La autora.-
Berta Vías Mahou es una escritora y traductora del alemán de
apenas 50 años. Licenciada en Geografía e Historia, estuvo trabajando como
secretaría de dirección. Obtuvo el Premio Dulce Chacón por Venían a buscarlo a él y en
2014 el Premio Torrente Ballester por Yo
soy el otro. Ha traducido a Zweig, Goethe y Joseph Roth. Otras obras suyas:
Los pozos de la nieve, Ladera norte, Una vida prestada.
Mi opinión.-
Tengo pendiente para leer el próximo verano Una vida prestada. Mientras tanto, he
encontrado por casualidad en la biblioteca de mi barrio este pequeño libro, con
semblanzas de mujeres, personajes importantes de la literatura. Como era de
esperar la autora empieza por Eva. Considerada desobediente por los hombres,
las mujeres debemos empezar a pensar en ella como una mujer intelectual que
deseaba superar su rol de mera reproductora.
Eva es la mujer castigada por mostrar curiosidad intelectual,
por no conformarse con lo establecido y por llevar en su interior la duda, el controversia
y el cuestionamiento. Sin embargo, las cosas se torcieron cuando la serpiente
se cruzó en su camino y, todo hay que decirlo, Adán tampoco estuvo a la altura.
Justo es que Adán quede como aquél que tuvo miedo a saber, ¿no?
Las mujeres de la literatura de la Baja Edad Media son
personajes fundamentales. Astutas y aguerridas. Están reducidas al espacio
doméstico, pero también participan de las guerras de los hombres y de sus
banquetes e intrigas. En este libro se menciona a Iseo y a Ginebra. Ambas
enamoradas de caballeros que no son sus maridos y que, cuando son acusadas
formalmente de haber cometido adulterio, son capaces de salvarse con su
inteligencia.
Berta Vías Mahou distingue en esta época los cantares de
gesta, escritos para ser leídos y cantados, posiblemente porque los hombres a
quienes iban dirigidos no sabían leer, y las novelas de amor caballeresco,
escritas para ser leídas por mujeres ilustradas.
Pero avanzando en la historia de la literatura los
personajes femeninos se vuelven más etéreos. Mantienen su presencia, no para
llevar una vida independiente, sino para ser el objeto amoroso, inalcanzable y
sutil. Así es la Beatriz de Dante o la Dulcinea de El Quijote. En realidad,
mujeres que sólo existen en la imaginación del protagonista. Que están
obligadas a amarle, contemplarle, respetarle, respirarle, mirarle y obedecerle porque no
tienen existencia propia.
Más adelante, la protagonista será la mujer caída. Quedando
como muestra palpable de la doble moral aplicada a hombres y a mujeres. Los hombres
serán los burladores y las mujeres serán las perdidas, aquéllas que no pueden
mostrarse en sociedad sin guantes, sin sombrilla y con picos pardos.
El siglo XIX, al contrario, verá una literatura donde los
personajes femeninos son más asertivos. Son desobedientes aunque lo hagan para
salvar a los hombres. El ejemplo más claro es la Nora de Casa de muñecas que es
despreciada por su marido, aunque ella haya delinquido por salvarle. Esto la
hará crecer como persona y decidir abandonarle. No sabemos su destino pero
esperamos, de corazón, que le fuese bien en el ambiente misógino del siglo XIX.
Otra heroína que sabemos con certeza que terminó mal es Anna
Karénina. Prototipo de mujer burguesa, aburrida y enjaulada que estalla y rompe
barreras cuando llega el amor romántico. Un amor que resulta ser un espejismo y
que termina en el aburrimiento y el abandono más atroz. Cuánto talento de mujer
desaprovechado por falta de educación. La última Anna Karénina que recuerdo en
cine fue la adaptación hecha por Joe Wright y protagonizada por una espléndida
Keira Knightley, con un espectacular vestuario. Recomiendo cualquier libro de Berta Vias Mahou.
La imagen de la mujer en la literatura occidental
Berta Vías Mahou
Ed. Anaya
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