Es periodista y escritora y, en su juventud, trabajó como
actriz en algunos grupos de teatro independiente. Publica regularmente
colecciones de sus artículos aparecidos en prensa, libros de cuentos y novelas.
También ha recibido reconocimientos en el ámbito académico y docente y algunas
de sus obras han sido adaptadas a teatro y cine. Ha sido Premio Nacional de las
Letras Españolas en 2017. Parece que ahora se está preparando una serie de TV
con la trilogía de Bruna Husky. Otras obras suyas: Crónica del desamor, La carne,
El corazón del tártaro.
Mi opinión.-
Apenas me ha costado 15 días terminar las tres novelas
protagonizadas por Bruna Husky. Así de absorbente ha sido su lectura. Lágrimas en la lluvia, El peso del
corazón y Los tiempos del odio
son los tres títulos publicados hasta ahora.
Esta es Bruna Husky |
En una entrevista escuché a Rosa Montero decir que le gusta
la literatura resbaladiza, es decir, aquélla que queda enmarcada como un
determinado género pero que, al mismo tiempo, lo desborda. Esta novela sería un
ejemplo muy claro. Es una novela, aparentemente, de ciencia ficción pero también
la más realista que ha escrito la autora; puede funcionar como novela negra y como
novela de crítica social; y, por supuesto, es una novela de crecimiento y de
reflexión sobre la identidad y el alma humanas porque, en definitiva, aborda la
cuestión crucial de qué es lo que nos hace ser humanos. Es también una
reflexión sobre la democracia y sobre el problema de sustituirla por otra cosa.
Madrid, año 2109 |
En esta primera novela la autora nos introduce en el mundo
del siglo XXII, año 2109, de una manera muy original. Será Yiannis, un viejo
herido, desencantado e inocente, amigo de Bruna y editor del Archivo Central de
los Estados Unidos de la Tierra, quien, al facilitarnos el acceso a la historia
política y social del país, detectará que alguien está tratando de reescribir
esa historia.
Yiannis, fiel amigo y colaborador |
El mundo se está recuperando de las guerras robóticas pero
sigue siendo muy inestable. Los Estados Unidos de la Tierra han sustituido a la
conflictiva división en estados conocida desde el siglo XVII. Eso no quiere
decir que el mundo sea mejor, ni más justo. El aire es irrespirable y se debe
de pagar por él; se necesita una autorización para tener coche propio porque el
combustible es muy escaso y porque, para los grandes desplazamientos, existe la
teleportación; las aceras se han sustituido por cintas rodantes para que los
ciudadanos puedan ir más deprisa hacia no se sabe dónde.
El tatuaje y las pupilas verticales |
Hay una verdadera obsesión por la salud y por mantenerse
joven; la cirugía estética es obligatoria y la seguridad social ha sido
sustituida por carísimos seguros privados. Junto a los humanos y los
tecnohumanos hay también otros seres extraterrestres sintientes. Pero en realidad,
existen todas las formas posibles de discriminación, abuso y violencia aunque,
eso sí, amplificadas por la tecnología. Y especialmente sigue existiendo la
amenaza del fascismo, allí donde los ciudadanos empiezan a estar cansados de la corrupción democrática.
La complicada relación con Paul Lizard |
En ese mundo que parece no haber mejorado nada, Bruna Husky
es una tecnohumana, una replicante, una androide o despectivamente una muñeca.
Ha nacido de un cultivo de células madre (hasta la tercera novela no sabremos
quién ha sido la donante-madre genética de Bruna y será una verdadera sorpresa);
genéticamente mejorada para superar a los humanos en todo, especialmente en las
tareas más peligrosas (en Blade Runner, la película que dio origen
a los replicantes y que recibe un homenaje en el título de esta novela, se les definía como más humanos que los humanos).
El sexo como ansiolítico o ¿será algo más? |
Estos replicantes nacen ya como adultos después de unos
pocos meses de gestación y con unos implantes de memoria sobre su infancia que
constituyen su identidad básica y que contribuyen a hacerlos más estables. Pero
Husky es especial. Es una sofisticada tecnohumana de combate que ya ha cumplido
con los dos años obligatorios de milicia y puede desarrollar su vida libremente.
La gran diferencia entre humanos y tecnohumanos es que éstos últimos saben la
fecha exacta de su muerte. Sólo pueden vivir 10 años. Ese es el contrato que les
ha sido impuesto.
Oli y su bar hacen pensar inmediatamente en el Café de Rick, Casablanca. |
Decía que Bruna Husky no es una replicante más. Ahora trabaja como detective privado pero tiene
inquietudes que el resto de los androides ni siquiera se plantea. Su memorista,
el ingeniero que diseña los recuerdos artificiales para los tecnohumanos, ha
hecho un trabajo excepcional. Le han implantado recuerdos que suscitan sus
dudas existenciales, la angustia de vivir y la agonía de conocer la fecha de su
muerte. Ha vivido una gran historia de amor y pérdida. En definitiva, puede
apreciar el goce y el sufrimiento, es decir, una vida más completa, de otra manera mucho más
profunda que el resto de replicantes. Pero el hecho de no poder escapar de su
obsesiva cuenta atrás la hace ser mucho más rabiosa y violenta.
Pablo Nopal, el memorista, ¿es su creador o es ella misma? |
En esta novela deberá investigar una trama internacional que,
mediante la implantación de memas
ilegales, provoca el enloquecimiento de los replicantes y su utilización como bombas para atentar contra
los humanos. Parece que hay alguien muy interesado en resucitar las guerras
robóticas y el enfrentamiento entre seres sintientes. En el transcurso de su
investigación, Husky irá incorporando en su vida a seres tan necesitados de
amor y atención como ella misma, conformando una sólida troupe familiar de
desarraigados. Un thriller existencial muy recomendable.
Maio, el bicho |
Las fotografías pertenecen a la adaptación al cómic, guion de Damián Campanario Hernández. No me
imaginaba a Bruna Husky exactamente así pero, en la tercera novela, quizá pueda
cambiar de aspecto.
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