesor, no podía escapar de su destino. Así desde tan joven
metido en el ambiente se empapó de influencias de varias tendencias pictóricas,
el impresionismo de Fortuny, la pintura social, el simbolismo francés o el
prerrafaelismo británico, hasta encontrar su propio camino.
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Fuensanta |
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Marta y María |
Un camino que resultó muy exitoso y que no sólo le llevó a
pintar mujeres del pueblo, gitanas, trabajadoras, actrices, sino también a las
aristócratas principales y altas burguesas de su tiempo, entre ellas a la
abuela del Ministro Boyer, la señora de Rodrigáñez. A todas trataba con la misma dedicación. Sus
primeros cuadros habían sido más luminosos, influenciados por el impresionismo
pero es más conocido por su etapa simbolista en la que son claras las
influencias de la pintura renacentista con una paleta de colores muy oscura que
remite a la tradición barroca española.
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Detalle de María de la Concepción García-Escudero y Sainz de Robles |
Esta exposición es buena muestra de ello. Aquí el
protagonista es el retrato que comparte una estructura muy parecida. Una mujer
sentada, de perfil o en tres cuartos, con muy pocos adornos, muy sensual que
destaca sobre un paisaje lejano y oscuro. Mujeres de ojos profundos y tristes, de manos lánguidas o
de sonrisa pícara; mujeres ideales sacadas de la realidad, a veces menos
favorecida, de la vida. Mujeres que por su estatismo pueden ser consideradas
como un bodegón pero que constituyen verdaderas naturalezas vivas. Todo contradicciones.
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La niña de los limones |
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La niña de las naranjas |
Una de las críticas que se hace al autor es que objetualiza
a la mujer, aunque se pretenda ver como una mujer empoderada. Ni las niñas de
las naranjas y los limones ni las vividoras
del amor pueden considerarse nunca como mujeres empoderadas. Al contrario,
su desnudez es obligada, es pagada y es utilizada por un hombre para comerciar
con ella. Eso no puede implicar ningún tipo de empoderamiento.
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Huerta de Córdoba de influencia impresionista |
Romero de Torres había viajado por toda Europa y también por
América Latina, especialmente por Argentina y había sido muy reconocido en distintas
exposiciones, no sé si porque aunaba las imágenes del costumbrismo cañí con otros
significados más profundos, con el simbolismo más perturbador.
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Jugando al Monte |
Los cuadros expuestos pertenecen en su mayoría a colecciones
privadas por eso es difícil que se vuelvan a reunir. Yo me quedo con el cuadro Jugando al Monte (Humo y Azar) pintado
por encargo para decorar un estanco y administración de lotería en 1922. Representa
dos mujeres tumbadas en el suelo y muy concentradas en el juego o en la lectura
del futuro en las cartas. Hay dinero en el suelo y también cigarrillos, pero lo
que destaca son las calidades de las telas y como se pegan al cuerpo de las
mujeres, y especialmente esas medias de seda arrugadas en los tobillos. Una de
las mujeres, más moderna, lleva un corte de pelo a lo garçon, la otra, más tradicional, un moño bajo. El fondo de la
pintura es un paisaje marino con un barco con una vela roja que rompe la gama
de azules y grises.
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Jugando al monte. Detalles |
Como curiosidad me fijé también en el retrato de la Señora de Rodrigáñez que, aparte de la
esposa de un ministro de hacienda y gobernador del Banco de España, fue la
abuela de otro ministro de hacienda, Miguel Boyer. El retrato sigue la misma
estructura: la protagonista está sentada y enmarcada por lo que parece el
alféizar de una ventana, con pose de tres cuartos y un paisaje al fondo en el
que destaca la Puerta de la Calahorra de Córdoba. Destaca la estola de seda en
tonos violetas y la ausencia de joyas; como único adorno, un ramillete de
claveles un poco ajados, quizá haciendo referencia a la edad madura de la
señora.
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La señora de Rodrigáñez y detalles |
A mí el estilo de Romero de Torres me resulta perturbador.
Sobre todo en el tratamiento que da a los cuerpos y a las telas que los cubren:
sólo hay que fijarse en La niña de las
saetas. Parecen pintados con un pincel lascivo, remarcando cada curva y
también las carnaciones de la piel de las mujeres. Esta es la única mujer
pelirroja retratada en esta exposición. Además es una mujer que nunca existió.
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La niña de las saetas y detalle |
Ana Díaz era el
pseudónimo que el escritor y periodista Pedro González-Blanco, amigo de Romero
de Torres, utilizaba cuando quería escribir novelas picantonas. Aun se pueden
encontrar, de segunda mano, los tres títulos y entre ellos Guía de cortesanas en Madrid y provincias. El caso es que cuando
este libro fue a presentarse necesitaron inventar un retrato de la autora y
Romero de Torres pintó éste en el que todo resulta inquietante: los reflejos
rojizos del pelo, la mirada insinuante, la transparencia del encaje y una
minúscula mancha rosa que marca claramente el lugar donde se sitúa el pezón.
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Ana Díaz y detalle |
El único retrato de un hombre que se exhibe es el del torero
Machaquito, gran amigo del autor que
está acompañado de un retrato de su hija natural, Rafaelita González. Resulta extraño que la adolescente también vaya
vestida de negro, con unas largas trenzas oscuras y ante un paisaje con la
misma puerta que la Señora de Rodrigáñez.
Sin embargo, la niña, aludiendo a su juventud y pureza, lleva un ramillete
de jazmines en su lozanía. Esta niña se crió con la familia de Pérez Galdós,
grandes amigos del torero, y recibió una educación exquisita incluyendo
estudios en el Conservatorio de Madrid.
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Machaquito |
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Rafaelita González y detalle |
Hasta el 8 de septiembre en Ibercaja Patio de la Infanta,
Zaragoza.
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