miércoles, 5 de mayo de 2021

Novela: Me llamo Rojo de Orhan Pamuk (1998)

El autor.- Orham Pamuk es uno de los escritores más importantes de su generación y habitual colaborador en la prensa internacional. Fue Premio Nobel en 2006. Se ha significado siendo muy crítico con sucesivos gobiernos turcos por su negativa a reconocer el genocidio armenio o los conflictos identitarios con la minoría kurda. Otras obras suyas: La mujer del pelo rojo, El museo de la inocencia, Estambul: ciudad y recuerdos. 

Mi opinión.- Esta voluminosa novela tiene una cierta complejidad. Los diferentes niveles de lectura y las diferentes historias se entrecruzan con mayor o menor interés; aunque, al final, resulta ser demasiado reiterativa y larga. Por un lado, está la historia de amor entre Negro y Seküre, que a mí no me ha resultado muy interesante, aunque reproduce una historia de la literatura árabe clásica, el trágico amor entre Hüsrev y Sirin.

En segundo lugar, nos encontramos con la trama puramente detectivesca. Se trata de intentar adivinar cuál de los tres ilustradores es el asesino del cuarto. A mí me ha resultado imposible por la cantidad de pistas falsas que va sembrando el autor, a lo largo de las más de 500 páginas. La base de toda la novela se sustenta en el encargo para ilustrar un libro magnífico que el sultán hace a un reputado taller de ilustración. El dueño del taller contrata por separado a cuatro ilustradores, Cigüeña, Aceituna, Donoso y Mariposa serán sus nombres en clave, que se encargarán de varias láminas, aunque nunca llegarán a ver, ni a ser conscientes, de la totalidad de la obra.

Esta situación da pie al tercer nivel de lectura y éste es una profunda reflexión sobre la diferencia entre arte y artesanía, sobre el sentido de la obra pictórica y sobre la incipiente pugna entre la individualidad del artista y el anonimato del artesano, todo ello considerado un desafío a la tradición por la incorporación de técnicas y estilos que contradicen la ortodoxia. La novela está ambientada en el siglo XVI, en un momento en que el Imperio Otomano se ve amenazado por las nuevas tendencias venidas desde Occidente.

El Renacimiento sitúa al hombre (considerado también como género) en el centro del universo, desafiando a Dios y al orden establecido; y el arte figurativo es una representación de esta rebelión. Desde ese momento el artesano empieza a reivindicar su individualidad y su condición de artista. Busca diferenciarse de los otros ilustradores, porque éstos repiten imágenes ya creadas mientras que él crea, e incluye en su pintura la reproducción fidedigna del retratado, narrando una historia propia y original y firmándola, entrando de esta manera en la inmortalidad junto con reyes y príncipes. Algo que para la tradición turca y la religión islámica resulta insoportable. Esta frase definiría toda la novela: “La ilustración es una puerta que conduce a la pintura y la pintura, Dios nos libre, lleva a desafiar a Dios, eso lo sabe todo el mundo”, página 336.

Desde mi punto de vista éste es el nivel narrativo más interesante pero resulta excesivamente reiterativo y, además para quienes no tienen nociones sobre la ilustración otomana de los siglos XV y XVI, es difícil de seguir. El autor exhibe su erudición nombrando a muchos autores clásicos, de las tradiciones persa, china y otomana, y reproduciendo minuciosamente con palabras las ilustraciones por las que alcanzaron la fama. Pero todo eso se le escapa a una lectora normalita como yo.

Aunque sí he podido apreciar la calidad y la originalidad de la escritura. Precisamente, la reiteración que, antes he criticado, se produce porque los distintos personajes coinciden en describir las mismas situaciones variando mínimamente el punto de vista; lo que contribuye a crear un mosaico con el que el lector obtiene la imagen final. Además, en los capítulos en los que hablan las ilustraciones se dirigen a una audiencia identificada por un “vosotros”, en la que está incluido el lector.

De alguna manera, esta novela recuerda a El nombre de la rosa de Umberto Eco, en la que en una comunidad cerrada, los monjes de un monasterio se ven privados de la lectura de determinados libros antiguos para evitar su influencia perniciosa. Así, en esta novela, se trata de impedir que los ilustradores otomanos clásicos se vean tentados de seguir las nuevas maneras occidentales.


Me llamo Rojo
Orhan Pamuk
Trad. Rafael Carpintero
Ed. Círculo de lectores 

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