El autor.-
Mariano Gistaín es periodista y escritor de ficción. Nació
en Barbastro pero vive actualmente en Zaragoza. Otras obras suyas: El entierro de Líster, La mala conciencia.
Mi opinión.-
Cuando las distintas dimensiones de la ciencia nos ofrecen cierto
tipo de descubrimientos, de aquéllos en los que no queda muy claro si
resultarán ser un avance o no, recurrimos a la literatura para espantar miedos.
Así lo hicieron algunos autores y autoras de renombre como Mary Shelley que, visto
el poder de la electricidad recién descubierta, se inspiró en ella para dar
vida/resucitar a su monstruo, que no se llamaba Frankenstein, y que se ha
encargado de aterrorizar a mucha gente durante los últimos dos siglos, entre
otras cosas porque esa misma gente no se ha molestado en leer el libro.
Todo empieza en la calle Bolonia |
Algo parecido ha hecho Gistaín con la posibilidad de criogenización
de todo el cuerpo, de sólo la cabeza o sólo el cerebro, o sólo los recuerdos, o
una simple digitalización y posterior ocupación del cuerpo de un comatoso. En
fin que hay distintas versiones para todos los bolsillos. Y todo ello con mucho
humor y mucha retranca.
Criogenización de cuerpo entero |
Además ha situado la acción en Zaragoza y eso siempre está
bien y también ha introducido frases y expresiones propias y eso hace mucha
gracia. ¿Qué quieres, pollico? A mí me hace mucha gracia.
Los inversores mexicanos se parecen a él. |
El protagonista está harto de su vida y responde a un
anuncio por casualidad. Un anuncio que ha sido diseñado para él por el célebre
método de “crear ficciones para producir realidades” (me pregunto si los
historiadores catalanazis conocen este método). Así se embarca en una aventura
que no saldrá mal del todo. Además su madre está casi en estado vegetativo como
consecuencia del Alzheimer y participando en ese experimento conseguirá unas
pastillas que le darán una nueva y juvenil vida, una nueva vida de narcomadre.
Además el prota ligará, ligará mucho y con mujeres muy majas y muy inteligentes.
En la calle Zurita tiene su despacho el detective cultural, junto a su otro negocio de limpiezas |
De esta trama surge otra trama subordinada que deriva en una
novela de investigación policíaca con la participación del detective cultural
Luciano Gracia. Se trata de localizar un cuento escrito en los años 1970 y que
tiene la capacidad de transportar a quien lo lee a un bar donde se puede encontrar
con los escritores inmortales. Lógicamente son inmortales aquellos escritores a
los que se sigue leyendo. Entre ellos está, Mary Shelley. ¡Qué imagen tan
bonita ésta de un bar donde pueden encontrarse los escritores porque hay
alguien que todavía los lee y los sigue recordando! Sólo por esa imagen ya vale
la pena leer la novela. Muy recomendable.
Se busca persona feliz que quiera morir
Mariano Gistaín
Ed. Limbo errante
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