La autora.-
Maryse Condé es una escritora francesa nacida en la isla
antillana de Guadalupe. Feminista y decidida difusora de la cultura
afroamericana. En 2018, recibió el Premio Right Livelihood de literatura, más
conocido como Nobel Alternativo. Es doctora en literatura comparada por la
Sorbona y ha enseñado en universidades de Guinea, Senegal, Berkeley, la Sorbona
y también en la Universidad de Columbia en Nueva York. Se ha publicado en
castellano su segundo libro de memorias, La
vida sin maquillaje, pero todavía no se ha publicado ninguna de sus
novelas.
Mi opinión.-
Maryse Condé ha sido todo un descubrimiento para mí. Y
considero que puede estar perfectamente relacionada con Toni Morrison y su
universo literario. Las dos autoras son exponentes esenciales de la literatura
afromericana, aunque esta literatura pueda estar expresada en inglés, francés o
castellano.
Este es un libro de memorias. La autora lo subtitula como Cuentos reales de mi infancia y así son, recuerdos de infancia, a veces reelaborados y trufados de imaginación, y la evocación de un mundo ya perdido, especialmente con las muertes de su
hermano Sandrino y de su madre. Ella fue la última de ocho hijos y cuando nació
alguno de sus hermanos ya era adulto e, incluso, se había independizado del
hogar familiar, manteniendo una relación muy distante con ellos. Pero no fue
así con Sandrino, su alma gemela, el joven encargado de aclarar sus dudas de
infancia, al menos, hasta su temprana muerte cuando estudiaba en París.
La autora recurre a recuerdos trascendentes de su infancia a
los que pudo dar significado en su vida de adulta. Son recuerdos que tienen a
su madre como protagonista y la, a veces, muy difícil relación con ella. Condé
nació en una familia burguesa de la Guadalupe. Su padre, ya jubilado, había
sido funcionario y su madre era una institutriz, nacida de una mulata soltera y
analfabeta, que pudo estudiar gracias a becas y premios y su gran inteligencia.
Ambos se sentían plenamente asimilados en la cultura
francesa. Muy distantes de los mulatos y de los negritos de clase baja. Disfrutaban de estancias en Francia, en las
que no querían ser conscientes de las diferencias y discriminaciones raciales y
educan a sus hijos ocultándoles las consecuencias de la esclavitud.
Maryse Condé será una niña rebelde que, sin embargo, no
querrá hacer sufrir a su madre. También tendrá, como los personajes de Ojos azules de Toni Morrison, a Shirley
Temple como ideal de belleza. Y, a pesar, de su rebeldía un juego infantil con
una niña blanca le hará sospechar que el mundo no es como ella pensaba. Más tarde será considerada como una mujer junco. Una mujer que puede inclinarse ante las adversidades pero que jamás llegará a romperse por ello; una mujer con las raíces poco profundas para poder desplazarse y asentarse en otras tierras en busca de su lugar en el mundo.
En la Guadalupe de los años
1940 y 1950, los negros se ocupan de los negros, los mulatos sólo se relacionan
con mulatos y los blancos se relacionan con blancos. Toma conciencia también de
que las diferencias raciales son potenciadas por las diferencias de clase y que
es mucho más elegante hablar francés que criollo. Pero aunque empieza a
considerarse como una peau noire-masque
blanc, hasta que no llega a estudiar a París, siendo una adolescente, no se
encontrará con estudiantes de origen africano y con profesores blancos que, a
veces brutalmente, le expliquen su herencia representada por “la degradación
del África transportada al nuevo mundo” o como la llamaba su profesora Mme Épée
una “africana destribalizada”. Entonces comenzará su toma de conciencia y el descubrimiento de su verdadero origen que dejará
plasmados en un segundo libro de memorias que todavía no he tenido oportunidad
de leer. Muy recomendable.
Le Coeur à rire et à pleurer
Maryse Condé
Pocket
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario