El autor.-
Arturo Pérez-Reverte se dio a conocer por el gran público en
su faceta de reportero de guerra para la televisión, prensa escrita y radio.
Después se pasó a la literatura de ficción y también a la polémica a través de
sus columnas en varios periódicos y de sus intervenciones directas en redes sociales.
Se puede estar de acuerdo con él o no, pero desde luego no engaña a nadie. Lo
que piensa, lo piensa y lo que dice, lo dice. La serie de novelas de Alatriste
está compuesta por siete libros, de momento. Otras obras suyas: La carta esférica, El club Dumas, Hombres
buenos, Sidi.
Mi opinión.-
Empecé a leer los libros del Capitán Alatriste en cuanto
apareció el primero. Pero luego, no sé por qué (bueno, sí sé por qué, porque
siempre tengo muchas lecturas pendientes), dejé de leerlo. Trasladando mis
libros de un sitio a otro me he encontrado este Corsarios de Levante, que compré hace un montón de tiempo y todavía
tenía sin leer. Me he puesto a ello y en dos días, terminado. No podía dejarlo.
Y, desde luego, me ha parecido el mejor de la serie.
El escenario, el Mediterráneo en 1627. Personajes
principales, el Capitán Alatriste, Íñigo Balboa y Copons, el aragonés. Y el
contexto, guerras, guerras y más guerras. Contra cualquiera que navegue por el
marenostrum. Contra el corso especialmente turcos, pero también venecianos o
incluso franceses e ingleses. Nuestra historia. Ya sabemos que Alatriste es
amigo de Quevedo, y en esta novela, veremos que es un gran lector de Cervantes,
de La lozana andaluza y también de Los sueños.
Se nota que Pérez-Reverte conoce como navegar y que se ha
documentado bien sobre las batallas navales y las inclemencias del tiempo, si
no no hubiera sido posible que escenas dominadas por el fragor de la batalla y que,
para un profano, podrían parecer tediosas estén imbuidas de suspense,
preocupación por la suerte de los protagonistas y alivio cuando salen, aunque
sea maltrechos, de esos encontronazos.
Ya he dicho quiénes eran los personajes principales pero el
protagonista absoluto es Él, el Mediterráneo. Cruce de culturas, mestizaje, a
veces obligado, esperanza y decepción. Un mar que, a través de los siglos, ha
recibido tanta sangre que no sé cómo puede seguir siendo azul. Un mar que
debería ser puente y entendimiento, pero que ha sido y sigue siendo frontera,
abismo y muerte para muchos de los que huyen de la miseria. Eternamente surcado
por naves y eternamente desconocido. Ese es el protagonista.
Y a través del protagonismo del mar, el protagonismo de algunas
de sus ciudades y países ribereños, vestigios de la expansión de Fernando el
Católico y la monarquía hispánica por el Mediterráneo. Orán, fundada por musulmanes
andalusíes y de 1509 hasta 1792, salvo de 1708 a 1732 que estuvo bajo soberanía
otomana, perteneció a España; Nápoles conquistada en 1442 por Alfonso V de
Aragón y que después pasaría a la corona española; Lampedusa; Siracusa o, en
siciliano, Sarausa, la Zaragoza de Sicilia; Malta, conquistada por los
almogávares para la Corona de Aragón en 1282, refugio de corsarios y de
caballeros cruzados que vagaron por el Mediterráneo hasta que Carlos V les dio cobijo
allí, comenzando la leyenda de El halcónmaltés (pero esa es otra historia).
También me gusta mucho de Pérez-Reverte el cuidado que pone
con las palabras para enfatizar la tragedia y la crueldad. Creo que sólo a él
se le ocurriría decir que ahorcar a alguien es morir de una indigestión de esparto, llamar a las prostitutas doctoras del arte aviesa o nombrar a los
genitales como partes berrendas.
Queda tiempo, entre batalla y batalla, para el
enfrentamiento entre Íñigo Balboa y Alatriste, fruto de la juventud de uno y de
la madurez del otro; y también para una clara demostración de paternidad, sin
palabras, de Alatriste hacia Balboa; y para las amargas reflexiones políticas
de éste ya convertido en adulto y además en escritor; o para los reproches a
los catalanes y la alabanza al valor de los Caballeros de Malta.
Alatriste y sus compañeros tienen un código ético muy
particular. Así, puede ser necesario y, a veces, conveniente matar a alguien y
lo hacen sin dudarlo, pero nunca se les ocurriría humillarle; capturarle y
venderlo como esclavo pueden hacerlo sin pestañear pero no le marcarían como
tal. Código de honor. Aquí me quedo, esperando que Pérez-Reverte escriba una nueva aventura de Alatriste, es una lástima que ésta no pueda adaptarse al cine. La novela,
muy recomendable.
Corsarios de Levante
Arturo Pérez-Reverte
Alfaguara
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